Espera
Jackie y Marco permanecían atentos a la puerta, esperando su hijo la cruzara en cualquier momento. La última vez que lo habían visto, él y sus amigos habían ido a una fiesta. Adam había insistido en que era lo suficientemente mayor para cuidarse solo y como la fiesta era cerca, accedieron mientras que regresara antes de las diez de la noche.
Habían llamado a su hijo más de diez veces, pero Adam no había contestado a ninguna de sus llamadas. También probaron con llamar a los amigos de su hijo pero ninguno atendía el teléfono. A ninguno de los dos les extrañaría que con el volumen de la música no pudiera escuchar el teléfono celular, querían creer que se estaba divirtiendo demasiado como para olvidar la hora de llegada.
—Le quitaré su patineta por una semana… un mes si no tiene una buena excusa —comentó Jackie sin dejar de ver la puerta —, no me molesta que se quede hasta tarde, pero al menos pudo llamar para avisarnos.
Marco no agregó nada, mentalmente comenzó a pensar en lo que diría en cuanto lo viera regresar. Se dijo que no sería tan severo al ser la primera vez que hacía algo. Cuando la aguja que indicaba la hora apuntó al número dos, cambiaron sus pijamas por lo primero que encontraron en el armario y se dirigieron al lugar de la fiesta, ninguno de los dos quería esperar por más tiempo.
Preguntaron a todos los presentes en la fiesta pero ninguno pudo darles una respuesta acerca del paradero de su hijo, quienes lo habían visto, aseguraban que se había marchado antes de las diez de la noche acompañado de sus amigos. Encontrar a uno de los padres de los amigos de su hijo no hizo que la situación mejorara, John también se encontraba en la misma situación.
La respuesta llegó en forma de llamada telefónica. No era Adam o uno de sus amigos quienes los llamaban sino una enfermera, su hijo y sus amigos se encontraban internados, de camino a casa fueron atropellados por un vehículo que se dio a la fuga, y se encontraba en un estado delicado.
