Nido vacío
Marco rodeó a Jackie con sus brazos en un intento por confortarla. La sintió aferrarse a él como si fuera un salvavidas y pudo notar la humedad en su hombro. Quiso decirle algo que la hiciera sentir mejor, decirle que todo estaría bien pero no encontró ninguna palabra, no podía hacerlo cuando sentía que su mundo se había desmoronado por completo.
Permanecieron en esa posición durante varios minutos hasta que finalmente Jackie deshizo el abrazo. Pasó a su lado y colocó sus manos sobre la barandilla de la cuna. Marco sintió su corazón romperse al ver la forma en que Jackie miraba esa lugar vacío, la misma mirada que había tenido en los últimos días.
Para Marco le resultaba doloroso el saber que nada de lo que hiciera pudiera llenar ese espacio. Se suponía que ellos deberían estar despiertos arrullando a un bebé, no imaginando qué se sentiría el tener entre sus brazos un hijo pero solo les quedaba la imagen del ultrasonido y un cuarto que nunca podría ser utilizado.
Angie se había ofrecido a limpiar esa habitación y aunque se lo agradecía ninguno de los dos aceptó. Era doloroso el pararse allí y observar el lugar que con mucho amor habían preparado para el que sería su primer hijo pero ninguno de los dos podía dejar de hacerlo, sin saberlo eso se había convertido en una especie de ritual para los dos.
—¿Crees que algún día deje de doler? —le preguntó Jackie, su voz sonaba rota.
—No lo sé, lo único de lo que estoy seguro es que estamos juntos en esto.
