Ya están apartadas.


Gryffindor! Draco Malfoy x Slytherin! Hermione Granger.


Draco Malfoy, cuando en su tercer año conoció a Sirius Black, finalmente se sintió seguro y comprendido. Vale que el animago había tenido la primera reacción de querer lastimarlo, que Draco hubiera estado dispuesto a matarlo para que no lastimara a sus amigos, y vale que al inicio no se habían comprendido perfectamente, pero cuando Remus le contó a su amigo que el pequeño Malfoy había tenido la misma suerte que él, el hombre se ablandó y lo miró como diciendo "Te voy adoptar a ti y a Harry". Y luego de que Hermione Granger, la hija de muggles que sabrá Merlín cómo fue seleccionada para Slytherin, saliera de la nada junto a Severus Snape para impedir que Remus Lupin perdiera el control y los atacara, dándole tiempo a Draco para dejar inmovilizado a Peter Pettigrew, las cosas sencillamente empezaron a irle muchísimo mejor en la vida.

Porque Draco había dejado ir el desprecio que sentía por sí mismo en casa cada verano, había dejado su odio y enojo irracional, había podido, finalmente, disfrutar los colores de su casa y los amigos que allí conseguía. Y, sobre todo, pudo saltar todas sus cuentas con Hermione Granger.

La había odiado desde que se enteró que era hija de muggles, cuando todavía no se amistaba con Ron y Harry, la había odiado por creer que ella le había quitado su puesto en Slytherin, el puesto que sus padres le habían dicho que era suyo por ser un Malfoy. Habló con ella cuando estuvieron a salvo en Hogwarts, cuando los cargos se levantaban del historial criminal de su tío y la calma los gobernaba, se disculpó por todo el odio y dolor que soltó sobre ella, incluso de las cosas que jamas habían salido de su cabeza. Y ella, con una reluciente sonrisa, le perdonó todo.

Pasaron todo el verano juntos, Harry, Ron, Draco, Hermione y Pansy –Parkinson había sido la cuidadora oficial de Granger desde que llegó al colegio, la primera persona que se enteró que era hija de muggles, la autoproclamada "Gran traidora de la sangre" desde que alguien le llamó aquello por primera vez, Parkinson adoraba a Granger y cuando se enteró que se había amistado con el trío de oro, decidió meterse de por medio–. Todo el tiempo juntos, bajo la protección de Sirius y Lupin, habían formado una amistad preciosa, que, con el tiempo, con respecto a Draco y Hermione, se fue convirtiendo en algo más.

Cuando inicio el cuarto curso, dejaron de ser el Trío de Oro y el Dúo de Víboras –Hermione y Pansy no caían del todo bien en Hogwarts–, a ser el Quinteto de Rojo y Verde, o el Quinteto de Oro y Plata, iban a todos lados juntos, se compartían todo lo que sabían, y se cambiaban para mejor.

Cuando los chicos no dejaban de mirar las posaderas francesas las chicas les dieron buenas hostias y una charlita de horas acerca de ver a las mujeres como algo más de sacos de carne. Pero cuando las chicas se mordieron los labios al ver a los elegantes chicos de Beauxbatons y a los salvajes muchachos de Dumstrang, los chicos le soltaron el mismo discursito, pero con más risas y más mofa de por medio.

Ambos ayudaron a Pansy y a Draco a salir del marco que sus abusivas familias les habían impuesto, Hermione conoció nuevas maneras de ver la magia, Harry se sintió como parte de una familia y Ron aprendió que el hecho de que otros brillaran no significaba que él no lo hiciera.

Y todo estaba perfecto para los cinco, hasta lo ocurrido después de una clase de pociones, cuando Ron se sentía principalmente angustiado por la cercanía del baile de Yule y su falta de pareja.

–Si tan solo le pusieras ese entusiasmo a los estudios –se burló Draco mientras se acomodaba la mochila.

–No le vendría mal en verdad –secundó Pansy.

–¡Dejadme en paz! Estoy angustiado y no tenéis derecho a minimizar mis problemas ni preocupaciones –dijo aquello último citando los míticos discursos de salud mental que Hermione había aprendido de una de sus tías y que recitaba con confianza frente a sus amigos–. Además, tengo que apresurarme, ¡todas las buenas ya están apartadas!

–Hermione, mira lo que has hecho –dijo con sorna el Niño que Vivió, ignorando el último comentario–. Lo haz convertido en un loro.

Mientras los demás soltaban risas, Ron volvió a quejarse. –¡No te burles, Harry! Que tu tampoco tienes pareja... desde que Cho te rechazó no se los has vuelto a proponer a nadie. Eres el Maldito Niño que Vivió, deberías tener a las chicas haciendo fila por ti, pero, Merlín sabrá cómo, las espantas.

–Ahí no se equivoca –se burló Draco aguantándose las risas, viendo como Harry iba viéndole menos gracia al asunto–. Aunque tú tampoco te salvas, Comadreja, los dos sois expertos en asustar a las chicas.

–Presumido –gruñeron Harry y Ron casi al unisono.

–¿Cómo conseguiste pareja tan rápido, Lagartija? –cuestionó Harry con verdadera curiosidad. Draco giró los ojos ante el apodo, desde que habían descubierto que el padre de Harry, su profesor Remus, Sirius y Peter Pettigrew se habían puesto apodos relacionados con su versión animal, a los chicos les había parecido una excelente idea imitarlos un poco, sin la necesidad de convertirse en animagos sin registrar por el camino, porque si lo hacían así Molly mataría a Ron y a Hermione le daría un patatús. Así fue como Hermione, en ocasiones, era Felina –o Bigotitos, cuando Pansy y Draco querían molestarla–; Harry, al igual que su padre, era Cornamenta, por su patronus –o a veces era Firulais, porque Hermione decía que era el nombre "estándar" para los perros en el mundo muggle y todos en el grupo habían notado la sonrisita de cachorro que Harry ponía cada vez que estaba contento–, Ron era comadreja y aquello no tenía variación posible, al igual que Cuervo para Pansy, por su corto cabello negro azabache y su delicada y fina nariz aguileña –y porque Hermione decía que parecía un cuervo esperando por despedazar a su almuerzo, pero eso era solo entre ellas–, y mientras Draco hubiera adorado ser Dragón o Escupe Fuegos, los chicos le habían cortado el rollo y apodado Lagartija o Reptil Albino, solo porque no se les ocurría otro animal y querían tocarle las narices.

–Bueno, mi querido Firulais, es que tengo eso que vosotros no.

–¿Idiotez? –dijo Ron sonriente.

–No, eso a ustedes os sobra.

–¿Soberbia? –esta vez fue Harry.

–Encanto, idiotas, encanto.

Harry y Ron se miraron entre ellos con una ceja alzada, luego a las dos serpientes.

–Ustedes que sois chicas, ¿Draco es encantador? –cuestionó Harry, pero antes de que ninguna pudiera responderle algo en Ron hizo click.

Y nadie le gustó la bombilla que se encendió.

–¡Es verdad! ¡Cuervo, Felina! ¡Las dos sois chicas!

La caminata cesó de inmediato, Draco y Harry quería salir de ahí corriendo antes de que la bomba estallase –¿qué importaba la valentía de Gryffindor en ese momento?–, mientras que Ron sonreía satisfecho y las chicas se cruzaban de brazos.

–Anda, ¿en serio? –la voz de Pansy era suave, pero amenazante–. Madre mía, Ron, no me había dado cuenta hasta hora. Catorce años pensando que era un tulipán, fíjate tú que vueltas da la vida.

–Que observador, Ronald, que observador –añadió con dulzura Hermione, apuntándose a la ironía propia de Slytherin.

–Podrías ir con Harry y conmigo, así no estaríais solas.

Draco le hizo señas a Harry, en cuanto el contador de sus pálidos dedos terminara, tenían que salir corriendo.

–Espera, espera, espera un momento, Comadreja –río con acidez Pansy–. Repite lo que dijiste antes, lo de todas las "chicas buenas".

Ron alzó una ceja, confundido. –¿Qué todas las buenas ya están apartadas?

–Ajá, sí, eso, entonces, Ron, ¿por qué creías que Hermione y yo aún no teníamos una cita para el baile?

Los colores se le subieron a la cara a Ron, o tal vez se le bajaron del pelo, quién sabía. La cosa es que recién notaba su error y, luego de ver de reojo a sus amigos y comprobar que lo abandonaban a su suerte a merced de las dos serpientes, no tenía ni idea de cómo salirse de las inminentes puertas de la muerte.

–Bueno... ah... veréis, es que, es que yo... ah... no sabía... no lo había... ah, ¿de verdad tenéis una cita?

–¡Pues claro! –bramó Pansy dándole un pisotón al suelo–. ¡Un encantador muchacho de Beauxbatons me invitó al baile hace una semana! ¡Os lo conté y todo! ¡Idiota!

–No, en vedad me lo contaste solo a mí –interfirió Hermione, Pansy de inmediato se calmó y volteó a verla.

–¿Ah sí? –Hermione asintió, luego Pansy volvió a ver a Ron–. Ah, pues perdona por lo último. Pero sigo enojada, ¿por qué contamos como una de las buenas?

–No lo sé, quiero decir, sois ambas muy guapas –empezó a explicarse Ron, sorprendiendo a todos–, y os considero muy agradables, a pesar de ser de Slytherin.

–¡Hey! –exclamó Hermione.

–Deja que siga, me gusta que me elogien –le corta rápidamente Pansy, instando a Ron a continuar.

–Bueno, en fin, me parecéis chicas grandiosas, pero... sois amigas. Si os dije lo ir con Harry o conmigo es porque así sería mucho más cómodo, pasarla bien como amigos, como siempre, mientras nos burlamos de Lagartija por tener una cita de verdad, y eso. No quise ofenderos, de verdad que no, simplemente no vi conexión entre mis dos frases, ¿me perdonaríais?

En ese momento Ron puso una carita de cachorro reñido que ablandó el corazón de ambas, soltaron suspiros enternecidos y aceptaron las disculpas del Weasley, y, cuando retomaron la caminata y se bajaron los malos humores por completo, Harry se dejó vencer por la curiosidad y preguntó.

–¿Y tú, Felina? ¿Con quién vas a ir al baile?

En ese preciso momento, ante la pasmada mirada de todos, Draco pasó su brazo derecho por la túnica abierta de Hermione y apretó la cintura de la chica mientras la acercaba posesivamente a él. Sonrió con sorna a sus espantados amigos y, mirando fijamente a Harry, mientras el mundo le daba vueltas a Hermione, dijo:

–Va conmigo, Cornamenta, en plan cita de verdad. Porque, como Ron ha dicho, las buenas ya están apartadas.


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Oh Dios, dame fuerza para no hacer un fanfic largo de esto. Por favor, necesito fuerzas.

Los apodos no están muy currados, si vuelvo a tocar este AU, los cambiaré definitivamente –lo de Firulais y Bigotitos no, que me da mucha risa–.

Le estoy cambiando las categorías a este fanfic porque voy a empezar a publicar muchas cosas Dramione, estoy segura.