Una constante
Para Jackie era parte de su rutina saludar a Marco con un movimiento de cabeza antes de entrar a clase. Nunca se había detenido a pensar si era coincidencia el que se encontrara en ese lugar o tomar un camino diferente, hacerlo sería como cuestionarse dejar su patineta en casa y ella amaba su patineta.
Cuando Marco le habló sintió que su rutina se había rotó pero no le molestó. Una parte de ella se había alegrado por ese cambio. Él le parecía agradable y aunque su presencia en su vida era pequeña lo consideraba una constante. Las imágenes que le enviaba la hacían reír aunque no fueran sus favoritas.
Cuando supo que Marco tenía sentimientos por ella sintió que cambió. Una parte de ella se sintió alagada al escuchar la sinceridad de sus palabras y le resultó inevitable notar cosas que había ignorado antes. Marco dejó de ser solo un compañero con el que pocas veces hablaba para convertirse en la persona más interesante que conocía.
Los momentos que compartían no se hicieron más frecuentes pero sí más significativos. Patinar juntos fue uno de los más importantes, era algo que adoraba hacer y aunque por algún motivo que no lograba entender su patineta se había roto había disfrutado el sentirlo más cercano.
