Capítulo 16
Diciembre había llegado con frío gélido y amenazando con nevar prácticamente todos los días.
Erin se despertó y notó la cama fría. Se tapó con el edredón hasta la barbilla, y cuando se estaba quedando dormida de nuevo, escuchó el ladrido feliz de Tucker y a Aaron hablar con él. Una sonrisa se dibujó en su rostro. Instantes después, Aaron entró en el cuarto. Dejó la pequeña bandeja que llevaba en la mesita de noche y la besó en la frente.
-Tengo que ir a recoger a Jack. A Jessica le ha surgido algo y no puede quedarse con él.
-De acuerdo -respondió sentándose en la cama. ¿Vendréis después? Podemos dar un paseo con Tucker. Estoy segura que a los dos les encantará.
-Es una gran idea. Y una forma para que Jack se vaya acostumbrando a ti.
En el mes que llevaban como pareja, aunque tomándoselo con mucha calma, Jack y Erin sólo se habían visto una vez, y había sido en la oficina. Por supuesto, Hotch no le había dicho la verdad a su hijo, la había presentado como una amiga.
Al igual que con los hijos de Erin, que en todos esos meses lo habían visto varias veces, y siempre era "el amigo de mamá". Sólo Nora conocía ya la verdad.
Se inclinó y la besó profundamente. A Erin le costó separarse de él. Se recostó contra las almohadas, mientras se tomaba con tranquilidad la taza de café que Aaron le había dejado y acariciaba a Tucker, acostado junto a ella.
Pensó en cómo había cambiado su vida en el último mes. Después de la conversación que habían tenido en casa de Aaron, habían decidido darse una oportunidad, ver hacia dónde iba su relación.
Y aunque hacía vida normal y todo parecía ir bien, no conseguía relacionarse con la gente como antes. Y mucho menos, tener una relación de pareja normal. Aaron era muy paciente, como le había prometido, sin embargo, no conseguía evitar bloquearse cuando la tocaba sin querer más allá de la cara o los brazos. Y por supuesto, todavía no habían tenido relaciones sexuales, y ella se sentía terriblemente mal por él, porque no sabía si algún día se sentiría preparada para ello.
La doctora Osman le había advertido que volver a tener una vida sexual normal iba a llevarle tiempo, pero que intentara no obsesionarse con eso. Las cosas tenían un proceso, y aunque ella iba bien en su recuperación (y Aaron era un gran apoyo en todos los sentidos), no debía precipitarse. Pero tampoco dejar que el miedo a intentarlo de nuevo la dejara disfrutar del sexo como cualquier persona. Era prácticamente el último obstáculo para superar del todo su violación.
Un par de horas después, Aaron y Jack llegaron a casa. Tucker se acercó corriendo a saludarlos, y la cara del niño se iluminó cuando el perro comenzó a juguetear a su alrededor.
-Creo que le has gustado -observó Erin sonriendo.
-¿Puedo ir a jugar con él? -preguntó Jack mientras se agachaba y acariciaba a Tucker.
-En realidad, vamos a salir a dar un paseo ¿no? -miró a Erin para la confirmación-. Podrás jugar con él en el parque.
Minutos después, los cuatro caminaban despacio hacia el parque. Jack sujetaba feliz la correa del perro, con la supervisión de Erin. Aaron los miraba de reojo a los tres, pensando en la bonita familia que podrían estar creando.
Llegaron al parque y como siempre, Tucker comenzó a saltar sabiendo que lo iban a soltar. Jack rio ante su reacción. Luego ambos se fueron corriendo.
-Jack, ten cuidado ¿vale? -gritó Aaron antes de que se alejaran demasiado.
-No te preocupes, Tucker no dejará que le pase nada -señaló Erin mientras tiraba de él hacia el banco.
Pasaron el rato hablando y como hacía frío, Aaron la tenía abrazada contra su cuerpo. Cuando vieron y escucharon acercarse al niño y al perro, se separaron.
Volvieron a casa, y a pesar del frío, Jack insistió en salir al jardín a jugar. Hizo un puchero cuando su padre no le dejó.
-No te preocupes cariño -Erin se agachó a su altura y le acarició la barbilla-. Podéis jugar aquí, mientras tu padre y yo nos tomamos un té en la cocina.
-¿De verdad? -preguntó con entusiasmo.
-Claro.
-Gracias -se arrojó a su brazos y Tucker dio un ladrido de felicidad.
Cuando estaban a punto de salir, la voz de Jack les hizo darse la vuelta.
-Papá, deberías ser el novio de Erin, así podría venir a jugar con Tucker cuando quisiera -lo dijo tranquilamente, mientras se agachaba y el perrito le lamía la mano.
La cara de ambos se tornó de rojo fuerte. Afortunadamente, el niño estaba entretenido con Tucker y no se dio cuenta.
-Somos amigos, Jack. Tened cuidado ¿vale?
Cuando llegaron a la cocina, Erin soltó el aire que estaba reteniendo. Luego rio nerviosa.
-¿Deberíamos decírselo? -preguntó mientras se retorcía las manos nerviosa.
-No lo sé. ¿Cómo te sientes al respecto? -se acercó y se paró frente a ella.
Erin suspiró profundamente mientras no sabía qué contestar. Por un lado, no le importaba decírselo al niño, pero por otro, sentía que todo se estaba precipitando.
-Oye, no tenemos que hacerlo ahora. Vamos despacio en todos los sentidos, y Jack no necesita saber que somos más que amigos. Se lo contaremos a los niños cuando estés preparada y lo hayamos encarrilado bien ¿de acuerdo?
Ella asintió y luego lo abrazó. Se sintió mejor al instante. Los brazos de Aaron eran su lugar seguro, su hogar. Un momento después se separó de él y lo besó brevemente en los labios.
-¿Sabéis que esta muy feo eso de mentir, verdad? -ambos se separaron rápidamente al escuchar la voz de Jack-. Sabía que erais novios, papá nunca sonríe tanto -dijo el niño entrando en la cocina.
-¿Y eso te parece bien? -preguntó su padre con cautela.
-¡Claro! Como dije antes, así podré jugar más con Tucker ¿verdad?
-Por supuesto.
-¡Genial! ¿Y ahora podemos comer? ¡Me muero de hambre!
Erin pensó que al menos se quitaban un problema de encima, puesto que Jack ya sabía la verdad, aunque ella siguiera sintiendo la carga de su relación con Aaron. Lo quería, aunque a veces no sabía cómo demostrárselo sin que le faltara el aire.
Unas semanas después, cuando Hotch terminaba una reunión con el equipo, recibió la llamada que sabía que no tardaría en recibir, pero que en realidad, no quería. El abogado de Erin lo llamó para informarle que en apenas una semana, comenzaría el juicio contra Chuck Dyson. Duraría aproximadamente diez días, y debían reunirse para repasar su declaración.
Hotch colgó el teléfono y se frotó las sienes en señal de frustración mientras maldecía en voz baja. El juicio comenzaría el día 20, y pillaría en medio la Navidad. Erin había pasado un año horrible, y habían planeado una Navidad en familia, con todos los chicos. Se merecía terminar el año con algo de alegría, pero sabía que eso ya iba a ser imposible, aunque él lo intentara.
Se levantó despacio, intentando retrasar el momento lo máximo posible. Llegó a su despacho, y como siempre, la vio concentrada trabajando. Sonrió cuando lo vio, pero su sonrisa se desvaneció al ver la seriedad de su cara. Cerró la puerta detrás de él y se sentó frente a ella.
-Aaron, ¿qué ocurre? -preguntó al ver su cara seria.
-Me ha llamado tu abogado -vio cómo el color abandonaba su cara, sabiendo lo que eso significaba-. El juicio contra Chuck Dyson comienza el día 20.
Asintió despacio y aunque lo intentó, su respiración comenzó a alterarse. Aaron se levantó y se arrodilló frente a ella. Cogió sus manos e intentó tranquilizarla.
-Erin, respira despacio ¿de acuerdo? -unos minutos después, estaba mejor-. Todo estará bien, estaré a tu lado en todo momento y lo superaremos cariño.
Volvió a asentir despacio y luego dejó que él la abrazara. Sintió las lágrimas recorrer sus mejillas y aunque lo intentó, volvió a sentirse como meses atrás. Y sabía que a pesar de su esfuerzo, o el de Aaron, sería así a partir de ese momento.
El día antes del comienzo del juicio, Erin se quedó hasta tarde en la oficina. Había visto a su abogado dos días antes, y habían repasado su declaración. Tenía, tanto ella como el resto de mujeres, que acudir todos los días del juicio; pero a ella le tocaba declarar el tercer día. Desde el momento que Aaron le informó sobre el juicio, todo su mundo se volvió a romper en mil pedazos.
Volvieron las pesadillas diarias, la angustia y la ansiedad; cada pequeño ruido la asustaba y tenía las lágrimas a flor de piel. Y todo lo que había avanzado en su relación con Aaron, se había ido al traste. Lo intentaba, pero no podía evitar encogerse cada vez que él la tocaba. Lo único que permitía era que la abrazara (siempre parecía sentirse mejor entre sus brazos), y aún así, estaba siempre tensa.
No quería comportarse así con él, podía ver el dolor en sus ojos cada vez que se apartaba. Lo quería, lo quería mucho y sabía que estaba sufriendo, pero ella también. Esperaba que en algún momento en el futuro, pudiera volver a ser la de antes.
Estaba mirando como hipnotizada un punto en su mesa cuando Aaron fue a buscarla. Tocó suavemente la puerta abierta para no asustarla demasiado.
-Erin, ¿estás lista? Es tarde y deberíamos irnos ya.
-Vámonos, si.
Cogió sus cosas y pasó junto a él. Aaron suspiró con cansancio.
Preparó la cena e hizo el resto de cosas en automático. Aaron le había pedido a Jessica que se quedara con Jack, aunque no estaba seguro que Erin quisiera que se quedara a dormir con ella. Desde hacía una semana, no habían dormido juntos. A pesar de todo, ella había preferido quedarse sola.
Pasearon juntos a Tucker, y antes de que él pudiera hablar, ella cogió su mano y lo llevó al dormitorio.
Antes de que Aaron apagara la luz, Erin se acurrucó contra él, enterrando la cara en su cuello. Él pasó una mano por su espalda, arriba y abajo.
-Sabes que eres muy importante para mí ¿verdad? -susurró ella.
-Lo sé, Erin, no tienes que decírmelo.
-Es que…no quiero que pienses que ya no siento nada. Al contrario, pero es que con esto del juicio todo ha vuelto a mi y…
Aaron la separó un poco para que pudiera mirarlo a los ojos.
-Oye, sé lo abrumador que puede ser todo esto. Y lo entiendo. Estoy a tu lado en cada paso del camino Erin, como lo estuve hace meses. Estoy aquí, en cualquier forma que me quieras y que necesites.
Tenía lágrimas en sus ojos por sus palabras, y él besó dulcemente su frente. Sabía que lo había entendido, y que a partir de ese momento, ambos estarían más tranquilos respecto a su relación.
Como le había prometido desde el principio, Aaron sería paciente y esperaría a que ella estuviera realmente preparada para una relación normal; y Erin dejaría de estar agobiada por no poder darle esa relación normal. Sabía que llegaría el momento, pero todavía no. Necesitaba pasar todavía por algunas cosas, y sanar.
Durante el juicio, Erin se veía abatida y demacrada. Estaba distante, perdida en sus pensamientos, aunque intentaba demostrar entereza. Sobre todo, cuando Dyson se giraba hacia atrás y cruzaban sus miradas. Luego, a solas en su casa, era cuando se desmoronaba.
Veía a las otras mujeres, y sabía que se sentían como ella. La mayoría había vuelto a su vida normal (o lo estaban intentando), excepto dos, que se veían incapaces y todavía estaban casi como al principio. Fue su abogado el que le contó todo eso. A pesar de haber pasado por lo mismo, ninguna de ellas se atrevía a hablar con las otras.
El día de su declaración, Erin se puso en "modo Strauss" y con toda la entereza y sangre fría de la que fue capaz, contó con detalle lo que le había ocurrido aquella noche de finales de Marzo. Luego lloró durante horas en los brazos de Aaron.
Habían hablado hacía tiempo de pasar el día de Navidad todos juntos, y decidieron seguir con el plan. Lo que menos le apetecía a Erin era una celebración, pero iba a pasar todas las vacaciones con los niños e iba a aprovecharlo. Ya había disimulado frente a ellos en su peor momento, también podía hacerlo ahora.
Nora sabía la verdad, así que intentaba cuidar de su madre. Y aunque Jasper y Olivia no lo sabían, tampoco eran tontos, estaban seguros que algo le pasaba a su madre, aunque siempre tuviera una sonrisa para ellos.
Habían pasado la Nochebuena viendo películas navideñas después de la cena, y la mañana de Navidad fueron Jasper y Nora los que prepararon el chocolate caliente antes de abrir los regalos.
Aaron y Jack llegaron justo cuando Nora y Erin estaban empezando a preparar la comida, y el niño enseguida hizo buenas migas con los pequeños Strauss.
Comieron y rieron, y Erin sentía la mirada de Aaron sobre ella todo el tiempo. Tenía los ojos tristes, aunque procuraba no borrar la sonrisa de su cara por los niños.
Después de comer, mientras los cuatro niños y Tucker veían una película, Erin llevó a Aaron a su habitación.
-Te he comprado algo. No quería dártelo delante de los niños -sonrió mientras se sentaba a su lado en la cama y le entregaba un paquete.
-Yo también tengo algo para ti -buscó una pequeña caja en la chaqueta y se la dio.
La abrió despacio, y se quedó boquiabierta con el regalo. Eran unos pequeños pendientes de perlas.
-Aaron, son preciosos -murmuró mientras los sacaba de la caja y se los ponía.
-Te quedan perfectos -acarició su mejilla.
-¿Y el tuyo…? -preguntó divertida.
Soltó una risita mientras rasgaba el papel de regalo. Luego cogió el libro y lo ojeó.
-Wow Erin, no tenías que hacerlo. Es demasiado -le había comprado un libro sobre los Beatles.
-Sé que te gustan los Beatles. Y para ti nada es suficiente -susurró la última parte, casi deseando que no la hubiera escuchado.
Él la miró un instante, luego se acercó y la besó. Ella se aferró a su cuello mientras él la sujetaba por la cintura. Cuando se separaron, juntaron sus frentes.
-Gracias por estar siempre aquí, Aaron. No sé qué haría sin ti.
-No tienes que pensarlo, porque no voy a irme a ningún sitio. Juntos hasta el final -picoteó sus labios de nuevo.
Ella sonrió, y supo que lo decía de verdad. Y mirándolo a los ojos, se prometió a sí misma que haría lo posible para salir del pozo en el que el juicio la había vuelto a sumir.
El último día del año llegó antes de lo que a Erin le gustaría, aunque traía de bueno el final del juicio. No durmió en toda la noche, casi como los últimos diez días. Se levantó temprano, se preparó y esperó con paciencia a que Aaron pasara a recogerla.
Escuchó nerviosa los últimos alegatos del fiscal y del abogado defensor, y el tiempo se le hizo eterno a ella y a todos esperando la decisión del jurado.
Su abogado les dijo que era una buena noticia que solamente hubieran estado deliberando cuarenta y cinco minutos, porque eso significaba que tenían clara su decisión. Tanto Erin como Aaron pensaron que podía ir en los dos sentidos: que tenían claro que era culpable o claro que era inocente. Ninguno lo dijo en voz alta.
Su corazón latía a mil por hora cuando el juez y el jurado volvieron a salir. Dyson se giró y sonrió con desdén. Creía que se iba a librar. Apretó fuertemente la mano de Aaron cuando el juez comenzó a hablar.
-El jurado ha decidido que el acusado es…culpable -un alboroto en la sala hizo que el juez tuviera que gritar orden en la sala-. El juicio queda visto para sentencia -y golpeando el mazo, dio todo por terminado.
Erin se desplomó en la silla al oír al juez y rompió a llorar. Aaron la abrazó con fuerza.
-Ya ha pasado todo, cariño. Todo está bien -susurró palabras de aliento en su oído, esperando que pronto se encontrara mejor.
Veinte minutos después, salían del juzgado. Erin seguía aferrada a la mano de Aaron, aunque él notó un cambio en ella. Tenía la mirada más clara y la tensión en ella había desaparecido. Esperaba que ahora sí pudiera empezar a rehacer su vida de verdad. Y no lo decía por la parte que le tocaba, sino porque siempre se había preocupado por ella y quería lo mejor para ella.
Continuará…
