Como he mencionado antes, trabajar con los genderbender me encanta, no he podido detener ante la idea de un sencillo one-shot en el que pueda mostrar cómo creo yo que sería la relación de Hiccup y Elsa con los géneros invertidos.


Sencillamente perfecto.


Su novio, por mucho que había intentado que no fuese así, había sido la mayor fuente de burlas y bromas pesadas dentro de su grupo de amistades. Nunca se pasaban demasiado de la raya, conocían perfectamente todos aquellos límites que no debían tocar bajo ningún concepto, pero aún así, siempre tomaban cualquier oportunidad para soltar algo en contra de él.

Y es que su novio no cumplía en absoluto en el canon de novio perfecto que se tenía establecido en su pequeño, y levemente, anticuado barrio. Él era larguirucho y muy delgado, tanto que muchas veces sus amigos, sobre todo Aster, disfrutaban levantándolo del suelo mientras juraban que no pesaba absolutamente nada, comentarios que, para molestia de algunos, su novio se los tomaba como cumplidos. También era incómodamente femenino para la mayoría de sus conocidos, se maquillaba con mucha frecuencia, nunca se había negado a usar faldas o vestidos, hablaba abiertamente sobre sus sentimientos y se había permitido llorar un par de veces por culpa de alguna película romántica o el final de uno de sus libros.

Y por mucho que sus amigos y familiares insistieran con que aquello era un gran empeoramiento de gusto después de haber estado saliendo tanto tiempo con Aster, Hylla creía firmemente que había tomado la mejor decisión de su vida.

Porque, Thor Bendito, Ezrah era sencillamente perfecto en cada aspecto imaginable.

Su elegancia, su delicadeza, todo el amor que le brindaba, la paciencia e interés que tenía por absolutamente todo lo que a ella le encantaba. Era un deleite verlo sencillamente leer sentado en el sofá de su apartamento, vestido con esa ropa anticuada que reforzaba su teoría de que Ezrah en su otra vida había sido un príncipe azul digno del más hermoso cuento de hadas. Le maravilla la dulce manera en la que besaba sus labios o delineaba sus curvas. Le encantaba recibir todos esos abrazos, todos esos dulces besos y adoraba como él sujetaba su mano sin realmente algún motivo. Y era absolutamente encantador cada vez que se quedaba en silencio y la miraba fijamente cada vez que se dejaba llevar por sus temas de interés.

Adoraba a Ezrah por cada uno de sus aspectos, de una manera que la llevaba a preguntar cómo había estado viviendo todo ese tiempo sin él. Sin sus besos, sus halagos, sus ingeniosos detalles, sin todo aquello que la volvía completamente loca.

–¿En que piensas? –le pregunta levantando la mirada de su libro. Con una sonrisa, Hylla le responde.

–En lo mucho que te amo, Ezrah –goza pronunciando su nombre, sobre todo porque sabe perfectamente el efecto que tiene en él algo tan sencillo como eso.

Las mejillas pálidas de su novio se tornan rosas. Cubre su sonrisa con el libro y desvía la mirada.

–Yo también te amo, princesa –murmura con delicadeza, sin atreverse del todo a encararla. Aquellas palabras lo tomaron por completo desprevenido, por mucho que él fuese el encargado de las cursilerías dentro de su relación, los momentos en los que Hylla lo dejaba sin respuestas y muerto de la vergüenza eran varios. Y cuando ocurrían no había nada que detuviese a su novia.

Hylla se aventura a tomar el grueso libro de las delgadas manos de su novio, lo deja abierto en el suelo y, lentamente, se recuesta sobre Ezrah para tomar sus labios en su lento y pasional beso.

El sabor a chocolate de sus labios la deja completamente embobada, como siempre. Lo suficiente como para que Ezrah pueda salir de su vergüenza inicial y poder tomar el control de aquel beso. La recuesta mejor sobre él, le acaricia descaradamente las piernas y, por último, coloca una de sus manos tras la nuca de su novia para profundizar el beso.

–Eres tan hermoso –murmura Hylla una vez concluyen el beso, mientras le acomoda los cabellos blandos que se le han removido–. El hombre más hermoso que los dioses pudieron haber creado.

Ezrah se remueve bajo ella. Hylla adora verlo tan embelesado por unas cuantas palabras.

–Te amo tanto –suspiró completamente perdido en la belleza de los ojos verdes de Hylla, quien, en aquel instante, sintió como algo presionaba su entrepierna.

Baja su mirada y nota la emoción en los pantalones de su novio. Le sonríe pícara y él esboza algo que, supone ella, también es una sonrisa.

–¿Vamos al cuarto? –pregunta señalando con su cabeza la habitación. Él asiente con las mejillas enrojecidas y la emoción chispeando en sus ojos, Hylla se carcajea un poco para luego tomar la mano de su novio para así guiarlo a la cama.