¡Hola! Espero que estén pasando un lindo día, aquí les traigo yo otro capítulo para alegrárselos un poco. Si tienen alguna pregunta o simplemente algo que decirme, no duden en dejarme un review.

PD: Las respuestas a los review los dejare al final del capítulo.

Aclaración: Los personajes le pertenecen a J.K Rowling.


Las fases del duelo (parte 2)

POV: Tercera persona.

Depresión

Ginny despertó en una cama desconocida, en una habitación desconocida y en un lugar desconocido. La cabeza le dolía horrores, pero no estaba segura de si se debía a las sesiones… o a que tenía un bebé sentado en su cara.

Estaba segura de que nunca había tenido un despertar más extraño, aunque no podía apostar mucho, dado que no recordaba la mayoría de ellos. Cuando abrió los ojos estaba acostada en una cama con un bebé encima de ella, sus manitas recorrían toda su cara deteniéndose en su pelo para jalarlo y entrarlo en la boca.

¿Que carajos?

Se sentó en la cama perezosamente y lo sostuvo entre sus brazos, era James, con su pelo azabache idéntico al de su padre todo enmarañado y con un mechón del pelo de Ginny en la boca, el niño sonrió cuando ella lo miro, llenando el cabello de Ginny y sus pequeños deditos de baba.

—¿Te gusta mi cabello?— Ginny le preguntó, consciente de que no iba a responder, pero divertida ante la acción del niño.

En cuanto se acomodó en la cama se arrepintió de inmediato, el latigazo de dolor que le invadió hizo que su vista se tornara negra por unos segundo, diablos, odiaba las malditas sesiones. Su cabeza daba vueltas y apenas podía mantener los ojos abiertos, la luz le molestaba demasiado. Ginny sintió a James posar su manitas en su mejillas, el niño la miraba con los ojos abiertos de preocupación. Ginny suspiró y se perdió en sus ojos, eran de un tono chocolate claro, muy lindos y relucientes, como si estuviera listo para crecer y llevarse el mundo por delante.

—Estoy bien, pequeño. ¿Donde está tu papá?

Como si hubiera escuchado su pregunta, Ginny escuchó pasos provenientes de detrás de la puerta que había en la pared derecha. Harry entró por ella con gesto de preocupación el cual se despejó en cuanto los vio a ambos, Ginny sentada en la cama con James sobre su regazo.

—James…¿la despertaste?— Harry tomo al niño entre sus brazos y lo miro con el entrecejo fruncido y una ridícula mueca que lo hizo reír.—Lo siento, solo lo deje un momento durmiendo a tu lado mientras lavaba sus biberones, no pensé que despertaría tan pronto.— el azabache se sentó en la esquina de la cama y la observo detenidamente.—¿Como estás?

—Me duele la cabeza… ¿donde estamos?

—Ah… en mi casa… en mi habitación. ¿Quieres más poción?

Ginny asintió con la cabeza distraídamente mientras observaba alrededor de la habitación. Era espaciosa, las paredes estaban pintadas de un tono crema y decoradas con varios cuadros. En la pared del centro estaba la cama matrimonial en la que Ginny estaba sentada, con dos mesitas de noche a cada lado y al frente de esta una televisión moderna arriba de un gavetero, a la izquierda de la cama Ginny vio dos puertas grandes que supuso daban a un balcón y en la pared de la derecha dos puertas más parte de donde Harry había entrado, que debían ser el baño y el closet. La habitación desprendía una vibra hogareña que a Ginny le resultó familiar.

—Es muy bonita, ¿tu la decoraste?— preguntó Ginny mientras Harry le pasaba la pequeña botella con la posición para el dolor de cabeza.

—No… tube tu ayuda.— le dijo viendo como Ginny bebía la cantidad correspondida. Ginny lo miro sorprendida y Harry se apresuró a agregar.— Y la de Hermione, claro. Fue un trabajo en conjunto.

—¿Que hacemos aquí?— preguntó Ginny, al tiempo que James trataba de zafarse de los brazos de su padre para volver a la cama. Harry lo dejo en la cama y el niño medio se arrastró medio gateo hasta llegar donde Ginny.

—Tus padres me avisaron que saldrían este fin de semana, y pues preferí venir aquí que dejarte sola en la Madriguera.

—No tenias que hacer eso… no quiero molestar.

—No me molestas, Ginny. Nunca lo harías.— Harry la miro directamente a los ojos y esa mirada fue tan intensa que Ginny sintió su piel de gallina. Ya había visto sus ojos antes pero no dejaba de sorprenderse de lo bonitos que eran, el verde esmeralda de sus ojos lo hacían relucir con el mismo brillo que tenían los ojos de James.—¿Tienes hambre? Ya es hora de cenar, puedo preparar algo… ¿Ginny?

—¿Que? … ah… cenar, claro.— Ginny carraspeo y sintió sus mejillas arder, fijó la vista en James-que seguía arrastrándose por toda la cama- para evitar volver a mirarlo. ¿Que le pasaba?

—Está bien. ¿Puedes quedarte cuidándolo mientras la preparo? Pueden ver la televisión si quieres.— Harry se levantó, agarró un pequeño control y se lo pasó.—Aquí se prende.— señaló un botón rojo.— Y aquí lo puedes cambiar.— señaló otros botones. Ginny asintió, más o menos comprendía.— Volveré rápido, lo prometo.

Una vez que Harry hubo salido de la habitación, Ginny miro a James que se había puesto patas arriba y pataleaba al aire. Sonriendo, encendió la televisión como Harry le había indicado y pasó canal tras canal buscado algo entretenido que ver. No lo logro, los programas que aparecían eran tan malos y aburridos que solo hizo que el dolor de cabeza aumentará. Al final, Ginny optó por apagar el televisor y que quedar acostada mirando como James daba patadas al aire.

Agarrándolo delicadamente de un piecito, lo arrastro hasta quedar junto a ella, James rio por el movimiento y siguió dando pequeñas patadas que aterrizaban en el muslo de Ginny, pero los piecitos de James eran tan pequeños que los golpecitos no dolían más bien divertían a Ginny. Cerró los ojos apoyando la cabeza en la almohada, mientras dejaba que James con sus manitas le agarrara un dedo para sentir su presencia. No quería que al niño le pasara algo mientras ella intentaba lidiar con su crisis de dolor.

Así se quedaron, y así los encontró Harry cuando volvió a entrar en la habitación cargando una bandeja con dos platos de espagueti y uno más pequeño con comida de bebé. Pero apenas entró tuvo que dejar la bandeja arriba del gavetero, por que la ola de sentimientos que lo invadió al ver a Ginny acostada en la cama la cual nunca debió abandonar acariciando levemente la mano de su hijo para sentir su presencia, fue suficiente para que la vista se le nublara por las lágrimas.

Cuando Ginny volvió a abrir los ojos su vista se centró de inmediato en el hombre parado al borde de la cama que los observaba atentamente con los ojos cristalizados como si estuviera viendo un tesoro, súbitamente preocupada se sentó de nuevo en la cama cargando a James mientras se acercaba a Harry.

—¿Harry? ¿Que sucede? ¿Estas bien? ¿Te lastimaste?

Harry no contestó, ni siquiera se movió por unos segundo, hasta que unos momentos después, dio un paso hacia ellos y abriendo los brazos los envolvió en un abrazo, en el que James quedó pegado al pecho de su padre y Ginny envuelta entre sus brazos con su cabeza apoyada en el hombro del azabache mayor. Tal vez normalmente si alguien la abrazaba de la nada se apartaría confundida y sospecharía que algo tramaba, sobre todo por Fred y George, pero cuando Harry la abrazo su cuerpo respondió por ella pegándose aún más a él, sintiendo el latir de su corazón y respirando el olor de la masculinidad del azabache.

—Ahora estoy bien, pecas.— el susurro con su cara entre el fogoso cabello de la mujer.—Estamos bien.

Cuando se separaron Ginny lo observo detenidamente, no entendía del todo bien que había sido ese momento de necesidad pero había sentido que debía consolarlo, a pesar de no saber por que. Harry por su lado se talló los ojos y la miro con una pequeña sonrisa, después del abrazo parecía más animado.

—Vamos a cenar, antes de que se enfríe la comida.

—¿Comeremos aquí?— Ginny preguntó mientras salía de sus ensoñación.

—Si quieres podemos bajar a la mesa, pero creo que aquí estaremos más cómodos.

Ginny se sentó en la cama con su plato mientras Harry hacia lo mismo. Harry hizo un movimiento de varita y una pequeña silla de bebé apareció, sentó a James en ella y empezó a alimentar al pequeño. Ginny empezó a comer y sin poder evitarlo su garganta hizo un ruido de satisfacción.

—Esto está delicioso… ¿en serio lo preparaste tu?

Harry asintió mientras seguía alimentando a James.

—No sabia que cocinabas…

—Cuando era pequeño antes de entrar a Hogwarts y vivía con mis tíos siempre era el que tenía que cocinar… al principio era agotador por que era muy pequeño pero me acostumbré.— explicó Harry.

—¿Te ponían a cocinar con menos de diez años?— Ginny lo miro sorprendida.—¿Estaban locos? ¿Y si te hubieras quemado…?

—No creo que les importará.— Harry se encogió de hombros. Ginny no lograba entender cómo podía ser tan indiferente en ese asunto.— De todos modos fue hace mucho tiempo, ahora cocino por que me gusta.— aclaró al ver la mirada de la pelirroja.

—Lo haces muy bien.— comentó la pelirroja probando otro bocado. Harry le sonrió.

Cenaron ente charla y charla, hablando de todo y de nada, Harry podía notar como Ginny trataba de sacarle información acerca de su vida pero como Auror entrenado fue fácil no caer.

—¿Cuál es tu equipo favorito de Quidditch?— preguntó Ginny. Harry la miro con los ojos entrecerrados.—¿Que? ¡Ni siquiera es una pregunta que tenga que ver conmigo!

—Bien, me gustan… las Arpias de Holyhead.

Ginny lo miro sorprendida.—¿Enserio? También es mi equipo favorito… aunque no sabia que también les gustaban a los chicos…

—¿Gustarles? ¡Los vuelven locos! Son un equipo muy bueno, este año entraron en la clasificación de la copa mundia que Quidditch.

Harry se deleito al ver el brillo en los ojos de Ginny. Ella se mordió el labio y lo miro con duda.—¿Alguna vez…? Quiero decir… ¿alguna vez las eh visto jugar?

Harry se debatió en si contestarle o no.—Tal vez…

—¿Eso es un si, o un no?

—Es un "Tal vez".— puntualizó Harry, aguantándose la sonrisa burlona que quería escapar.

—¿Nunca me vas a decir nada?— bufo Ginny en un susurro.

—Tenemos un trato, pelirroja.— le dijo Harry divertido.

—Si, pero… ¡por lo menos una pista! Me duele tanto la cabeza que no quiero ni pensar, ¿como se supone que deba recordar?

—Lo harás, lo prometo.— Harry respondió borrando su sonrisa tras ver la frustración de su pelirroja.—Pero, ahora será mejor que vallamos a dormir, James ya cayó.

Ambos dirigieron la vista hacia el pequeño azabache que luego de cenar, había caído rendido en la cama, de modo que a Harry y Ginny no les avía quedado de otra que hablé entre susurros. Ginny suspiro tras la propuesta de Harry y asintió, a ella también se le estaban cerrando los ojos del cansancio. Harry se levantó de la cama y se encaminó hasta el closet, de donde saco una pijama, luego se volvió a mirar a Ginny.

—¿Quieres que te preste algo de ropa? Te quedará grande pero estarás más cómoda.

Ginny asintió ligeramente con la cabeza, ya había dormido antes con ropa vieja de sus hermanos, además seguro que la de Harry ni era tan grande. Es decir, no es que no fuera guapo, tenía un cuerpo bien definido que Ginny supuso había obtenido en la academia de Aurores, y no era tan alto, sólo unos sentímetros más alto que ella, pero lo suficiente para cubrirla con su cuerpo si quisiera… no, espera, Ginny detuvo el hilo de sus pensamientos de inmediato ¿de donde había salido ese pensamiento?

—¿Ginny?— se sobresalto cuando escuchó a Harry llamándola, el azabache tenía una prenda de ropa en sus manos.—Ten. Creo que podría quedarte.

—Ah… claro, y ¿donde dormiré?— le preguntó Ginny, parándose de la cama y agarrando la ropa. Un simple camisón viejo y un pantalón de pijama.

Esa pregunta hizo que Harry volteara a ver con en entrecejo fruncido.—¿Que?

—¿Donde dormiré?— repitió Ginny.

—Pues… aquí.

—¿Que? No, me refería a en que habitación, tonto.— Ginny rodó los ojos con diversión.

—Bueno… aquí.— repitió Harry.

—¿Que…? Pero ¿y las habitaciones de visitas?

—Ahhh…— Harry pareció repentinamente nervioso.— Es que… no están amuebladas.

—¿Que? ¿Por que?— Ginny frunció el ceño… aquí había gato encerrando.

—Ehh… por que la casa es nueva.— murmuro Harry. Ginny lo miro con cara de no creerle nada y el suspiro.—Escucha, además de esta, la única habitación amueblada es la de James. Así que amenos que quieras dormir en el piso vas a tener que dormir aquí. Además ¿cuál es el problema? Ya dormiste aquí antes.

—Si, pero estaba inconsciente.

—Técnicamente ahora también lo estarás.— Harry le sonrió para tranquilizarla y Ginny no lo pudo negar… funcionó, soltó un suspiro y se dio la vuelta.

—¿Al menos podrías decirme donde cambiarme?

Con una sonrisa tímida, como si supiera que estaba tentando su suerte, Harry le señaló la puerta del baño. Dentro Ginny se puso la pijama sin prestarle mucha atención a su alrededor, luego se miró en el espejo y como ya era habitual, unas ojeras-más por cansancio y malestar que por falta de sueño- la recibieron junto con un muy desordenado cabello pelirrojo. Ahí, mirándose en el espejo fue cuando detalló su alrededor por primera vez.

Podría pasar como un baño normal, ducha, lavamanos, retrete, el espejo, toallas, productos para la piel tanto masculinos como femeninos y demás cosas esenciales de un baño. Pero eso no fue lo que se llamó la atención, no solo era que el baño era muy espacioso, si no, que la mayoría de este espacio lo ocupaba un jacuzzi blanco que en ese momento se encontraba vacío. ¿En serio? Pensó Ginny, ¿Un maldito jacuzzi? ¿Que tan rico es este hombre?

—Puedes probarlo si quieres.

Ginny dio un respingo cuando encontró a Harry mirándola fijamente apoyado en el respaldo de la puerta con una media sonrisa de lado, solo vistiendo un pantalón de pijama y sin camisa. Ginny volvió a mirar en el espejo, cerró los ojos y suspiró. Primero se hacia el loco con que no había más habitaciones disponibles, ¿y ahora pretendía dormir medio desnudo cuando sabía que ella dormiría con el? Si, había gato encerrado. Ginny abrió los ojos y lo miro directamente a la cara, le ordene a sus ojos que no bajaran la vista a terreno prohibido y se acercó lentamente a Harry, que seguía mirándola con la misma intensidad.

—No, gracias. Estoy cansada.— pasó por su lado atravesando la puerta y rozándolo en el proceso, pero con la cabeza bien alta. Sin volver a mirar atrás, Ginny se acomodó en un lado de la cama con la cabeza hacia el lado contrario de donde sabía que Harry estaría. Luego de un momento sintió también su peso en la cama, pero ambos conservaban la distancia, sobretodo por James que seguía acostado entre ambos. Ginny lo escuchó suspirar y en un débil susurro decir:

—Buenas noches, Ginny.

—Buenas noches, Harry.

*

Cuando Harry puso el primer pie en el cuartel el sábado por la mañana, lo único que quiso fue darse la vuelta y regresar a la comodidad de su casa donde su esposa eh hijo convivían.

No tenía planeado quedarse mucho tiempo, de hecho ese día ni siquiera debía estar ahí, pero había recibido una llamada de uno de sus Aurores con respecto a la misión que realizarían en unos días y no había tenido otra opción que llegar de imprevisto, aunque solo le entregaría la información que su compañero necesitaba y se iría de inmediato. Su mente estaba en otro lugar y en otras personas, más específicamente en su esposa e hijo. Cuando Harry le había dicho a Ginny que debía pasar un momento por el cuartel a llevar unos papeles, ella le había dicho que podía quedarse a cuidar a James mientras lo esperaban.

Al principio dudo, no quería separarse de ellos y prefería traerlos consigo, pero Ginny había insistido en que lo mejor sería que lo esperen, de todos modos no tardaría tantos. Harry no había podido insistir, sospechaba que lo que en realidad quería Ginny era pasar tiempo con James, desde la noche anterior Harry no había podido sacarse de la cabeza la imagen de James y Ginny juntos, sobretodo porque en la madrugada cuando James se levantó buscando leche, Ginny murmuro entre sueños un "Es tu turno, Harry" luego volvió a acomodarse en la cama. Esas simples palabras hicieron saltar el corazón de Harry.

Así que Harry llego al cuartel a medio día, le entrego los papeles a su compañero y los guardo en su oficina por si las moscas. Cuando ya estaba listo para irse se topó con su secretaria, que estaba rebuscando vete tú a saber que en su escritorio, junto a ella había un niño de unos cuatro o cinco año que la miraba con impaciencia.

—¿Falta mucho?— gimoteó el niño.

—¡Ya te dije que ya voy! ¡Se que lo dejé por aquí… ajá!— exclamó Volant levantando una carta rosada llena de corazones como si fuera un trofeo.

Harry se aparto cuando la carta estuvo apunto de golpearlo en la cara. La mujer se puso colorada.

—¡Señor Potter! ¡Lo siento! ¡No era para usted! Es sólo… solo…

—¿Eres Harry Potter?— preguntó el niño mirando a Harry. Ya no parecía impaciente más bien emocionado. Su cabello castaño estaba dirigido hacia todas direcciones y sus ojos celestes brillaban de emoción.—¡Yo tengo tu cromo! ¡Es de los más difíciles de encontrar! ¡Le contaré a todos mis amigos en el parque que te vi! ¡Seguro ni me creen!

Harry sonrió mirando al pequeño y se imagino a un James unos cuantos años más grande con el cabello indomable e igual de emocionado que el pequeño.

—¡Ben! ¡Ya te eh dicho que no seas maleducado! Lo lamento señor Potter, ya nos íbamos.

Agarró el niño por una mano y le lanzó una mirada amenazante.

—No se preocupe, fue un gusto conocerte Ben.— dijo Harry con una sonrisa.

—No lo molestamos más, señor Potter.— dijo Vane comenzando a alejarse junto con Ben, que no dejaba de lanzar miradas hacia Harry.

Harry sonriendo aún con la imagen de un futuro James, siguió su camino devuelta a casa.

*

—No puedo creer que enserio me trajiste.— Ginny lo miraba con mala cara mientras avanzaban por los pasillos.—Tan cómodos que estábamos en la casa…

—Ginny…

—Y James que no paraba de balbucear, creo que esta por empezar a hablar…

—Ginny…

—Y estábamos pensando en hacer un pastel de melaza, mama me ah dicho que es tu favorito…

—¡Ginny!

Ella paró de hablar y volvió a mirarlo con un adorable puchero.

—Se que odias estar aquí, pecas.— Harry le sostuvo la cara entre sus manos acariciando sus mejillas.— Pero haz mejorado mucho…

—Y el dolor de cabeza solo ah empeorado…

—Ya lo se, pero no te preocupes, compraremos más poción, descansaras y cuando despiertes James y yo estaremos esperándote para pasar el mejor fin de semana de tu vida. Juntos.— la consoló Harry.

Ginny miro con tristeza la puerta del consultorio de doctor Morris. Odiaba ese lugar, seguro que más que cualquiera que hubiera odiado jamás. De ser por ella estarían los tres juntos (Harry, James y Ginny) disfrutando de una rica tarta de melaza en la mansion Potter. Lamentablemente había tenido que dejar a James con Ron y Hermione por insistencia de Harry.

—¿Me lo prometes?— preguntó Ginny con voz cansada.

—Lo prometo.

Entraron al consultorio donde como siempre el doctor Morris los esperaba sentado en su escritorio con la vista fija en la puerta como si invocara su presencia. La primera vez que lo había visto, a Ginny le pareció un hombre despreocupado y curioso, ahora sin embargo su mirada reflejaba una especie de cautela y era peor cuando la miraba a ella, por que entonces Ginny sabría que le haría pasar un infierno en la secciones, esta vez… no se equivocó.

Legeremens.

Ginny sintió que le perforaban la cabeza con un martillo, un dolor punzante, mucho ruido, una especie de pitido, las imágenes volaban y se perdían se vista, un castillo, un dragón… no, un gigante, no… una serpiente, una explosión, boom, todo se volví oscuro, boom un diario, boom, explosión, explosión, explosión, boom, cuerpos inertes sin caras, boom, el dolor punzante, un pitido, un silbido, boom.

—¡Basta deténgase!— exclamó Harry cuando Ginny empezó a gritar de dolor.—¿¡Que no me escucha!? ¡Pare!

No sirvió. El hombre siguió realizando el hechizo mientras Ginny seguía gritando de dolor. Harry saco la varita y apuntó al doctor Morris.

¡Impedimenta!

El doctor Morris abrió los ojos y salió despedido hasta la parte posterior del escritorio donde se golpeó la cabeza con un estante y callo inconsciente. Harry se apresuró a sostener a Ginny cuando está pálida como un fantasma, perdió la conciencia.

—¡Un sanador! ¡Alguien que si sepa lo que hace! ¡Ayuda!

Seguro que sus gritos se escucharon en todo el hospital, pero a Harry no podía importarle menos. Acomodo a Ginny entre sus brazos, mientras quitaba un mechón de pelo de su frente pálida.

—Lo siento, pequitas… debía hacerte caso. ¡Ayuda alguien!

Las puertas se abrieron de golpe y un grupo de personas-sanadores supuso Harry- se acercaron a ellos a toda velocidad, agarraron a Ginny y la subieron a una camilla mientras empezaban a hacer hechizos a su alrededor. Harry vio por el rabillo del ojo que también se acercaban al inútil de Morris, pero en vez de quedarse prefirió seguir a los sanadores que atendían a Ginny. En un momento dado cuando la ingresaron a una sala una sanadora salió y le impidió el pasó.

—Señor Potter debe esperar afuera.— le dijo levantando una mano para que se detuviera.

—¿Que? Pero ella…

—En cuanto tengamos noticias se la daremos pero debe esperar en la sala de espera.— dio un paso a tras y cerró la puerta.

Harry gruñó frustrado, debió hacerle caso a Ginny desde el principio ¿quien le había recomendado a ese inútil doctor? Debió saber que algo iba mal desde que el aspecto físico de Ginny empezó a empeorar, pero estaba tan preocupado por que ella recupere sus recuerdos que se olvidó por completo de esa parte. Frustrado se revolvió el pelo mientras marcaba el número de Hermione. Su amiga contestó luego e unos todos.

—¿Hola? ¿Harry? ¿Va todo bien? James se está portando de maravilla…

—Hermione.— su tono de voz debió escucharse muy afectado por que Hermione paró de hablar abruptamente.

—¿Harry? ¿Que sucede? ¿Le pasó algo a Ginny?

—Ella… ni siquiera lo se, estábamos en la sesión y se ah puesto muy pálida… y a empezado a gritar y luego se ah desmayado, no se, ese hijo de puta la a lastimado o no se que. Unos sanadores la están revisando.— explicó Harry mientras daba vueltas alrededor de la sala de espera.

—Escucha… tranquilo. Ron y yo iremos para aya. Ron le avisara a los demás, Molly y Arthur siguen en Francia con Bill y Fleur así que dejaremos a James con Angelina y George ¿de acuerdo? Vamos para allá.

—De acuerdo.

Aceptación.

Harry se sentó en una de las sillas de la sala de espera, se alborotó el pelo por los nervios, volvió a pararse, recorrió de arriba a bajo la sala completa, pidió información de Ginny a alguno de las enfermeras y volvió a llamar a Hermione, estuvo en eso durante… una hora. Hasta que por fin Ron y Hermione aparecieron y encontraron a Harry en un deplorable estado con el pelo todo alborotado, la cara pálida y perlada de sudor y moviendo frenéticamente una pierna de arriba a abajo. Harry ni siquiera de paro cundo los vio aparecer.

—No an dicho nada.— explicó con la vista en piso.—Eh estado pidiendo información unas treinta veces, pero nada.

Ron le puso una mano en el hombro.

—Ella estará bien.— Harry no le contestó, estaba demasiado ocupado recordando el agradable día que había estado pasando con Ginny antes de todo.

¿Me lo prometes?

Lo prometo.

Otra hora paso desde que se habían llevado a Ginny, los demás hermanos Weasley llamaron para saber cómo iba todo. Se habían comunicado con Molly y Arthur que estaban en Francia junto a Bill y Fleur y les habían prometido que habitarían en cuanto supieran algo. Hermione decidió volver a preguntar cómo estaba Ginny pero volvieron a negarle información, Ron trataba de distraer a Harry pero fallaba estrepitosamente, en parte porque a el también se le notaba la preocupación. Finalmente otro cuarto de hora más tarde un sanador que Harry ya había visto antes apareció.

—¿Familiares de Ginevra Weasley?

Harry levantó la cabeza a toda velocidad cuando lo oyó.—¡Sanador Robinson!— el hombre lo miró e hizo una leve mueca como si supiera lo que le esperaba.—¿En que estaba pensando cuando nos recomendó a ese inútil? ¿Que le hizo a mi esposa? ¿Está bien? Si le hizo algo me encargaré de que haya en Azkaban una bonita celda con su nombre…

—Señor Potter.— el sanador lo interrumpió y suspiró con pesar.—Le ofrezco mis disculpa, no sabemos exactamente que pasó con el sanador Morris pero lo que sea que haya pasado en la sección de legeremancia no fue nada grave.

—¿Nada grave? ¡Los Dolores de cabeza no le paraban! ¡Estaba pálida, cansada y hasta se desmayó!— le grito Harry.

Ron y Hermione compartieron una mirada de preocupación.

—Lo se. La hemos revisado pero al parecer no tiene ningún daño grave, sólo agotamiento que se resuelve con una ligera siesta, no me explico que pudo causar los desmayos o dolores de cabeza, no tiene sentido.

Harry bufo, eran todos unos inútiles.

—Si no tiene nada grave ¿por que se an tardado tanto?— preguntó.

—Le hemos estado haciendo estudios y como dije, sólo tiene agotamiento corporal, si duerme y se alimenta bien estará bien en unos días.— aseguró el sanador.

—Bien.— dijo Harry.— ¿Cuando me la puedo llevar? Estoy un poco arto de estar aquí. Y ya puede ir cancelando todas las secciones o lo que sea relacionado, no volveré a traer a Ginny con ese hombre o ningún otro sanador.

Ante eso Ron dio un paso al frente.

—¿Estas seguro, Harry? A Ginny aún le falta mucho por recordar…

Harry sabia q lo que se refería su amigo, Ginny aún no recordaba muchas cosas importantes de su vida, de hecho las pocas cosas que recordaba no eran más que puros espejismos, pero con todo y todo había hecho un avance con las sesiones… no. Harry negó con la cabeza, le había prometido a Ginny que si no mejoraba pronto cancelaría las sesiones y no pensaba exponerla a que algo como eso vuelva a ocurrir. Lo único bueno de la situación es que había tenido tiempo de sentarse a pensar, había sido un tonto en convencerla para ir sabiendo que ella estaba pasándola mal, creyó que con el tiempo mejoraría… pero no, solo había pensado en que mientras más rápido ella recordara mas rápido todo volvería a ser como antes, pero ya era hora de aceptar que las cosas no volverían a ser como antes, y que tocaba aprender a vivir con ello.

—No, Ron… Ginny ya tuvo suficiente de todo esto, no volveré a obligarla a hacer algo que no quiera.

—Harry, sin las secciones su memoria tardará el doble en regresar…— le advirtió Hermione.

—Lo se, pero lo afrontaremos juntos.— replicó y miró al sanador.— Cancele todas las sesiones y prepare a Ginny, me la llevare de aquí.

*

Ginny abrió los ojos y los cerró de inmediato, gimiendo y restregándose los ojos con la palma de la mano. Su cabeza parecía apunto de estallar y sentía su cuerpo de plomo, eso sin contar que su estómago rugía por el hambre. Se removió en la cama en la que al parecer estaba y miró a su alrededor, trató de llamar a alguien pero tenía la boca seca y solo consiguió toser mientras trataba de pasar saliva.

—¿Ginny?— escuchó la voz de Harry acercándose, Ginny se volvió para mirarlo, parecía aliviado.— ¿Como te encuentras?

Ginny abrió la boca pero las palabras no salieron, Harry pareció entender su situación por que le pasó un vaso con agua. Ginny se lo bebió todo de un tirón y aún así, su voz salió algo seca y raspada.

—Estoy… cansada.— fue lo único que llegó a pronunciar.

Harry asintió, cerró las cortinas de la habitación-Ginny acababa de darse cuenta que estaban en su casa- y acomodó los cojines a su alrededor para que la pelirroja pudiera acomodarse a su gusto.

—¿Que…?— hizo una pausa.—¿Que paso?

Harry se sentó junto a ella en la cama y la miro con culpa.

—Lo siento, pecas, tenias razón. Yo estaba tan preocupado por tu memoria que por un momento olvidé preocuparme por… ti.— el azabache le acarició la mejilla.—Pero ya todo acabó… no volverás a las sesiones.

Ginny creyó que se lo estaba imaginado ¿se acababan las sesiones? ¿De verdad? Harry debió adivinar sus preguntas por que asintió.

—Se acabaron las torturas.

—¿Pero…? ¿Por que?— no es que le molestara, al contrario, pero ¿por que el cambio repentino de opinión.

—Creo que el idiota de Morris llego demasiado lejos.— gruñó.—Empezaste a gritar y luego te desmayaste. Lo siento, no debiste ir ahi en primer lugar.

Ginny no quería ser descortés pero no podía negar que estaba un poquito enfadada con el por no hacerle caso, así que se limitó a asentir con la cabeza mientras cerraba los ojos.

Harry la observo, consciente de que había sido un idiota pero no iba a desperdicie su tiempo lamentándose, esta vez haría las cosas bien. Iba a reconquistarla y sabía por donde empezar.

—Y…

—¿Y?— preguntó Ginny en un susurro al tiempo que volvía a abrir los ojos.

Harry sonrió de esa forma tan bonita que hacía que sus ojos brillaran de intensidad.— Te debo el mejor fin de semana de tu vida.


Hola, se que me eh tardado un poco en actualizar pero eh estado algo ocupada y estresada últimamente. Y este capítulo en especial me costo por que a pesar de ser corto todo lo que pasó tenía que pasar… lo dejo a su imaginación ;)

Vetodragneel: Jeje, si abra una fiesta pero… ¿Ginny rompiéndole el corazón a Harry? Tal vez… o Tal vez sea Ginny quien tendrá el corazón roto… o quizás ninguno…o quizás los dos… jeje *se ríe malévolamente*