Por ella.


Evil!Hiccup x Elsa.

AU: Un universo alterno donde Hiccup aprende a controlar a los dragones para beneficio de su tribu y es comprometido con Elsa desde muy joven para que ella pueda acceder al trono de Arendelle.

P.D: hay una pequeña referencia a la Familia Adams que no he podido evitar poner...


El muchacho, con una sonrisa mórbida dibujada en el rostro, aprieta el cuello arrugado de aquel pobre desgraciado con una sola mano. La otra mano, la izquierda, la emplea para presionar el filo de un oxidado cuchillo en la mejilla húmeda por las lágrimas de cobardía de aquel hombre.

–Vamos, venga adelante –motiva el vikingo burlonamente–, no te contengas, por favor –ante el silencio del hombre, Hiccup baja el filo de su cuchillo hasta la primera vena que encuentra en el cuello del sujeto–. ¡Venga! Repite lo que estabas diciendo antes, pequeño bastardo ¡repítelo! ¡Ten las agallas de repetirlo maldito desgraciado! ¡Venga!

Enfurecido, Hiccup guarda el cuchillo y toma al sujeto del cuello con ambas manos para estamparlo repetidas veces contra la pared de piedra más cercana. Cuando sus brazos se cansan, el vikingo decide detenerse y tirar al suelo al hombre, permitiéndose a sí mismo darse cuenta de la mancha de sangre que había en la pared y en la nuca del sujeto.

El hombre no se levanta, en lugar de eso se limita retorcerse en el suelo como el mugriento insecto que Hiccup estaba seguro que era.

El vikingo se inclina cerca de su cara, lo toma de los pocos cabellos que tiene en la cabeza y levanta su cara, saca nuevamente el cuchillo y lo coloca esta vez en su cuello.

–Cualquiera diría que has tenido la mala suerte de que yo me enterase de la basura que vas soltando por ahí –dice mientras dibuja con el filo de su arma todas las venas que encontraba–. Pero eso no es así, no se trata de mala o buena suerte –presiona con más fuerza el cuchillo contra la piel sudorosa del sujeto–, se trata de que yo siempre me voy a enterar cuando algún pedazo de subnormal desgraciado como tú diga algo...

–¡Hiccup!

Ambos hombres giran hacia el grito femenino y angustiado que se produce a penas unos metros detrás de ellos. Hiccup sonríe como un tonto en cuanto ve que, evidentemente, se trata de su esposa. Por otro lado, el hombre del suelo observa lloroso y espantado como la reina se acerca sin miedo alguno hacia su agresor.

La reina Elsa toma uno de los brazos de su marido y, con ojos cristalizados por las lágrimas y una expresión suplicante, empieza a rogar a su esposo.

–Cariño, por favor, déjalo en paz, solo déjalo, te lo ruego.

El vikingo parece salir en ese preciso del hechizo en el que siempre cae con tan solo observar al amor de su vida. El muchacho aprieta los labios en una mueca mientras siente cómo su mujer le aprieta más el brazo, intentando alejarlo del pobre sujeto herido en el suelo. Mirándola a los ojos, Hiccup frunce el ceño.

–Este hombre...

–Lo sé, amor, lo sé –lo interrumpe Elsa, consiguiendo moverlo de poco a poco–. Perdónalo, te lo suplico, amor, perdónalo.

El hombre suelta un quejido patético que revela todo su temor cuando el vikingo vuelve a verlo. Tiembla y se siente desfallecer del horror cuando el bárbaro le sonríe para luego tomar el rostro de la reina entre los dedos de una mano.

–Hiccup...

–Mírala, ¿no es preciosa? –el hombre asiente frenéticamente–. ¿Como es que si quiera se te ocurrió hablar tan mal de alguien como ella? Siempre estoy intentando hacer pagar a los desgraciados que como tú hablan mal de ella, pero Elsa nunca me deja hacer nada, es demasiado buena con ustedes...

–Hiccup –volvió a intentar llamarlo.

–Lo siento mucho –es todo lo que dice el hombre, moviéndose a duras penas para arrodillarse ante los monarcas–, imploró su perdón, lo lamento mucho, no volverá a pasar, lo juro. Perdónenme, os lo suplico, por favor...

Elsa volvió a mirar suplicante a Hiccup, pero él la ignoró. Se alejó un poco de su mujer y colocó su pie metálico sobre la cabeza sangrante del pobre cuidado, por mucho que este chillara y que Elsa intentara alejarlo, el vikingo se mantuvo encima de él por unos minutos.

–Ella es tan maravillosa, ¿no le parece? –la mirada del vikingo enamorado se ensombreció–. Yo moriría por ella... y mataría por ella –masculló lo último ejerciendo más presión en la herida del sujeto, quien no pudo evitar soltar un horrible quejido–. Recuerda esto, pedazo de basura: yo siempre sabré si alguien está hablando mal de mi mujer, no hay forma en que no me entere, no tenéis donde ocultaros... y cuando a mí se me apetezca, iré a por vosotros a pediros explicaciones, ¿entendido?

–Hiccup, por favor, solo déjalo ya –seguía pidiendo la reina de Arendelle.

Su esposo se volteó hacia ella sonriente para después dar un último pisotón y alejarse del herido.

–Lo que usted pida, mi señora –dice mientras toma una de las manos de su mujer para dejar un tierno beso en el dorso, sin romper en ningún momento el contacto visual.


Ah, ¿que puedo decir? Me gusta mucho la idea de un Hiccup sádico capaz de hacer cualquier cosa por Elsa.