Disclaimer: Esta historia no me pertenece, los personajes son de Stephenie Meyer y la autora es fanficsR4nerds, yo sólo traduzco sus maravillosas palabras.
Disclaimer: This story doesn't belong to me, the characters are property of Stephenie Meyer and the author is fanficsR4nerds, I'm just translating her amazing words.
Thank you fanficsR4nerds for giving me the chance to share your story in another language!
Este capítulo no está beteado, así que todos los errores son míos.
.: Veinticinco :.
Me encuentro en la situación más peligrosa de mi vida, y actualmente ese peligro me dedica una sonrisa tan encantadora que me resulta difícil pensar.
Los largos dedos de la Reina Hazel rozan sobre la cabeza de Edward, y una vocecita posesiva en mí quiere protestar. Es irracional. Ella es más poderosa que cualquier otra persona que haya conocido, y no solo por la magia que puedo sentir radiando de ella. Ejerce autoridad y lealtad en todos los que están en esta sala, y con un movimiento de sus dedos mi vida podría terminar.
La cara de Edward se ha tornado vacía, fría y distante. Es inquietante.
—Bueno, si la Ovejita perdida no quiere hablar —dice la Reina Hazel, sus ojos esmeraldas atraen mi atención a su cara otra vez—. No hay nada que podamos hacer más que llevarla al matadero.
Mi boca seca se seca más.
—Me perdí —susurro, la garganta me raspa al hablar—. Estoy perdida y solo intento volver a casa.
Las palabras se sienten insulsas, incluso al decirlas. Mi cansada mente intenta desesperadamente pensar en qué hacer, cómo sacarnos a Edward y a mí de aquí. Edward tiene aspecto de que ya se rindió, y eso es lo que me asusta más que nada más.
—Estás perdida —dice, atrayendo mi mirada de regreso a ella. Tengo que dejar de mirar a Edward. Mi intuición me dice que admitir que lo conozco terminaría de forma devastadora para los dos.
—Sí.
La Reina Hazel me analiza de cerca.
—Cómo me encanta ver a los mortales mentir. Retuercen sus palabras para formar escudos a su alrededor hasta que se encadenan con tanta fuerza que se ahogan con sus propias falsedades. —Sus dedos se doblan ligeramente en su regazo y respiro profundo.
—No soy yo la que necesita retorcer sus palabras —digo, la réplica se me escapa antes de poder detenerla—. Hablo con perfecta claridad, deshonesta o no.
Los ojos de la Reina resplandecen y estoy tan furiosa conmigo misma por permitir que salieran esas palabras. Esencialmente acabo de firmar mi propia ejecución.
—Una Oveja con lengua de Serpiente —musita. Flexiona los dedos otra vez y es solo entonces que me doy cuenta de que los brazaletes que usa son serpientes que le rodean los brazos esperando, parece, una orden de ella—. Tal vez te vaya mejor en un deporte.
Los ojos de la Reina son destellos de maldad al verme con desprecio. Mi corazón retumba con tanta fuerza que siento que se va a salir de mi cuerpo. Adrenalina fresca se eleva en mi sistema y aunque sé que no es algo bueno, eso me mantiene despierta, y me aferro a eso.
—Querida mía —dice el Rey Hazel, hablando por primera vez. La Reina se recarga en su trono, mirándolo—. No seré yo quien te niegue tus placeres, pero si va a haber una cacería, pediré que vistan a la criatura adecuadamente.
Él no me mira al hablar, sus ojos se posan en su reina antes de vagar por la sala. Se ve aburrido.
La Reina sonríe.
—Siempre tan atento a la estética. —Ronronea—. Muy bien. Que alguien lleve a la Oveja a que la bañen y la vistan apropiadamente. La caza comenzará a la salida de la luna.
Se escucha un grito de alegría en la sala mientras alguien agarra mi brazo, sacándome a rastras de la sala. Volteo a ver una vez más a Edward, pero él está completamente distante, mirando inexpresivamente el piso que tiene enfrente.
