Tercer año de Hogwarts.
Solo una recopilación de momentos de cómo sería si Draco y Hermione hubiera sido pareja desde su tercer año.
Entre el bullicio que se había generado en el Gran Salón, a sus espaldas, mientras intentaba disfrutar del banquete de inicio de año, Harry pudo jurar que llegó a escuchar a la perfección una terriblemente molesta voz llamándolo desde la mesa de Slytherin. Quiso tomar aire lentamente e ignorar los llamados de ese niño consentido e insoportable, pero cuando Malfoy pronunció su quinto "¡Potter!" Harry sencillamente no pudo soportarlo.
–¿Qué es lo que quieres, Malfoy? –gruñe en su dirección apretando sus uñas en contra de sus propias palmas, no se hace mucho daño felizmente gracias a lo cortas que son. Harry aprieta más los dientes al ver la sonrisa burlona que se extendía en el pálido rostro de Draco.
Inclinándose un poco, aún sonriente, la serpiente pregunta. –¿Es cierto que te desmayaste? –dice con sorna y crueldad–. ¿De verdad te desmayaste? –insiste inclinándose aún más. Es Ron quien estalla en su contra.
–¡Cierra la boca, Malfoy!
Pero el joven aristócrata se limita a cambiar de momento su expresión mientras sus compañeros a su alrededor fingen desmayarse para seguir burlándose de Potter, quien cada vez se está poniendo por rojo por la vergüenza y el enojo.
–Así que... te desmayaste.
–¿Es todo lo que sabrás decir por el resto de año? –masculla Harry rodando los ojos, pero la mirada metálica de Draco se centra en Hermione, quien había intentando mantenerse fuera de la discusión en cuanto esta comenzó. Gruñendo y rodando los ojos, Ron y Harry voltean también a ver a Hermione.
–¿Tú estás bien, 'Mione? ¿Te ha pasado algo en el tren? –pregunta con un tono tan dulzón que incluso parece que es una persona completamente diferente, los dos leones hacen arcadas falsas para expresar todo el disgusto que esos dos les generan. La bruja alza la cabeza para intentar responder, pero antes de que siquiera pudiera abrir la boca, Draco voltea furiosamente contra Harry–. Como le haya pasado algo a mi novia, Potter, juro por las barbas de Merlín...
–Estoy bien, Draco –responde apresuradamente Hermione, intentando devolver su atención a su plato de comida, pero su novio insiste con estar enojado.
–No gracias a Potter, claro está –escupe con el ceño completamente fruncido y el rostro deformado por el enojo–. El niñito que vivió desmayado por un simple dementor mientras que a mi Hermione le pudo haber pasado algo terrible.
Ron chasquea la lengua. –Como si yo no pudiera haberla protegido.
–¿Tú? ¿Protegerla? –repite con sorna cruel Draco mientras que Hermione le cuestiona a su amigo en un susurro por qué diantres tenía que seguirle el juego a la serpiente–. ¿Con esa varita rota tuya?
–¡Me han comprado una nueva!
–¿En serio? ¿Cuánto han tenido que mendigar para conseguirte una nueva rama defectuosa, Weasley?
Hermione termina e impide una pelea aún mayor dándole un golpe a la madera antigua de la mesa de Gryffindor. Los tres muchachos pegan un respingo y voltean a verla de inmediato. Les gruñe que dejen de pelear y, con la cabeza agachada, ellos le obedecen... no del todo, porque luego le contarían Daphne y Pansy a Hermione que Draco no paró ni un solo minuto de lo cobarde que había sido Harry al desmayarse en el tren dejándola a ella con tan solo la protección de "esa maldita comadreja" y porque a pesar de todo lo que duró la cena Ron y Harry siguieron mascullando y renegando de lo idiota que era Malfoy y cómo era una soberana tontería que alguien tan lista como ella saliera con tremendo idiota.
Draco, dando largas zancadas, se acercó a Hermione, que caminaba al lado de sus amigos, para tomarla del brazo y llevarla a rastras hacia otro lado, ignorando por completo las quejas y gritos de los dos leones.
–¿Es cierto que Black está aquí para acabar con Potter? –pregunta angustiado, algo confundida por lo que, equivocadamente, le parece preocupación genuina por Harry, Hermione frunce un poco el ceño antes de responder.
–Es lo que creemos –contesta para dejarle en claro que realmente nadie tiene claro absolutamente nada. Aún más confusión, y algo de esperanza por una mejor relación entre su pareja y sus amigos, le llegan al verlo tan escandalizado.
–Hasta aquí –dice de pronto, dejando aún más confundida a la bruja–, desde ahora te quedarás en la Sala Común de Slytherin.
Hermione casi deja caer sus libros.
–¿Qué?
Draco se cruza de brazos. –Si crees que voy a permitir que mi chica sea vista junto al objetivo principal de un asesino, que además es un Black, estás muy equivocada.
Le encantaría enternecerse por toda la preocupación que está mostrando por ella, pero no puede evitar pensar que es una completa locura.
–¿No era tu madre una Black?
–Sí, y mi tía Bellatrix, la seguidora más loca del Señor Oscuro, también –responde completamente seguro–. Hay partes buenas y malas de los Black, ¿sabes? Y Sirius es de la peor parte, y está detrás de San Potter, por lo que acabara detrás de ti y de la comadreja. Si esos dos se quieren matar no me importa, tú sí que me importas, así que desde ahora te la pasarás en la Sala Común de mi casa.
Hermione suspira pesadamente. –¿Cómo si quiera piensas que me dejarán quedarme en tu sala común?
Draco mueve una mano de lado a lado, restándole importancia.
–Seguro que Snape está de acuerdo, es mi padrino, él entenderá.
–¿Y McGonagall también?
–Eres su favorita... ¡No! –la detiene en cuanto ella quiere hablar–. No te atrevas a contradecirme en esto, todo el mundo sabe que te adora. Así que si colaboras ella lo hará.
Es ahora ella quien se cruza de brazos. –¿Y Dumbledore?
Draco bufa y comienza haberse olvidado del director. Aunque luego se hunde en brazos.
–Sí no acepta hablaré con mi padre. Piénsalo de esta manera, seguramente movería muchas fichas si se entera que la novia de su único hijo está en peligro y Dumbledore no le está permitiendo moverse a un lugar más seguro –asegura completamente orgulloso de sí mismo, pero Hermione le alza una ceja.
–Creía que me odiaba por ser una sangre su...
–Eso ya es pasado... además mi madre está muy metida en forzarle a aceptarte.
La bruja sonríe con ternura. –Oh sí, Narcisa ha sido un verdadero encanto conmigo tal y como dijiste. Realmente tuviste razón al decirme que no me preocupara tanto por ella.
Aun sonriendo, Draco asiente efusivamente. –¿Ves? Suelo tener razón, entonces, ¿te vienes a mi sala?
–No –responde con simpleza y algo de aburrimiento antes de darse media vuelta y comenzar a irse.
–¡Pero Hermione...! –lloriquea mientras empezaba a perseguirla.
Draco, con una tonta sonrisa de oreja a oreja, frota la mejilla contra la mano con la que Hermione le estaba haciendo mimos en la cabeza hace unos segundos.
–Oh, definitivamente he muerto, porque estoy viendo un ángel –ronronea encantado desde la cama de la enfermería.
Sonríe aún más al ver a su novia rodar los ojos a pesar de su sonrisa divertida. –No te ha pasado nada, Draco, la herida sanará pronto.
–Ah, ¿no he perdido el brazo, entonces?
–No, cielo, no has perdido el brazo. Ha sido solo un arañazo un tanto profundo.
Draco hizo una mueca. –Esa cosa pudo haberme matado, ha sido un milagro que sobreviviera. Espera a que mi padre escuche de es...
–¡De eso nada! –lo interrumpe Hermione, completamente alarmada por lo que su novio planeaba–. ¡No puedes contárselo a tu padre!
Ofendido, Draco alza una ceja.
–¿Por qué no? –cuestiona haciendo morros. ¿Cómo podría estar Hermione en contra de que se le hiciera justicia por el daño recibido?
–Porque seguramente tu padre termine llevando todo esto a un juicio. He investigado y Hagrid me lo ha confirmado, las criaturas como Buckbeak siempre acaban en juicios injustos donde los declaraba peligrosos y violentos y terminan sacrificándolos.
A pesar de la angustia de Hermione, Draco insiste con su indignación. –Pero esa bestia me atacó.
Sabiendo que no lograría nada con lógica, Hermione se inclina sobre el cuerpo recostado de su novio, sonrojando de inmediato las pálidas mejillas de Draco.
–Por favor, Draco, por favor no le digas a tu padre, haré lo que quieras por un semana, te lo prometo, pero no le cuentes de esto a tu padre.
La serpiente chasquea la lengua y desvía la mirada al verse completamente vencido por su novia. Asiente y accede a no decir nada, el beso lleno de alegría que recibe en los labios le parece una decente recompensa por tener tanta piedad con la criatura que casi lo asesina.
Con varita en mano y el cuerpo desbordando de furia e indignación, Hermione avanza por los pasillos a base de zancadas en dirección a Draco, con Harry y Ron pisándole los talones y visiblemente preocupados por el punto extremo al que su amiga está llegando. No es que les molestara que le dejara en su lugar a esa serpiente molesta, pero era innegable que cualquiera estaría muerto de miedo y preocupado al ver a Hermione tan furiosa.
Antes de que Draco siquiera pudiera entender que su vida estaba en peligro, el Slytherin sonrió de oreja a oreja y comenzó a saludar con la misma ternura que lo hacía todos los días. Y antes de que pudiera terminar de pronunciar el apodo que le había dado, el muchacho soltó un grito algo agudo al sentir la varita de su novia contra su cuello.
–¡Tú, maldita víbora mentirosa y traidora! ¡Me prometiste que no lo harías!
Draco, asustado y presionado contra una pared fría de un pasillo desolado de Hogwarts se limita a balbucear. –Mione, Mione, no sé de que hablas –insiste en repetidas ocasiones–, de verdad que no sé de que hablas, cariño, por favor no me mates, por favor, soy tu novio, no me mates.
–¿Y por qué han llevado a Hagrid y a Buckbeak a juicio? ¡Se sabe que ha sido cosa de tu padre!
–¡Me acabo de enterar de que eso ha pasado! ¡Hermione, por favor!
Algo incómodo, Harry se acerca para tocarle, lo más lejos posible, un hombro a su amiga.
–Oye... tal vez esté diciendo la verdad... quiero decir, sí, creo que es un completo idiota... pero no creo que hubiera faltado de esa manera a una promesa que te hizo a ti...
Hermione entonces se tranquiliza un poco y aparta su varita del cuello de Draco, quien parece estar a punto de derrumbarse por lo mucho que le temblaban las piernas. Era cierto que la respuesta más lógica era que Draco había sido quien le contara todo lo ocurrido a Lucius Malfoy, era su padre después de todo, pero realmente no tenía ninguna forma de asegurar con completa confianza que había sido así.
–Si no ha sido él, ¿quién le ha contado de esto a Lucius Malfoy? –es Ron quien pronuncia la duda que tienen todos–. ¿A ti no te ha dicho nada, Malfoy?
Pero Draco estaba temblando terriblemente flexionado sobre su estómago e intentado controlar su respiración porque, maldita sea, su novia realmente daba mucho miedo cuando se ponía así. Luego de unos minutos en los que Hermione se dedica a disculparse por haber saltado de esa manera contra él, Draco consigue volver a ponerse recto, aun enfurruñado con la actitud de la leona.
–Me vas a tener que compensar esto –masculla indignadísimo contra Hermione.
–Sí, por supuesto, te lo compensaré, realmente lo siento, cariño.
Ron rueda los ojos al ver como su amiga se acercaba para besar con delicadeza los labios de su novio. –Con permiso, voy a vomitar.
–Te sigo –masculla Harry.
Desde su cama en la enfermería, Ron balbucea lo que intenta ser una respuesta a la pregunta de Malfoy.
–Ellos, hace unos segundos... ellos estaban...
–¿Qué pasa contigo, Weasley? ¿Qué diantres ha pasado? –insiste enfadado Draco–. Como le haya pasado algo a mi novia, comadreja, te juro...
Las puertas de la enfermería se abren repentinamente dando paso a unos Harry y Hermione algo intranquilos, pero definitivamente aliviados.
–Pero –se apresura Ron, soltando un leve quejido al moverse bruscamente–... pero... vosotros... vosotros estabais justo ahí... hace unos segundos, ¿cómo es que...?
Para confusión de Draco, Harry alza las cejas.
–¿De qué hablas, Ron? Acabamos de llegar.
Hermione asiente. –¿Cómo estás? ¿Ya te sientes mejor?
–¡Me siento confundido!
Draco, tan confundido con Ron, se limita a caminar hasta Hermione para abrazarla.
–¿Estás bien? –le pregunta con delicadeza, enredando sus dedos entre los mechones de su melena. Draco se siente en el paraíso cuando ella le aprieta con el mismo cariño.
–Tranquilo, estoy bien.
Draco asiente, pero no puede evitar enviar una mirada enojada a Potter.
–¿Puedes dejar de meter a mi novia en peligro mortal por un año, Potter? Solo uno, de verdad que solo uno.
–A mí me gustaría que no hubiera peligro mortal por un año, la verdad.
