El había una vez de la promesa.
Por: Lady Selene.
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Se dice que los elfos viven muchos y largos años, suficientes como para entender el significado del ser y del estar… del ir y del venir… A veces me pregunto si con todo ese tiempo por delante no se sentirán agobiados o si no se cansarán de la vida (se supone que en cuanto lo hacen ponen fin a su existencia…), ya que con los cortos años de ésta que yo he conocido ya casi y no doy más….
También se dice que los elfos se desarrollan físicamente más lento que los humanos, y que al llevar a la plenitud de la juventud, sus cuerpos dejan de crecer o lo hacen muy, muy lento ¡cuán maravillosos debe de ser aquello! Quizás a medida que un elfo madura mentalmente, también lo pueda hacer de manera física… sólo tal vez.
Pensando en todas estas situaciones y circunstancias recordé que toda mi vida mi sueño ha sido el de no crecer… ser una niña el mayor tiempo posible… Quizás si yo fuera una elfa mi cuerpo no crecería y podría ser una niña por siempre….
Dedico esta historia al hombre que despertó en mí el deseo de crecer…
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Capítulo 1: La pequeña elfa y el príncipe del bosque.
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La niña corrió entre los árboles, no parecía tener más de nueve o diez años, pero su agilidad era sorprendente. La blanda hierba amortiguada sus ya de por sí suaves pasos, haciéndola prácticamente inaudible, aún así sentía como la seguían a no mucha distancia.
- "Rayos... tengo que sacarme a Elwen de encima, ¡ella siempre lo arruina todo!" – se escondió tras un gran roble de tronco grueso y espeso follaje, mientras descansaba un poco, con la esperanza de que su perseguidora siguiera de largo.
- ¡Lothril! ¿Niña, dónde te has metido? – La joven elfa lanzó un bufido. Se detuvo un momento y luego suspiró. - ¡Vamos, Loth! Por favor deja de hacerme más difícil esto, ¡sabes que mamá me va a regañar si vuelvo sin ti! – la pequeña hizo su más grande esfuerzo para acallar su risa, aún así los delicados oídos de su hermana parecieron sentir algo – de esta no te me escapas – Lothril pudo sentir cómo los pasos se acercaban hacia su escondite.
- "Vamos... piensa, piensa... algo se te debe ocurrir".
- Lothril, estás colmando mi paciencia, ahora te las vas a ver – la chica caminó directo hacia el árbol – Bien, así que aquí estab... ¿Loth? – Miró hacia un lado y hacia otro, sin hallar rastros de su traviesa hermana – pero si... habría jurado que la oí... – un escalofrío recorrió su espalda - ¡Lothril, me las vas a pagar! ¡¡¡Sabes que odio internarme en el bosque! – algunos pájaros salieron volando, sorprendidos por los gritos de Elwen - Como te encuentre te haré pagar cada uno de los sustos que me has hecho pasar y aún más – la elfa nuevamente calló, tratando de escuchar algo, finalmente comenzó a alejarse entre los árboles, cuando ya se hubo perdido de vista, una pequeña elfa saltó de las altas ramas del roble.
- De buena que me he salvado esta vez, ji, ji. Y ahora, ¡a explorar los caminos! – sonrió mientras dirigía sus pasos por un estrecho sendero. No muy lejos de ahí alguien había observado toda la escena, y ahora se disponía a seguir a la pequeña.
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- Bien, ahora se podría decir que estoy más perdida que un enano en Fangorn – la chica suspiró, pero se hallaba muy lejos de sentirse ni remotamente preocupada, o asustada, ya fuera por tener un gran valor, o quizás sólo ignorancia, quizás… – bien... sé perfectamente lo que me diría Elwen si me viera en este momento "¡Lothril, hija de orcos! ¡¿Dónde balrogs te habías metido! ¿Sabes? ¡¡Te estuve buscando por medio bosque! ¿Te das cuenta de lo que has hecho? ¡¡¡Ahora he perdido una cita con Mathon! ¡Ya verás cuando te ponga las manos encima!" – no pudo evitar lanzar una carcajada al imaginarse la situación, pero entonces algo llamó su atención, no era la única que había reído, agudizó el oído, pero ya no escuchó nada más – lo único que me faltaba... "me siguen" Bien... será mejor buscar el camino a casa lo antes posible, está comenzando a oscurecer – aún así los minutos y las horas transcurrieron sin que encontrara pista alguna del camino de vuelta – sabía que el sendero de flores no era confiable, pero claro, siempre la tonta Loth y sus cursilerías, además – alzó algo la voz - ¡me tiene harta esta situación! ¿Hasta cuándo piensas seguirme sin dignarte a aparecer? – Lanzó una mirada furiosa hacia un grupo de árboles algo más atrás – estoy segura de que conoces el camino de regreso, ¿no? – entonces una sombra bajó del árbol con gran rapidez y se acercó un poco, sin duda era un elfo, aunque su rostro de encontraba totalmente cubierto por la sombra de una capucha, entonces hizo una reverencia.
- Lo lamento mucho milady, no creí que necesitara de mi ayuda, – Lothril podría haber jurado que vio un asomo de sonrisa entre las sombras. Lanzó un gruñido – de haber sido así la podría haber pedido, ¿no?
- Sí, y yo de haber querido que un elfo inútil me siguiera lo habría hecho saber. ¿Acaso te ha mandado Elwen?
- ¿Se refiere a la dama de la cual se separó junto al gran roble? Pues no, ni siquiera conocía su nombre. Hasta hace algunos momentos, claro. Y debo admitir que tampoco conozco el suyo, ¿me lo dirá?
- Tan sólo si usted también lo hace, y si accede a quitarse esa capucha. Me incomoda no verle el rostro – el elfo se acercó algo más y descubrió su rostro, sin duda era muy bello, un ejemplo de elfo.
- Legolas, para servirle, hermosa dama – Lothril meditó algunos segundos, por alguna razón aquel nombre se le hacía conocido - ¿y usted es...?
- Lothril, y los halagos no son necesarios. Después de todo sé que de hermosa dama no tengo nada – la elfa ahogó una risa, no era que se avergonzara de su apariencia de todas formas, a pesar de ser tan... poco desarrollada.
- La belleza a veces se encuentra más allá de lo que los ojos alcanzan a ver, Lothril. Y realmente admiro su temple. Cualquier otra dama ya habría gritado por auxilio.
- Sí... aunque quizá eso sería más inteligente, ¿no? Y a decir verdad, no es mi temple lo que debiera de admirar, y de todas formas, tampoco mi ignorancia del peligro. – Legolas sonrió. Aquella pequeña comenzaba a agradarle.
- El ignorar lo que podría ocurrirnos es peligroso, pero más aún es el saber a lo que nos enfrentamos, y, por temor a ello, paralizarnos frente al enemigo. – Esta vez Lothril fue la que sonrió.
- Bueno, cambiando el tema – miró alrededor - ¿dónde estamos? No creo equivocarme al pensar que usted lo sabe.
- Mmm... sin duda no nos hemos internado "demasiado" en el bosque. – recalcó la palabra - Digo demasiado, pero eso no evita que sea mucho más de lo aconsejable. Estos son caminos poco transitados, y razones hay para que sea así. De todas formas conozco el bosque así como la palma de mi mano, y en poco tiempo podría llevarte de vuelta a... ¡oye, no me estás haciendo caso! – Lothril parecía muy interesada en unas flores que crecían a los pies de un viejo árbol.
- Nunca antes las había visto... son muy hermosas – acercó sus manos a las flores, como con la intención de cortar algunas, pero pareció arrepentirse – mejor no.
- Podrías tomar algunas, crecen muchas por esta zona.
- Pero... entonces marchitarán en poco tiempo, y perderán esa belleza que me ha cautivado. Prefiero que crezcan libres, entonces podré volver en cuanto quiera, y su belleza no habrá muerto – la chica sonrió muy alegre, Legolas la miró con renovado respeto, esa chica si que lo estaba sorprendiendo..
- Bien, se hace tarde, es mejor que nos vayamos lo antes posible – Lothril asintió.
- Confiaré en ti – luego bajó algo la voz – si que debo de estar desesperada – el elfo arqueó una ceja pero no dijo nada. Comenzó a caminar ágilmente entre los árboles, Lothril lo seguía a pocos pasos.
El tiempo pasó lentamente mientras caminaban por el bosque, por un sendero inexistente pero al parecer muy conocido por el elfo. A cada momento Lothril fijaba su mente aquí y allá, concentrándose en los grandes árboles, en las flores, o simplemente en la hierba, y a cada momento Legolas debía detenerse para esperarla. Pero algo incomodaba a la chica, poco a poco sentía como la oscuridad se hacía más densa, pero no parecía ser tan sólo la falta de luz lo que le preocupaba, había algo más, una sensación que le acechaba. Frunció el ceño.
- ¿Estás seguro de conocer este camino? Me da mala espina.
- Sí, lo conozco bien, y por eso sé que es algo peligroso. Pero no temas, no te seguí para luego guiarte a tu propia muerte – por alguna razón a Lothril no le gustó el tono con el que dijo esas palabras.
- "Arrogante" – fijó su vista en una mariposa y una sonrisa afloró en su rostro - ¡mira qué hermoso!
- ¿Uh? – Lothril corrió tras la mariposa, mientras Legolas la veía algo sorprendido – que… extraña… - entonces algo vino a su mente – mmm… Lothril, ¿puedo hacerte una pregunta?
- Evidentemente ya lo has hecho, pero te responderé mientras esté a mi alcance – el elfo pensó unos segundos.
- Verás… no es una pregunta muy común entre los de nuestra raza…
- Ya… - la chica suspiró – quieres saber mi edad – Legolas se sorprendió un poco.
- Lo siento, tal vez he sido muy impertinente.
- ¡Qué va! – la pequeña volvió a fijar su vista en la mariposa, la cual ahora se encontraba en sus manos – estoy acostumbrada. A decir verdad estoy por llegar a los trescientos – la chica comenzó a reír inocentemente, mientras Legolas la miraba incrédulo. - ¡Sí! Sé que es difícil de creer, ji, ji, ahí tú si no te convence – en eso la mariposa volvió a volar, alejándose – Pero las cosas van y vienen, y los elfos permanecemos aquí, viendo ciclos incontables de vidas humanas... y por lo tanto ya llegará el momento en que yo me... desarrolle un poco más, je, je, no es algo que me preocupe. – El elfo la miró con un renovado respeto, y una sonrisa se formó en su rostro al ver a la chica recostarse junto a un árbol. - ¿Qué tanto miras? ¿Tengo orcos en la cara o qué?
- ¡Para nada! De hecho... eres la más hermosa elfa que he visto en toda mi vida. – Lothril mantuvo su mirada fija en el elfo, como si no comprendiera lo que acababa de decir.
- Todos los elfos son iguales... no saben más que llenarse la boca de palabras más bellas de las que sus ojos observan. La poesía es hermosa pero hay a quienes simplemente no nos llega. – Legolas la miró sorprendido. – Además sucede que… - repentinamente el rostro de la pequeña palideció, Legolas no pareció darse cuenta.
- Pero si yo sólo quise halagarte… ¿pasa algo?
- ¡Araña! – Lothril saltó prácticamente sobre Legolas, el cual se sorprendió al ver la minúscula araña que colgaba del árbol.
- Pero si sólo…
- ¡Ahhh! – Loth corrió al otro lado del claro y escondió su cabeza entre sus piernas. Legolas incitó a la araña a irse y se acercó a Loth.
- Ya… ya se fue.
- ¿Seguro?
- Seguro – La chica levantó la mirada y luego se abrazó al elfo. Éste es un principio se sorprendió bastante, pero inmendiatamente le devolvió el gesto. Luego de un rato la pequeña se puso de pie.
- ¡Bien! Debemos apurarnos o Elwen se enojará.
- ¿Uh? Pero… - tardó un momento que Legolas comprendiera qué habia pasado. Finalmente optó por cambiar el tema - Elwen... es tu hermana, ¿no? Es que... no se parecen mucho – sonrió disimuladamente.
- ¿Uh? Realmente... no lo sé, je, je...
- ¿Cómo es eso?
- Mmm... Desde que tengo uso de la razón, Elwen siempre ha estado a mi lado. Me ha cuidado y ayudado como a una hermana menor... pero no tengo idea de si hay lazo de sangre alguno que nos una...
- Pero... cuando estaban junto al gran roble... recuerdo que ella dijo "mamá nos va a regañar".
- Mamá... ¿conoces o has oído hablar de Lady Elenor? – Lothril sonrió al nombrarla.
- ¿Aquella Galadrim que cuida a los niños sin hogar?
- Nosotros solemos llamarla mamá... como la mamá que nunca tuvimos – Legolas la miró sorprendido nuevamente – Sí... nunca conocí a mis padres... siempre he vivido con Lady Elenor, que me ha cuidado como un hija, y con Elwen, que es como mi hermana – la chica cerró los ojos mientras la brisa mecía sus cabellos. - ¿Qué hay de tu familia?
- Pues... no hay mucho que decir... nada más vivo con mi padre, Thra... Thrandel. – Apartó la mirada, como temiendo que ella descubriera la mentira en sus ojos.
- Mmm... de todas formas tu nombre se me hace familiar... en algún lado lo he oído, pero no tengo idea de dónde, je, je... – el elfo repentinamente cerró los ojos, fijando su atención en los ruidos alrededor.
- Lothril... – la chica asintió. – Será mejor que permanezcas cerca de mí...
- ¡Pero sé defenderme!
- Créeme que no contra esto – el tono de voz de Legolas hizo que Lothril temblara levemente.
- ¿Qu... qué es?
- Arañas... – la chica se puso increíblemente pálida y en un dos por tres se hallaba tras el elfo. – Lo siento... quizás no debí traerte por aquí
- Cállate y sigamos caminando... – no llevaban ni cinco minutos de caminata cuando Lothril se estremeció profundamente. Ahora podía verla, una sombra de varios metros de alto un poco más adelante en el camino.
- Quieta, no dejaré que te pase nada. – Legolas tomó su arco y una flecha, permanecieron quietos por unos segundos... entonces lanzó una flecha que dio en el blanco. Una araña gigantesca se desplomó frente a ellos.
- A... araña... – Lothril se desmayó ante la mirada compasiva del elfo.
- Será mejor que descanses, pequeña Lothril.
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- ¡Lothril, hija de balrogs! ¡¿Dónde rayos te habías metido que vienes llegando a esta...! ¿Y usted quién es? – Elwen sonrió avergonzada, trató de enmendar su error invitando al elfo a subir al flet.
- Mi nombre es Legolas Mirkwood, a su servicio.
- ¡¿El príncipe Legolas! – el elfo prácticamente retrocedió un par de pasos gracias al grito de Elwen.
- Sí... pero por favor no grite... Lothril no ha tenido una buena tarde y pues... sería mejor no despertarle.
- Oh, claro... ¿qué fue lo que pasó? No creo que se halla quedado dormida...
- Eh... – Legolas trató de pensar rápidamente en algo. – ¡Arañas! Sí... eh... había muchas en el... parque... les tiene un miedo horrible. – Elwen arqueó una ceja pero no dijo nada.
- ¿Y qué hacían ustedes dos juntos?
- La encontré en el bosque y fuimos a dar una vuelta... hasta el incidente de las arañas – sonrió de manera algo incómoda. Elwen abrió la boca para decir algo más - ¡Pero qué tarde es! Será mejor que vuelva al palacio, sí... eso mismo, es mejor volver al palacio, je, je... ¡Le da mis saludos a Lothril!
- Pero que... príncipe más extraño... y guapo – Elwen se sonrojó levemente pero de inmediato se acercó a donde se hallaba Lothril recostada. – Loth... vamos Loth, despierta... – la pequeña se movió en sueños y repentinamente se medio incorporó... golpeando a Elwen - ¡Hey! ¡Ten más cuidado niña del demonio!
- ¿Uh? ¡Oh, Elwen! ¿Do... dónde estoy?
- ¿Que dónde estás? En casa, claro. El príncipe se tomó la molestia de traerte.
- ¿El príncipe? – Lothril se quedó quieta un momento, tratando de recordar algo...
- El príncipe Legolas... dijo que se habían conocido en el bosque.
- Osea que... osea que... ¡¡QUE LEGOLAS ES EL PRINCIPE!
- ¡No grites, hija de balrogs!
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