Bajo el mar


Advertencia: Universo alterno.


Para nadie era un secreto que a Marco le gustaba el buceo. A veces salía en la mañana y regresaba hasta avanzadas horas de la noche, otras sus excursiones solo duraban unos cuantos minutos pero todos sabían que con o sin el equipo adecuado, Marco no desperdiciaba una oportunidad para sumergirse en las aguas del mar. Lo que nadie sabía era lo que hacía o lo que buscaba en el mar.

Todo había comenzado dos meses atrás cuando Marco había naufragado. Lo buscaron durante horas pero al final del día fue un turista el que lo encontró en la costa. Cuando lo encontraron temblaba de frío y tosía pero no lucía asustado, quizás un poco confundido. En su mano llevaba una concha que no quería soltar, por más que le preguntaron por ella no dijo nada. Janna había bromeado diciendo que tenía una sonrisa de enamorado, con el tiempo esa idea parecía cada vez menos absurda, lo que nadie entendía era quien había conquistado el corazón del joven Días y el que saliera solo lo hacía más complicado.

Janna, Alfonso y Ferguson trataron de seguirlo pero no había nada en su comportamiento que lo delatara. Marco solo se sumergía en las aguas y cuando salía portaba esa sonrisa que les resultaba tan sospechosa. Después de un tiempo se rindieron, nadie aparte de Marco se acercaba a la costa, el que hubiera tragado demasiada agua salada parecía más razonable.

Si hubieran intentado sumergirse en el mar habrían encontrado la respuesta. No muy lejos de la costa, debajo del muelle, Marco se reunía con la sirena que lo había salvado de morir. Al principio Marco había creído se trataba de un sueño pero la concha en su mano le reclamaba por su desconfianza.

Queriendo resolver sus dudas, Marco quiso regresar, confirmar por sí mismo que no se trataba de la alucinación de alguien que se encontraba al borde de la muerte, quería convencerse a sí mismo que no estaba loco. Encontró una sirena que buscaba el collar que había encontrado en su mano cuando despertó y desde ese día su vida no volvió a ser la misma, estar junto a Jackie se convirtió en algo tan natural como respirar.