- Out of my mind- Duran Duran

- I know- Placebo

Capítulo Seis:

Traición.

LEONARDO

Estaba mal, no había forma de cambiar eso, sólo dar media vuelta y no abrir esa ventana.

El corazón me pateaba el pecho, lleno de una mezcla de ansiedad y miedo, miedo a mí mismo, a lo lejos que podía llegar sin que realmente me importara, a lo poco que me importaba nada en realidad, ni consecuencias ni daños. Estaba ahí por una razón, si realmente tuviera la intención de detenerme, jamás habría ido en primer lugar. Estaba esperando ese momento desde hacía tiempo y de pronto ahí estaba, el resto me importó poco.

Podía ver su silueta a través del cristal; la vi sobre la cama y supe que ya no daría pie atrás.

Estuve dentro de la habitación antes de darme cuenta, por una vez sin tratar de anticipar lo que iba a pasar a continuación, las consecuencias, los daños.

¿Quién soy? Ya no lo sé, ya no me reconozco… desde esa noche, ya no sé quien soy.

Dentro estaba todo oscuro, excepto por la luz del exterior, la luz de una luna que no podía ver, combinada con las luces de la ciudad, cayendo juntas sobre la cama en medio de la habitación, dejando todo lo demás en penumbras. Estaba de pie, a sólo metros de ella, esperando, tenso, ansioso... Esperaba, aún cuando la situación no merecía un preámbulo tan largo, ambos sabíamos a lo que habíamos venido.

Pero ella disfrutaba la espera, ella disfrutaba de cada momento, podía verlo en su cara, se deleitaba viéndome como dudaba de pie entre la ventana y la cama ¿Qué quiere de mí realmente? ¿De qué se trata todo esto? La idea de tenerme dando vueltas alrededor de su dedo la divertía, gozaba con ella. Podía verlo en su cara. Pero no había nada que pudiera hacer, ya había revelado de qué forma pensaba en ella, lo indefenso, lo dispuesto que estaba. No tenía como ocultarlo, menos ahora, viéndola así, sentada sobre la cama, enredada entre sabanas blancas, mirándome, dejando al descubierto una espalda desnuda, blanca como la leche... No sé a qué espero, no me importa lo que piense, lo que quiera, lo que sienta. Ya estoy aquí, ya sé lo que quiero. No quiero hacerle daño a nadie, pero no puedo evitarlo, no puedo hacer nada al respecto.

¿Quién soy, quién soy? ya no lo sé…

.- No he dejado de pensar en ti, no desde esa noche.- Dice y su voz es apenas un susurro.- Te necesito.

Quise sonreír, pero no pude. Duele. Más de lo que había pensado que podría. Quisiera que no hubiera dicho nada, habría sido más fácil de soportar. Casi resulta convincente, pero sé que no es verdad. Lo sé, lo estoy viendo.

La veo sobre la cama y su cuerpo es una invitación, pero en sus ojos no hay nada. Nada. Está mirando a través de mí.

Esa no es la forma en qué ve a Raph, no son los mismos ojos…

.- No es verdad.- Dije simplemente.

Ella me mira y sus ojos se iluminan, pero no dice nada. Ni siquiera va a tratar de convencerme.

Es todo falso y aún no sé que es lo que quiere de mí, por qué juega conmigo. Me maldigo a mí mismo por caer en su estúpido juego, cualquiera que este sea, y me maldigo a mí mismo por descubrirlo tan fácilmente. Eso es lo peor, algo trata de hacer conmigo, pero no pienso detenerlo. Me hago el ingenuo, sé que algo pasa, pero escojo ignorarlo, ignorar por un momento que me engaña como a un tonto. Trato de no pensar en eso.

Tragué un sabor amargo en mi garganta, una especie de nudo comenzaba a formarse ahí.

¿Quién soy, quién soy?

En el fondo, yo también quería creer. De verdad. Todo lo que quisiera decirme, quería creérselo, toda la basura que estaba por venderme, se la iba a comprar gustoso. Tal vez sí fuera un ingenuo después de todo, aún esperaba que bajo todas las mentiras, hubiese un rastrojo de verdad.

.- ¿Qué quieres de mí? ¿Qué quieres realmente? - Pregunto, sin esperanza. Sora sonríe y yo maldigo su sonrisa, porque sé que con ella va a obligarme a hacer lo que quiera.

.- A ti, solo a ti.- Dice y casi me tiene. Para ser honestos, me tuvo desde que entré a la habitación.

¿Qué quieres de mí, hermosa? ¿Qué quieres de mí?

Comenzó a avanzar lentamente hacia mí, sin que las sabanas que la cubrían la abandonasen. Tras un esfuerzo, logré desviar la vista del cuerpo que comenzaba a adivinar bajo las ropas. No sé cómo, pero voy a tratar de luchar un poco, por muy poca voluntad que tenga.

.- No puedo hacer esto. – Digo de una vez y sé que ahora soy yo el que miente.

.- ¿No me quieres?- Pregunta.

No puedo evitar sonreír ¿No la quiero? Mi cuerpo está temblando, apenas si lo contengo, apenas si lo controlo. Ella sólo necesita presionar un poco más, sólo un poco más y ya no habrá nada que pueda hacer.

Por favor, no te acerques más... por favor…

No quiero hacerle daño a nadie. No quiero hacer más daño, es sólo que necesito esto. La necesito a ella.

.- Raphael...- Comienzo, respondiendo a un débil sentido de lealtad y a un leve dejo de culpa, que sé que con un pequeño esfuerzo podría hacer desaparecer fácilmente.

.- A Raphael no le importa lo que yo haga.- Respondió al instante, con una nota de enojo en su voz.- No le importo, tú lo sabes.

¿Es eso? ¿Despecho? Me usa para castigarlo, para darle una lección ¿Eso es lo que quiere de mí? ¿Realmente me importa? La pelota en mi garganta se volvía cada vez más molesta... Dios, la necesito, no hay nada que pueda hacer, la necesito. Estoy tan perdido…

.- En cambio, tú matarías por alguien a quien le importe.- Dice y es verdad. Me tiene.

No hay nada que pueda hacer. Nada. Voy hacia ella, me espera apenas cubierta por la sábana. Me arrodillo sobre la cama frente a ella, sin dejar de mirarla, Sora deja caer la ropa y me mira, expectante.

Nadie va a detenerme esta vez. Ni siquiera yo. Pongo mis manos en su cintura y la atraigo hacia mi, dejo que nuestros cuerpos se toquen, busco su boca… mi vista se nubla, apenas si puedo respirar, completamente mareado, trato de mantener la calma, pero sé que en el fondo no quiero. Quiero perderla, quiero ceder.

Me mira, toma mi cara entre sus manos y me mira, como si entendiese, como si supiese lo desesperado que estoy, lo mucho que necesito esto, lo mucho que quiero perderme y olvidar. Parecía tan real, casi como si de verdad le importase.

¿Sientes algo por mí, hermosa?

.- ¿Por qué me haces esto?- Le preguntó, antes de rendirme.

.- ¿No lo quieres?

Tomé sus hombros, sin importarme si le hacía daño, cerré los ojos con fuerza, ella no dijo nada, no intentó nada.

¿Es esto lo que quiero? No lo sé, no quiero hacerle daño a Raph, pero también la quiero a ella. No hay forma de tener las dos cosas.

Por un segundo pensé que podría escapar, que la haría a un lado, que la apartaría de mí y que daría media vuelta de nuevo hacía la ventana, por un segundo pensé que podría. Pero no. Sabía que no iba a poder evitarlo, por mucho que me gritara por dentro que no lo hiciera, lo único que quería era empujarla conmigo a la cama.

¿Quién soy? Ya no lo sé, ya no me reconozco… desde esa noche, ya no sé quien soy.

Sostuve su cabeza con una mano, mi boca se deslizó un poco por su cuello... Después de eso, todo fue más fácil.

No abro los ojos. No quiero abrirlos, no quiero ver los suyos y darme cuenta de que no siente nada por mí. Su cuerpo está caliente, pero no hay nada ahí, no ocurre nada tras esa piel, no hay nada tras esos ojos. Sigo abrazando con fuerza, esperando encontrar algo, pero no hay nada ahí para mí.

No, no te vayas, no quiero estar solo…

Pero lo poco que sea, lo necesito y ella lo sabe. Necesito que alguien me haga creer que todo va a estar bien, que ya no debo preocuparme.

¿Quién soy? ¿Quién soy?

Sus manos bajan por mi cuerpo, sólo quiero un segundo para pensar que se quedará conmigo, quisiera por una vez ser así de ingenuo. Al menos una vez.

Nada.

SORA

Parecía un niño asustado. Por un segundo pensé en detenerme, no era justo ¿Cómo podía pensar siquiera en hacerle daño? Pero no tenía mayor opción.

Además, era tan fácil. Era demasiado fácil como para que no me gustara.

Sus manos seguían aferrándose a mis brazos, busqué su cara, suavemente, sujetándome a su cuello, acariciándole el pecho, bajando hacía su cintura. Casi podía oír el latido de su corazón...

Recorrí su cuello con mi boca hasta llegar a la suya y lo besé. No respondió al principio, sólo se quedó inmóvil, no respiraba. Traté de ignorar aquello que parecían ser lágrimas en sus ojos. No, no es justo, pero ya es tarde para pensar en eso.

Sus manos dejaron mis brazos y fueron hacia mi espalda, suavemente, ya no temblaban como antes. Entonces comenzó a corresponderme.

No sé porque sentí aquello, no se suponía que debía. Cerré los ojos con fuerza. Se suponía que yo debía guiar, se suponía que yo tenía el control, pero había algo...

Nada había cambiado, nada, mis razones seguían siendo las mismas, todavía debía hacer lo que fuera necesario, sin embargo, había algo. Me besó profundamente, sin miedo, ni inseguridad, ni temor a dar de más. Por más que trataba de ignorar esas cosas, siempre estaban en Raphael.

Siempre estaban, maldita sea.

En él no. En él no había nada de eso. Era demasiado astuto como para creer que todo eso era verdad y sin embargo, no se estaba guardando nada. Lo daba todo, con la esperanza de recibir algo a cambio. Tal vez fuese sólo eso al final. Cuando me rodeó la cintura y me atrajo hacia él, había eso, esperanza.

Me alzó en el aire, me sentó sobre él. Casi me gustó. Por un segundo me permití hacer como si fuese real. Lo abracé nuevamente, él dejó mi boca para seguir por mi cuello, moviéndose más rápido.

.- Dime que todo va a estar bien. Dime que yo estaré bien.- Balbucea.-No soy un asesino…- No respondo, sólo lo dejo continuar. Toma mi cuerpo y me recuesta sobre la cama, cayendo sobre mí, besándome el cuello.- Sólo quiero una vida que sea distinta…

Se aferra a mi cintura con fuerza. No se suponía que tenía que gustarme, pero por el tiempo que durase, al menos lo disfrutaría. Esperaba que él hiciese lo mismo. Al menos eso tendría.

Un pensamiento cruzó veloz mi cabeza y se quedó unos segundos ahí, flotando en mi mente…

"Lo siento, Leo, lo siento..."

Luego desapareció por completo.

Ya era tarde para eso.

LEONARDO.

Era un sopor agradable y cálido.

Si tan sólo pudiera decidir no despertar nunca más. Ya veríamos si aquel momento valía toda la culpa y los problemas que vendrían después.

Por el momento...

Ella tomó mis manos y las llevó exactamente al lugar en su cuerpo donde quería que estuvieran. Su piel era suave y tibia al principio, ahora mis dedos resbalan por el sudor que la cubría. Dejó que bajara con mi boca por su pecho, mientras yo no dejaba un centímetro sin recorrer con las manos. Las suyas se movían rápidas por mi cuerpo, sabían exactamente donde ir, donde buscar. Lo conocía.

Por supuesto que sí.

Cerré los ojos con fuerza mientras la sentía jadear junto a mí mejilla, y eso sólo me hacía querer ir más rápido, tenerla de una vez. Mis manos se deslizaron por sus piernas, ya no podía más, pero a ella no le importaba mi apuro. Al contrario. Me recibió entre sus piernas, las apoyó sobre las mías, estaba lista. Yo también.

Segundos antes de hacerlo, pensé que aún podía detenerme, que si no lo hacía, podía ahorrarme una buena cantidad de problemas, que si me detenía aún podría seguir mirando a la cara a Raph.

Pero no lo hice, no me detuve. Lo necesitaba. Necesitaba de esa farsa. Su cuerpo se arqueó al recibirme dentro...

Cerré los ojos, por más que me gustara su cara, no quería verla, no quería descubrir la misma expresión vacía que había visto hace rato. Pero estaba bien, lo que quedaba aún alcanzaba para compensar lo que faltaba.

Dios, qué estaba haciendo, qué estaba haciendo. No lo sabía ni me importaba, mi conciencia ya no estaba más ahí, sólo mi cuerpo…

Apoyé mi boca contra su cuello, escuchando como sus jadeos se confundían con los míos.

.- ¿Me amas? – Preguntó de pronto.

Incluso si lo hubiera querido, no me habría podido detener, pero intenté pensar ¿La amaba? No lo sé, pero amaba lo que estaba haciendo conmigo, amaba estar dentro de su cuerpo… Siendo honesto, en ese momento le habría dicho lo que ella hubiese querido escuchar.

.- Te amo - Me escuché decir a mí mismo.

Dejó de moverse, no lo noté al principio, me tomó un rato darme cuenta de que me había dejado seguir solo. Pensé que algo andaba mal así que me detuve y me volví a verla.

Me miró también, pero su cara ya no era la misma. La miré extrañado, pero ella sólo sonrió.

Luego todo se volvió negro.

TBC