Disclaimer: Esta historia no me pertenece, los personajes son de Stephenie Meyer y la autora es fanficsR4nerds, yo sólo traduzco sus maravillosas palabras.
Disclaimer: This story doesn't belong to me, the characters are property of Stephenie Meyer and the author is fanficsR4nerds, I'm just translating her amazing words.
Thank you fanficsR4nerds for giving me the chance to share your story in another language!
Este capítulo no está beteado, así que todos los errores son míos.
.: Veintisiete :.
La habitación huele a cedro y romero. Arrugo la nariz al inhalar el aroma. Está teñido de magia, y abro los ojos de golpe, repentinamente consciente de que no estoy sola.
Me siento en la cama, mis ojos se mueven por la habitación hasta que se posan en el Rey Hazel, está sentado en la silla del peinador, mirándome. Jadeo, luego recuerdo que estoy usando una bata y subo las manos para asegurarme de que la tengo bien puesta.
Me pone los ojos en blanco con pereza, como si mi modestia fuera fastidiosa.
—Fue una idiotez de tu parte venir aquí.
Todos me dicen eso, como si de alguna manera mágica estuviera más a salvo al reconocer la cagada.
—Tenía que hacerlo.
No confío en el rey, pero las palabras salen de mi boca sin pensarlo. Sus ojos oscuros se encuentran con los míos.
—Sí —dice después de un momento—. Lo sé. —Eso me sorprende y siento que mis cejas se alzan. Me ignora—. Tu juvenil impaciencia ha creado un problema bastante grande —dice lentamente. Todo sobre él es lento, como si llevara una eternidad sentado y hubiera olvidado cómo ser.
—No quiero morir —le digo porque, en este punto, qué más puedo decir. Sus ojos oscuros viajan hacia mí otra vez, arrastrándose lentamente.
—Todos debemos morir —dice con suavidad.
Frunzo el ceño.
—Sí, pero en nuestro momento. No por el capricho de otros.
Tengo que controlarme. Contestar así fue lo que me trajo aquí en primer lugar.
Los ojos del Rey se ven perezosos y cansados, pero veo que sus labios esbozan una pequeña sonrisa.
—¿Quién entre nosotros está más allá de la influencia de fuerzas externas? Si no fuera mi esposa, sería la voluntad de otro, o una enfermedad. Incluso el tiempo está en tu contra. Ninguno de nosotros está en control de nuestro destino.
Entorno la mirada.
—Aprecio un buen debate filosófico tanto como cualquiera —espeto—, pero el tiempo no está a mi favor aquí. Me han sentenciado a morir en… —miro la ventana—… parece que en cuestión de minutos.
El Rey se ve un poco divertido y eso me enoja.
—La cacería sucederá —acepta—. Pero no deseo que mueras. No todavía.
Lo miro, trago con fuerza.
—¿Qué significa eso?
El Rey me mira, sus ojos oscuros se encuentran con los míos, y por primera vez veo un poco de vida en ellos. Es algo antiguo y parpadea débilmente, pero ahí está. Aunque no es humano, puedo ver unos trazos de compasión, y eso me da esperanza.
—Sé quién eres. Sé por qué estás aquí e incluso sé qué es lo que quieres. —Su voz suena baja y las palabras salen de su boca de forma cansada. Abro la boca para hablar, pero me interrumpe—. Tengo un interés personal en que tengas éxito.
Intento asimilar esto, procesarlo de alguna manera. ¿Edward está haciendo todo esto por órdenes de su rey?
—Si es verdad —digo, mirándolo—, entonces sabes qué es lo que necesito para tener éxito.
Espero que entienda que estoy hablando de Edward.
El Rey exhale un suspiro pesado.
—El agarre de mi esposa es firme y su veneno está muy arraigado. No será fácil. —Me mira—. ¿Estás segura de que no puedes tener éxito sin eso?
Lo miro enojada.
—Estoy segura.
Asiente, recargándose ligeramente hacia atrás.
—Entonces debo hacer algunos arreglos. —Pausa, mirándome—. Es mejor que te prepares ahora —dice lentamente—. Todo el tiempo que se pasa con la Reina deja su marca. Puede que lo que buscas ya no esté completo.
Sus palabras crean grietas de miedo a través de mí, y trago con fuerza.
—Soy una sanadora —digo en voz baja—. Haré mi trabajo.
Los dedos del Rey golpetean gentilmente sobre su pierna y asiente.
—Muy bien. Vístete y come. La cacería comenzará pronto y necesitas estar alerta.
Hace ademán de irse y me levanto con prisa de la cama.
—Espera, ¿aún tengo que participar en la cacería?
El Rey me mira con ojos fríos e intensos.
—Incluso si quisiera eximirte de ello, no lo haría.
Sus palabras me congelan hasta los huesos mientras él cruza la puerta, dejándome sola. En realidad no sé cuál es el objetivo del rey; por qué quiere ayudarme a escapar, pero aun así planea hacerme pasar por este tormento.
Solo tengo una cosa clara en este momento.
No puedo confiar en nadie.
