¡Hola! Bienvenidos a esta nueva historia. Hace mucho que llevo planeándola y editándola, porque no quería que fuera aburrida ni que estuviera mal escrita o que fuera estresante con más texto que drama, así que espero a verla hecho bien. ¡Gracias por leerla!

Aclaración: Las parejas aquí son únicamente cannon y la pareja principal serán Harry y Ginny, si no te gustan está bien, te invito a buscar una historia con tus gustos ¡gracias por respetar los de los demás!

Alerta: Este capitulo contiene Lemmon, pero no se preocupen avisaré cada capítulo que lo contenga.


Prólogo.

Si esa mañana alguien le hubiera dicho que su vida iba a ponerse patas arriba de nuevo, y que iba a sufrir como hace mucho no lo hacía pues… le hubiera creído. Era triste si, pero Harry Potter estaba tan acostumbrado a que su vida fuera un desastre, que la mayor parte del tiempo no se sorprendía. Aún así nada, ni una estupida profecía, lo hubieran preparado para eso.

Se despertó como cualquier otro día, con el menudo cuerpo de su esposa tumbado en la cama y su cabello pelirrojo fosforescente esparcido por toda la almohada. Sonrió, y enterró la cabeza en su cuello para que su aroma a flores lo inundara, respiro contento cuando ella comenzó a removerse y abrir los ojos lentamente tratando de enfocarlo, cuando finalmente lo hizo sonrió.

—Buenos días.— murmuro Ginny Potter, aún atontada por el sueño.

—Buenos días.— le respondió Harry, sonriendo.

Por un rato se quedaron simplemente así, en silencio, mirándose y disfrutando el silencio de la mañana, era agradable estar simplemente los dos solos por un rato, sobretodo teniendo en cuenta su numerosa familia…hasta que un llanto los devolvió a la realidad.

—Es tu turno.— se apresuró a decir Ginny, con una sonrisa.

Harry suspiro y estirándose se levantó de la cama, buscó sus bóxer tirados por la habitación y se volvió hacia su esposa, que lo miraba atentamente aún tirada en la cama.

—Espérame aquí.— le advirtió, con un tono sugerente.

Ella sonrió y asintió con la cabeza.

Harry salió del cuarto y se dirigió al de su hijo, James era un bebé muy inquieto, eran las siete de la mañana en domingo y el niño ya estaba reclamando la atención de sus padres. Harry y Ginny tenía un acuerdo, un día lo atendería ella y al otro el, hacia ambos podían dejar al otro descansar un rato. Ese día le tocaba a el, entro a la habitación y se dirigió directamente a la cuna al fondo de la habitación.

La habitación no tenía una decoración muy espléndida, las paredes pintadas de blanco con dibujos de juguetes y muñequitos decorados y las cosas de James- el corral, la silla para comer, el gavetero con su ropa, y un montón de juguetes para bebe-acomodadas en sus respectivos lugares, Harry y Ginny habían decidido que esperaría a que James creciera un poco para decorarle la habitación de cosas que le gusten.

De todos modos, Harry encontró a James en su cuna jugando con sus piesitos y tratando de metérselos en la boca. Harry río con ternura.

—¿Tienes hambre campeón?— el niño río, como si su padre el hubiera contado el mejor de los chistes.

Harry le preparó un biberón de leche, lo cargó y acuno en su pecho mientras le daba de beber, James apenas tenía seis meses, pero a Harry le encantaba contarle cosas mientras estaba con el, sabía que el niño no podía entenderlo pero, podía hacerle compañía y eso era todo lo que el necesitaba.

—Escucha James, quiero que me hagas un favor ¿si?— el lo miro con curiosidad, tal vez no por que lo entendiera, si no por la costumbre de oír a su padre hablarle.— Bébete toda la leche y duérmete otro ratito ¿vale? Tu madre y yo tenemos… cosas que hacer.

James siguió disfrutando de su leche ajeno a las palabras de su padre. Harry espero paciente hasta que terminó toda la leche, acunó a su hijo somnoliento y lo volvió a dejar en la cuna. Salió del cuarto cerrando la puerta lentamente para que no se despertara.

Se dirigió a su habitación, listo para empezar el día. Pero, cuando entro, encontró la cama vacía, aún con su ropa tirada por todas partes. Frunció en ceño y repaso la habitación con la mirada buscándola, no dio resultado. Decidió entrar al baño del cuarto y en efecto, allí, acostada en una cómoda posición dentro del jacuzzi, Ginny lo miraba con una pícara sonrisa.

—¿Se durmió?— preguntó bajito, en un tono que le puso a Harry los pelos de punta. El se limitó a asentir con la cabeza, se recostó en el marco de la puerta y miró como su esposa jugaba con el agua de una manera muy provocativa.—Ven aquí.

Harry no se izo del rogar. De un tirón, se quitó la única prenda que lo cubría y se metió en el agua junto a ella. Antes siquiera de que Ginny pudiera reaccionar, el la sentó a horcajadas sobre el y las piernas de ella se deslizaron alrededor de su cintura. Ginny lo abrazo por el cuello, y río un poco juntando sus frentes.

—¿Estas ansioso, sapito?— susurro a milímetros de su boca. Ginny podía sentir al "mini-Harry" presionando contra su entrepierna.

—¿Como no voy a estarlo si se trata de ti, rojita?— jadeo cuando ella empezó a frotarse lentamente sobre el, provocando una fricción entre ambos.

Ginny…— jadeo Harry, sus manos recorrían el cuerpo de su pelirroja por todos lados, mientras las de ella acariciaban su cabello y su espalda suavemente.

Harry bajó sus manos hasta su trasero y lo apretó con anhelo, dejo que el cuerpo del ella se acomodara sobre el y se posicionó en su entrada.

Ginny lo beso con pasión disfrutando de cada deliciosa sensación.—Te extrañe.— murmuro en el oído del azabache, y como no, si cada vez que Harry se iba de misión no hacía otra cosa que pensar en cómo estaba.

Harry…— gimió Ginny, cuando el entró lentamente, disfrutando de la fricción. Harry empezó a moverse, primero lentamente, luego aceleró la velocidad, causando que la espalda de Ginny se arquee de placer y soltara un gemido. Harry empezó entonces a besar sus cenos desde pequeños besos hasta metérselo en la boca. Ginny gemía descontrolada.

Harry continuo embistiendo con más velocidad contra ella, no se escuchaba nada más que el roce de sus sexos al juntarse y los gemidos de ambos.

Harry… más rápido.— gimió Ginny, moviéndose encima de el para aumentar el placer. Harry gruñó de placer y aceleró el ritmo, provocando fuertes gemidos y oleadas de placer en ambos. Ginny se aferró a sus hombros y volvió a devorarle la boca, sintiendo como la catarata de placer estaba apunto de desbordarse en su interior. Harry la tomo de las caderas y siguió embistiendo más rápido.

¡Ahh!— gimió Ginny sintiendo fuegos artificiales de puro placer que se expandían por todo su cuerpo. Harry embistió otra vez y también se dejó llevar por el placentero orgasmo, soltando un gemido desde lo más profundo de su garganta.

Agotados, con la respiración acelerada y los ojos cerrados, no se separaron el uno de otro, Ginny se acomodó en su pecho con la cabeza en su hombro y el la abrazó por detrás aún dentro suyo.

—Yo también te extrañe.— murmuro Harry con cariño, aunque aún seguía sintiendo los restos del orgasmo en su interior. Ginny sonrió y se separó para mirarlo.

—Que te parece si tu y yo, volvemos un rato a la cama antes de irnos a la Madriguera.

—Me parece perfecto.

*

—¿Está todo listo?— preguntó Harry.

Era medio día y el resto de la familia ya los esperaban en la madriguera, así que después de descansar un rato juntos en la cama-hasta que James decidió levantarse y declarar que ya empezaba el día-terminaban de arreglarse para ir a la Madriguera.

—¿Aver echaste los pañales?— preguntó Ginny.

—Si.— respondió Harry.—¿Los biberones?

—Si, ¿La silla de comida?— dijo Ginny.

—Si, ¿el monitor?

—Si, ¿toda la ropa?

—Si, ¿falta algo?

Ginny lo pensó hasta que finalmente dijo.—¿El mago de oz?

A Harry se le iluminó el foco ¡claro! ¿Como lo había olvidado? Si llegaban a la madriguera sin ese juguete, nunca conseguirían pasar una buena tarde. A James le encantaba el muñequito, no iba a ningún lado sin el y cuando no lo tenía se ponía echo una furia.

—Voy a buscarlo.— dijo Harry, subiendo las escaleras a toda prisa hasta la habitación de su hijo.

Una vez tuvo el muñeco, avanzó por el pasillo para volver a la sala, pero se detuvo a mitad del pasillo cuando vio la puerta abierta de su oficina, había olvidado cerrarla y aunque la casa tuviera mucha protección, tenía muchas cosas importantes del cuartel ahí dentro, no podía dejar que se perdiera algo. Observo su escritorio con el caso de una mujer desaparecida, la habían reportado el viernes, pero debido a la reciente misión que habían realizado-con éxito, por cierto-No había tenido tiempo de revisarlo. Ya lo haría el lunes con más calma.

Que equivocado estaba.

Cerró la puerta con seguro, y bajo hasta el carro donde su esposa y su hijo lo esperaban, Ginny había terminado de organizarlo todo y ya lo esperaban sentados.

—¿Por que tardaste tanto?— preguntó ella, curiosa.

—Me distraje con algo de la oficina.—respondió Harry.

—Un día de estos, esos archivos cojearán patas y saldrán corriendo en cuanto te vean ¡no les quitas el ojo de encima!— dijo Ginny, sarcásticamente.

—No te preocupes, esta tarde soy todo suyo, señora Potter.— contestó Harry.

—Me da gusto oírlo, señor Potter.

Se pusieron en marcha hasta la Madriguera, pero tuvieron que parar en el camino porque James había empezado a llorar y a juzgar por el reciente olor que se había instalado en el carro, era evidente que necesitaba un cambio de pañal. Harry rebusco entre las cosas de James hasta encontrar el pañal, se lo pasó a Ginny que ya tenía a James cogido en brazos.

—Volvemos en un momento.— dijo y entró al baño de la tienda a cambiarle el pañal a su hijo.

Harry para no ser descortés, compró un dulce agridulce y un pequeño juguete para James a quien atendía la tienda. Un hombre de mediana edad que lo miraba con disgusto.

Cuando por fin Ginny salió del baño con James el niño parecía aburrido.—Creo que se cansó de estar en el auto.— explicó Ginny.

Harry tomo a su hijo en brazos.—Mira lo que te compré James.— le pasó el juguete al niño que lo miro como abalizándolo unos segundos. Después, pareció decidir que no valía la pena por que lo lanzó con todas sus fuerzas-algo impresionante para un niño de seis meses-hasta la carretera.

—¡James!— exclamó Ginny.—Eso no se hace ¿vale? No se lanzan las cosas cuando no te gusta algo.— lo regaño Ginny, con tono dulce. El asintió como si de alguna manera entendiera las palabras de su madre.—Iré a recogerlo.

Avanzó por la calle hasta la carretera y miró ambos lados para asegurarse de que no vinieran carros, luego agarro el juguete.

A partir de ahí, Harry recuerda todo en cámara lenta.

Se escuchó un frenazo y un volantazo, el sonido que hace una persona tratando de frenar un carro a lo desesperado, no funciono, un segundo después Harry vio un camión gigante doblando en una curva y estrellándose contra el edificio que había al otro lado de la carretera, justo el que Ginny tenía enfrente. El impacto fue tan grande que la pared completa se des-quebrajo.

Harry nunca olvidaría la mirada de pánico de Ginny corriendo hacia donde ellos.

Nunca olvidaría como trato de alcanzarla a la desesperada.

Nunca olvidaría el sonido que hizo la cabeza de su esposa al chocar contra el asfalto del suelo.

Nunca olvidaría los gritos de James resonando en sus oídos.

Y por supuesto, nunca olvidaría su propio grito de pánico.—NOOOOOOOOOOOOO.


Gracias por leer, si te gusto el capítulo te invito a que dejes un review con tu opinión ¡lo leeré y te responderé!

Aclaración: Los personajes de esta historia le pertenecen a J.K. Rowing, yo solo juego con ellos.