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Harry Potter Au: Slytherin! Elsa x Gryffindor! Hiccup.


(Alguien en los comentarios mencionó algo sobre el Draco x Hermione, voy a aprovecharme de eso. Este one-shot va a ser especialmente extenso porque está basando en la idea para un fanfic que llegué a tener, pero decidí no llevar a cabo.)

Avisos: Ronald Weasley slander, leve Harry Potter slander, leve Dumbledore slander (este último por falta de tiempo, no de ganas), lenguaje vulgar, HiccElsa de segundo plano porque esto lo quiero dedicar al Dramione.


Desde que tiene memoria, a Draco Malfoy le han enseñado a aceptar sin rechistar todo lo que los mayores le ordenen, los mayores que sepan de que va la vida, claramente, Draco no debe ni puede aceptar los mandatos de adultos subnormales que a penas sepan cómo mantener sus miserables vidas. Draco tiene que escuchar a sus padres, a los amigos de sus padres y a los familiares que sus padres le indiquen, vamos, a gente importante de la sociedad mágica inglesa; escuchar a inútiles de Hogwarts –como ese patético director–, a los traidores de la sangre –como esos ridículos Weasley– o algún otro tipo de descerebrado era impensable, un capricho estúpido y que jamás debería permitirse.

Es por eso por lo que, casi bíblicamente, cada vez que su prima mayor le da un consejo o una orden, él escucha, asiente y obedece con inmensa devoción. Elizabeth Maia Arendelle Malfoy, mejor conocida como Elsa Arendelle, es una prima lejana, de la parte de los Malfoy que se consiguió un lugar en el mundo desde Noruega, a base de innovar de todas las maneras posibles la magia invernal y la creación de gólems –de por medio también había una que otra negociación y estafa en el mundo muggle, pero eso no tenía demasiada importancia–. Elsa, a pesar de no llevar como primero su apellido, era la favorita de todos los adultos de la familia Malfoy, era una muchacha brillante, ávida, escurridiza y oportunista, tenía, además, una habilidad con los niños que había salvado a varios de sus tíos de la completa locura al hacerse cargo, por gusto propio y mucho tiempo, de sus queridos primos. Elsa era impresionante, una gran promesa para toda la familia, debido a todo esto, a pesar de negarse firmemente a aceptar un puesto en el bando mortífago o de mantener las costumbres puristas de la sangre, cuando Drago ingresó a Hogwarts, en el tercer año de su prima, sus padres le ordenaron aferrarse a ella, a sus indicaciones y a sus normas de forma inminente.

Vaya sorpresa se llevó la pequeña serpiente cuando la primera orden de Elsa fue mantener en secreto la relación que mantenía con un hijo de muggles.

–Es solo un pequeño capricho, un leve acto de rebeldía contra mi abuelo –mentía cada vez que le recordaba a Draco que tenía que mantener la boca cerrada–, ya sabes cómo es él, solo quiero molestarlo un rato, ¿de acuerdo? No hace falta que nadie más sepa de esto.

Draco admiraba la habilidad para engañar de su prima, porque si no fuera por las veces que la pillaba mirando como una boba enamorada a ese sangre sucia, realmente se hubiera creído que su relación no era algo verdaderamente serio.

La siguiente gran sorpresa cuando, luego de haber molestado a Potter, su prima le recomendó mantener una prudente distancia. Ese consejo no le asombró, ya se lo habían dado otros alumnos mayores, fueron algunos comentarios de su prima aquello que lo dejaron confundido y asombrado.

–Tú y yo sabemos que un día de estos Potter tendrá gran poder, haz el favor de no ganarte enemigos innecesarios. Odiaría que no pudieras conseguir un digno lugar en la sociedad mágica solo porque tus padres se aferran demasiado al idiota de Voldemort.

–¡No puedes decir su nombre! –le dijo asustado aquel día en la sala común de Slytherin–, cosas malas suceden cuando nombras a Quien-ya-tú-sabes.

Elsa se limitó en ese momento a girar los ojos. –Bah, ese sujeto no es la gran cosa. No vale la pena ni ponerse a favor o en contra de él, ¿me entiendes?

–Mis padres…

–Tus padres no llevan muy bien este tema, además, recuerda, mientras estes en Hogwarts sigues mis indicaciones, así que nada de volverse mortífago una vez me gradúe, ¿de acuerdo?

–Pero ¿qué pasaría si…?

–Si tus padres te obligan vienes a mi casa, allí te mantendré a salvo, a ti y a quienes haga falta.

Draco asintió con firmeza aquel día, como lo hacía todas las veces. En cierto punto, le agradaba la manera en la que su prima lidiaba con el tema del Innombrable, ella no lo despreciaba por ser un mago oscuro como la mayoría de los adultos, tampoco se arrodillaba ante él como todos los adultos mortífagos, ella se mantenía firme en sus ideales, firme en lo que pensaba y le gustaba, firme en su idea de neutralidad pura.

La siguiente gran sorpresa fue en segundo año, cuando el tema de la Cámara de los Secretos comenzó.

–Te quiero cerca de Hermione Granger todo el tiempo, ¿entendido, Draco?

En aquel entonces la retó por primera vez. Disfrutó poder hacerlo frente a ese idiota de Gryffindor, que se había pegado a ella como una lapa desde inicio de curso, al parecer su relación se había vuelto más fuerte aquel verano y Draco se moría de ganas por saber qué era lo que había pasado exactamente, sospechaba que tenía algo que ver con la muerte del abuelo de Elsa, pero no quería hacer ninguna especulación.

–¿Por qué me acercaría yo a esa sangre sucia?

Se ganó de inmediato una terrible mirada acusatoria de su querida prima y una ceja alzada del león que iba con ellos.

–Draco, no quiero volver a oír que digas eso nunca más en tu vida. Es una orden.

–Hombre –dijo el muchacho–, al menos no delante de algún nacido de muggles o de Elsa.

–Frente a nadie, ni en tu privacidad. Te prohíbo hasta pensar en ese término, ¿me has comprendido?

–¿No se suponía que lo vuestro era una tontería para enojar al abuelo? ¿Por qué entonces te estás convirtiendo en una traidora de la sangre? ¿Y para que me quieres cerca de Granger?

El muchacho cuestionó a su pareja con la mirada en ese momento, Elsa se limitó a hacerle una seña para indicarle que luego se lo explicaría.

–Draco, la gente está empezando a sospechar en todos los miembros Slytherin por todo el tema de la Cámara, hay alumnos en peligro y Dumbledore no está haciendo nada. Hermione Granger siempre está alrededor del niño Potter, seguramente acabará en el ojo de esta tormenta. Si haces algo bueno por ella, tan bueno que te tendrá que disculpar por haberla llamado eso (sí, me he enterado de que le has llamado sangre sucia) y tendrá que decir lo que has hecho por ella públicamente, arreglarás la imagen de nuestra casa.

–La tuya también –añade Hiccup–, en Gryffindor te están cogiendo mucha manía, he escuchado que los gemelos quieren hacerte una de sus bromas. Si ayudas en algo a Granger, no tendrán más opción que dejarte en paz, después de todo es amiga de Potter y Weasley. Te conviene, Draco.

El pequeño Malfoy no tuvo más opción que enfurruñarse y aceptar, como siempre lo hace, lo que Elsa le ordenada. Por lo que al día siguiente comenzó su misión de asegurarse de que a Hermione Granger no le pasará nada, se negaba por completo a acercarse o a entablar alguna conversación con la hija de muggles –se estaba esforzando en no usar más el término que su prima le prohibió–, pero cumplía con el mandato de Elsa.

Fue así como, para sorpresa de todo el colegio, Draco Malfoy, luego de verla salir apresurada de la biblioteca, impidió que Hermione Granger quedará petrificada –o peor, muerta– por el ataque del terrible basilisco que iba tras ella, la bestia de la Cámara de los Secretos de Salazar Slytherin. La tomó de la túnica y se ocultaron juntos tras las puertas de la biblioteca por largos y silenciosos minutos hasta que la bestia se rindió y buscó una nueva víctima. Hermione le agradeció apresuradamente y corrió como alma que se la lleva el diablo a su sala común, Draco corrió a las mazmorras a contarle lo ocurrido a su prima –quien, como siempre, estaba acompañada por su pareja, por mucho que al resto de serpientes les disgustará tener un león en su sala común–.

–¿Un basilisco? –repitió indignada–, ¿Dumbledore ha permitido que un jodido basilisco se pasee a sus anchas por el palacio?

–Puede que no sepa de que monstruo se trate –habló Hiccup, llevado por su aprecio por Dumbledore natural de Gryffindor.

–Cariño, eso es aún peor.

–Granger ha corrido a contarle todo a Potter y Weasley, tiene pinta de que ellos se encargarán.

Elsa gruñó exasperada. –Por supuesto, Dumbledore dejando que niños arreglen sus errores.

Draco Malfoy aprovechó el día que Hermione Granger se despertó después de todas las heridas que ganó en la Cámara de los Secretos para acercarse a verificar cómo estaba porque, después de todo, esa era la orden de su prima, mantenerse todo el tiempo cerca de Granger –no es que él quisiera saber cómo estaba, en lo absoluto, lo hacía porque le había dicho que lo hiciera–. Granger pareció reconocer en ese momento, recién en ese momento, que había sido él quien la había salvado del basilisco la primera vez que se enfrentaron. Él aprovechó para disculparse por haberla llamado sangre sucia, ella aceptó, algo confundida, sus disculpas.

Finalizado el curso, luego de salir del tren que los llevaba de Hogwarts a la estación de tren, Hiccup, mientras acompañaba a su novia hasta su mansión para pasar con ella la primera parte del verano, se permitió hacer algunos comentarios acerca de las decisiones de la serpiente.

–¿Por qué Granger? ¿Por qué no otra chica nacida de muggles?

–Es Granger quien está pululando siempre alrededor de Potter, le conviene –explica con simpleza y dignidad.

–¿No será por qué te recuerdan un poco a nosotros?

Las mejillas de Elsa se sonrojaron. –¿De qué hablas? –pregunta a pesar de que ambos saben perfectamente a qué se refería Hiccup.

–Hablo de que parece ser que te resulta tierno que tu primo termine en una relación similar a la nuestra. No te juzgo, es muy romántico cuando lo piensas. Un sangre pura de gran renombre con padres mortífagos en una linda relación con una nacida de muggles que destaca entre todas por su inteligencia y por la inmediata buena relación con el bendito San Potter. Es realmente tierno, cuando lo piensas.

–No lo hago por eso… aunque tampoco me molestaría si concluyera de esa manera.

–Te encantaría que concluyera de esa manera.

Elsa se limitó a rodar los ojos, negándose por completo a admitir que la teoría de Hiccup era completamente cierta… A veces era frustrante lo mucho que la conocía.


Algo que Elsa no había tenido en cuenta cuando le ordenó a Draco mantenerse ese año –y seguramente todos los siguientes– cerca de Granger es que la cercanía y la extraña amistad que tenían era la mejor forma de controlar a Draco. Ni siquiera ella había sido capaz de amaestrarlo tanto, el potencial que Hermione Granger tenía era espectacular, una gran promesa para un futuro calmado, pacífico y con Draco alejado de los problemas y de las habladurías.

Porque Draco había mejorado muchísimo con respecto a su relación con mestizos e hijos de muggles desde que empezó a entablar conversación con Granger, había aprendido a cerrar el hocico en los momentos adecuados y defender correctamente a quien lo merecía. Seguía teniendo sus momentos desastrosos, como la vez que consiguió que ese hipogrifo le atacara o cuando, al día siguiente del accidente, llevó con el brazo completamente vendado y con una cara de veterano de guerra que había puesto de los nervios a Elsa; Granger estaba ahí para contarle lo que en verdad había ocurrido y para conseguir que Draco dejara de exagerar y que su padre retirara la demanda contra la pobre criatura.

Elsa estaba encantadísima, ahora había alguien más que controlara las locuras que a Draco se le ocurrían, alguien de su curso y que se enteraba de primera mano que pasaba, alguien que le contaría a ella la verdad y no la versión que Draco quería promocionar. ¡Era perfecto!

Aquel curso no tuvo muchas más sorpresas que el enfado que se llevó Draco cuando, a final de año, por culpa de Potter y Weasley, Hermione se volvió a exponer a terribles peligros. Elsa podía ver en los ojos de su pequeño primo que ya estaba planeando las maneras más efectivas de alejar a la leona de esos dos niñatos problemáticos.

El cuarto año sí que estuvo lleno de dilemas, dramas y discusiones. Porque, aprovechando que Weasley le había dado la espalda a Potter cuando este fue nombrado cuarto concursante en el Torneo de los Tres Magos y estresados porque el mundial de quidditch, al cual acudió Hermione, concluyó en un ataque terrorista de los mortífagos, Draco y Elsa aprovecharon rápidamente para atraer a la nacida de muggles a la casa de las serpientes. Hermione, para sorpresa de todos los leones, empezó a relacionarse con los estudiantes de verde, llevando a cabo la misma ruta que realizó Hiccup Haddock, se desapegó poco a poco de sus amistades en la casa de rojo, se pasaba todo el tiempo que podía en la sala común de Slytherin y pidió permiso –con ayuda de Hiccup– a McGonagall y Snape para poder sentarse en la otra mesa cuando así lo quisiera. Elsa se encargó rápidamente de difundir el rumor poco malicioso de que Hermione se había amistado mucho con los alumnos de Dumstrang y con Hiccup, que era por ello por lo que últimamente se vinculaba con Slytherin, aunque todo el mundo sabía, por las miradas que se daba con Malfoy y lo protector que este se había vuelto con la leona, que era en verdad porque Draco la quería cerca suyo todo el tiempo.

Rita Skeeter puso toda su atención rápidamente en Elsa Arendelle y Hermione Granger. La jefa de todo Slytherin y sospechosa de la muerte del famoso Runeard Arendelle se estaba relacionando con una muchachita hija de muggles que se pavoneaba con Harry Potter, Viktor Krum y Draco Malfoy, eran minas de oro perfectas para publicar uno que otro artículo jugoso. Aquellos escritos que iban de los rumores de Elsa –esos que hablaban de la supuesta obsesión que tenía con todos los nacidos de muggles, toda la importancia que había conseguido en el gobierno noruego luego de la trágica muerte de su abuelo, y del aura tenebrosa y amenazante que la acompañaba a todos lados– se publicaron sin muchos problemas, pero aquellos que mencionaban en lo más mínimo a Hermione Granger –esos que hablaban de como la hija de muggles parecía interesada en rodearse de los jóvenes más codiciados de la sociedad mágica europea– fueron rápidamente tumbados del Profeta con amenaza de una costosa demanda. Ninguno de los Malfoy quería artículos difamando a la pobre Hermione, aquello sería una horrible introducción de la bruja a la prensa mágica.

Contra el artículo que no pudieron quitar rápidamente fue aquel que tenía a Ronald Weasley y a Draco Malfoy como protagonistas, aquel surgió a penas un día después del baile de Yule que se celebró en Hogwarts. Al parecer Malfoy había invitado a Granger al baile nada más se enteró que se llevaría a cabo, ella no solo aceptó, sino también buscó ayuda en Elsa para tener un buen vestido para la ocasión, la muchacha noruega evidentemente pilló un elegante vestido con los colores de Slytherin, solo porque le gustaba la idea de tocar mucho las narices a la mayor cantidad posible de leones, Hermione accedió debido a que la mayor adornó la vestimenta con un bello collar negro que en el centro poseía una brillante esmeralda que combinaba bastante bien. Hogwarts entero quedó con la boca abierta no solo por lo hermosa que estaba Hermione ese día, sino también porque estuvo bailando con Draco Malfoy toda la noche. Draco Malfoy, el jodido príncipe de Slytherin, el completo antítesis de Harry Potter, quien se suponía que era el mejor amigo de Hermione Granger, ese Draco Malfoy bailaba con una sonrisa tonta de enamorado mirando fijamente a los ojos de Hermione Granger. Leona y serpiente bailaron encantados toda la noche, mientras dos leones amargados observaban rabiosos desde unas sillas solitarias.

La noche había sido fantástica, Draco y Hermione habían disfrutado cada hermoso segundo, tanto que Draco se dijo a sí mismo que aquella sería la noche en la que finalmente se permitiría expresar sus sentimientos por la leona, mientras caminaran hasta la entrada de la sala común de ella, cuando estuvieran abrazados por un tierno silencio tranquilo. Iba a ser sencillamente perfecto, más mágico que la propia magia, pero cuando pasaron al lado de los dos leones enfurruñados con la vida uno de ellos estalló frente toda la gente que aún quedaba en el Gran Comedor.

–Ya está bien, ¿no? –gruñó Ron levantándose perezosamente y con las manos en los bolsillos. Hermione dio un pequeño respingo por el susto, Draco rápidamente le apretó la cintura para mantenerla cerca de él. Potter se limitó a mascullar insultos en dirección de la serpiente mientras todo el mundo volteaba a verlos–. Ya pillamos el mensajito, Hermione, aléjate de ese idiota de una vez.

Mientras Hiccup Haddock se va a acercando hecho una furia con una indignadísima Elsa siguiéndole, Hermione parpadea confundida por las palabras de su supuesto amigo.

–¿De qué estás hablando, Ronald? –cuestiona mientras se aleja un poco de Draco para enfrentarse a Weasley, ver la expresión del pelirrojo le dice rápidamente a qué se está refiriendo con esas duras palabras–. No puedo creer que seas tan egocéntrico como para realmente pensar que he venido al baile con Draco solo para fastidiaros.

El pelirrojo en aquel momento bufó irritado. –Oh, por favor, ¿por qué otro motivo lo harías, Hermione? ¿Qué otro motivo tendrías para que tú, una nacida de muggles, decidiera tener como cita a un puñetero hijo de mortífagos?

–Oh por las barbas de Merlín, ¿realmente eres tan idiota y lento como para no pensar en un buen motivo de por qué he venido al baile con Draco? Deja que te dé unas pistas –escupe eso último con una sonrisa cruel, notando en la expresión de Ron que aquellas palabras le estaba hiriendo el orgullo y el corazón–, será, tal vez, porque él me ha mostrado mucho más respeto, cariño y aprecio desde el año pasado de lo que tú lo has hecho en todos estos cuatro años de amistad, Ronald, por eso he venido con él al baile. Y si te molesta tanto puedes irte tú y tu estúpido orgullo a…

–Parad de una vez ustedes dos –masculla Harry, finalmente entrometiéndose en aquel terrible momento que estaba arruinando por completo la noche de su amiga–, Merlín, parecéis una pareja de casados amargados. Ya me tenéis harto.

Hermione apretó los labios hasta dejarlos blancos por la impotencia, era tan injusto que Harry dijera algo como eso luego de experimentar en primera persona cómo se sentía cada vez que Ron se enojaba a lo idiota con una tontería. No era justo que ese día, esa noche en la que se la había pasado tan bien, fuera considerada igual de culpable que la persona que le estaba arruinando por completo la experiencia.

–¡Ja! Si yo estuviera casado con esta traidora envenenaría su café de las mañanas.

Al oír la palabra "traidora" Draco intenta entrometerse de manera física, pero Hermione se adelanta.

–Si yo fuera tu esposa, Ronald, me tomaría ese café –responde roja de la ira la leona, apretando los puños y los dientes–. Ahora déjame en paz antes de que termines de arruinar por completo esta noche.

Hermione se da la vuelta bruscamente y busca apresuradamente la mano de Draco, él responde de inmediato tomándola con firmeza y suavidad. Respira profundamente, Hermione tenía razón –como siempre–, no era buena idea empeorar ese terrible encontronazo con violencia de ninguna de las partes. Aún podrían tener su momento, aún podrían darle un buen final a la noche, Draco aún podría estar ahí para ella, cerca de Hermione, ya no porque se lo ordenaban, sino porque quería, porque lo necesitaba.

Ambas parejas de leones y serpientes importantes habían decidido contenerse, terminar allí el enfrentamiento, dejarle al idiota de Weasley con la palabra en la boca. Pero no, un león tan tozudo como él tiene que rugir con todas sus fuerzas cuando ve que "su hembra" está siendo robada.

–Seguramente sois tú y la puta de tu prima quienes la habéis convertido en una asquerosa traidora.

Hermione soltó a Draco deliberadamente, sin molestarse a fingir un poco; Elsa hizo lo mismo con Hiccup.

Era cierto que la realidad fue que tanto Hiccup como Draco golpearon a Ron, pero a Rita Skeeter también le pareció mucho mejor alterar las palabras de Ron para que pareciera que había sido solo Draco Malfoy, la serpiente enamorada, quien había atacado llevado por la absoluta furia de oír terribles palabras ser pronunciadas en contra de su gran amada. Rita quitó sin ningún miramiento de la trama al hijo de muggles que nadie conocía si no se le mencionaba pasajeramente en el mismo artículo que su famosa novia, porque sencillamente sobraba en su perfecto artículo escandaloso.

Draco Malfoy, hijo de supuestos mortífagos, sobrino de la mismísima Bellatrix Lestrange, un mortífago en prácticas... estaba en una relación con Hermione Granger, una hija de muggles que era gran amiga del gran Harry Potter. ¡Y Ronald Weasley estaba metido en el lío también! Embravecido por los celos de no tener para sí mismo a la chica de oro.

La mención de Viktor Krum y esa expresión de "enamorado que no peleará batallas perdidas" había llegado a sobrar un poco y no era en lo absoluto verdadero, pero, oye, le daba permiso de meter a Harry Potter, Viktor Krum, Ronald Weasley y a Draco Malfoy en un mismo titular.

Los problemas continuaron hasta el final de la segunda prueba del Torneo, cuando, cansado de no hablarse con ella y de soportar a un –que irónico– insoportable Ron, Harry Potter decidió disculparse con Hermione Granger por haberle dado la espalda a pesar de que ella nunca lo hizo y por no haber detenido a Ron antes de que dijera esas estupideces y los pusiera a todos en la boca del lobo. Intentó, también, disculparse en nombre de Ron por los insultos que soltó, pero Hermione se negó por completo a perdonarlo sino venía él mismo.

Elsa y Draco le recomendaron no volver a acercarse al Chico que Vivió, le dijeron que se alejara cuanto pudiera de sus antiguos amigos, pero cuando Harry apareció al final de la tercera prueba, llorando, herido y con el cadáver de Cedric Diggory acompañándolo, Hermione no pudo contenerse a sí misma de ser la primera en darle un brazo en el que llorar a Harry.

Y aquel verano, poco después de que sus padres enfrentaran a Draco y a Elsa por lo ocurrido en el baile, poco después de que Draco confesara delante de gran parte de la familia Malfoy que quería a Hermione como su pareja, poco después de que Lucius y Narcisa aceptaran a regañadientes luego de la amenaza de Elsa de llevarse a Draco a Noruega y no dejarles verlo hasta que se calmarán, poco después de todo eso Hermione se enteró del juicio que se iba a realizar contra Harry por haber conjurado un patronus frente a un muggle.

–No –masculló Draco cruzándose de brazos.

–Por favor, Draco, hazlo por mí –rogaba Hermione tomando las pálidas manos de su novio.

–Contenta a tu chica, Malfoy, que no te cuesta nada –le bromeaba Hiccup.

Cuando se enteró de lo ocurrido con Harry, Hermione Granger rápidamente recurrió a Hiccup Haddock para que este le ayudará a convencer a los Malfoy de tenderle una mano al Chico que Vivió, después de todo eran Draco y Elsa quienes tenían el poder y el dinero, y eran Hermione e Hiccup quienes tenían suficiente control sobre ellos como para convencerlos.

–Insisto en que deberías dejar ir esta amistad, Mione. No te convienen.

–Draco, te lo pido por favor, necesito que le ayudes. Esto que están haciendo con él es completamente injusto, Harry está pasando por una horrible etapa, te recuerdo que vio morir hace poco a Diggory.

Hiccup reconoció la misma mirada de debilidad que solía notar en Elsa cuando él le pedía algo en los ojos de Draco. El muchacho no puede evitar sonreír enternecido, realmente esos dos tenían una relación muy parecida a la suya, verlos era como observar en tercera persona lo que había sido el inicio de su propia relación. Era lindo, y una buena excusa para que Elsa también accediera a ayudar al bendito San Potter.

Draco contactó con un famoso abogado estadounidense, Elsa trajo a varios miembros importantes del gobierno de la Noruega mágica, solo para imponer un poco como espectadores del juicio de Harry Potter. Ante tal panorama, los miembros del ministerio no tuvieron más opción que retirar la denuncia y disculparse con el muchacho mucho antes de Albus Dumbledore pudiera llegar haciendo una entrada épica.

Mientras salían y observaban al director de Hogwarts contemplándolos pasmado, los políticos noruegos no pudieron evitar burlarse.

–Pero si es el general Dumbledore, el hombre que entrena a críos para que luchen sus guerras –se burla Klaus Norte, un enorme hombre que recordaba mucho Santa Claus según la opinión de todo niño criado en el mundo muggle–. Aquí tienes a tu soldadito favorito –continúa tomando un hombro de Harry–, de nada, por cierto.

A Dumbledore le cuesta mucho recomponerse, sobre todo después de ver la incredulidad en los ojos de Harry Potter y el desprecio en los ojos de Hermione Granger. Observa luego a la joven Arendelle y en su expresión puede notar que es todo culpa suya que sus dos mejores armas ahora apunten contra él. Solo tose con dificultad y agradece a los noruegos la ayuda que recibió su alumno.

Cuando las aguas se calmaron un poco, Harry aprovechó la primera oportunidad y se llevó lejos a Hermione.

–Lo vi –le dice apresurado–, vi al padre de Draco con Voldemort, la noche que mataron a Cedric, él estaba ahí, Lucius Malfoy. Su padre es un mortífago, Hermione, podrías…

–Draco no es un mortífago, Harry –le interrumpe ella–, y nunca lo será, te lo puedo garantizar. No puedes culparle por las decisiones de sus padres, él tiene derecho a seguir su propia ruta, él está siguiendo su propia ruta.

Los ojos verdes de Harry se clavan en Hermione. –No quiero que te haga daño, Hermione, de verdad que no quiero que te haga daño.

–No lo hará.

–Lo estaré vigilando constantemente, que quede claro. No pienso arruinaros lo vuestro, solo porque te veo feliz ahora, pero cuando dejes de serlo atacaré, y lo haré a matar, ¿entendido?

Ella se limita a apretar los labios y a asentir con algo de inseguridad. Harry se quedó observando con rabia a Draco, como si realmente quisiera que fallara de inmediato, solo para lastimarlo.

Quien sí quería lastimar de inmediato a Malfoy sin esperar por una excusa y arruinar la relación que esos dos tenían era Ronald Weasley, que, Merlín sabría por qué, fue nombrado ese año como Prefecto de Gryffindor para espanto para ambas parejas de leones y serpientes. Desde que le llegó la insignia de Prefecto estuvo parloteando con Harry sobre como haría todo lo que fuera necesario para fastidiar todo lo posible al "insufrible hurón y a su asquerosa prima", Harry ignoraba tales avisos y se contuvo muchas risotadas y burlas cuando se enteró que Draco también era un Prefecto y que Elsa Arendelle, junto a su pareja Hiccup Haddock, había sido nombrada Premio Anual.

Ronald intentó todo el año acercarse lo máximo posible a Hermione, pero teniendo a Haddock y a uno que otro Slytherin –Theo Nott y Blaise Zabini mayormente– de guardaespaldas aquello fue una misión casi imposible.

Dolores Umbridge duró muy poco como nueva profesora de Defensa Contra las Artes Oscuras, porque a Elsa le caía fatal y Draco la había escuchado murmurando una que otra mierda acerca de Hermione y los rumores que tuvo con Viktor Krum. Habían intentado una que otra cosa en los primeros meses, pero no conseguían un buen motivo para hacer que ministerios extranjeros la echen a patadas a parte del "porque sí". Fue Hermione quien llegó con Harry sujetado de la muñeca y les mostró a los Malfoy la horrible cicatriz.

–¿No debo decir mentiras? –leyó espantada Elsa–, ¿es por lo de Diggory?

–Dice que Voldemort no ha vuelto –contestó Potter con la otra mano hecha un tembloroso puño furioso.

Draco sonrió encantado. –Parece que ya podemos mandarla a tomar por culo.

–Y con mucho gusto, además –añade Elsa, aun analizando la horrible cicatriz nueva del muchacho.

–He de admitir, Potter, que el rayo tiene más encanto que esto –se burla Draco apretando la herida, provocando que Harry gruñera y apartará bruscamente la mano, ocultándose rápidamente detrás de Hermione.

–Dile a tu idiota que no me toque las narices –gruñe como un niño pequeño hacia Hermione. Hiccup se aguanta las risas ante la escena.

–Draco, se amable con Harry.

Malfoy alzó una ceja. –¿Por qué?

–Hazle caso a tu pareja, Draco.

–Madre mía –se burla Hiccup mientras en el rostro de Harry se formaba una sonrisa triunfadora–, te tienen dominado por todos lados, ¿eh?

El quinto año no tuvo muchas más sorpresas, a excepción del ataque al señor Weasley y la vez que Harry Potter estuvo a punto de caer en la trampa de Voldemort.

–Va a matarle, tenemos que salvarle –insistió el Elegido a su amiga, en la clase de Defensa contra las Artes Oscuras, que se había convertido en una lamentable hora libre a la que, de vez en cuando, algún profesor se asomaba a verificar que nadie estuviera matando a nadie.

–Está jugando con tu mente, Potter –gruñó Draco–, no seas tan fácil de manipular, te lo pido por favor. Eres exasperante.

–No hablo contigo, hurón teñido.

No le llames hurón, Harry –regañó Hermione tomando la mano de su novio, quien sonríe con suficiencia–, sabes perfectamente que lo que hizo Barty Crouch fue terriblemente traumático para Draco, es muy cruel de tu parte burlarte de él de esa manera.

La manera que Draco asentía recordaba a la vez que el hipogrifo lo atacó y Pansy Parkinson se la pasaba preguntando si estaba bien.

–Él se burla de mi cicatriz todo el tiempo –gruñe tocando su marca justamente con la mano que fue afectada por el castigo de Umbridge–, y tú nunca dices nada –la mirada acusatoria hizo que Hermione suspirara rendida y cambiara el tema rápidamente.

–Si le pedimos a Elsa que mande a alguien para verificar que Sirius está bien, ¿estarás satisfecho?

Harry quería pelear y decir que quería ir él mismo, pero observó las serias miradas de la extraña pareja y se limitó a asentir, sabía perfectamente que no le entregarían más que eso. Fue un milagro que Elsa mandara a varios magos noruegos, ellos le dieron una buena paliza a los mortífagos que habían ido hasta allí para robar una profecía y lastimar a Harry Potter –matar no, porque eso es para Voldemort–.

Muchos padres de estudiantes de Slytherin terminaron encarcelados en Azkaban, los mortífagos quedaron espantados cuando se enteraron de que ninguno de sus hijos tenía la intención de rogar por ayuda ni al Señor Tenebroso ni a todos los excelentes contactos que tenían de su lado, por un simple motivo: Elsa Arendelle. La muchacha había prometido resguardo y todo tipo de ayuda a los hijos de mortífagos que tuvieran dudas acerca del destino que les habían puesto sus padres –¡que sorpresa! Eran todos–, por lo que, recién graduada y comenzando los preparativos para su boda con Hiccup, Elsa había abierto una especie de orfanato para todos los jóvenes estudiantes de verde que, además de ser estigmatizados por sus profesores y director, se sintieran inseguros en sus casas.

Hermione Granger obligó a Rita Skeeter, con la promesa de una declaración extensa y jugosa de todo lo ocurrido en el baile de Yule, a escribir un artículo en contra de Albus Dumbledore y sus políticas, cosa que le sentó al director como una patada en los huevos, sobre todo porque estaba coescrita por su magnífico cerdo para el matadero: Harry Potter. El muchacho, escuchando las historias de los Slytherin que ahora vivían con Elsa y comprendiendo que el sistema de casas era una soberana mierda, decidió hablar de como Albus Dumbledore había permitido que no solo él, sino que una centena de alumnos se vieran obligados a volver, cada año, a casas inseguras, violentas, abusivas y peligrosas. Habló de cómo, desde pequeños, los Slytherin sirvieron de chivos expiatorios mientras que los Hufflepuff y Gryffindor servían de mártires –como lo habían sido sus padres, los Longbottom o el pobre Cedric Diggory–, habló de cómo Albus Dumbledore permitió y lo incitó a ser el héroe de todo problema, el héroe de problemas que adultos debieron resolver; habló de cómo él lo sabía todo, pero igualmente dejaba que las peores cosas ocurrieran.

Sirius Black y Remus Lupin quedaron indignadísimos no solo por el artículo de prensa, sino por el acercamiento a la casa Slytherin de parte de la encantadora Hermione y su ahijado Harry, pero cuando este señaló la manera en la que ellos también habían sido manipulados y expuestos a una situación abusiva por el propio Dumbledore estos no pudieron hacer nada más que sentarse un rato y plantearse cada pequeño detalle que los había llevado a tal miseria actual.

Ronald Weasley, bueno, todos los Weasley, estallaron en contra de Potter y Granger en aquel momento. Ellos eran firmes creyentes de Dumbledore y de la bondad y paz que traía al mundo mágico, ¿cómo es que si quiera se les ocurría a esos traidores, a esos niños que ayudaron a criar, insultar de tal manera a alguien tan magnifico y bueno como Albus Dumbledore?

El sexto año fue complicado, con Elsa e Hiccup graduados, con todos los Weasley en Hogwarts en su contra –que en verdad en solo eran Ginny y Ron, pero, joder, se sentía como si fueran todos ellos– y con Voldemort haciendo desesperados movimientos para sacar a todos sus seguidores fueran de Azkaban. Harry estaba ansioso por poder hacer algo para detener al Señor Tenebroso, Hermione estaba lidiando en la terrible fama que se había ganado en casi todo Hogwarts –en Slytherin ahora le tenían bastante aprecio, ya sea por su relación con Draco o por ordenes de Elsa, quien ahora tenía a todo Slytherin bajo su ala protectora– y en el mundo mágico de Londres –mira tú por donde, que vayan diciendo por ahí que te lías con todo adolescente importante que se te cruce por el camino no es algo bueno para tu imagen–, mientras que Draco lidiaba con el constante acoso de los seguidores de Voldemort que seguían libres, muchos mortífagos lo culpaban a él por la no liberación de sus compañeros encarcelados.

Sin tener mucha idea de cómo solucionar su vida y la de sus compañeros de verde, Draco recopiló toda la información a su disposición con sus amigos más allegados (Pansy Parkinson, Daphne y Astoria Greengass, Blaise Zabini, Theodore Nott, Vicent Crabbe y Gregory Goyle), recopilaron cada nombre, cada fecha que recordaban, cada crimen que presenciaron, cada maltrato que ellos u otro hijo de mortífagos sufrió. Hicieron un listado enorme de miles de crímenes espantosos y se lo entregaron directamente a los gobiernos mágicos extranjeros porque había sospechas de que Voldemort estaba metido en cada parámetro del Ministerio de magia.

Todos fueron arrestados, todos y cada uno, en un abrir y cerrar de ojos, Voldemort y todos sus mortífagos fueron encerrados en La Prisión del Ragnarök una prisión de alta seguridad administrada por el gobierno noruego, ubicada en algún punto del vasto nada de la zona congelada y deshabitada Rusia, con vigilantes hispanoamericanos –de esos que se conocían hechizos que dejaban al Crucio como un juego para niños– y con bestias del sureste de Asia como vigilancia animal.

El Ministerio de magia inglés fue desparasitado de mortífagos en un chasqueo de dedos gracias a la ayuda de los ministerios de Francia y Portugal, el primer ministro fue despedido y se establecieron nuevos postulantes para el puesto propuestos por la Organización Internacional de Magia –se encargaron de que todos los nuevos políticos fueran ingleses y por supuesto que dejaron que cualquier persona se presentara a las elecciones, pero no permitieron que el inútil ministerio inglés pusiera sus manos en ningún momento del proceso–.

Albus estaba flipando en colores, sobre todo cuando policías mágicos españoles y alemanes se cargaron rápidamente –a penas les tomó dos meses– todos los horrocruxes que Voldemort había creado a lo largo de su vida para luego condenarlo a muerte inmediata por un pecado tal grave como la creación de esos terribles artefactos.

A tomar por culo el Elegido y su profecía de las narices.

El único momento en el que Albus Dumbledore, famoso mago a nivel internacional, director de la escuela Hogwarts, fue tomado en cuenta, fue cuando testificó a favor de Severus Snape cuando, más por deuda que por verdadera buena intención o amistad, dejó en claro que hace ya muchos años Severus había aceptado a trabajar para él como agente doble.

Y fue así como el sexto año de Harry, Hermione y Draco concluyó. Con Albus Dumbledore en la mira por algunas leves sospechas acerca de ciertos delitos a lo largo de su vida, con el ministerio sueco metiendo toda la mano que podía en las maneras educativas de Hogwarts porque, carajo, eran una soberana porquería y ellos resaltaban precisamente en ese tema, con todo Gryffindor flipando por la falta de una batalla épica que los elevara como los héroes que eran –aunque Neville Longbottom se veía muy aliviado–, con los niños de Slytherin llorando de la alegría por no tener que volver a casa con sus padres abusivos y terroristas, porque Hogwarts reabría las puertas de su orfanato privado que hace años servía para hijos de muggles; con Hiccup y Elsa a dos meses de casarse, con Draco y Hermione dándole inicio a la platica de comprometerse oficialmente, con Harry dándose cuenta de que tenía una leve inclinación por las chicas de Ravenclaw –no era su culpa, es que Luna Lovegood era un encanto de muchacha y lo comprendía como nadie–, con los Weasley cortando todo vinculo posible con ambos muchachos, con Harry, finalmente, yendo a vivir con Sirius y mandando a tomar por viento a los Dursley –Remus y Severus tuvieron que contener a Black de asesinar a la única familia de sangre que le quedaba a Harry cuando se enteró de los maltratos que su ahijado había sufrido–, con la condenada de muerte que se ejecutó contra Peter Pettigrew, con la disculpas públicas y la indemnización económica hacia Sirius Black.

En su séptimo año de Hogwarts, presionado por la Máxima Supervisora Internacional que Suecia había decidido poner en el colegio, Ronald Weasley fue revocado de su puesto como Prefecto por su "inexcusable comportamiento" ocurrido en cuarto año y el puesto se le fue concedido a Harry Potter –porque, bueno, era Harry Potter y ya tenía bastante con que le hubieran quitado el gustazo de tener una profecía para él solito–, mientras que Draco Malfoy y Hermione Granger eran nombrados Premios Anuales, siguiendo esa nueva tradición de que un león y una serpiente compartieran ese puesto por cuarto año consecutivo.

Harry intentó centrarse en sus estudios, de verdad que lo intentó, pero al final terminó volviendo a las ayudas de Hermione, esas que tanto enfurruñaban a Draco. Ron Weasley estaba empezando a comprender que el batacazo que le estaba dando la vida en verdad era en gran parte culpa suya y de su comportamiento, a Ginny Weasley se le estaba cayendo a pedazos la admiración de alguno de sus hermanos mayores y tenía que tomarse tiempo para procesar todo eso –porque su hermano Ron literalmente estuvo dos años enteros despotricando asquerosidades sobre chicas que le caían mal y ella acababa de caer en cuenta lo jodido que estaba eso, además, y para arruinar más la situación, había pillado a sus hermanos George y Fred riéndose acerca de un muchacho de Slytherin que denunció un abuso sexual que se había llevado a cabo por la amortentia que ellos vendían en su tienda y a Ginny a penas de podía aguantar las ganas de vomitar cada vez que recordaba la escena–. Por lo que dio el primer paso y se acercó un día, para espanto de su hermano mayor, para disculparse con Hermione y Harry –con alguna gente de Slytherin también, por mucho que le incomodó– sobre su comportamiento de los últimos años.

Draco, evidentemente, estuvo en contra, Harry y Hermione, evidentemente, pasaron de él de manera olímpica y, para finales de año, Ginny estaba completamente adherida a ese extraño grupito de leones y serpientes, había cambiado su opinión acerca del resto de casas y, aunque esto solo se lo reveló a Hermione, pudo permitirse dejar ir finalmente el perpetuo crush que había tenido desde niña con Harry, porque, definitivamente, ella no iba a meterse en medio de una relación tan preciosa como la que tenían Potter y Lovegood.

A Ron le cuesta un poco más, pero a los dos años de graduarse finalmente se ha remodelado a un nivel considerable de su antigua personalidad y decide volver a probar suerte con sus antiguos mejores amigos. Incluso después de muchos años, el muchacho se sigue disculpando con los dos Malfoy y con Hermione por todo lo ocurrido en el baile de Yule. En algún punto, incitado por Elsa y Hermione, también se llega a disculpar con Lavender Brown por haber sido el novio más gilipollas de la historia de los novios gilipollas, y la chica, conmovida e impulsada un poco por la pequeña llamaradita que sigue dentro de ella a causa del Weasley, decide, luego de muchas semanas de charlas y buen rollo, darle una nueva oportunidad a su relación con Ronald.

Y así acaba más o menos la historia de esa generación de Hogwarts, sin gran batallas épicas, ni muertes dramáticas, ni hostias. No, todo se solucionó con una simple llamadita a los mejores contactos, ah, y con romances entre leones y serpientes.


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¿Soy una devota entregada al Dramione? Sí.

¿Considero que Ron y Lavender podrían tener una mejor relación si ambos mejoran sus personalidades? Por supuesto.

¿Reniego de la teoría que dice que Lavender murió en la batalla de Hogwarts? En efecto.

¿Considero que Voldemort es un villano mediocre que pudo haber sido aplastado con mucha facilidad si se hubieran puesto las pilas? Indudablemente.

¿Considero que la Amortentia es la peor de las pociones y que usarla debería contar como abuso sexual? Evidentemente.

¿Creo que Harry y Luna son la pareja perfecta? Pues, mira, la verdad es que no me lo había planteado hasta ahora.

Slytherin deserved better? Slytherin deserved better.

¿Me gusta la idea de una amistad entre Draco, Hermione, Harry y Ron? Me fascina.

Si continúo con los HP Au, ¿Elsa va a seguir siendo familiar de Draco? Sin duda alguna.

¿Considero que Hiccup es Gryffindor y Elsa es Slytherin? En verdad no, Hiccup es Ravenclaw/Slytherin mientras que Elsa es una Hufflepuff con todas sus letras.

¿Los gemelos Weasley me caen peor que lluvia en un día que me plancho el pelo? … A veces.

Madre mía este one-shot ha sido largo, ¿eh? He de admitir que me ha encantado hacerlo. Ya lo dije arriba, comentaron algo de Dramione y yo decidí aprovechar el bug.