Disclaimer: Esta historia no me pertenece, los personajes son de Stephenie Meyer y la autora es fanficsR4nerds, yo sólo traduzco sus maravillosas palabras.
Disclaimer: This story doesn't belong to me, the characters are property of Stephenie Meyer and the author is fanficsR4nerds, I'm just translating her amazing words.
Thank you fanficsR4nerds for giving me the chance to share your story in another language!
Este capítulo no está beteado, así que todos los errores son míos.
.: Veinticuatro :.
En cuanto cruzo la puerta me doy cuenta de que cometí un terrible error. Unos guardias altos están parados al otro lado del pasadizo, y saltan sobre mí antes de darme cuenta de lo que está pasando. Pateo, pero es en vano. Su agarre es firme e inmediato.
Uno de ellos habla, pero tengo demasiado pánico para entender qué está diciendo, o está hablando un lenguaje que no conozco.
—Suéltenme —grito.
El otro gruñe.
—¿Qué estás haciendo aquí?
No le respondo y juntos me arrastran por un largo pasillo, sus fuertes manos me amoratan los brazos, mis pies raspan sobre el suelo mientras corro para seguirles el paso.
Estoy muy jodida.
…
Transcurre mucho tiempo hasta que emergemos de los túneles del calabozo. Esta vez los túneles están iluminados y aunque soy una prisionera, la luz me brinda un inmenso confort. Puedo lidiar con más cosas ante la luz.
Al principio, nada en mis alrededores se ve diferente. El piso y las paredes siguen siendo de una piedra fría y resbalosa. Luego lentamente las cosas empiezan a cambiar. Hay cortinajes colgados sobre las paredes y el suelo cambia de superficies resbalosas a una piedra negra pulida con alfombras de musgo donde pisar. El lujo de todo esto me pone más alerta.
Me llevan a un set de puertas dobles que fácilmente son de dos pisos de altura. Están enmarcadas con un arco de ramas entrelazadas que prospera con delicadas flores y hojas, a pesar de que es otoño en el mundo exterior.
Abren las puertas y mis ojos analizan la enorme habitación llena de criaturas de aspecto extraño. Todos están vestidos con telas resplandecientes y brillantes colores, y todos los ojos se posan en mí al entrar. Estoy sumamente consciente de mi ropa sucia y pies descalzos al encarar a la nobleza.
La multitud se separa, aunque puedo sentirlos susurrando sobre mí cuando me arrastran al pasar. Mis guardias me lanzan en la base de un estrado donde se encuentran dos tronos enormes. Ambos están hechos de huesos y astas, y sobre los tronos están los dos rostros más perfectos que he visto en la vida. El Rey Hazel y su Reina.
Los guardias me sueltan los brazos y caigo de rodillas, el cansancio y el miedo me superan. No puedo pararme, por nada del mundo.
—¿Qué es esto? —pregunta una voz melodiosa. Alzo la vista a la Reina Hazel. Ella es perfección, con un largo cabello rojo de seda y los ojos del verde más puro que he visto en la vida. Lleva una corona de astas al inclinarse hacia mí, y su vestido color esmeralda ondula al moverse.
—Una intrusa en los calabozos —dice uno de mis captores.
Los ojos de la Reina Hazel se agrandan y es casi doloroso verla.
—¿Una chica humana en nuestros calabozos? Este debe ser un error. —Se gira hacia mí con rostro amable y gentil—. Ovejita, ¿qué haces tan lejos de casa?
No puedo hablar. No puedo moverme en absoluto. A pesar de la severidad de la situación, requiero de todo mi esfuerzo para no colapsar en este momento y lugar.
Mis ojos caen hacia el brillante piso negro bajo mis dedos y me obligo a mantener la compostura, solo un rato más.
Al menos si me matan al fin podré descansar.
Puedo escucharlos hablando de mí, preguntándose si soy muda o solo estúpida. No puedo reunir la energía para corregirlos.
La Reina Hazel se mueve en su trono, y el movimiento de su vestido capta mi atención. Alzo la vista, y se me revuele el estómago mientras me ahogo con mi respiración.
Edward está a los pies de la Reina Hazel, no lleva camisa y unos enormes moretones le rodean el torso. Tiene un pesado collar alrededor de la garganta que está conectado al trono de la Reina Hazel.
Sus brillantes ojos se encuentran con los míos y veo miedo y desesperanza en su rostro. La mirada que me dedica me dice solo una cosa: corre.
