Música:

I can't be cool, Ilaria Graziano

Capítulo Cuatro:

Colapsando

LEONARDO

No sé cuánto tiempo llevo aquí, pero no me he movido en mucho rato. Sólo estoy aquí, sin estar realmente, sólo estoy…

No debí haber salido, no así. Sentado aquí, despistado, distraído, desarmado. Soy un blanco fácil, pero no quiero volver, no todavía. Se está volviendo costumbre, correr a la superficie en cuanto mi pobre cabeza ya no puede más; estar acá afuera me da la ilusión de estar huyendo. Pero no estoy acostumbrado a huir y no sé realmente cómo se hace, ni siquiera he logrado dejar de pensar, mi mente sigue trabajando tanto como antes. El cambio de escenario no me ayuda en nada, sólo me estoy arriesgando al salir, pero no quiero volver, no todavía.

Tampoco esta vez fui capaz de sostener las katanas. Ni siquiera las vainas, ni siquiera la bandana. No pude acercarme a ellas… ni siquiera pude verlas. Sé que debo hacerlo, sé que debo recuperarlas, pero no puedo. No puedo. Solían darme confianza, solían darme un propósito. Ahora, sólo me dan náuseas.

Jamás creí que llegaría a sentir algo así. Jamás.

Sé que debo hacerlo, sé que debo recuperarlas, sé que debo volver a ser ellas… pero no todavía, no aún. Sólo quiero un tiempo más, sé que nada va a cambiar, pero quiero un tiempo más. Me da la ilusión de ser capaz convertirme en alguien distinto.

Me reclino contra la pared de piedra del edificio, cierro los ojos, pienso que si permanezco inmóvil entre las gárgolas del techo de esta vieja iglesia, podría pasar perfectamente desapercibido.

No he visto a Sora desde lo que ocurrió esa noche. No puedo evitar reírme, todavía no puedo creer lo que hice. De verdad, tiene que haberme importado todo muy poco para haber intentado una cosa así.

Pero no lo lamento, puedo decir que lo siento, pero no es verdad. Ha hecho bien en no aparecerse, no puedo garantizar que no lo intentaría otra vez si me diera la oportunidad.

Todo me importa muy poco… y aún así, no he dejado de pensar en ella. No puedo. Ese momento en la azotea, me quema la piel. Nunca antes me sentí de esta forma y no sé si es que no puedo controlarlo, o es más bien que no quiero. La deseo, la deseo así de cerca otra vez y creo que disfruto jugando con esa idea en mi mente. ¿Está mal? Por supuesto que está mal. Pero todo está mal conmigo últimamente. Todo. Me estoy rindiendo ante ello, me dejo llevar por mi propia decadencia, trato de descubrir qué tan bajo puedo caer y hay un cierto encanto en ello. Pero aún en esto me impongo límites: dejo que mis pensamientos se entretengan con las posibilidades, pero sólo eso. No voy a negar lo que siento, en tanto permanezca todo en mi interior.

Sé que lo aplacaré, sé que eventualmente calmaré mi interior y lo llevaré al punto neutro al que acostumbro. Sé que tomaré las espadas otra vez y volveré a convertirme en ellas. Sé que volverán a ser mi propósito y yo volveré a hacer el de antes. Sólo un arma.

Pero no aún. Sólo quiero un tiempo más. Un momento más para pensar en ella, para besarla y tocarla en mi mente una vez más, sin que me importe la culpa.

Después… después todo puede volver a ser como antes.

RAPHAEL

Lo vi cuando iba camino a casa y pensé en simplemente ignorarlo. Seguro iba a hincharme las pelotas por haberme desaparecido por una semana y no tenía ganas de eso. La verdad, necesitaba estar lejos de él por un rato.

Al principio pensé que estaba ahí para esperarme, él sabe que tomo el camino de la iglesia para volver a casa, pero después me di cuenta de que yo no tenía nada que ver en el asunto. Estaba ahí, sentado al lado de la gárgola, mirando a la nada, completamente perdido en sus pensamientos. No sé en que estaría pensando, pero tenía que ser algo muy grave para que se quedara inmóvil de esa manera. Era una visión perturbadora, verlo tan ausente, incluso estando preocupado, siempre está alerta, nunca baja la guardia, nunca jamás. Pero en ese momento, era tan extraño… si hubiese querido, lo habría podido tomar por sorpresa y tirarlo al piso antes de que se diera cuenta de lo que había pasado.

Aterricé junto a él y casi murió del susto. En teoría podría haber sido divertido, pero sólo me molestó más.

.- ¿Qué estás haciendo aquí?- Le pregunté de inmediato. Se me quedó mirando con la boca abierta, parpadeando varias veces, todavía tratando de sacudirse la sorpresa. Increíble, nunca me sintió cerca. Ahora me estaba pareciendo preocupante, no estaba armado, no estaba alerta. ¿Qué demonios…?

.- Raphael...- Dijo, lentamente trayéndose de vuelta a la realidad. Pude sentir lo distraído que estaba, le tomó bastante volver a estar conciente de lo que le rodeaba y aún así no acababa de estar totalmente alerta.

.- Te pregunté qué haces aquí.- Insistí con fastidio. Odio cuando se porta raro.- ¿Estás bien?

.- Si…- Dijo, sacudiendo la cabeza.- Si, claro. Estoy bien.

Lo miré con cuidado y me fui a sentar a su lado.

.- ¿Seguro?

.- Si. Estoy bien.

.- Te ves como mierda recalentada…

.- Dije que estoy bien.- Repitió, alzando un poco la voz esta vez.

.- Bien.- Me encogí de hombros.- Estás bien.

Volvió a recostarse contra la pared, sin mirarme. Yo no me moví ni le saqué los ojos de encima, tratando de adivinar qué pasaba con él. Porque obviamente pasaba algo.

.- Déjame solo.- Dijo, en un susurro apenas.

.- Leo…- Comencé con cautela. Me estaba aterrando, de verdad que sí.

.- ¿No me oíste? Te dije que te fueras de aquí.- Me interrumpió, con ese susurro que apenas ocultaba que estaba a punto de explotar.

Volví todo el cuerpo hacia él y lo miré en silencio. Esperé, pero continuó ignorándome.

.- ¿Qué haces aquí?- Empecé despacio, pero al borde mi paciencia.- ¿Dónde están tus katanas?

.- ¿Y qué demonios te importa?- Dijo, recalcando cada palabra, tratando de asesinarme con la mirada.

No puedo negar que me divierte cuando pierde el control así, pero... Estaba solo en medio de la noche, desprevenido, y, Dios, las katanas eran parte de su cuerpo, ¿Dónde diablos estaban? Algo estaba pasando ahí y era raro como el demonio.

LEONARDO

Respiré profundo y me concentré en las luces de la ciudad a lo lejos. No quería discutir, pero no lo quería cerca tampoco. El problema era que ya le había dado cuerda suficiente como para olvidarme de que me dejara en paz, insistiría e insistiría hasta sacarme de quicio.

.- ¿Dónde has estado?- Le pregunté, sólo para tratar de desviar su atención de mí.

.- Oh, y crees que estás en posición de hacerme preguntas a mí…

Tomé aire y lo boté, poniéndome de pie. No, no tenía energías para eso.

.- Olvídalo.- Le dije.- Realmente no me importa.

Estaba comenzando a alejarme cuando me retuvo.

.- Espera.- Dijo, volviéndose hacia mí, todavía sentado en la cornisa. Hizo una pausa para mirarme con detención, lo dejé hacer, realmente no me importa, puede decir lo que quiera, no morderé su anzuelo.- ¿Qué te está pasando?- Preguntó.

Me quedé mirándolo en silencio, sorprendido. Eso no lo esperaba. No podría asegurarlo, pero parecía que de verdad le importaba. Por un momento llegué a pensar que podía ceder y hablar…

Pero no. No sé cómo. No sé cómo confiar en él, no sé cómo ser su amigo.

.- No…- Respondo y en verdad me duele. Él abre los ojos, sorprendido.

.- ¿No?

- No.

Siempre me he sentido tan lejos de mi hermano. Tan lejos de todos. Supongo que es mi culpa… supongo que no me di cuenta cuándo pasó y ya es tarde para hacer algo al respecto.

Me doy la vuelta otra vez, en un segundo intento por alejarme de ahí.

.- ¿Dónde vas?- Me preguntó secamente. A pesar de su brusquedad, puedo ver que está preocupado. Me hace sentir mal, realmente no lo merezco.

.- ¿Desde cuándo te importa lo que yo haga?- Respondo, pero de inmediato me arrepiento. No, no quiero discutir, sólo quiero irme.

Déjame en paz, Raph. Solo déjame en paz. Si supieras lo que en verdad ocupa mis pensamientos, si sólo supieras…

.- No me digas si no quieres.- Siguió.- Pero no voy a dejarte ir solo. No así.

.- Estaré bien, lo prometo, sólo déjame en paz. Mañana ya seré el de siempre, de verdad.

Raphael frunció el ceño, sacudiendo la cabeza negativamente. Lo miré sin comprender.

.- No es eso.- Siseó, agazapándose.- Pero no sería buena idea dejarte ir ahora.

.- ¿Y eso por qué, Raph?.- Suspiré agotado. Realmente no tenía energías para eso.

.- Porque ni siquiera te has dado cuenta de que no estamos solos.

Me quedé frío. Frío e inmóvil. Miraba a Raph con los ojos bien abiertos, mientras él me devolvía una mirada severa, grave. Sí, había alguien más ahí, pero aún no sabía dónde.

Traté de concentrarme, de volver a la realidad, pero me estaba costando. No podía. No puedo volver a ser la misma máquina de antes, cómo volver a ser el de siempre si no sé por qué lo hago, para qué ¿Por mis hermanos? ¿Es eso suficiente? Necesitaba de una razón para defenderme y en ese momento no tenía ninguna.

.- ¿Te han estado siguiendo?- Pregunté, aún inmóvil. Raph asintió.- ¿Desde cuándo?

Raph adoptó una posición de defensa.

.- Desde el apartamento de Sora, creo...

.- ¿Por qué no lo dijiste antes?

Raph no dejaba de mirar alrededor, su cuerpo comenzaba a tensarse, a la espera de tener que liberar energía sobre alguien. Yo permanecí en mi posición, sólo esperando.

.- Necesitaba confirmar algo…

.- ¿Confirmar? - Me volví a verlo sin entender.- ¿Confirmar qué?

.- Estás distraído.- Frunció el ceño.- Debiste haberlo sentido de inmediato, pero no lo hiciste ¿Qué pasa contigo? ¿Andas suicida, hermano?

No dije nada. Buena pregunta.

.- ¿Dónde está?- Pregunté en voz baja.

.- Justo al frente.

Miré en esa dirección, pero no veía nada, aunque eso no cambiaba en absoluto el hecho de que ahí, efectivamente, había alguien. No hice nada, quien quiera que fuera se mostraría tarde o temprano o bien se iría por donde había venido. Cualquiera de las dos cosas funcionaba para mí.

Raphael en cambio, estaba ansioso, podía sentirlo a mi lado, las puntas de los sais brillaron en la esquina de mi ojo. Tranquilo, hermano. Ya viene. Volví todo mi cuerpo hacia el frente, pero me quedé en segundo plano. Quien quiera que fuera, dejaría que Raph se hiciera cargo.

De la oscuridad, emergió un hombre alto, muy alto, con un largo abrigo marrón, el pelo blanco en una coleta hasta la cintura, los ojos ocultos en esas gafas oscuras, aparentemente desarmado. Sonrió un poco al vernos, mientras nosotros esperábamos expectantes.

Nada de hostilidad venía de él. No quería pelear, de eso estaba casi seguro, pero no por eso disminuía la sensación de peligro, aunque sólo estuviera ahí, mirándonos con algo de curiosidad, pero nada más. Sorprendentemente, nada más. La forma en que nos miraba me hacía creer que ya nos conocía, que no le resultábamos extraños, pero yo jamás lo había visto antes.

.- ¿Quién eres?- Le pregunté al extraño.

Se volvió lentamente a mirarme.

.- No es a ti a quien busco.- Me dijo y luego se volvió a mirar a Raph.

Pude sentir a mi hermano estremecerse bajo su mirada, pero no movió un músculo.

.- ¿Qué quieres de mí entonces?- Le preguntó, entrecerrando los ojos.- ¿Por qué me has estado siguiendo?- El tipo sonrió.

Por varios minutos, sólo se quedaron mirándose el uno al otro: el tipo alto tranquilo, con las manos en los bolsillos; Raph sin bajar la guardia. Ambos, como si yo no estuviese ahí.

.- No he venido a pelear.- Dijo, sacando las manos de los bolsillos, mostrando las palmas vacías, siempre manteniendo sus ojos fijos en los de Raph.- Puedes creerme. Sólo quiero hablar.

Después de unos segundos, Raph bajó la guardia y asintió, luego se volvió hacía mí.

.- Le creo.- Me dijo secamente. Me volví a mirarlo. Si, yo también le creía, pero no por eso me gustaba más. Los ojos cubiertos por las gafas me devolvieron la mirada por un instante, luego volvieron a Raph, ladeando la cabeza en mi dirección.

Mi hermano comprendió al instante.

.- Déjanos solos, Leo.- Me dijo, sin volverse a mirarme.

.- ¿Estás seguro?

.- Ya me oíste.

.- No me convence.

.- Estaré bien.- Dijo, sin apartar la vista del extraño hombre.- Ahora, no me hagas repetirlo. Tengo curiosidad por saber por qué este tipo me ha estado siguiendo todo este rato.

Retrocedí unos pasos, de vuelta a las sombras, sin apartar los ojos del hombre. Seguía sin percibir una amenaza clara y en vista de que ninguno de los dos me quería ahí…

.- Hazme saber si necesitas ayuda.- Dije en voz baja, pero Raph no respondió, demasiado concentrado en el extraño.

.-

TBC