Hay promesas que se cumplen.

Por: Lady Selene.

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Capítulo 2: El rey, el príncipe, y la invitada.

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- Vamos, no te muevas...

- ¡Pero, Elwen!

- ¡¡¡Dije que no te movieras! – La voz de Elwen mostró tal tono que Lothril decidió que lo mejor sería callar y quedarse quieta de inmediato.

- Y luego dice que yo soy la hija de balrogs... – la chica lanzó un bufido por lo bajo.

- ¡Te oí! Niña orco... Yo que intento parezcas una jovencita decente y mira cómo me tratas... – Elwen hizo un mohín que a Loth le pareció graciosísimo y comenzó a reírse - ¡Pero mira cómo me agradeces mi preocupación!

- ¡Pero si sólo te gusta utilizarme como muñeca!

- ¿Ah, sí? Pues mira y dime si una muñeca se vería así – Elwen dio vuelta a la pequeña, poniéndola frente al espejo.

- Elwen...

- Hermoso, ¿no?

- La verdad no puedo saberlo...

- ¿Uh?

- ¡Aún no me quitas la venda de los ojos!

- Je, je, pues ahora mira – Lothril suspiró. Elwen solía hacerle vestidos y peinados que ella consideraba ridículos y un tanto cursis. Así que no esperaba demasiado. - ¿Y? – abrió los ojos, pero de inmediato se quedó sin habla...

El pequeño cuerpo de niña de Lothril lucía incluso mayor con el atuendo de Elwen... esta le había colocado un vestido muy ancho y con muchos volados quizá para su gusto, pero el efecto era increíble.

De alguna manera Elwen se las había ingeniado para que Lothril pareciera vestida con una nube del color del arco iris. La tela parecía cambiar de color a cada movimiento y así mismo le hacía sentir en una verdadera nube de algodón. Hacia arriba lucía un top recto de tela blanca, con pequeñas piedrecillas que brillaban a la luz. Las mangas de tela semi transparente cubrían sólo sus hombros y traía guantes largos ceñidos a sus brazos.

A su vez, Elwen le había hecho un hermoso tocado en el pelo. Lo traía suelto, recogido en algunos lugares con broches que parecían mariposas de colores.

- Yo...

- Es hermoso, ¿no?

- Creo que es demasiado llamativo – Lothril sonrió incómoda.

- Pues es un vestido de fiesta, torpe. – Lothril frunció el ceño

- ¿Y cuándo se supone que tendré la posibilidad de utilizar algo así?

- Ni idea, je, je.

- Bah... y luego yo soy la torpe – Loth desvió la mirada – además, te has confundido las medidas. Lo que es bastante tonto tomando en cuenta que todos los vestidos que me hagas debieran ser exactamente del mismo tamaño. – Elwen la miró algo extrañada – Torpe, me queda muy apretado en el pecho. Supongo que no supiste hacer bien esta cosa... – señaló el top.

- No creo que sea eso... – Elwen cerró los ojos como pensativa. Entonces dio un grito que casi hace saltar a su hermana - ¡¡¡Lothril!

- ¡¿Qué pasa, gritona! – Elwen la miró con los ojos brillando más que un diamante.

- ¡Se están desarrollando tus...! – la chica posó su mirada en el pecho de Lothril.

- ¡¡¡¿Que qué!

- ¡Estás creciendo!

- ¡¡Cállate, degenerada!

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- ¿Me acompañarás al trabajo? – Lothril abrió los ojos, aún medio dormida, se encontró con el rostro de Elwen a pocos centímetros.

- Elwen... aún no amanece.

- Acompáñame al trabajo... – La chica hizo un mohín bastante gracioso, pero Lothril ni siquiera se tomó la molestia de reírse.

- Tengo sueño... ¿qué hora es?

- Amanecerá dentro de una hora quizás...

- ¡¿Qué! ¿Y por qué me despiertas?

- Me iré en un rato más... no quiero dejarte sola... acompáñame al trabajo. Mamá ha salido y me da pena te quedes solita...

- Como quieras... pero no me molestes más – Elwen sonrió.

- Duerme un poco más. Prepararé el desayuno y cuando esté todo listo te vengo a buscar.

- Claro... – Elwen salió de la habitación y Lothril volvió a acomodarse entre las mantas. Luego de cinco minutos se dio cuenta que era inútil... – Elwen me va a deber una muy grande – se puso de pie con bastante dificultad y salió de la habitación a través de un separador de ambientes. Caminó a través de un puente hasta otro flet más grande, y luego a uno que se encontraba inmediatamente al lado. Elwen se encontraba cortando frutas y haciendo algo de jugo.

- Veo que te has levantado.

- No tenía muchas posibilidades... – Loth frunció el ceño y tomó asiento en un tronco que hacía de silla, frente a una mesa.

- Lo siento Loth...

- Nah... no te preocupes... pero quiero que esta noche prepares una cena excepcional – Elwen rió.

- Ni que lo digas, je, je... Por cierto, te he dejado un vestidito para que te pongas en tu habitación. Seguro no lo viste, con el sueño que debiste tener, jeje... – Loth arqueó una ceja.

- ¿Un vestido? ...Elwen...

- ¿Sí? – la elfa sonrió incómoda.

- En realidad... no te importa que me quede sola... ¡sólo quieres lucir tus vestidos frente a tus amigas!

- Claro que... ¡que no! – Elwen trató de hacerse la ofendida – Me preocupa tu bienestar... y en realidad... no quiero lucir los vestidos frente a mis amigas, sino frente a la corte.

- ¿Qué?

- El palacio siempre está repleto de jóvenes elfas adineradas y gente de la alta sociedad. Si logro que se fijen en mis diseños, entonces quizá hasta me contraten como modista o algo. Lo cual sería un nuevo paso en el camino del éxito. – Loth suspiró. Por un momento pensó en negarse, pero sabía que el único sueño de su hermana era el poder diseñar sus vestidos para un amplio público... no podía negarle aquello.

- Está bien... iré al palacio contigo... ¡pero ni caso que me obligues a comportarme como una niña pequeña!

- Pero si con como eres siempre ya es suficiente.

- ¡Elwen!

- Bien, bien... ahora te pondrás linda y no replicarás, ¿bien? – Lothril asintió y se dejó llevar hacia la habitación. Anteriormente no lo había visto. Pero junto a la cama Elwen había dejado un hermoso vestido morado y de tela aterciopelada. Falda larga y ancha, con varios volados, una faja ancha negra y una blusa con "blonditas" en el cuello. Para complementar, un sombrero morado con una gran cinta negra.

- Me vas a deber una MUY grande. – Lothril suspiró pero dejó que Elwen le pusiera el vestido aquel, y luego, que la peinara. Esta le dejó un par de mechones de cabello sueltos, que enmarcaran su rostro. Recogiendo el resto en un moño alto.

- Ya estás lista. Y se nos hace tarde.

- ¡Pero si ni siquiera he tomado mi desayuno!

- Comerás algo en el palacio... ¡si llego tarde no alcanzaré a ver a...! – Elwen se sonrojó y Lothril rió por lo bajo.

- Bien... entonces mejor nos apuramos, je, je. No quiero que dejes de presentarme a mi futuro cuñado.

- ¡Lothril!

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- ¡Pero qué mona es!

- ¡Tan sólo mira sus ricitos!

- ¡Sus mejillas se han coloreado! ¡Chicas, miren! ¡Elwen ha traído a una elfita! – Lothril lanzó una mirada significativamente molesta a su hermana, a la vez que unas tres o cuatro elfas se le acercaban para algo que seguramente NO le iba a gustar...

- ¡¡¡ALTO! – Todas las chicas la miraron, entre extrañadas y algo asustadas. Loth se sonrojó al instante – Yo... es que... E-Elwen... – Elwen se le acercó de inmediato y la tomó por los hombros.

- Eh... chicas... ella es mi hermana menor, Lothril. Lothril, mis compañeras de trabajo, Selerin, Rowen, Dianell... eh... y las demás...

- ¡Vamos, Elwen, déjanos ver a tu hermanita! – Lothril suspiró notoriamente.

- No... no creo que sea buena idea...

- ¿Pasa algo? ¡Pero si a las pequeñas elfitas les encanta que las mimen!

- Elwen... – la chica miró a la elfa con una sonrisa en el rostro, intentando disculparse – quiero ir al baño...

- ¡Eso! Lo siento chicas... es que Loth quiere ir al baño y esto es algo grande, así que la llevaré ya mismo... je, je... ya vuelvo... – Elwen tomó la mano de su hermana y la sacó de las cocinas, guiándola a una habitación vacía. – Perdón, Lothril...

- Ya... no... importa... sólo mantén alejadas a esas locas de mí...

- Pero es que no es común ver elfas pequeñas aquí en el palacio...

- ¡¡No soy una elfa pequeña! – Loth frunció el ceño bastante enojada.

- Pero lo pareces, ¿o no? Bueno… ahora vamos a volver a las cocinas y te quedarás tranquilita hasta que sea hora de… ¿Lothril? … - Elwen se giró para ver que hablaba con el vacío - ¡¡¡¡¡¿Lothril, orco del…!

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- Tan sólo un poco más y estará listo – Legolas sonrío mientras observaba su dibujo. Volvió a tomar el carboncillo cuando sintió algo. Con n rápido movimiento atrapó una manzana que bien pudo darle en la cabeza, pero entonces comenzaron a lloverle diferentes frutas; manzanas, peras, uvas, naranjas e ¡incluso una sandía!... la cual esquivó con algo de dificultad - ¿qué rayos…?

Dirigió su vista hacia el árbol del cual provenía la fruta pero un durazno le llegó de lleno en la nariz, haciéndolo caer al suelo. Cuando abrió los ojos se encontró frente a un rostro infantil con un molesto mohín y un brillo travieso en los ojos.

- ¡¿Por qué me mentiste!

- ¿Qué? ¡Lothril! ¿Qué haces aquí? – La chica se acercó más a su rostro, sus narices se rozaron.

- ¿Por-qué me men-tis-te?

- ¿A qué te refieres?

- No me digiste que eras el príncipe – Legolas sonrió inocentemente.

- No lo preguntaste.

- Ya… pero el rey no se llama "Thrandel", ¿o sí?

- Bien, lo admito, te mentí… pero ya creías que era un arrogante, si te decía "soy el príncipe del bosque de las hojas verdes" luego de que me habías confesado ser huérfana… creí que me odiarías…

- Bah… tonto – Loth se quitó de encima, dejando que Legolas se pusiera de pie, pero repentinamente comenzó a reírse - ¡tienes la nariz roja y la cara llena de durazno!

- Ja-ja, qué gracioso… De todas formas, ¿viniste hasta el palacio sólo para tirarme una sandía?

- Ups… creo que con eso me excedí, pero no te hagas el importante. Tengo mejores cosas que hacer. Elwen trabaja en el palacio y le hago compañía.

- Bien, pequeña Loth – Lothril arqueó una ceja - ¿hay algo que yo pueda hacer para enmendar mi error? A menos que te halla sido suficiente con el tirarme aquella fruta.

- ¡Claro que no fue suficiente! ¡Ahora tendrás que invitarme el desayuno! – Legolas sonrió.

- Bien, el desayuno… pero yo también me siento molesto por lo del durazno.

- ¿Y qué podré hacer yo para enmendar mi error?

- Pues deberás permitirme el invitarte el almuerzo y la cena también – el elfo le enseñó su lengua – y, claro, pasar la tarde conmigo.

- ¡No te excedas! Soy una dama…

- ¡Sí, claro!

- ¿Qué te crees? – ambos se miraron pero no pudieron evitar reír. – Por cierto… ¿qué hacías? ¿Un dibujo? – Lothril se acercó al árbol y tomó lo que se encontraba en el suelo - ¡Es muy bueno!

- ¡No lo mires!

- ¿Uh?

- Yo… no me gusta mostrar mis dibujos – Loth arqueó una ceja.

- Como quieras, pero se veía muy bien…

- Eh… creo que ya es hora del desayuno, ¿qué te parece si vamos?

- ¡Claro! Pero… el jardín es muy grande… ¡quiero que me cargues!

- Aprovechadora… - Legolas tomó a la chica y la subió a su espalda.

- ¡Pero si lo decía en broma!

- Pues mala suerte – en el camino se encontraron con un elfo algo mayor – Dae, da aviso a las cocinas de que sirvan la mesa para tres personas, mi amiga se quedará a desayunar – el elfo asintió.

- ¿Amiga?

- ¿No lo somos? Lothril sonrió, pero no dijo nada.

- Legolas… - el elfo hizo un movimiento con la cabeza, haciéndole entender que le escuchaba. Loth se acercó a su oído y susurró – perdón por lo de ayer… creo que te traté muy mal y tienes razón. Somos… amigos…

- No te preocupes, pequeña Loth – Legolas sintió cómo su rostro enrojecía levemente – "esta niña es demasiado tierna… pero… ¿realmente es una niña…?"

- ¡Mira, ya llegamos!

- Eh… claro… - Loth bajó de un salto de la espalda de Legolas.

- ¿Hacia dónde queda el comedor?

- Sígueme de cerca o te perderás.

- ¿Perderme? ¿Yo?

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- Ups… creo que me perdí, je, je – Loth miró a un lado y a otro, sin encontrar absolutamente nada que la guiara de vuelta a donde se separó de Legolas, las cocinas, el comedor, el jardín o algún lugar conocido… Se apoyó en la muralla y se dejó caer al suelo.

- ¿Perdida? – abrió los ojos y miró a un elfo frente a ella. Asintió levemente - ¿cuál es tu nombre, pequeña?

- Lothril, señor.

- Pero no me llames señor, me haces sentir viejo – el elfo le guiñó un ojo y Lothril sonrió. Se puso de pie y tomó la mano de aquel hombre.

- ¿Podría usted guiarme al comedor?

- ¿Al comedor?

- Sí… el príncipe Legolas me invitó al desayuno y me he perdido admirando la belleza del palacio.

- ¡Pero qué niña más adorable! ¿No prefieres que te lleve en brazos? De otra forma te cansarás, o podrías tropezar y arruinar aquel hermoso vestido – Lothril asintió y dejó que el elfo la cargara. Entonces una imagen vino a su mente.

- ¡Ada!

- ¿Cómo?

- Ada…. Ada olía muy similar a usted… - Lothril se sonrojó levemente – es una mezcla… un olor a bosque por las mañanas, y a la vez… a flores – el elfo sonrió.

- ¿Lo querías mucho?

- Yo… no lo recuerdo… - bajó la mirada avergonzada.

- Él, donde se encuentra, debe hallarse muy feliz de tener una hija tan hermosa como tú lo eres, pequeña Lothril.

- Gracias…

- ¡Mira! Ya llegamos – se hallaba frente a unas grandes puertas de madera rubia, luego de que Lothril bajara, entraron y pudieron ver a Legolas, con una expresión de entre preocupado y divertido. - ¡Legolas!

- "¿Legolas? ¿No debería tratarlo con más respeto?"

- ¡Padre! Veo que te has encontrado con mi pequeña invitada – Lothril se quedó más helada que Caradhras el cruel.

- ¿Pa… padre?

- Así es, pequeña Lothril, soy Thranduil. Me habían comentado ya que Legolas había traído una amiga al palacio, pero nadie me dijo que era una niña tan hermosa y tierna – Lothril sonrió.

- Y Legolas me hyabía hablado de su padre, pero en ningún momento dijo que era un elfo tan encantador – padre e hijo rieron e invitaron a Lothril a sentarse, la cual lo hizo junto al rey. El desayuno consistió en varios postres y té con leche, junto con bromas por doquier.

- Bien, Legolas, creo que ahora no deberé preocuparme en buscarte prometida, ¿no?

- ¡Padre!

- Tiene razón suegro, digo rey…

- ¡¡¡Lothril!

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