Competencia.
Hufflepuff! Elsa x Slytherin! Hiccup
Harry Potter Au!: Se me ocurrió la idea de que, en lugar de existir un Scorpius Malfoy, Elsa fuera la hija de Draco y Hermione... y desde ahí surgieron un montón de locuras.
La primera sorpresa que el matrimonio Malfoy-Granger se llevó cuando su adorada hijita, la preciosa y encantadora Elsa, comenzó su etapa estudiantil en el colegio Hogwarts de magia y hechicería, fueron las casas donde el Sombrero Seleccionador había puesto a Albus Severus Potter –segundo hijo de Harry Potter, quien era uno de los mejores amigos de Hermione Granger– y a su propia hija. El pequeño Potter, ese que más se parecía a su padre, había acabado en Slytherin, para disgusto disimulado del resto de la familia Potter-Weasley. Aquella sorpresa había sido de gran gusto de Draco, no solo porque ellos eran los primeros en enterarse, sino también porque, por mucho que quisiera ocultarlo, Harry Potter aun sentía cierto disgusto por la casa de Draco.
La siguiente sorpresa no le gustó demasiada, el hecho de que Albus Potter era un Slytherin quedó rápidamente opacado por el hecho de que su hija, su princesita, su Elsa, una Malfoy no solo no era de Slytherin... sino que era de Hufflepuff.
Hermione tenía que admitir que eso la había sorprendido incluso a ella. Su marido y ella se habían pasado todo la vida discutiendo acerca la casa de su hija, de si acabaría en Gryffindor o Slytherin, incluso aceptaron que si terminaba en Ravenclaw sería una victoria para ambas partes y lo verían como un empate positivo... pero ¿Hufflepuff? Ni siquiera habían tenido a esa casa como una posibilidad, por el simple motivo de que los Malfoy nunca habían sido de Hufflepuff. Saltaban a veces de Ravenclaw a Slytherin, dándole preferencia a las serpientes, había dos o tres casos de algún Malfoy en Gryffindor, pero la casa amarilla sencillamente no entraba en las opciones.
La siguiente sorpresa fue un poco mejor, y era el hecho de que Elsa estaba más que encantada en su casa. Hizo amigos rápidamente y los profesores –sobre todo el profesor de Herbología, Neville Longbottom– rápidamente les aplaudieron por no haber colocado ningún tipo de presión en la pequeña niña con respecto a la casa en la que debería acabar... Draco y Hermione, cuando ocurría esto último, solo sonreían nerviosos y aceptaban apresuradamente los halagos.
Aunque era cierto que el cuadro del director Severus Snape, el profesor Longbottom y Peeves se rompían a reír a mandíbula tendida cada vez que veían a la pequeña Malfoy vestida de amarillo, Elsa no parecía molestarle en lo absoluto cada vez que alguien mascullaba algo acerca de su apellido y su casa de Hogwarts. Su hija estaba contenta siendo una Hufflepuff y eso era más que suficiente para los Malfoy, incluso para su abuela Narcisa que pronto comenzó a renovar su armario para ver cómo metían algo de amarillo –el amarillo perfecto, evidentemente, porque complicado sería como combinar ese color con los tonos fríos de la piel y el cabello de la niña–.
A final de año también se llevaron la sorpresa de que su hija estaba enfurruñada porque debía de compartir el primer puesto de notas con un niño insufrible –según la propia definición de Elsa– de Slytherin que todo el mundo parecía adorar por ser una serpiente y una nacido de muggles.
Durante los primeros tres años, Hermione estuvo molestando con muchas ganas a su marido, pues la manera en la que su pequeño se refería a este chico de Slytherin sin nombre era bastante similar a la forma en la que Draco, en sus primeros años en Hogwarts, se refería a Harry Potter. La mujer Malfoy sencillamente estaba esperando al día en el que su hija le diera un apodo similar al "San Potter" de su marido.
Los señores Malfoy vieron como cada año, Elsa llegaba a las vacaciones de Navidad o a las de verano con una nueva queja con respecto ese chico misterioso. Los primeros dos años, Elsa se quejaba de compartir el primer puesto, en tercer año llegó hecha una furia por haber quedado en segundo lugar, y porque Hufflepuff no había ganado la Copa de las Casas todo porque Slytherin, con ese molesto chico ahora como Buscador, había aumentado puntos al ganar el Campeonato de Quidditch. El cuarto año fue diferente, porque le había llegado la insignia de Prefecta y porque estuvo todo el verano dándole vueltas a una discusión que había tenido con esa misteriosa serpiente. Habían tenido una charla filosófica a mediados de verano, cuando ella estuvo murmurando algo acerca de las facilidades que el mundo mágico le había otorgado por ser la hija de Hermione Granger y Draco Malfoy. Murmuró algo de creer que le tenían preferencia cuando ella quería ganarse las cosas por ser Elsa Malfoy, no la hija de héroes de guerra.
La siguiente sorpresa ocurrió casi a finales de quinto año, cuando los llamó la directora McGonagall porque su Elsa, su hijita, su princesa, se había metido en una pelea.
Cuando llegaron a través de los polvo flu, completamente confundidos y con una angustiada y estresada Hermione intentando evitar que un enfurecido Draco matara a nadie, lo que se encontraron fue a un alumno de Gryffindor con la nariz rota acompañado de sus ofendidos padres, a un gigantón que acompañaba a un larguirucho y delgaducho niño de Slytherin y a su hija, sentada recta y regia en medio de ambos muchachos, siendo mirada de reojo por los dos.
–¿Qué le han hecho a mi niña? –rugió Draco colocándose rápidamente detrás de su hija, con la varita en mano.
–Señor Malfoy... –intentó comenzar McGonagall.
–¿Quién de estos dos niñatos ha sido? ¿Por quién me tengo que ir a Azkaban?
–Papá –masculló Elsa avergonzada.
–¡Draco! –gruñó entre dientes Hermione, cogiendo del brazo a su marido–. Perdónennos, pero, ¿qué ha ocurrido?
–¡Su hija...! –ladró el padre del chico de Gryffindor.
–Señor Hooper, por favor.
–¡Directora McGonagall deje de usar sus favoritismos! –Draco y Hermione abrieron los ojos inmensamente en ese momento, la directora se puso roja de la indignación, parecía a punto de chillar pero se puso recta y alzó el mentón ante la familia Hooper.
–Perdóneme usted, señor Hooper, por no mostrar una buena cara frente a un muchacho que usa... ese término tan asqueroso.
Hermione y Draco alzaron una ceja.
–No estoy entendiendo nada –confesó Draco.
–El imbécil de Hooper me llamó sangre sucia –los Malfoy miraron al chico de Slytherin–, Elsa lo escuchó, le pegó un puñetazo, el profesor Longbottom nos vio. Hala, fin de la historia, ¿me puedo ir ya? Tengo que entrenar...
Todos los adultos parpadearon, a excepción del gigantón.
–Hiccup –Draco alzó el nombre mientras oía al enorme hombre hablar–, repíteme, ¿qué significa eso? Eso de sangre sucia...
–Es un insulto racista, papá –explicó desganado el muchacho–, te lo he dicho mil veces. Algunos piensan que por ser hijo de gente sin magia no merezco aprenderla. Algo muy antiguo, ¿sabes?
–Ah, cierto, cierto, ya sabes que no entiendo de estas cosas.
El chico suspiró rendido. –Lo sé, lo sé.
–Entonces... –el hombretón siguió con sus intentos de comprender–, ¿esa chica te defendió? –el muchacho de Slytherin asintió–. ¿Y va a castigarla? –preguntó nuevamente, esta vez mirando a la directora.
Todos los demás padres hicieron lo mismo.
McGonagall se mostró más digna que nunca.
–La violencia física, señorita Malfoy –comienza a hablar–, comprenderá usted, que es algo que no aceptamos en Hogwarts.
–Por supuesto, directora –asintió con elegancia Elsa.
–No hay motivo alguno para recurrir a esas formas –siguió la mujer–. Sin embargo, teniendo en cuenta la situación, y tomando a consideración que castigaros significaría que ningún otro alumno habría de reprender a algún compañero que se comportara de la misma forma, he decidido, que, a causa de vuestra violencia, tendréis tres noches de castigo ayudando después de clases al profesor Longbottom con lo que sea que él os pida, ¿le parece justo?
Los ojos rozaron levemente las figuras de la familia Hooper mientras Elsa asentía, el muchacho refunfuñaba mirando al suelo, los padres parecían querer quitarse la cara de la vergüenza. Draco se aguantaba, con ayuda de los pellizcos de su esposa, la sonrisa de victoria que se le asomaba en el rostro.
Luego de dejar en claro que Alastair Hooper haría perder cincuenta puntos a su casa y que tendría un mes de castigo, la familia Hooper se retiró todo lo pronto pasible y Minerva McGonagall miró severa al niño larguirucho de Slytherin.
–Hiccup...
–Venga ya, ¿yo que castigo me llevo? ¡Si soy la victima!
Hermione alzó una ceja, incrédula por el comportamiento del chico, la directora suspiró agotada.
–Quería preguntarte cómo...
–Estoy bien, directora –respondió apresurado y firme–, ¿puedo irme ya?
–Este es el vigésimo tercer muchacho que usa ese insulto en tu contra, y eso solo en este año.
Los Malfoy temblaron de pieza a cabeza al escuchar aquello, pero luego Draco frunció el ceño por la confusión de ver a su hija volteando rápidamente hacia el muchacho, con los ojos bañados en preocupación. La cosa se puso más rara cuando todo lo que le devolvió el otro muchacho fue una mirada llena de ira y asco.
–¿Qué? –Draco escuchó espantado como la serpiente siseaba contra su hija.
–Yo... –Hermione observaba impactada como su hija titubeaba–… yo no tenía ni idea.
–¿Y por qué ibas a saberlo, Malfoy? –escupió el muchacho, asombrando a su padre y inclinándose hacia Elsa–, ¿para que pudiera seguir siendo tu obra de caridad? ¿para darte más pena? ¡No necesito tu puta compasión!
–¡Hiccup! –su padre intentó regañarlo, pero las palabras furiosas de Elsa se escucharon con más fuerza.
–¡No es compasión, vil cucaracha malagradecida! –bramó Elsa levantándose–. ¡Se llama empatía, pedazo de idiota! Y ya lo siento mucho si todo el mundo a tu alrededor te ha tratado como basura pero yo no pienso hacerlo, ¡así aceptas mi amabilidad y amistad y punto!
–¿Cuál es tu maldito problema? ¡No tengo porque aceptar tu estúpida "empatía" si no quiero!
–¡Te fastidias! ¡Vas a aguantarla y ya está!
–¿Por qué siquiera quieres ser amable conmigo? ¿Qué te importo yo?
–¡Porque me gustas inútil lagarto descerebrado! –bramó roja hasta las orejas, le metió un golpe en la nuca y se fue echando humo para las orejas, dejando a todos con la palabra en la boca y la mandíbula en el suelo.
Y todos se quedaron varios segundos en completo silencio, mirando fijamente la puerta por dónde había salido Elsa Malfoy. Draco boqueaba con un pez, completamente confundido y perdido, Hermione se había quedado de piedra, sin entender en lo absoluto el comportamiento de su hija, Estoico Haddock pensaba seriamente en, dentro de un colegio de magia, qué debería decir. Mientras que Hiccup Haddock, el hijo de muggles de Slytherin no sabía que hacer con ese corazón alocado y confundido.
Y, debido a que así habían hecho desde los últimos dos años, se dispuso a levantarse y empezar a gritar mientras corría detrás de ella, como cada vez que rozaban ese límite que se habían puesto para no tocar el tema amoroso.
El problema es que Elsa ya había destrozado esa barrera, e Hiccup no estaba seguro si esa era la manera de proceder... pero tampoco era como si se le ocurriera alguna otra.
