-Yoh ya no hay leche, Ren se la terminó, ve a comprar más. –Dijo Anna Kyouyama a su prometido.

-¿Tienes dinero?

-No, creí que tú tenías. –Replicó la rubia

-No tengo y ya hay demasiada gente aquí en la pensión

-Te dije que les cobraras, pero no quisiste y yo quiero leche, así que consigue dinero.

En la pensión En, las cosas no eran fáciles, y menos en el aspecto económico. Los padres de Yoh le mandaban tan poco dinero que apenas podía sobrevivir. Con eso, tenía que mantener a su prometida Anna y a varios de sus amigos que vivían con él: Horo-Horo con su hermana Pilika, Tao Ren y Ryu, todos ellos con sus respectivos espíritus: Kororo, Basón y Tokageroh.

Ninguno de los shamanes podía trabajar para aportar más ingresos a la pensión porque tenían que entrenar. Por su parte, Pilika estaba muy ocupada presionando a su hermano y Anna decía que no había un trabajo digno de ella. Pero tenían que hacer algo si no querían morir de hambre así que Anna, la jefa de la casa, convocó a todos a una reunión para darle fin a esa crisis económica que tanto los angustiaba.

-No sé ustedes pero a mí no me gusta la vida de pobre. –Dijo Kyouyama para comenzar la charla.

-A nadie le gusta la pobreza… -Comentó Ren –Pero no hay nada que podamos hacer

-¡Yo tengo la solución a sus problemas!

Todos voltearon a ver a Tokageroh esperando a que dijera su propuesta.

- Pueden hacer lo que yo hacía cuando vivía.

-¿Robar? –Preguntó Ryu inseguro

-Sí, es la única forma de obtener dinero de una manera fácil y rápida.

Todos miraron a Tokageroh desconcertados, sin saber si correrlo de la pensión o felicitarlo por la idea.

-Yo creo que es una buena idea. – Dijo por fin Anna después de un largo rato de silencio. –Ren, Ryu e Yoh irían a robar y Pilika y yo nos quedaríamos aquí como de costumbre.

- ¿Y no sería lo mismo que si fuéramos a trabajar? –Preguntó Horo en tono sarcástico.

-No, porque robando tardarían sólo unos minutos y trabajando tardarían horas. Además de que cuando vayan a robar, van a hacer ejercicio. –Dijo Anna dejándolos a todos atónitos.

-Annita, ¿No crees que haya otra opción? Por ejemplo, Ren… -Dijo Yoh dirigiéndose a Ren. -¿No podrías aportar algo de dinero? ¿O al menos comprar tu propia leche para que no gastemos tanto?

-No, yo creo que la idea de Tokageroh es muy buena, además, desde que peleé con mi padre no me manda ni un centavo así que estoy igual o peor que ustedes. – Respondió Ren a la propuesta de Yoh.

-¿No le podríamos pedir prestado a Manta? –Dijo Yoh como último recurso.

-No tengo dinero, Yoh. Lo siento. –Señaló Manta, acababa de llegar.

-¡Pero si tu eres rico! ¡Vives en una mansión! –Exclamó Horo

-No Horo-Horo, mi padre es rico, yo no. Y ustedes saben que desde que peleé con él, sólo me da dinero para mi desayuno. –Manta se veía muy triste después de decir eso.

Rápidamente, Yoh le explicó al problema a su amigo quien aceptó la idea de Tokageroh.

-Bueno Yoh –Dijo Anna –Creo que eres el único en contra de la única buena idea que ha tenido Tokageroh en su vida. Pero como somos mayoría, desde mañana irán a buscar algo de dinero fácil.

Nadie era capaz de negarle algo a Anna por amor a sus vidas, así que todos asintieron y fueron con el espíritu acompañante de Ryu a tomar unas cuantas clases de robo.

Al día siguiente, Horo-Horo, Ryu, Yoh y Ren se despertaron muy temprano para ir a su nuevo "trabajo". Los cuatro chicos estaban muy confundidos. Ninguno sabía exactamente qué hacer y tenían miedo de los policías, pero más miedo le tenían a Anna así que desayunaron rápidamente y salieron a la calle a buscar víctimas.

-Bueno, ¿Están listos? –Dijo Horo sin mucho entusiasmo mientras iban caminando por la calle.

-Pues, ¡Yo siempre estoy listo! –Ren sacó su gran cuchilla en medio de la calle dejando a la gente que iba pasando por allí atónita.

Siguieron caminando sin hacerle caso a la gente que murmuraba por esos cuatro tipos tan extraños. Podían ir a la cárcel sólo por la imagen que tenían. Yoh, como siempre, estaba muy tranquilo, ya hasta había olvidado qué hacían fuera de la casa.

-¡Miren a ése! –Murmuró Ryu, señalando a un señor muy bien vestido que cargaba un portafolio. Los shamanes se ocultaron detrás de un pequeño muro, lo que los hacía ver más raros aún –A la cuenta de tres, lo rodeamos y le quitamos lo que traiga.

-¡Sí! –Respondieron todos

Horo comenzó la cuenta: -Uno… -Contaba muy lento… -Dos… -El señor seguía caminando y se iba alejando cada vez más… -¡TRES!

Ninguno se movió. El señor ya iba muy lejos y la gente los miraba más aún.

Las horas pasaban lentamente y los chicos tenían hambre, sed y ganas de matar de nuevo a Tokageroh por su entrenamiento de quinta.

-¿Saben? Será mejor que regresemos, Anna nos va a matar si llegamos tarde. –Dijo Yoh con mucha tranquilidad.

-¡ANNA NOS VA A MATAR SI LLEGAMOS A CASA SIN UN SOLO YEN! –Ren tomó a Yoh de los hombros y lo sacudió gritándole. Al ver que Yoh seguía muy tranquilo, lo soltó y dijo:

-Sí, será mejor que regresemos.

Iban caminando junto a un montón de gente a la que bien podían quitarle la cartera o el bolso, pero ninguno era lo suficientemente valiente para hacer algo así, sólo Yoh tomó una naranja de un puesto de frutas. Sonrió sintiéndose un chico malo.

Los vecinos de la familia Asakura pudieron oír claramente la voz de Anna Kyouyama:

-¿¿¡¡UNA NARANJA! ¿¿¿ES LO UNICO QUE PUDIERON ROBAR? ¡¡¡SON UNOS INÚTILES Y HOY DORMIRAN EN EL PATIO CON FRÍO Y HAMBRE!

-¡Pero Annita! –Dijo Yoh antes de salir al patio a dormir con sus amigos, sabía el infierno que le esperaba al día siguiente así que se acostó en el jardín y cerró los ojos.

Bueno! Espero que les haya gustado, lo escribí porque soñé con eso jajajaja ya sé que estoy bien loca y que no debo de ver caricaturas de noche jeje

Porfa! Sigan leyendo y dejen reviwes!