Modern! Taderida/Meridashi.


Tarde.


Con el corazón latiéndole a mil por hora, el frío carcomiéndole las manos apretadas contra el manillar de su motocicleta, y el anochecer tras él recordándole que la había liado una vez más, Tadashi llega muerto de la vergüenza y el arrepentimiento al polideportivo donde su novia jugaba ese día. No quedan luces en en la construcción, no hay bullicio alguno, ni una alma se pasea por ahí y las serpentinas de la victoria ya se las está llevando el viento frío de la noche. Mérida se encuentra en la puerta, ya cambiada y con las mejillas enrojecidas, por el previo esfuerzo físico o por la molestia; está esperando por él, claro que está esperando por él. Tadashi, nuevamente, y por tercera en ese mes, se siente como el peor novio del mundo entero.

Se baja rápidamente de la moto y avanza decidido hacía ella. Mérida se limita a levantar la mirada y fruncirle el ceño cuando finalmente se da cuenta que se trata de él. Tadashi siempre el corazón rompérsele al notar los ojos cristalinos de su novia.

Justo cuando iba a abrir la boca para contarle nuevamente la misma excusa, Mérida se limita a comenzar a caminar hacia su moto, sin si quiera saludarle o decirle nada, sin descruzar los brazos, ni quitar su cara de indignado enojo, chocando su hombro con el de él. Tadashi suspira rendido mientras se quita la chaqueta.

–De verdad que lo siento, osita –dice, colocándole la chaqueta sobre los hombros.

–No me llames así –le gruñe ella mientras se monta–. Mi familia no está en casa, llévame a la tuya.

Genial, ahora se siente peor. ¿Por qué justo tenía que haberla dejado plantada un día en el que su familia no está en casa? Tadashi se pasa la mano por la cara, desesperado, mientras suspira pesadamente. Luego de unos segundos, Mérida le pasa su chaqueta.

–No la necesito –informa con firmeza.

Tadashi se cruza de brazos. –Estás temblando.

–No es por el frío –dice con doble intención, insistiendo con que Tadashi coja la prenda.

–Meri, cariño... –intenta que ella entre en razón.

–Que no tengo ganas de que me llames por tus tontos apodos, maldita sea –escupe con fiereza mientras, después de tantos minutos incómodos, se digna a mirarlo a los ojos, haciendo que él note aún más las ganas de llorar que se guarda dentro. Al darse cuenta de que estaba temblando demasiado y de que ya no podía soportarlo mucho más, Mérida decide soltarlo todo–. Me prometiste que esta vez estarías, me lo juraste –le recuerda apuntándolo con un dedo acusatorio–. ¡Eran las semifinales! ¡Te quería ahí para celebrar si ganábamos! ¡Para que me consolarás si perdíamos! Pero, nuevamente, no estabas ahí.

–Lo sé, lo sé. Y lo siento tantísimo, cielo –suspira él intentando acercarse a ella–. Créeme que estaba preparado para ir a tu partido, pero es que...

–Es que tu hermanito menor se volvió a meter en problemas –terminó ella girando los ojos y con un tono infantil y rencoroso–. Ya lo sé, siempre es lo mismo. Y lo peor es que no te puedo culpar por ello, ¿qué sentido tiene enojarme contigo por ser un buen hermano mayor? ¿eh? –Mérida, tremendamente frustrada y sintiendo que la culpabilidad y la vergüenza propia le hacían un vomitivo nudo en la garganta, se limitó a suspirar exasperada mientras tiraba su rebelde cabello hacia atrás–. De verdad quería que estuvieras hoy –murmura desechando toda la rabia y frustración de su cuerpo con un pesado suspiro largo–, necesitaba que estuvieras ahí.

Tadashi rodea delicadamente el cuerpo de su novia con sus brazos. La diferencia en sus cuerpos siempre le da mucha risa, aunque ahora se lo está ahorrando un poco. Le da gracia que él mismo sea tan delgaducho, sin ningún tipo de músculos, tan solo unos cuantos huesos con un poco de carne, mientras, por otro lado, el cuerpo de Mérida era más ancho y tonificado, tenía brazos fuertes y firmes piernas; cosas como eso hacia que verla tan delicada y aferrada a su cuerpo fue enternecedor y divertido. Mérida era una chica fuerte, eso Tadashi lo sabía y lo adoraba, pero que, de vez en cuando, ella le dejará cuidarla y mimarla, bueno, era sencillamente maravilloso. Porque el lenguaje del amor de Tadashi era físico y enfocado a atender a aquellos que le importan, cuidar de ella, abrazarla de esa manera, era su forma de mostrar amor.

Aunque había veces en las que Tadashi pudiera ofrecer el tipo de amor que su novia tanto necesitaba y pedía: estar presente.

Le acuna con dulzura una de sus mejillas, acaricia la piel pecosa de su rostro y luego baja sus dedos hasta el mentón de ella.

Empieza a agacharse para besarla, pero ella le empuja levemente la cara, dejándolo confundido.

–De eso nada –le regaña, con un tono más bromista que antes. Tadashi no puede evitar reír sonrojado–. Sigo enojada –indica haciendo un puchero infantil–. Venga, que hace frío, llévame ya a tu casa.

Tadashi ríe mientras toma los cascos. Mérida le repite que ella se ve ridícula con ese casco puesto y el cabello alocado aplastado. Tadashi se lo pone mientras ella bufa como una cría, aprovecha para robarle un beso en los labios. Ella intenta no sonreír tontamente, no lo logra.

Mientras enciende la motocicleta y Mérida le rodea el torso con un abrazo de oso, Tadashi pregunta. –Entonces, ¿quién ganó?

Mérida hincha el pecho con orgullo y dibuja una preciosa sonrisa en su rostro. –Nosotras, evidentemente.

Tadashi sonríe como tonto.

–Felicidades, amor.

–¿Intentarás venir a las finales? –pregunta mientras se recuesta en su espalda–. Me gustaría mucho que vinieras a las finales.

Arrancado finalmente y acariciando una de las manos de su novia, Tadashi promete hacer todo lo posible para asistir a su partido.

A las semanas Tadashi se da cuenta de que el partido es el mismo día que la exposición de la Universidad de San Franzokio en la que participará Hiro, el partido sería en la noche, a penas media hora después de la exposición. Es por eso que decide separarse de sus amigos e invitar a su hermano y a su tía al partido de Mérida, porque también sería una buena manera para finalmente presentarla.

¿Quién diría que la vida de un joven común y corriente se salvaría por la simple necesidad de asistir al partido de su novia?