Hollow, A perfect circle
Take away- Avril Lavigne
Capítulo Tres:
La sombra en la habitación.
RAPHAEL
Levanto mi cara desde las profundidades de su cuello, sin detenerme, sólo para observarla un momento. Tiene los ojos firmemente cerrados, concentrada, con un brazo por sobre la cabeza, aferrando con fuerza la almohada, la otra mano en mi hombro, clavándome las uñas con ganas.
Apenas lo siento.
Los labios separados dejando escapar un suave y acompasado gemido, el cuerpo húmedo...
Dios, podría estar en esto todo el día.
Apuro un poco el paso, sólo para observar su espalda arquearse y sentir sus piernas rodearme con fuerza. Los suaves gemidos suben de nivel y yo sonrío satisfecho. No sé como nadie ha venido a golpear la puerta con todo lo que ha gritado.
La miro un segundo más y decido dejar de hacerla sufrir. No puedo evitarlo, esperar a que esté a punto de acabar para detenerme, sólo para verla pedirlo otra vez...
Podría estar en esto todo el día.
De improviso, se levanta de la cama y me obliga a recibirla en mis piernas, se aferra a mi cuello, pegando su cuerpo al mío, sin dejar de moverse un instante. Me mira un segundo antes de cerrar los ojos y seguir con lo suyo. Está bien, no pienso interrumpirla.
La abrazo mientras ella respira junto a mi oído, cada vez más agitado, cierro los ojos y entierro mi rostro en su cuello, rendido ante su forma de mover las caderas. La culpa es de ella, es por esa forma de moverse sobre mí que no espero un segundo cuando finalmente cae rendida sobre la cama, todavía temblando y jadeando débilmente.
Es justo, es mi turno ahora.
Siempre pasa más o menos lo mismo. Es un segundo, un breve y fugaz segundo, justo antes de acabar, que creo que las cosas pueden estar bien, que el mundo está en paz, que yo estoy y estaré bien. Un segundo en el cual me siento realmente, feliz. Lamentablemente, es sólo un segundo, luego que pasa, sólo hay vacío, no hay nada hacia delante y nada hacia atrás. Pienso que tal vez sea normal.
Me dejo caer sobre ella, tratando de recuperar el aliento. Sé que peso lo suficiente como para dejarla sin respiración, pero no puedo evitarlo, desplomarme así, como tampoco puedo evitar el comenzar a desear salir por la ventana casi en seguida.
Escapar.
Logro contener mis ganas de huir y me deslizo a un lado de ella en la cama. Casi de inmediato, Sora pasa un brazo sobre mi pecho y me aprisiona, presionándome contra ella. No es fácil reprimir el impulso de hacerla a un lado, pero finalmente lo logro.
A veces pienso que jamás estaré satisfecho, que jamás estaré bien. Cualquiera en mi lugar sería feliz, tengo más de lo que una criatura como yo debería tener, sin duda no lo merezco y aún así no parece ser suficiente para aplacar esta furia interna ¿Por qué mierda no es suficiente? ¿Cuál es el problema ahora, cuál es el maldito problema esta vez? Cierro los ojos un momento, esperando que todo se calme un segundo, evitar empezar a desesperarme. Ella no tiene la culpa. No es ella, soy yo.
Al menos eso creo.
Sora hace lo que puede y supongo que yo hago lo mío también, al menos he logrado no salir volando ¿no? Es algo. ¿Qué demonios tendrá en la cabeza esta chica? ¿Cómo diablos acabó conmigo? Sonrío, tratando de poner la mente en blanco. Cuando no pienso demasiado, las cosas parecen ir bien. Adoro no pensar, sólo aceptar lo que viene, sólo aceptar lo que se me ofrece.
No es fácil.
Últimamente estar con ella hace que me ponga a pensar más de la cuenta y no sé si eso me gusta.
.- ¿Cómodo?- Su voz me saca de mis pensamientos.
.- Si.- Respondo en un susurro.
.- ¿Algo más?
.- Estoy bien.
Se aprieta con fuerza contra mi cuerpo, como si temiese que me fuera a evaporar en el aire. No lo pregunta, ni lo hará, porque sabe que me alejaría de inmediato... Si la quiero, si me quedaré. Me quedaré, sí, por ahora lo haré. Pero mejor que no se atreva a preguntarlo.
.- Bueno, ahora que lo mencionas...- Continúo. La tomo por la cintura y sin ningún esfuerzo la ubico sobre mis piernas, su pecho contra el mío.
.- ¿Ya? ¿Tan pronto?- Me pregunta con una sonrisa. Iba a responderle algún sarcasmo, pero de pronto me quedo sin palabras.
A veces me parece como si la viera por primera vez, y me deja en silencio, con la boca abierta como un tonto. No me gusta, me confundo.
La única luz se cuela por la ventana, directamente sobre la cama, directamente sobre nosotros, tiñendo todo de azul, dándole a la habitación un aspecto de irrealidad. Mi mano va hasta su cara, a apartar unos mechones de cabello que caen revoltosos. Le rozo la mejilla sin querer, sin querer, me quedo sosteniendo su rostro, mientras ella cierra los ojos.
Me equivoqué, ahora me doy cuenta. La confundí con alguien más, con alguien a quien las cosas le importan una mierda. Alguien más parecido a mí. Me equivoqué y voy a pagar el precio por esa equivocación. Ya lo estoy haciendo. Finge no importarle nada, pero no puede esconder lo que siente. Desearía que no me quisiera tanto, todo sería más fácil. Aparto la vista y la abrazo contra mí, recostado su cabeza en mi hombro. No quiero seguir viendo sus ojos, siempre esperando por algo, aun si no se lo propone así. No puedo permitir que espere más de mí. Que dependa de mí. No puedo permitirlo.
Quiero ser libre de huir cuando quiera, sin dejar nada atrás. No debí quedarme, debí marcharme cuando sentí el impulso, ahora estoy pensando de nuevo, y no me gusta.
Hacía dos semanas, estaba a punto de dejarme, estaba a punto de mandarme a la mierda. Estaba ahí, de pie frente a ella, diciéndome una y otra vez que era lo mejor, que era fantástico que ella se hubiese dado cuenta sola, que hubiese sido ella la que diese el paso definitivo y se alejara de mí de una vez y para siempre. Estaba ahí, sintiendo como me liberaba de un peso que ya me estaba complicando la existencia...
Y de pronto, sin más, voy y le pido que se quede. Ni siquiera alcancé a pensarlo demasiado ¿Por qué quiero que se quede y a la vez que se vaya? No lo sé, pero no quiero pensar. No quiero pensar en nada.
.- Debo irme ahora.- Digo en voz apenas audible, comenzando a incorporarme.
Sora se hace a un lado, sin oponer resistencia. Intento evitar su mirada lo más posible, pero supongo que tendré que mirarla antes de irme. Sonrío, con la esperanza de que me imite. Por suerte finalmente lo hace.
.- Ya he pasado aquí dos días, tengo que volver a casa...- Le digo.
Que estúpida excusa. No debería inventar excusas, debería simplemente decirle que si no me voy ahora, me sofocaré. Pero al final me decido por la excusa. Supongo que eso le resultara menos crudo.
Se ríe.
.- Yo no me preocuparía. Seguro nadie te quiere en casa.- Dice en tono burlesco.
Sin advertencia, agarro un cojín de la cama y se lo tiro al cuerpo, ella sólo se ríe.
.- Te veo después.- Le digo, dirigiéndome hacia la ventana.
.- ¿Cuando?- Me pregunta con la cara sonriente. Otra vez me quedo callado, es otra de esas veces en que mirarla me hace quedar en silencio.
.- En unos días, no alcanzarás a extrañarme mucho.- Le digo al fin, desviando la mirada.
.- Estaré aquí.
Asiento una vez y abro la ventana, quedándome de pie en el balcón, sintiéndome aliviado, pero al mismo tiempo, vacío, como si me quitase un peso de encima a la vez que siento que se me ha quedado algo atrás. Sacudo la cabeza, tengo que evitar este asunto, el de pensar demasiado.
Miro a mi alrededor antes de decidirme a saltar a la siguiente azotea, esa que tiene escaleras de incendio por la que puedo bajar y llegar hasta la alcantarilla más próxima.
Siempre me ha sorprendido su casa. Me agrada estar aquí, pero hay algo que no me calza. Un penthouse en un edificio bonito, justo en medio de la ciudad. No sé, las chicas de su edad no viven así. Sora siempre ha evitado mis preguntas sobre eso, o sobre su pasado. No le gusta hablar del tema y lo evita casi frenética. Claro que me parece sospechoso, pero después de todo, todos guardamos algún secreto. Por mí está bien, siempre que no llegue a afectarme.
Por mientras, todo lo que sé es que su padre era un tipo con dinero que se murió dejándole bastante pasta y el apartamento y, bueno, nada más. Después de eso se quedó completamente sola en el mundo. Por lo menos puede vivir sin preocupaciones y sin tener que trabajar, lo que de todas formas no haría, estoy seguro.
Que vida la de algunos. No puedo encontrar otra forma de describirlo.
SORA
Me senté en la cama, apoyando la espalda contra el respaldo. Me quedé sola, mirando la oscuridad de la habitación por mucho rato. A pesar del nudo en la garganta al verme sola tan pronto, no puedo dejar de apreciar lo bueno de todo esto. Miro la oscuridad de la habitación y sé que lo que tengo ahora, aún si no es todo, es lo mejor que he tenido en toda mi vida. Cierro los ojos con fuerza, sintiendo la angustia de estar a punto de perderlo todo. La oscuridad de la habitación me lo anuncia desde ya…
He hecho cosas… cosas malas. Demasiadas. Aún así, solía pensar que todos merecen una segunda oportunidad, incluso yo. Creía que Raph era esa oportunidad y no pensaba desaprovecharla. Pensaba que no podía ser castigada aún, no todavía, no sin darme una oportunidad para cambiar. No sería justo, ya no soy la misma que hizo esas cosas horribles.
Eso pensaba, sin embargo…
Sin embargo, para ser honestos, creo que siempre supe que tarde o temprano volverían por mí. Siempre supe que no había forma de escapar. No para mí.
Creo que siempre lo supe.
Estaba sentada en la cama todavía, cuando sentí que la oscuridad cambiaba a mí alrededor, se reunía y tomaba forma. Hace tanto que no lo sentía y aún así, era como si no hubiera pasado siquiera un día desde la última vez.
.- Vaya, vaya, vaya...- Dice esa voz profunda, llenando todos los espacios.- Me tomó algo de tiempo encontrarte, pero al fin lo hice.
Volví la cabeza en todas direcciones, buscándola. La reconocí de inmediato... Hacía mucho tiempo que no me aterrorizaba de esta forma.
¿Por qué él? ¿Por qué ahora?
.- ¿Qué haces aquí?- Pregunto, aún tratando de encontrarlo en las sombras. De pronto lo veo emergiendo desde lo oscuro, lentamente.
Jamás usa las puertas, no las necesita si lo que quiere es entrar. Es como si siempre hubiese estado ahí, vigilando, esperando el momento, y sólo lo hubiese pasado por alto. Maldito. Grande, fuerte, oscuro, con el cabello blanco, eternamente largo en esa cola tras la cabeza, el traje negro bajo el abrigo marrón, los ojos por siempre ocultos en esas gafas negras, incluso de noche, la horrible sonrisa y esa voz profunda, susurrante, como la de una serpiente. No ha cambiado nada en veinte años.
.- ¿Qué crees que hago aquí? Vine a buscarte, hermanita ¿qué más?
Hermano...
Tal vez no lo sepa, me digo, tal vez no sepa nada de nada. Tal vez esté de suerte y no lo haya descubierto. Dios, por favor que no sepa nada de Raph. No lo había visto en tantos años, creí que ya no lo volvería a ver nunca más, lo había olvidado por completo. Obviamente, me equivoqué. Ingenua de mí.
.- Bueno, vámonos ya, no perdamos más tiempo, tienes trabajo que hacer.- Siguió hablando, casi en un susurro a lo que se aproximaba a mí.- Nuestro padre espera y él odia esperar.
Al principio no fui capaz de decir nada, estaba paralizada por el miedo. ¿Tanto había cambiado? Hubo un tiempo en que nada podía asustarme.
.- No iré.- Digo, pero la voz apenas sale.- Ya no tengo nada que ver ni contigo ni con padre
.- ¿Tú crees?- Pregunta y estalla en una gran carcajada.- ¿Tú crees que te puedes zafar así como así? Esto no es como faltar un día a la escuela, corazón. Parece que te has estado divirtiendo más de la cuenta y de una forma más retorcida que de costumbre, por lo que veo. - Se detuvo justo a los pies de mi cama, arrugando la frente.- Te has estado portando muy mal, jovencita.
.- No es asunto tuyo.
.- No, no trates de hacerme a un lado, te he estado observando desde hace rato, sé lo que está pasando aquí. – De pronto se apoya en la cama y se inclina sobre mí, mirándome tras los cristales negros y con esa maldita sonrisa.- Sé todo sobre el chico verde.- Dios mío, no. Esto no podría ser peor.- Tengo que admitirlo, me tenías intrigado al principio, llevas meses con esta charada y aún no le revelas quién eres en verdad. Casi llego a pensar que es en serio, que en verdad sientes algo por él.
.- ¿Por qué estás aquí?- Estallé de pronto, más por desesperación que por valentía.- ¿Qué quieres de mi?
.- Pero no puede ser. Es imposible, tiene que ser parte del juego. Tú y yo sabemos que eres incapaz de un sentimiento decente por nadie.
.- Vete, no volveré contigo ¡Déjame en paz!
.- No puedo. Llevas mucho tiempo evitándonos y no nos gusta que nos ignores.
Me volví hacia él furiosa.
.- Podría partirte a la mitad sin siquiera pensarlo.- Susurré con los dientes apretados.- Mejor déjame en paz o me puedo acordar de quién solía ser. No te olvides de lo que soy capaz, hermano.
.- Créeme, no lo hago. Sé exactamente cuanta sangre tienes en las manos, cariño. - Dijo, riendo.- Esa clase de cosas no desaparece, no existe el borrón y cuenta nueva en nuestro negocio.
Me quedé callada, con la boca abierta, la cara desfigurada, podía sentirla ¿Cómo podía responder a eso? Las lágrimas me llenaron los ojos. Me incliné sobre mi misma, hecha casi un ovillo. Quería desparecer, sólo segundos atrás todo estaba perfecto, ahora... Ahora estaba por perderlo todo.
.- Debí saberlo.- Comencé lentamente.- Que padre no me dejaría en paz.
.- Debiste saberlo ¿Quién puede culparlo? Él sólo quiere a su hija de vuelta.- De pronto me vuelvo a mirarlo, sintiendo deseos de que caiga muerto ahí mismo.
.- ¿Y tú? ¿Qué hay de ti? ¿Qué demonios quieres tú conmigo, hermano? ¿También me quieres de vuelta?- Lo miro con una sonrisa que sé que detesta, avanzo de rodillas por la cama hasta quedar frente a él, dejando que caiga la sábana que cubre mi cuerpo.- ¿Acaso estás celoso?
.- ¿Celoso?- Sonrió, pero luego su sonrisa se desfiguró en una mueca de desprecio.- Sabes de sobra que te detesto más que a nada en el mundo, mujer. Sólo estoy aquí por complacerlo a él.
.- Vete entonces, mis asuntos no te interesan.
.- No puedo. No hasta que termines el juego. Sigue así, pretendiendo ser una amiga, pretendiendo estar enamorada, gana su confianza, luego elimínalo. Así es como debe ser, así es como siempre ha sido.
.- No. No esta vez. Esta vez no es un juego.
.- Resulta difícil de creer viniendo de ti. Tú no sientes nada, hermanita, por eso eres tan preciada para nosotros.
.- No me importa si lo crees o no. Vete y dile a Padre que no volveré.
.- ¿Realmente piensas que voy a hacer algo así?
Mi hermano se quedó en silencio por largo rato, sólo se quedó de pie, inmóvil, mirándome fijamente, con esa maldita sonrisa, pero con esa expresión en los ojos como si quisiera hacerme pedazos, lo que probablemente fuera cierto.
No pude aguantar más su mirada y desvíe la vista, volviendo a cubrirme con las sábanas.
.- No entiendes ¿verdad?- Dijo al fin, abandonando ese tono burlesco que había usado todo ese rato, la sonrisa había desaparecido de su cara.- Esto no es negociable, no tienes opción, nunca la tuviste. Vuelve conmigo ahora y padre te perdonara sin demasiado daño; sigue así y te vas a arrepentir de todo esto. Te vas a arrepentir como nunca.
Me volví a verlo, él me devolvió la mirada desde arriba, como quien ve a un insecto deslizarse a sus pies, pero no me importó, si tenía que rogar, lo haría...
.- Por favor, hermano, de verdad lo amo. No es un juego esta vez, ya no hay más juegos, he cambiado ¿no podrías sólo olvidarte de mi? a Padre no le importará, hay muchos que pueden ocupar mi lugar. Por favor...
Me miró con los ojos cargados de desprecio.
.- ¿Lo amas? ¿Amor? Esas palabras te quedan grandes, cariño.
Me senté erguida en la cama, no serviría de nada suplicar. Sólo hay una forma de tratar con mi hermano.
Sabía que tenía que haberlo matado cuando pude.
.- Voy a pelear si es necesario.- Dije, tratando de recobrar la fuerza de antes, esa que tenía antes de conocer a Raph.
.- Y entonces él va a pagar el precio.- Me cortó en seco. De inmediato me paralicé mientras él se reía con los dientes apretados.
.- No pensaste en eso ¿verdad? El pobre chico verde puede morir y será por tu culpa. Mejor te olvidas de todo ahora. No puedes amar a nadie, no sabrías como hacerlo de todas formas, no podrías reconocer el amor aunque te diera en la cara.
.- He cambiado…
.- Tal vez, pero eso no hará ninguna diferencia. Recuerda nuestro juramento, hermana, juramos odiar, juramos destruir y esa clase de contratos no se rompe así de fácil. Deja de perder el tiempo aquí y haz tu trabajo. Padre está exigiendo su cuota. Padre exige una muerte.
.- No.- No pude evitar las lágrimas, no quería llorar, no enfrente de él.- No me iré. No mataré más para él. Tengo una oportunidad aquí, no me obligues a dejarla…
.- Ya hiciste tu elección hace mucho tiempo atrás. No hay nada que hacer al respecto.
.- No me iré.- Insistí. Se volvió hacia mí furioso.
.- Si de verdad te importa ese tipo, harás lo que te digo.- Gritó, haciendo estremecer las paredes, dejándome sin aliento.- Si no lo haces, lo mataré.
.- No... Tú no podrías, no serías capaz...
.- ¿No? Hermana, ahora eres tú quien olvida con quien estás hablando.
.- No, por favor, déjanos solos, por favor, hermano...
Más miradas de desprecio de su parte. Perdía mi tiempo rogando, sólo lo divertía. Hermano siempre disfrutó de la desesperación y ahora disfrutaba viéndola en mí. Tenía que encontrar una forma de sacármelo de encima, de librarme de él... De sobra sabía lo que quería de mí, que perdiera el control, que enloqueciera, como antes. Que matara y llenara la cuota. Pero esta vez no iba a funcionar, no conseguiría provocarme.
Ya no soy la misma.
Todavía recuerdo la última vez; volamos una manzana completa, un montón de gente muerta por nuestra culpa. Por supuesto que no nos importó en lo más mínimo. Al contrario, me divertí bastante.
.- Puedo entender si estás un poco aburrida, hermana. Claro que puedes hacer algo distinto de vez en cuando, pero ¿esto? ¿Por qué esto? ¿Por qué ellos? Padre ni siquiera sabe de dónde salieron, me rompes el corazón, cariño.
.- Tú no tienes corazón.- Le respondo, quitándome las lágrimas de la cara.
.- Touché.- Responde riendo.- Pero si yo no tengo corazón, tú tampoco, amada hermana. Somos demonios, no hay lugar seguro junto a nosotros, tú sabes que así es como debe ser. Sin embargo, si vuelves a nosotros, si entregas a Padre las muertes que reclama, no tocaré a tu amado. Es la mejor oferta que puedo hacerte, hermana.- Me vuelvo a mirarlo con la boca abierta.- No es necesario que lo pienses demasiado, busca alguien fácil. Alguien cercano.
.- ¿Qué? - Me costó un segundo, pero por fin logré entender ¿Como pude ser tan ingenua? si mi hermano hubiese creído que matar a Raphael era la forma de recuperarme, entonces lo habría hecho sin dudarlo. No era eso lo que quería de mí.
Ahora entendía, ahora sabía lo que debía hacer, era una idea tan macabra que no tuve más alternativa que apreciarla. Era aún peor que sólo matar a Raphael, mucho peor, tenía el sello perverso de mi hermano por todas partes.
Pero estaba bien, lo haría, le daría lo que buscaba. Llenaría la maldita cuota.
.- Está bien.- Escuché a mi propia voz decir. Desde ese momento, ya no habría vuelta atrás, la decisión estaba tomada y no pensaba arrepentirme.- Le daré a Padre las muertes que quiera, las que escoja, a cambio de que me deje conservarlo.
Hermano volvió un tercio de su rostro a mirarme de soslayo.
.- Haz la siguiente interesante.- Me dice sonriendo, divertido.- Y estoy seguro de que Padre aceptará.
.- Ya sabes quién será el siguiente, hermano.- Le digo con una sonrisa falsa.- Prácticamente tú lo elegiste para mí.
Hermano rió de buena gana al escucharme.
Hace cinco minutos, tenía una oportunidad para cambiar, una oportunidad real. Ahora, ahora todo se iba a la mierda. Así de simple. Jamás podría cambiar, seguiría siendo la misma de siempre, una vez más. Una vez más y para siempre.
Lo único que importaba, era que Raphael estuviera a mi lado. Lo único que importaba era que nunca supiera la verdad.
Y nunca lo sabría. Nunca.
.- ¿Tanto me odias hermano?- Pregunto. Mi hermano se da la vuelta, dándome la espalda, encaminándose a la ventana.
.- No tienes idea.- Me responde en un susurro.- No tienes idea…
.-
TBC.
