Estoria por: JonaX, Kimonohi_Tsuki
Summary:
Con su estudiante desesperado haciendo listas y cuentas para la Navidad, Reborn aprovecha para salir y advertir a los guardianes de la fiesta, ya que había mentido que ya lo había hecho para darle una presión extra a su estudiante. No obstante, Nube, Niebla y Lluvia terminan dándole conversaciones bastante interesantes.
Notes:
¡Nosotros regresamos! ¡Ahora para comenzar de una vez por todas la 2da Saga de esta historia! Pero antes, retrocedamos un poco en el tiempo para ver qué sucedió entre el día 11 al 24 de diciembre, que no apareció en la Parte 1, es decir, ¡Tendrán algo de suspenso antes de que puedan ver el final de esta infame fiesta!
Disfrutenlo ;D
¡Gracias a Escri por la ayuda en la traducción al español!
La historia hasta ahora: Cuando escucha una vez más que Tsuna no quiere ser el Décimo, Reborn viaja a Italia para proponerle al Noveno Vongola un nuevo título [Alvo 410], debido a la ausencia de su tutor por quién ya se había encariñado. Tsuna tiene una de las peores semanas de su vida y ni siquiera sus guardianes pueden acercarse a él [Alvo 411 y 412], pero todo queda para después cuando Tsuna finalmente se da cuenta, después del regreso de Reborn, que al final de esta desastrosa semana habrá un Festival Deportivo, en el que, gracias a los consejos de Chrome, esta vez Enma es elegida como líder. [Alvo 412]
La competencia, que en sí misma es un espectáculo caótico [Alvo 413] se vuelve mucho peor cuando Tsuna, quien tenía fiebre ese mismo día [Alvo 413] terminó noqueado y golpeado por la bazuca de 10 años, trayendo así a su yo futuro, quien vistiendo un disfraz de Namahage, [Alvo 414] peleó con Hibari y ambos, principalmente Tsunayoshi, destruyeron toda la cancha de la escuela, la cancha de béisbol.
La actitud tan diferente de su Jefe en diez años dejó curiosos a casi todos sus Guardianes, y ante eso, Reborn creó un plan para que Tsuna se deshiciera de esta Bazooka de una vez por todas: Una competencia en la que los Guardianes debían extraer información de Lambo del futuro. [Alvo 415] Lo que definitivamente logra molestar al Cielo, quien luego de una emotiva despedida con su futuro guardián, confisca el arma alegando que aunque era un regalo de los Bovino, como Lambo también era su familia, era su deber protegerlo.
Y si esa no fue una semana lo suficientemente movida, Reborn, Shamal, Enma y más tarde Hibari [Alvo 413] se dan cuenta de que algo puede estar mal con la salud de Tsuna y especialmente con sus llamas, un sueño muy misterioso, y que hizo que el castaño despertara en Hyper Mode, podría ser la única pista que tienen. [Alvo 412] Junto con una antigua canción profética capaz de preocupar incluso el mejor asesino del mundo. ¿Tendría todo esto algo que ver con el Trinisette? ¿O hay algo más que todos se están perdiendo?
Alvo 417 - Del otro lado del Cielo
11 de diciembre, domingo, trece días antes de la Fiesta de Navidad y de la llegada del CEDEF.
Todavía era de mañana cuando Reborn se fue por Namimori para avisar a los demás Guardianes de la fiesta que se celebraría el 24 de diciembre, dejando atrás a su alumno, centrado en intentar no olvidar a nadie en sus desastrosas cuentas y listas.
Su primer objetivo era Hibari Kyoya, que estaba en la escuela a pesar de ser fin de semana, junto con su mano derecha Kusakabe, perdido en una peculiar investigación.
-...Y esa es toda la información que pudimos recopilar sobre Sawada. - Explicó el hombre de gran pompadour, dejando una carpeta en el escritorio de su presidente.
- No es mucho. - Su jefe fue directo.
El más joven suspiró, sabía que el otro diría eso.
- Por los pocos recuerdos que tengo del Futuro, allí podíamos contar con los recursos de la Fundación para este tipo de cosas, pero por ahora al contar sólo con el Comité de Disciplina, tratar de investigar algo como Vongola, aunque sea sólo una parte, es como pedirle a una tortuga que suba una cascada.
Hibari frunció el ceño, pero no hizo más comentarios al respecto, abriendo la carpeta que tenía delante.
No había nada relevante más allá de los nombres que el bebé le había mostrado una vez, cuando durante la Batalla de los Anillos le preguntó directamente qué eran los Vongola.
"- Ellos son esto aquí." - Mencionó Reborn esa vez mostrando un papel amarillo y maltratado con unos cuántos nombres que de alguna manera vinculaban a Sawada Tsunayoshi con un hombre que adoptó el nombre de Sawada Ieyasu. - "Un antiguo antepasado de Tsuna que fundó un grupo de vigilantes hace unas generaciones. Y ahora son una mafia."
"- ¿Vas a decírselo directamente Reborn?" - Exclamó exasperado Dino en ese momento, de pie en el tejado de la escuela con Hitman al hombro.
"- Sí, Hibari no es un idiota como los demás, no tiene sentido ocultárselo, y más ahora que Iemitsu lo ha elegido definitivamente como Guardián."
Iemitsu.
Él Animal Salvaje del futuro había dicho que él sabía algo sobre este hombre. Este mismo hombre, que era claramente un carnívoro haciéndose pasar por herbívoro, que se había atrevido a decidir por sí mismo que debía participar en todo este asunto de la Mafia, siendo subordinado de un herbívoro que sólo sabía gritar, correr y esconderse.
O al menos ese era el Sawada Tsunayoshi que conoció cuando este se unió a Namimori Chuugaku.
- Como puede ver, Presidente, el Sr. Sawada Iemitsu no tiene ningún hermano registrado. Según todos los registros que tenemos, es hijo único. - El comentario de Kusakabe le devolvió al presente.
- Son los mismos nombres que el bebé me mostró una vez. - Eso fue todo lo que aportó sobre el tema.
- Sinceramente, aunque hayas oído a Sawada del Futuro mencionar a un tío, veo muy difícil que éste sea un Vongola. - Se atrevió a sugerir su brazo derecho. - Tal vez sea un tío de consideración. Ese tipo de cosas son muy comunes en la mafia, incluso el señor Dino le llama hermano, aunque no tengan la misma sangre.
- Es posible… - Añadió Hibari cerrando los ojos y recostándose en su silla. - Aún así, también quiero información sobre su madre.
Eso hizo que Kusakabe suspirara profundamente, sinceramente no sabía por qué su presidente estaba tan interesado en ese asunto en primer lugar, de todas las cosas que el Sawada del Futuro podría haber dicho y hecho, la mención de un pariente que nadie conocía no parecía lo más relevante en su opinión.
Aun así, órdenes son órdenes.
- Como quiera, señor.
Los minutos pasaron lentamente, pero Hibari no tuvo éxito con los documentos encontrados por Kusakabe. Como los registros de nacimiento, defunción y matrimonio. La información era escasa y todo muy puntual, sin dejar lugar a que nadie sospechara que esta familia estaba involucrada en algo.
Sólo cuando abandonó parcialmente su búsqueda para tomar un té, sintió una presencia que se acercaba, para ver poco después la figura del Ex-Arcobaleno de pie en su ventana.
- Ciaossu, Hibari. - Saludó con un gesto de su sombrero. - Pareces bastante ocupado para un domingo por la mañana. - Observó fijándose en las carpetas que había sobre la mesa, que el presidente guardó sin dudar en uno de los cajones sin dejar de mirar al mayor.
- Bebé. - Se limitó a saludar.
- Si tuviera que adivinar, diría que estás tratando de unir las piezas de información que obtuviste del futuro Tsuna. - Se atrevió a provocar al asesino saltando a la mesa del presidente. - Información que no parece querer compartir con los demás.
- ¿Cómo no quieres compartir el estado de salud del Pequeño Animal?- Provocó el más joven, sosteniendo la mirada opuesta.
- ¿Tal es su preocupación por Tsuna?
- Todo lo que ocurre en esta escuela y con sus alumnos es asunto mío.
- Por supuesto. - Ironizó Reborn. - Insistirás en esa excusa. - El Hitman pareció detenerse un momento, como si evaluara sus opciones con su fedora bajada, y luego volvió a hablar. - De acuerdo, al final lo descubrirías. Shamal y yo ya estamos lidiando con la situación de sospecha que él tiene exceso de llamas por el tiempo de calma después de la tormenta. Parece que se ha acostumbrado a la acción y al caos, ya que sigue produciendo más llamas sin cesar, como si en cualquier momento nos fuera a atacar una nueva amenaza, y eso ha comenzado a dañar su cuerpo.
- Exceso de llamas. - Repitió Hibari con interés.
- Todavía necesita algo de tiempo para que esto se estabilice, pero una vez que Tsuna reaccione bien a los resultados, podemos darle más cosas para gastar su llama. - Su sonrisa se amplió entonces. - Y ahí es donde entras tú, ya que has cooperado dejando que Shamal te examine, mantendré nuestro acuerdo. Tsuna ya debería estar estable para después del año nuevo, así que el que empecéis a entrenar juntos será justo lo que necesitamos para que pueda gastar toda la llama extra que posea. En otras palabras, pueden pelear tantas veces como quieran y tú pueda soportar. ¿Alguna objeción a eso? - Y la sonrisa depredadora que recibió como respuesta fue más que suficiente. - Me imaginé que no. Así que por ahora no hay razón para preocupar a los demás. Así que espero que esto quede entre nosotros.
- No recuerdo cuándo empecé a recibir órdenes tuyas. - Señaló con firmeza.
A pesar de la afrenta, la sonrisa de Reborn no disminuyó.
- ¿Preferirías sólo recibir órdenes de Tsuna?
- Tal vez. - Se embarcó. - Pero el Pequeño Animal aún necesita afilar más sus garras antes de siquiera pensar en darme una orden.
- Si Tsuna continúa con su ritmo actual, no creo que tarde mucho. Y eso me lleva a la razón por la que he venido. - Al ver que el otro no decía nada, continuó. - El 24 de diciembre celebraremos una fiesta en casa de Tsuna, tú y todos los demás Guardianes y amigos de Tsuna están invitados, o al menos los relevantes.
- No.
Y como si no tuviera nada más importante para mantener su atención, la Nube volvió a su escritorio para mirar otros documentos. El Ex-Arcobaleno no parecía sorprendido por la acción.
- Puede que me haya excedido un poco en una tradición vongola para que Tsuna entregué regalos para todos aquellos a los que siente que les debe algo, y tú estás ciertamente en su lista.
- No me importa.
- Como también hay muchas otras personas poderosas en esa lista, no todas asistirán a la fiesta, pero en algún momento volverán a Namimori, y cuando Tsuna les entregue sus regalos, puedo organizar fácilmente un pretexto para que tengas tu tan esperada revancha. - Eso hizo que la Nube dejara de ver sus papeles para lanzar una mirada de soslayo al hombre más pequeño. - Eso siempre y cuando estés en esa fiesta en primer lugar.
Hibari no contestó inmediatamente, sino que siguió mirando su escritorio como si estuviera perdido en sus propios pensamientos y cavilaciones.
- A pesar de tener menos experiencia en el campo de batalla, Tsuna sigue siendo un oponente más fuerte, pero ese Rey de la Sabana sigue sin ser un rival al que subestimar.
- Tienes demasiada confianza en el poder del Pequeño Animal.
- Simplemente creo en la capacidad de mis alumnos.
- ¿Cuándo te diste cuenta? - Sólo entonces el presidente se dirigió al Hitman. - ¿Qué el Pequeño Animal podría tener tanto potencial? Cuando llegó a Chuugaku, no era más que otro herbívoro irrelevante, posiblemente el más pequeño y débil de la manada. Era simplemente invisible. Sin embargo, eso cambió poco a poco cuando apareciste en su vida.
Ahora ambos se enfrentaron directamente, negro contra ónix, casi como un juego de voluntades.
- Parecías confiar en su potencial desde el principio, siempre empujando a Sawada Tsunayoshi a través de las pruebas más difíciles, siempre creyendo que él las superarías. Yamamoto Takeshi estudió con él desde el Shougaku, y no fue hasta justo antes de su intento de suicidio cuando pareció verle realmente.
- Y por eso tú, como Bermuda, y tantos otros asumiste que yo era la causa de todo. - Completó el Ex-Arcobaleno llevando a Leon de su fedora a su mano, acariciando su cabeza. - Me acosaste como una plaga durante mi primer año en Namimori*, y así no se ha dado cuenta del potencial que había detrás de mí. - Su sonrisa se volvió arrogante. - No te culpo, mi presencia puede ser bastante cegadora.
Dicho esto, Leon se convirtió en un arma, y el hecho de que Hibari ni se imutara con la acción demostraba la confianza tácita que existía entre eses dos.
- Te diré lo que ni siquiera le dije a Tsuna, y a cambio vendrás a la fiesta.
Hibari frunció el ceño con disgusto, pero aceptó.
- Shinu Ki no Dan. - Dijo apuntando su arma directamente a la cabeza del moreno. - Es el nombre de la bala especial de Vongola. Has visto sus efectos, libera todo el potencial que una persona posee al aferrarse a un deseo, a un arrepentimiento que no podría morir sin cumplir. Renaces y haces lo que sea necesario para conseguir lo que quieres.
El asesino apretó el gatillo sin más explicaciones, haciendo que la bala volara directamente hacia la frente del presidente.
Pero no pasó nada.
O al menos esa fue la impresión del estudiante, hasta que se llevó la mano al lugar afectado y sintió el calor de su propia llama irradiando desde su frente, como había visto que le ocurría a Sawada en innumerables ocasiones.
- No funciona si ya vives intensamente y sin remordimientos, como es su caso y el de Ryohei. - Y tan pronto como apareció, la llama púrpura desapareció, aunque su sensación de ardor seguía impregnado en él. - Así que, respondiendo a tu pregunta, supe que Tsuna tenía potencial desde que le dispare por primera vez. La presión que liberó de golpe no era normal, todo lo que logró hacer, y aun así llegar a la escuela y mantenerse consciente, fue algo que ninguno de los tres hijos de Noveno pudo hacer. Aquel día tuve la certeza de que él sólo necesitaba poner todo ese potencial afuera, en lugar de ocultarlo me toca preguntar, Hibari, ¿Qué es lo que te pareció más diferente entre el Tsuna del futuro y el nuestro?
No necesitó mucho tiempo para responder, esa pregunta había sido la que más tiempo había rondado en su mente, incluso más que las otras informaciones filtradas por el viajero del tiempo.
- La libertad. - Se limitó a decir. - Parecía libre.
- Y se sentía cómodo con lo que es. - El asesino añadió, devolviendo su amigo a su forma camaleónica. - Precisamente porque ha sido invisible durante tanto tiempo, Tsuna tiene miedo de soltarse incluso con sus amigos, desde un detalle aparentemente pequeño como llamarles por su nombre, o confesar lo que realmente siente. Shinu Ki no Dan parece tener un efecto más fuerte en él que en cualquier otro, pero lo que vemos no es una segunda personalidad suya*, sino más bien matices de sí mismo que él y su baja autoestima no le permiten ver. Te molestaste cuando Tsuna dijo que tenía miedo de volverse aterrador como su futuro yo. ¿Por qué?
- He visto a ese Herbívoro ridiculizar al Cabeza de Piña, superar a ese León Enfadado, pulverizar al Hombre Malvavisco Loco, exterminar a ese Fantasma Enfermo y humillar al Bebé Muerto Viviente. - Puntualizó Hibari mientras fruncía el ceño. - Y sin embargo, parece ser el único que no se da cuenta de que ya es aterrador.
Reborn asintió con la cabeza, incapaz de no recordar cómo el menor fue capaz de enfrentarse a él, creyendo que sería capaz de derrotar a Jaeger y Bermuda.
- ¿Y qué piensa hacer al respecto?
- Voy a forzar eso en su cabeza hasta que entienda. - Ofreció el joven, poniéndose en pie y observando al asesino desde arriba. - Y yo estaré allí para verlo libre como un Cielo debe ser.
Sin más que ofrecer, el presidente se dirigió a la mesa de centro, sirviéndose una taza de té.
Por su parte, Reborn no podía estar más satisfecho.
- Entonces, contaré con su trabajo. - Estaba a punto de salir por la ventana, cuando se le ocurrió otra cosa. - Ah sí, privé a Tsuna de su Gumi y de esas balas que mencioné que lo ponen artificialmente en Hyper Modo, lo que lo convierte en un blanco fácil hasta que aprenda a entrar en ese estado por sí mismo. Ya he informado a Ryohei y lo vigilará durante la mañana. A no ser que quieras que tu preciosa ciudad resulte dañada en los intentos de perjudicar a un indefenso "Pequeño Animal", te sugiero que tú y los tuyos le echen un ojo por la tarde, porque probablemente se vaya por toda la ciudad hasta conseguir el dinero que necesita, y quién sabe qué destrucciones potenciales podría ocasionar sin una vigilancia adecuada. Después de todo, ese es el deber de un Guardián.
Y sin esperar a ver la mirada mortal que recibió de la Nube, el Hitman saltó por la ventana para seguir con sus asuntos.
-.-.-.-.-.-.-
Durante la tarde del mismo día, la joven Chrome Dokuro cerraba su libreta luego de hacer su última anotación, estiraba su cuerpo en su silla y sentía sus huesos crujir junto con la sensación del trabajo realizado.
Con eso, había completado todos los deberes pendientes de su nuevo Chuugaku, pudiendo concentrarse en disfrutar de las pequeñas vacaciones que su Jefe-del-Futuro había conseguido para ella y los demás al destruir parte de la escuela.
"Me gustaría salir y comer un pastel con las chicas". - Pensó para sí misma con una leve sonrisa, pero luego suspiró pensando que era demasiado tímida para ser la primera en hacer la invitación. - "Con suerte, ¿Alguna de ellas me llamará?"
Esperar no era una perspectiva muy emocionante, pero la hacía sentir menos ansiosa que tratar de llamarlos por su cuenta. Realmente estaba tratando de llevarse mejor con todos, pero tomar la iniciativa de esa manera aún le costaba un poco.
Sus cavilaciones, mientras miraba su teléfono, tuvieron que esperar cuando sintió que algo se acercaba a su pequeño departamento, inmediatamente tomó su tridente y se detuvo en una pose defensiva hacia la ventana de su habitación.
El alivio lo golpeó cuando la figura del Ex-Arcobaleno del Sol se detuvo en su marco.
- Ciaossu. - Y al ver como la joven hacía desaparecer su arma, añadió. - Felicidades Chrome, tú y Hibari fueron muy rápidos en identificarme.
Esto hizo que el pecho del ilusionista se hinchara de orgullo.
- Gracias al señor Mukuro. - Explicó poniendo un mechón de cabello detrás de su oreja, avergonzada. - Me recomendó que creara varias ilusiones alrededor del apartamento, en forma de objetos comunes que nadie sospecharía, y tan pronto como alguien pasa por algunos de ellos, puedo saber si alguien se acerca.
- Entiendo. - Confirmó interesado. - Muy perspicaz viniendo de esa Piña. Ese objeto sería… - El Ex-Arcobaleno se detuvo, mirando la ventana por la que había entrado. Parecía una fenestra completamente normal, pero pronto una pequeña araña le llamó la atención, una que Leon saltó de su sombrero para tratar de atrapar, solo para ver con frustración cuando su lengua pasó por encima del arácnido. - Bastante perspicaz de hecho.
La ilusionista parecía absolutamente satisfecha, estirando la mano para acariciar la cabeza de un decepcionado León.
- Lo siento, pequeño. - Pero pronto su expresión se tornó seria al encarar al más pequeño. - ¿Le pasó algo al Jefe?
La sonrisa de Hitman se amplió aún más, al verla tan decidida a ayudar como lo había estado durante la Batalla de los Representantes.
- No te preocupes, Inútil-Tsuna está bien. En este punto debes estar perdido entre cuentas y listas.
Esto hizo que la joven levantara las cejas sorprendida, después de todo era domingo.
- Sí, estoy tan sorprendido como tú. - Se burló el asesino. - Es la primera vez que él hace algo así solo, sin que yo tenga que amenazarlo o atacarlo.
Técnicamente lo había amenazado con hacer creer a sus amigos que él no se preocupaba por ellos, pero si no implicaba dolor físico, en realidad no lo consideraba una amenaza.
- ¿De qué tratan estas listas y cuentas? - Preguntó la joven curiosa, y luego se sonrojó, como si recordara algo. - Oh, lo siento, no recibo muchas visitas, ¿Quieres un poco de té?
- Aceptaré un café, por favor.
Por un momento no estaba segura de cómo guiarlo a la cocina, a menudo veía al Hitman saltar sobre los hombros de los niños, pero también veía a las niñas, especialmente a Bianchi, llevarlo en sus brazos.
- Hmm… ¿Cómo quieres que lo tome? El apartamento no es muy grande, pero...
Por su cuenta, el asesino saltó a sus brazos. Y con un asentimiento de confirmación, la joven se fue hacia la cocina.
- Sobre tu pregunta, habrá una fiesta en la casa de Inutil-Tsuna el 24 de diciembre, una fiesta navideña al estilo Vongola. - Dijo mientras salían de una pequeña habitación, pasando por un estrecho pasillo que conducía a una sala de estar y una pequeña cocina. - Y él está a cargo de conseguir regalos para todos los que le importan. Estás invitada también, por supuesto.
Un suave rubor pintó su pálido rostro, junto con una sonrisa de genuina felicidad.
- Me encantaría. - Pero entonces una preocupación la golpeó. - ...¿También tengo que conseguir regalos para todos?
- No te preocupes por eso, quédate con lo que tengas para mantener este apartamento. - Garantizó el asesino saltando de donde estaba al fregadero en cuanto llegaron a la humilde cocina. - Si quieres dale solo a las chicas ya Tsuna, cualquier cosa que les des seguro que les gustará.
- Vale. Pensaré en algo. - Confirmó sintiéndose aliviada.
Así que se dispuso a preparar el café, siguiendo las explicaciones del italiano sobre la mejor manera de hacerlo, eligiendo hacer uno para ella también. Unos minutos más tarde, la pareja estaba sentada en una pequeña mesa redonda, Leon se había convertido en una silla ya que la joven Niebla solo tenía una en su casa, disfrutando de su bebida juntos.
- ¿Necesitas ayuda con tus lecciones? - Quiso conocer al asesino entre sorbos, asumiendo su faceta de maestro.
Ella negó con la cabeza.
- No, ya los terminé todos, no eran muy difíciles. Eso hizo que el asesino levantara una ceja, pero luego sonrió con evidente orgullo.
- Por supuesto, eres una chica muy organizada e inteligente, Chrome. - Eso la hizo, si posible, sonrojarse más. - Menos mal que Tsuna puede contar con una inteligencia como la tuya, de lo contrario estaría rodeado de idiotas.
Ella no sabía cómo responder, realmente, solo escondió su expresión avergonzada detrás de su taza.
- Tú y Hibari por ahora tienen todo para ser los Guardianes más eficientes, mientras que los demás aún tienen un largo camino por recurrir. Quién sabe, podrían hacer un buen dúo algún día. - Se lo puso con una sonrisa que prometía caos.
- Yo no… - Comenzó la joven, dejando su taza sobre la mesa. - No sé si Señor Nub-Digo, a Hibari le gustaría trabajar conmigo. - Reborn notó el cambio de nombre, pero optó por no decir nada, mientras terminaba su propia bebida. - Tal vez piense que soy demasiada parecida al señor Mukuro para sentirse cómodo...
- Quien sabe. - Eso es todo lo que dijo el asesino.
- El Señor mencionó que Hibari y yo fuimos rápidos en localizarlo. - El otro solo asintió. - ¿Con quien usted habló?
- Ryohei, Hibari y tú, luego hablaré con Yamamoto, Gokudera y Mukuro, ya que la Vaca Estúpida estará allí de todos modos.
- Por favor déjame ayudarle. - Se puso decidida. - Puedo hablar con el señor Mukuro, ya tenía que hablar con él sobre lo que pasó en la escuela de todos modos.
- Preferiría que no le hablaras de su yo futuro. - Ella solo lo miro por esas palabras. - Por el modo que ese idiota es orgulloso y arrogante, si supiera que definitivamente se convertirá en parte de la mafia en el futuro, lo haría tratar de alejarse lo más que pueda lo antes posible, para evitar que eso suceda. Y estoy seguro de que a Tsuna no le gustaría eso.
Ella confirmó, un poco triste, pero confirmó.
- Pero eres libre de preguntarle por qué estaba en la escuela ese día.
Eso la hizo parpadear.
- Usted también lo sintió?
- No. - Negó con la cabeza. - No puedo sentirlo como lo hacen tú y Tsuna, pero noté cómo parecías buscar a alguien durante la batalla.
- Sí… Y no entiendo por qué no me habló. - Miró su regazo, vacilante. - Pensé que todo estaba bien entre nosotros, así que quiero... Hablar con él.
- Está bien, confío en ti. - Anunció trayendo una sonrisa a su rostro nuevamente. - Y no te preocupes si no puedes convencer al Cabeza de Piña a que venga, con Hibari estando allí sería caótico, normalmente lo aprobaría, pero todos deberán comportarse mínimamente por Mamá. Lo más importante es que sea invitado, ya que es parte de la familia.
- Está bien, aun así, intentaré convencerte, que se comporte. - Decidió con determinación, ensanchando la sonrisa del Hitman.
- Realmente creciste, Chrome.
Y la conversación giró hacia asuntos más triviales, era claro que Chrome estaba feliz de tener compañía, por lo que el tutor no se apresuró a irse, saliendo de la casa recién cuando el naranja ya cubría el cielo.
-.-.-
Con las palabras del tutor aún en mente, Chrome se dirigió a Kokuyo Land, mientras lanzaba miradas tristes al estado de la casa de sus amigos, a pesar de haber pasado poco tiempo allí, especialmente en comparación con sus compañeros, el estado de abandono era algo a lo que probablemente nunca se acostumbraría.
Se preguntaba por qué Mukuro no quería ir a otro lugar, tal vez porque este sería como una especie de advertencia para los forasteros, o tal vez un recordatorio de su verdadera naturaleza.
No era el momento de pensar en eso, después de todo, ya había llegado a su destino. Entrando al edificio abandonado, sintió cierta incomodidad por el silencio, más aún después de pasar un rato con el Jefe y sus agitados amigos en la escuela.
La sensación de estar de regreso era extraña, no había pasado ni un mes desde que había sido expulsada por Mukuro, pero no pudo evitar sentir cierta nostalgia cuando regresó al lugar donde la recibieron luego del incidente con su madre y padrastro.
- Eh... ¿Ken...? - Dudó. - ¿Chikusa…? Señor-
Y luego, cuando llegó al salón principal, las luces se encendieron de repente, cuando miró hacia arriba, pudo ver la figura de Ken colgando del techo, pero no por mucho tiempo, porque, de la nada las luces fueron encendidas, haciéndole asustarse, para terminar cayendo de cara al suelo.
Chrome notó cómo su amigo animal poseía una cola esponjosa y dos dientes frontales extremadamente grandes, por un momento casi pensó que se veía lindo, pero debido a lo grotescas que solían ser sus transformaciones, rápidamente cambió de opinión.
- ¡CHIKUSA! ¡Bastardo! ¡¿Por qué encendiste la luz?! ¡¿Y si fuera un enemigo?! ¡No estaría aquí para ver la luz del día! - Gritó Ken, sacando su Squirrel Channel y guardándoselo en el bolsillo.
- Nos estaría haciendo un favor a todos. - Dijo simplemente el chico con lentes. - Aproveche que Chrome está aquí y ve a darte una ducha, apestas.
La Niebla nunca dejó de sorprenderse de lo bien que Chikusa lograba ocultar su presencia, todo este tiempo estuvo cerca del interruptor, solo esperando a que su amigo terminara su pequeño espectáculo, ya que un ataque físico sorpresa contra una Niebla era una idea idiota por decir lo mínimo.
- Hola Chikusa, hola Ken. - Saludó con una leve reverencia. - ¿Cómo están ustedes? Vine a preguntar si-
- El mocoso de Fran se fue justo antes de que tú llegaras, así que si viniste aquí a jugar con él, puedes irte. - Interrumpió Ken, cambiando de tema, ya suponiendo con quién Chrome realmente quería hablar.
- Oh, está bien, en realidad quería saber si les gustaría ir a una fiesta el 24 de diciembre en la casa del Jef… o mejor, en la Residencia Sawa-
- Kufufufufufu~
Y antes de que pudiera terminar, la joven sintió una presencia formándose a través de la niebla en medio del salón, más específicamente en el sofá que estaba encima del escenario, revelando lentamente la imagen de quien le salvó la vida en el pasado.
Rokudo Mukuro, sentado en su habitual posición dramática, mirando altivamente a todos en la sala.
- Entonces. - Comenzó el ilusionista con su sonrisa satisfecha. - Vongola hará una fiesta y ¿Se acordó de nosotros?
- ¡Oh! ¡Señor Mukuro! ¡No había ninguna razón para que aparecieras! - Exclamó Ken claramente angustiado, y Chikusa ajustando sus lentes que ya estaban bien colocadas, algo que solo ellos sabían que hacía cuando estaba preocupado o, en casos más raros, interesado en algo.
Si eso no fuera suficiente señal, con una punzada de orgullo de sí misma, pudo darse cuenta de que, por alguna razón, parecía haber una ilusión cubriendo al mayor, además su ropa parecía estar más arrugada que de costumbre.
La combinación de estos factores hizo que Chrome frunciera el ceño, algo parecía estar pasando.
- No recuerdo desde cuándo puedes decidir lo que puedo y no puedo hacer, Ken. - Anunció con su tono teatral, apoyando la barbilla en el dorso de su mano, haciendo que el rubio agachara la cabeza como un perro regañado.
- Señor Mukuro. - La joven se adelantó, recuperando la atención del chico, quien lanzaba una mirada que parecía tratar de transmitirle algo al Sol. - ¿Está bien?
Sus ojos se entrecerraron ligeramente.
- ¿Por qué crees que yo no lo estaría, mi querida Nagi? - Preguntó.
- Haa… - Empezó, un poco insegura, y luego respiró hondo, animándose a continuar. - Es que… El señor está se escondiendo en una ilusión.
Ken tragó saliva nada discretamente, mientras que Chikusa solo suspiró, el Guardián, a su vez, ni siquiera parpadeó ante la acusación.
- Bueno, parece que has crecido, Chrome. - Escuchar casi el mismo cumplido dos veces en el mismo día, de parte de dos personas a las que respetaba tanto, casi hizo que el corazón-real de la joven dejara de latir, haciéndola tener que luchar mucho con su violento sonrojo para prestar atención a las demás palabras de su salvador. - No es nada de qué preocuparse, ya te he dicho que lo que nos pasa ya no es problema tuyo. Eres libre, te has ganado ese derecho.
Esto la hizo caer del Cielo al Infierno.
- ¡Pero Señor Mukuro! - Trató de protestar, dando un paso adelante, solo para ser detenida por Ken y Chikusa. - Señor Mukuro...
- Váyase Chrome. - Su figura comenzó a disolverse en la niebla. - Por fin tienes la familia que tanto deseabas...
Pero no se daría por vencida tan rápido, no cuando le había dado su palabra al Señor Reborn.
- ¡Pero usted también es parte de esta familia! - Gritó paradójicamente en un tono tímido. - Seguro que el Jefe también lo piensa así. Su llama incluso pareció arder con más fuerza cuando todos luchamos juntos contra Vindice por primera vez, ella se sentía más viva... ¡Porque estábamos juntos!
Sus palabras parecían haber tenido algún efecto, ya que la ilusión del más viejo parpadeó con sus palabras, evitando que desapareciera, pero el ilusionista logró recuperar el control a tiempo para que su poder se no deshiciera.
Ken comenzó a despotricar por haber molestado a su jefe, pero Chrome no escuchó una palabra, concentrado en la expresión pensativa del hombre mayor.
- La última vez que tuve una familia, los asesiné a todos. - Subrayó, mirando directamente a los ojos morados de enfrente. - ¿De verdad quieres incluirme en tu grupito?
Y a pesar de sus palabras, su expresión no parecía enojada o disgustada, solo contemplativa. Esto le dio el coraje para continuar.
- El señor Mukuro no es el mismo del pasado. - Insistió tratando de dar un paso adelante a pesar de la barrera que hacían sus compañeros. - Lo sé que no, compartimos el mismo cuerpo y mente, así que sé que los sentimientos del Señor Mukuro han cambiado.
- Kufufufufu~ Eres tan ingenua, Chrome, tan ingenua igual que Sawada Tsunayoshi. - Anunció cerrando los ojos. - No olvides que mi objetivo no ha cambiado, un día poseeré el cuerpo del Décimo Vongola y con él destruiré a la Mafia.
-...Eso me recuerda, señor Mukuro. - Se aprovechó del asunto la menor. - ¿Por qué estabas poseyendo a alguien en Namimori Chuugaku durante el festival deportivo?
- ¡IDIOTA! - Gritó Ken, golpeando fuerte con el pie para que no lo ignoraran más. - ¡Cómo puedes acusar al Señor Mukuro de esa manera! ¡Él no estaba en esa estúpida escuela tuya! - Lo que hizo temblar levemente a Chrome por la altura del grito.
- ¿Señor Mukuro...? - Chikusa a su vez llamó a su jefe, con lo que parecía su habitual monotonía, pero los otros dos que lo conocían sintieron que había algo más, así que se giraron hacia el más grande, quien nuevamente tenía los ojos entrecerrados y se veía un poco más pálido.
-...Entonces no fue un sueño. - Suspiró, pasándose una mano por el cabello, perdido en sus propios pensamientos. - Chrome, ¿Qué pasó exactamente en Namimori Chuugaku hace dos días?
- ¡Escuchamos que fueran atacados por un monstruo! - Exclamó Ken sacando la lengua. - ¡Estaría bien hecho!
-...La bazuca Bovino golpeó al Jefe. - Esto hizo que la ceja de Mukuro casi desapareciera entre su flequillo, Ken finalmente se callara y Chikusa se ajustara los anteojos. - Así que usó un disfraz para que no viéramos cómo era su versión futura...
- Que podría tener que esconder ese idiota. - Gruñó de nuevo el rubio, incapaz de quedarse quieto.
-...Y entonces el Señor Nube lo provocó y el Jefe luchó contra él-
-...Y él derritió sus tonfas. - Completó Mukuro con una expresión de perversa satisfacción.
- Sí. - Chrome confirmó
- ¿Eh? - Preguntó Ken, desconcertado. - ¡¿Así que de verdad estuviste en esa asquerosa escuela?!
- Sí, y no, es más complicado que eso. - Fue la respuesta del ilusionista, esta vez de frente al trío. - Tuve… - Pareció vacilar por un segundo. - Un sueño sobre lo que pasó, como si fuera yo peleando con esa Alondra. Sin embargo, mis llamas no eran mías, pensaba que era solo un sueño, hasta que los rumores de un monstruo atacando a ese pajarito llegaron a Kokuyo.
- ¿Viste a través de los ojos del Jefe del Futuro? - Quedó impresionada, para luego pensar en lo que le había advertido el Ex-Arcobaleno del Sol, realmente era mejor no contar como el Mukuro del futuro cuidaba del Cielo.
Y entonces se le ocurrió algo.
- ¿Será que fue como en el futuro de Byakuran?
- ¿Lo que quieres decir? - Quiso saber interesado.
- En ese futuro, el Señor Mukuro de esa época me envió un sueño, pero el Jefe también terminó viéndolo. - Recitó, recordando cómo el Ilusionista, aun herido, había logrado enviar instrucciones sobre la máquina de Shoichi a través de su subconsciente. - Sin embargo, yo me veía dentro del sueño, mientras que el Jefe me dijo que vió todo como si lo viera a través de los ojos de otra persona.
- Sí, tengo los recuerdos de mi futuro yo sobre el envío de ese mensaje. - Reflexionó el Guardián. - Sin embargo, no tengo sus pensamientos, así que no puedo decir si esto fue a propósito o por accidente, después de todo, entrar en la mente de Sawada Tsunayoshi es extremadamente fácil para mí, como si fuera una puerta siempre abierta. - Parecía de repente más cansado. - De todos modos, yo no estaba allí por mi cuenta.
- Quizás… - Chikusa se unió a la discusión dando un paso hacia la joven. - Será mejor que te vayas ahora, Chrome.
- Pero...
- ¡Has oído, idiota! ¡Tu presencia ya ha cansado al Señor Mukuro! - Ken también se sumó a dar un paso adelante.
"Se ve muy cansado". - No pudo evitar pensar al ver como el más grande tocaba su ojo derecho, como si de alguna manera este pudiera darle las respuestas del mundo.
Y, sin embargo, pareció salir de su estado de ensimismamiento para enfrentarse a la joven por última vez.
- No iré a esta fiesta, Chrome, pero… - Se detuvo, mirando un punto en el sofá que de repente se veía muy interesante, mientras se rascaba la punta de la nariz con el dedo índice. - Agradezca a Sawada Tsunayoshi de mi parte.
Y su corazón se llenó de calor al sentir que las llamas del otro la envolvían, contrario a sus palabras, era como si le dijeran que siempre tendría un lugar al que volver si realmente lo necesitaba.
Ardiendo así, se parecían mucho a las del Jefe.
El Señor Reborn tenía razón, invitarlo era lo más importante, era solo ver la suave sonrisa, la que rara vez mostraba, que exhibía antes de comenzar a desaparecer.
- A propósito. - Dijo mientras su figura se deshacía. - Dile al No-Deseado de afuera que se vaya, y si quiere, es libre de llevar a Fran a la fiesta.
Y desapareció.
- No se preocupen, les traeré comida de la fiesta. - Dijo antes de que Ken pudiera maldecirla de nuevo, haciéndolo ahogarse con su propia saliva.
Chikusa simplemente le agradeció, además de agregar:
- Y no se preocupe por el señor Mukuro, entrenar Fran puede ser bastante agotador.
Ella lo confirmó, lamentablemente no conocía todos sus gestos para saber si era mentira, pero se fue, no sin antes hacer una reverencia, curiosa de saber quién sería el visitante no deseado.
-.-
Mientras Chrome hablaba con la Kokuyo Gang, se desarrollaba una escena un poco distante del edificio abandonado, una escena que era peculiar por decir lo mínimo.
- ¡OYE! ¡ROKUDO MUKURO! ¡DÉJAME ENTRAR! - El que gritaba desesperadamente era Verde, quien intentaba con todas sus fuerzas entrar al edificio, sin embargo, algo extraño pasaba, cuanto más corría por los pasillos del edificio, mayor era la sensación de que era una rata de laboratorio atrapado en un laberinto, hasta que terminaba nuevamente en la entrada del edificio. - ¡De nuevo no! - Lamentó. - ¡Por la barba de Da Vinci, Rokudo! ¡Solo déjame entrar de una vez! ¡Algunos de mis proyectos y pertenencias todavía están allí! Puedes quedarte con los guantes si quieres, no me importa, ¡Solo devuélveme lo que es mío, cabrón!
Y una vez más, mientras gritaba y corría, volvía al punto de partida. Hasta que un pensamiento vino a su mente:
"Este nivel de ilusión... Es extraño." - Pensó intrigado. - "...No es solo un bucle, es como si estuviera en una dimensión diferente, aunque tengo un cerebro lo suficientemente desarrollado para diferenciar las ilusiones de una Niebla, me siento como…" - Y luego se dio cuenta, maldiciendo de nuevo.
- ¡Espera un poco! ¿Estás usando MIS guantes para hacer esto? ¡Porque antes no tenías todo ese poder, a menos que realmente no estuvieras peleando enserio en la Batalla de los Representantes! ¡Mi vida estaba en juego, bastardo! ¿Y usas tu mejor habilidad AHORA solo para mantenerme alejado? - Acusó, notando como la ilusión había parpadeado rápidamente, posiblemente porque fue descubierto, pensó, así que aprovechando la oportunidad disparó tratando de cruzar esa "abertura", hasta que fue detenido por alguien que acababa de materializarse frente a él.
- Hooolaa Fresa de Mierda~ - Canturreó el joven ilusionista, Fran, con su habitual sombrero de manzana y el uniforme de Kokuyo, su expresión tan neutral como siempre. - ¿O sería Profesor Fresa de Mierda? Creo que es un nombre muy grande, ¿Puedo llamarte simplemente Profesor Fresa o Profesor de Mierda? El Mestre Mukuro siempre te llamó Doctor, pero ¿Eres un médico para ser llamado Doctor? ¿Tienes un título de médico? Apuesto a que dice "Profesor Doctor Fresa de-
- ¡Cállate Fran! A veces me arrepiento de haberme aliado a vosotros… - Suspiró. - ¿Qué haces aquí? ¿Has venido a sacarme de esta tortura sin fin o ese loco está planeando otra artimaña para enloquecerme? - Provocó.
Ante eso, la expresión neutra de la Niebla se frunció ligeramente, y mientras se acercaba al científico, se agachó para igualar sus alturas, lo que era humillante por decir lo mínimo teniendo en cuenta el tamaño del francés.
Pero no dijo nada al principio, ya que la expresión con algo de emoción parecía indicar que esta sería una conversación seria.
- Mi querida abuelita siempre me decía que si había algún problema, yo debería hablar con un adulto responsable, y aunque tengas un cuerpo ridículo de bebé, eres el más responsable de todos aquí, así que tendrás que ser tú mismo. - Por primera vez, el Ex-Arcobaleno del Rayo sintió una inesperada madurez proveniente del niño, sin mencionar que claramente susurraba, como si no quisiera que lo escucharan. Así que hizo una señal con la cabeza para que siguiera, a pesar de los claros insultos. - Se trata del Mestre, los últimos días ha estado teniendo pesadillas horribles, todos han tratado de ocultármelo, pero es difícil ocultar ese tipo de cosas cuando eres un ilusionista. Ahora siempre está cansado y duerme muy poco, Ken me dijo que no le dijera nada a M.M. cuando regresa de su viaje a París, y Chikusa me dijo que no me preocupara, ¡Pero parece que el Mestre está a punto de explotar en mil pedazos de Piña en cualquier momento! ¿Qué debo hacer, Señor Verde?
El español se detuvo por unos segundos a pensar, llevándose la mano a la barbilla, preguntándose si esa era la razón por la que Rokudo no quería visitas en primer lugar.
Sin embargo, ese pensamiento pronto se eliminó de su mente cuando su cuerpo simplemente comenzó a ser tragado por el suelo, como si este hubiera se convertido en arena movediza.
- ¡¿Pero qué?! - Para en el siguiente momento comenzar a girar rápidamente, aún atascado, hasta que prácticamente fue escupido por el pasillo en los terrenos a las afueras de Kokuyo.
Fran siguió tranquilamente al científico como si todo esto no fuera gran cosa.
- ¡AAARGH! ¡ROKUDO, MALDITO! - Exclamó Verde, llevándose ambas manos a la cabeza, sintiéndose realmente mareado, y cuando logró distinguir de nuevo la figura del niño, volcó toda su ira en él. - ¿Quiere saber? ¡No me importa, no soy ni la niñera ni el padre de este loco! ¡Lo que le suceda a él o a cualquiera de ustedes no es asunto mío!
Esto hizo que Fran suspirara, aunque no fuera un suspiro muy expresivo.
- Entonces espero que no extrañes tus cosas, se ven bastante caras, apuesto a que hay gente que pagaría millones por eses increíbles guan-
- ¡Tienes que estar bromeando! Si mis proyectos, y especialmente esos guantes, se extendieran a toda la Mafia, ¡No tengo ninguna duda de que la propia Vindice vendría tras de mí! ...De nuevo. - Un escalofrío recorrió el cuerpo del menor.
- Pues si prometes no contar sobre las pesadillas del Mestre, no venderé tus guantes en eBay. - Propone en su tono monótono. - Buscaré otro adulto responsable que me ayude.
- ¡Está bien! ¡Ganaste! ¡No le contaré a nadie sobre la situación de Mukuro!
- Okaaay, entonces tenemos un trato, nos vemos Fresa de Mierda~
Y cuando estaba a punto de desaparecer, se detuvo de repente al ver que alguien venía hacia la entrada del edificio, por un momento, ambos pensaron que era Mukuro por su característico cabello de piña, pero pronto vieron que estaban equivocados.
- Oh Fran, profesor Verde, ¿Qué usted hace aquí? - Preguntó Chrome, dándose cuenta ahora de quién era el "indeseable" que había mencionado Mukuro.
- Tsc, eres esa chica que apareció en la batalla contra Vindice ¿Chrome si no me equivoco? - Dijo Verde, nada interesado, tratando de recuperar un poco su dignidad. - Estoy tratando de recuperar mis cosas, pero parece que tu amigo no quiere permitirlo.
- Oye. - Llamó Fran y luego se puso de puntillas para llegar al oído de la otra Niebla, y así susurrarle. - Llegó hace un tiempo y desde entonces ha estado tratando de entrar como un idiota, pero no le digas que dije eso. - La peli-morada solo se rio ante el inocente comentario del niño.
- Si Cayman estuviera aquí, se ofendería por lo discreto que intentas ser, mocoso*. - Puso los ojos en blanco.
- Hmm… Fran - Comenzó Chrome insegura. - Eh… El 24 de diciembre habrá una fiesta en la Residencia Sawada, estás invitado. - Y luego miró con incertidumbre al Ex-Arcobaleno. - Creo… Que no debe haber problema en que tú también participes, si quieres…
- Hunf, para su información jovencita, yo fui el primero en enterarme cuando ese desafortunado Reborn decidió que iba a-
- Vaya, fiesta. Ni puedo esperar. Te veo allí. - Puso Fran sin emociones, y con un gesto, se despidió de ambos, volviendo adentro a pie en lugar de usar una ilusión, solo para provocar a un Verde ya irritado, demostrando que podía entrar como quisiera, diferente al científico.
- Por eso nunca tendré hijos, solo dan dolor de cabeza, cuidar un cocodrilo es diez veces más fácil. - Murmuró de mal humor, volteándose hacia Chrome. - ¿Él sabe dónde está la casa de Sawada?
- Huh… - Y para Verde, esa respuesta fue más que suficiente. - Será mejor que venga a buscarlo el día de la fiesta, pero ¿Y usted, profesor? - El aludido alzó una ceja. - ¿Tiene algún lugar adonde ir?
- No necesito tu piedad. - Dijo con orgullo alzándose en toda su diminuta figura.
- ¿Piedad? Pero solo quería saber si tiene un lugar para dormir, no ofrecí piedad. - Respondió con inocencia, mientras el científico enderezaba sus lentes torcidos tratando de mantener intacto algo de su orgullo. -...Es que parece que el señor Mukuro no le dejará entrar pronto. Puede ser bastante rencoroso cuando quiere serlo.
- Quieres decir "infantil". - Murmuró, cruzando los brazos infantilmente. - ¡Los adolescentes son simplemente el peor invento de la humanidad!
- Entonces... ¿Necesita un lugar para dormir? - Repitió con una sonrisa. - Porque puede quedarse en mi apartamento.
- Já, cree mismo que yo, el científico más grande del mundo, dicho ser el segundo Da Vinci, el que está descubriendo todos los secretos de las llamas, y que algún día superará incluso a ese engreído Reborn, necesitaría un mísero gesto de amabilidad de alguien que apenas conozco?
- Oh, bueno, ¿Eso significa que quiere venir conmigo? - Inquirió.
Verde solo suspiró.
- Sí, yo quiero.
Y con eso, Chrome tomó a Verde en sus brazos, como había aprendido a hacer ese mismo día, tomándolo como un bebé real, haciéndolo sonrojar de irritación.
Nunca en su vida había tenido un día tan humillante como este.
-.-.-.-.-
En otra parte de la provincia, la noche ya caía fría sobre Namimori, y aun así, un grupo de adolescentes corría por sus calles desiertas.
- Capitán, ¿P-por qué tenemos que entrenar hasta tan tarde si el torneo ha sido cancelado?
Yamamoto Takeshi detuvo su carrera para mirar a sus compañeros, un total de nueve personas, entre estudiantes de primero a tercer año, su mirada recayó especialmente en el que se había manifestado, un chico de aspecto delgado, cabello largo y negro atado en una cola de caballo, y gafas redondos como botellas, muchacho este que honestamente se parecía más a una mujer y a menudo se la confundía con una.
Era muy divertido cada vez que pasaba, especialmente en los vestuarios.
- El torneo no fue cancelado Waya, solo pospuesto. - Informó, llevándose la mano a la cintura sin dejar de ver la figura del llamado Amano Wayakyuu, quien parecía a punto de desmayarse por el agotamiento.
- ¡Oye! ¡¿Cómo te atreves a cuestionar las decisiones del capitán, novato?! - Junto a Amano, que era el más joven, seguía Chimuno Menbani, un chico enérgico y explosivo de cabello negro, corto, liso e irregular, estudiante de segundo año, de la misma clase que Ooyama, de la Shimon.
- Pero Amanto tiene razón, entrenamos tirando y tirando toda la tarde, y ahora todavía nos queda correr por el pueblo, hasta parece que estamos en el Equipo de Boxeo. - Namaeo Tsukeruko, era otro estudiante de segundo año, con el pelo rapado a los lados que nunca acertaba los nombres de sus compañeros. - Eso ni siquiera parece Soft Baseball.
- ¡Es Amano, no Amanto!
- Sí, sí lo que sea. - No es que le importara, Tsukeruko y su actitud despreocupada siempre le recordaban a Spanner.
- Soy un jugador de la reserva, ni siquiera sé por qué estoy aquí... - Refunfuñó el más bajito y corpulento del grupo, Toukesshi Tekini, estudiante de primer año de la misma clase que Wayakyuu, obrigado por su madre a unirse al equipo debido a las recomendaciones de los médicos y por un lunar cerca de su nariz que tenía exactamente la forma de una pelota y que su supersticiosa madre creía que era una señal del destino, pero él tenía la misma deportividad que un caracol. - Por cierto, ¡Todavía no entiendo por qué Namimori es la única ciudad que realiza torneos deportivos en pleno invierno! Pronto estará nevando, ¡No tiene sentido practicar deportes al aire libre en esta época del año!
- Yo podría estar aprovechando la falta de clase para fumar un poco sin ser golpeado por un miembro del Comité Disciplinar. - Siguió la línea de quejas Shima Sende, delincuente de tercer año, de la misma clase que Suzuki de Shimon, y expulsado del Comité Disciplinar. El chico todavía tenía la nariz torcida para probarlo. Su permanencia en el equipo era su última esperanza para una no expulsión.
Yamamoto siempre pensó que Gokudera y él podían ser buenos amigos, pero ni siquiera logró que se conocieran, ya que ambos tenían un desprecio mutuo por el contrario sin haber siquiera intercambiado una palabra.
- ¡El capitán tiene razón! ¡La cancha de nuestra escuela fue destruida, pero el director aseguró que estaba negociando con otras escuelas para hacer el torneo regional! - En la dirección opuesta, Shitaa Asoshi, también conocido por los otros miembros como "el fan número uno de su capitán", era extremadamente alto y tenía el cabello castaño que cubría su rostro de manera similar a la Tormenta de la Varia, lo que lo molestaba muchas veces cuando él jugaba y se olvidaba de atarlo.
- Asoshi está en lo correcto. - Dijo Yamamoto haciendo que los ojos del chico brillaran incluso detrás de su flequillo, como un cachorro leal. Sí, también pensaba que Asoshi se llevaría bien con su servil amigo. - Entonces-
- ¡Así que vamos a animarnos! - Terminó siendo interrumpido por Tesono Fureizu, un estudiante mitad japonés que participaba en un programa de intercambio de los Estados Unidos, en el que ayudaba como monitor durante las clases de inglés, y que amaba el deporte tanto como su capitán. Tenía el pelo corto y rubio y una nariz puntiaguda.
- ¿Tengo que recordarles a ustedes idiotas que la única esperanza que tienen de entrar a un Koukou decente es a través de una beca deportiva? - Preguntó bruscamente el penúltimo miembro, haciendo estremecer a Tekini y Sende con la veracidad de esa afirmación. Omitsukete Omedetou, o la versión masculina de Hana, como le gustaba pensar a Yamamoto.
El terceranista era el tesorero y fue el ex capitán del equipo, antes de pasar, para sorpresa de todos, voluntariamente la faja a un novato Takeshi aún en su primer año. Tenía el cabello castaño con raya al medio y llano, además del humor de mil demonios, pero al menos era un buen jugador.
-...Normalmente las posibilidades de que un estudiante de una pequeña Chuugaku del interior de una pequeña provincia como la nuestra llegue a una Koukou prestigiosa a través del deporte son bastante bajas, a menos que seamos excepcionales, y como nuestra ciudad no tiene una Koukou propia, siendo la más cercana la de Kokuyo, que no es gran cosa, nosotros, a igual que los estudiantes de Midori y Yumei Chuugaku, hacemos este torneo de invierno para sobresalir frente a los demás. Para las Koukou de la región, tener un alumno de la ciudad de Namimori, capaz de atravesar todo tipo de adversidades, es como tener un pase garantizado al Torneo Japonés de Béisbol de las Chuugaku Invitadas, porque aunque esas escuelas no lleguen a los cuartos de final en el torneo de su ciudad, aún tienen la oportunidad de ser seleccionados en el repechaje como uno de los tres "Equipos del Siglo XXI", que son las escuelas modelo en su región.
-...Una escuela que supera dificultades como falta de integrantes, falta de terreno adecuado, fuertes nevadas y otras características propias de la región, y a pesar de todas estas adversidades, sigue siendo una escuela que sirve de modelo a todas las demás contribuyendo a la comunidad a través de todo tipo de actividades, es el gran objetivo de todas las pequeñas Koukou de la región. - Recitó como si leyera un libro el último del grupo, Shiyanukyuu Taniguchi, el más serio y centrado, después de Kaoru, claro.
Y, sin embargo, de alguna manera era amigo de Osamu, uno de los Bully más recurrentes y molestos de Tsuna. El cual no parecía tener una opinión muy diferente del castaño, después de todo, él era parte del grupo que parecía feliz de notar que él y Gokudera se habían alejado del Cielo.
-…Debido a nuestro torneo extra de invierno, las Koukou de la región creen que somos el tipo correcto de estudiantes para ayudar a conseguir ese lugar. Después de todo, los estudiantes excepcionales hacen escuelas modelo.
- Exactamente. - Confirmó Omedetou. - Y aquellos que estén bien ubicados en el Torneo Invitado, el Koushien de primavera, tendrán aún más posibilidades en el Koushien de verano.
- ¡El torneo de verano es el sueño de todo beisbolista! - Sonreía Asoshi. - ¡Participar en Koushien es simplemente lo mejor que nos puede pasar en la vida como atletas, y prácticamente imprescindible para seguir una carrera profesional! - Entonces su mirada esperanzada se volvió hacia su ídolo. - ¡Estoy seguro de que el Capitán Yamamoto entrará en la mejor Koukou de la región y será el campeón del verano Koushien en sus tres años!
Takeshi sonrió, era una sonrisa vacía, pero no es como si ninguno de sus compañeros pudiera notarlo.
- ¡Pero claro que sí! - Menbani puso irritado, como si se hubiera ofendido personalmente. - Como ALGUNOS de nosotros, nuestro capitán siempre ha entrenado y practicado Hard Baseball, ¡El béisbol de verdad! Y no ese juego de niños que llamas béisbol. No tendrá problema en adaptarse a los torneos REALES cuando llegue en-
- Nunca entendí por qué ustedes tienes dos tipos de béisbol. - Fureizu volvió a hablar. - En mi país, el béisbol es solo béisbol.
- ¡No me interrumpas idiota yanqui!
- ¿Qué? ¿Estabas hablando? Ni siquiera me di cuenta.
- ¡Vaya tu-!
- No todos tienen lo que se necesita para practicar varias horas a la semana, independientemente del clima, y aún así mantenerse al día con sus estudios, lo cual es necesario para el Hard Baseball y para participar en los Koushien. - Omedetou cortó la discusión, una vez que notó que su capitán no lo haría, lanzando una mirada de enfado a los dos. - Lo que usted considera "béisbol falso" es la forma en que muchos estudiantes logran practican su deporte favorito y aun así mantienen su vida estudiantil normal. Si con solo dos entrenamientos a la semana ustedes son un desastre en sus notas, ¿Imagínan si intentaran seguir el ejemplo del capitán?
-...¿El capitán sigue jugando al Hard Baseball? - Todos los ojos se dirigieron a Taniguchi quien tenía una expresión oscura en su rostro. - Antes en realidad practicaba todos los días de la semana, de lunes a lunes, bajo Sol y lluvia, horas y horas, y gracias a él siempre éramos imbatibles en cualquier torneo en el que participábamos, pero principalmente desde octubre hasta ahora, el capitán falta a muchos entrenamientos, siempre aparece lesionado en la escuela, se enferma de repente, todo se volvió incierto desde que empezó a salir con Sawada.
Silencio.
Todos los ojos se volvieron hacia Yamamoto, quien parecía haber sido tomado por sorpresa tanto como los demás, limitándose a levantar una ceja ante el comentario.
Menbani fue el primero en recuperarse.
- ¡Hey, hey, hey! ¿Cómo te atreves a hablar de la actuación del capitán, Taniguchi? Incluso lesionado o enfermo, ¡Siempre entrenaba el doble después de perderse un entrenamiento!
- Pero él tiene razón. - Se unió Sende sacando un paquete de cigarrillos de su bolsillo. - Si no anduviera con Sawada y ese delincuente de Gokudera, el capitán no saldría tan lastimado, esos dos solo atraen confusión. ¡Solo mira cómo el señor Hibari siempre parece vigilarlos!
- ¡Tú también, Sende! ¡Maldito bastardo!
- ¡Esto es una tontería, nuestro gran capitán siempre da lo mejor de sí! - También defendió Asoshi.
- Pero una cosa es verdad, si el capitán no se lastimara por culpa de Inu-suna, no tendría que compensar tanto entrenamiento en primer lugar. - Tsukeruko se unió a la discusión en su tono monótono.
- ¡Es "Inutil-Tsuna", ni siquiera sirve para ofender, hombre!
-...Eh... Chicos. - Estaba tratando de llamar la atención el pequeño Amano, viendo como su capitán tenía la cabeza baja y apretaba los puños con fuerza, su amigo Tekini, a pesar de su tamaño, fue lo suficientemente rápido como para esconderse detrás de su compañero de sala frente a eso.
Fureizu, a su vez, abrió y cerró la boca más de una vez, apenas capaz de seguir el ritmo de la discusión para ser parte de ella, prefiriendo acercarse a los recién llegados y esperar en silencio.
Todos allí conocían a Yamamoto cuando hablaba en serio, pero recientemente Taniguchi les había dicho, en ausencia del capitán, que él se veía tan temible como Hibari cuando intentó proteger a Sawada el día antes de la batalla del poste, y aunque Asoshi afirmó con vehemencia que su capitán nunca lastimaría a uno de ellos a propósito, una semilla de duda comenzó a crecer en los miembros más inseguros del equipo.
- La verdad es que el Capitán Yamamoto actúa de manera muy diferente cuando se trata de Sawada. - De nuevo Taniguchi expresó con palabras lo que sentían sus novatos. - Y eso está empezando a estorbarle.
TUM
Más de uno soltó un grito de asombro cuando Omedetou pateó con fuerza una mureta de madera, una mirada de verdadero enojo dirigida a todos, pero especialmente a Taniguchi, Sende y Tsukeruko.
- ¿Tengo que recordarles que si no fuera por Sawada, nuestro capitán ni siquiera estaría aquí con nosotros? - Su voz era helada, pero no más que el escalofrío en la columna que todos sentían al recordar el intento fallido de suicidio.
-...Pero. - Comenzó Taniguchi de nuevo. - Eso era una broma, ¿No es así…? Quiero decir, el capitán ya nos dijo que realmente no tenía intención de saltar. - Dijo, buscando una respuesta del moreno, quien mantuvo la cabeza baja.
- Puedes creer lo que quieras, pero… - Finalizó el ex-capitán, en un tono que decía que no aceptaría más interrupciones. - Puede que Sawada Tsunayoshi tenga todos los defectos del mundo, pero si él tiene una cualidad que aprecio es que sabe cuándo callarse, ¡A diferencia de ustedes!
Más de uno tragó saliva, sin atreverse a discutir con el ex capitán, sin embargo, una risa sin gracia fue rompiendo lentamente el pesado ambiente.
- Lo siento chicos. - Era Yamamoto, quien se rascaba torpemente la nuca, mientras reía sin humor. - No sabía que les preocupaba tanto, este año fue muy complicado, pero en 2006 les garantizo que daré 120% de mí al equipo!
- ¡No se preocupe, siempre confiaremos en usted, Capitán!
- ¡Jaja, gracias Asoshi!
-...Por un momento tuve miedo...
- ¡No te preocupes, Waya! ¡Nosotros deportistas somos de sangre caliente, discusiones como esta son normales!
-...Puedo irme ahora...? - Quería saber Toukesshi Tekini incierto. - Ya es de noche, hace frío y quiero irme a casa...
- Si, claro, todos ustedes pueden retirarse, ¡Terminé emocionándome demasiado hoy! ¡Lo siento!
- No te arrepientas, todos son unos incompetentes.
- No todos son vagos como tú, Menba.
- ¡¿Cómo me llamaste Tsuke?!
-...Eeeh, ¿Entonces buenas noches? - Fureizu aún parecía inseguro, pero una sonrisa de su capitán lo tranquilizó.
- Sí lo que sea. - Shima Sende dijo con simpleza saliendo a fumar, sin despedirse de nadie.
El mismo caso de Taniguchi, quien estuvo a punto de decir algo, pero una mirada de advertencia del tesorero lo hizo cambiar de opinión y solo despedirse con un movimiento de cabeza.
Hasta que se quedaron atrás en medio de la calle desierta, solo Omedetou y Takeshi.
- Ni siquiera estamos con el equipo completo, y esos idiotas lograron arruinar la noche. - Dijo el brusco terceranista, apoyándose en la mureta que había pateado antes. - Es una pena que Kaoru no esté aquí, todos, a excepción de Sende, se comportan mínimamente decentes cuando él está cerca. La intimidación es verdaderamente la mejor habilidad que una persona puede tener.
- Jaja, bueno, aunque tiene esa cara de miedo, ¡Tiene un gran corazón!
- No lo dudo. - Y entonces la expresión del tesorero se volvió aún más seria. - Takeshi, muchas personas solo se unen al equipo de béisbol para hacer amigos, por eso el Soft Baseball es tan popular. - El menor iba a asentir, pero su mayor lo detuvo con un gesto de la mano. - Pero ese no es tu caso. Hasta que Kaoru se unió, ninguno de los miembros eran sus amigos de verdad.
- Pero veterano-
- No soy ciego Takeshi. - Volvió a cortar, caminando hacia su compañero más joven, colocando su mano derecha sobre su hombro y apretándolo fuerte. - La peor presión y expectativa que hay, son las que nos ponemos sobre nosotros mismos.
Ante esto, Yamamoto no sabía qué decir, su sonrisa temblando un poco.
- No te obligues a ser amigo de esos idiotas, solo sea su capitán, claramente ya tienes amigos de verdad ahora, y tienes derecho a pasar todo el tiempo que quieras con ellos, en una cosa, el adulador de Asoshi tiene razón, pase lo que pase, siempre diste todo por el béisbol, no dejes que nadie te diga lo contrario.
Y con un asentimiento final y una palmada en el hombro que sostenía, el veterano simplemente se alejó, poniendo sus manos en los bolsillos para mantenerlas calientes.
Yamamoto ni siquiera era consciente de la dirección en que lo llevaban sus pies, y cuando se percató, ya estaba frente al TakeSushi vacío, la puerta corrediza resonó por toda la casa vacía, haciéndolo desear más que nunca que su padre estuviera de vuelta, una vez dentro se dejó caer contra la puerta cerrada detrás de él, repitiendo, casi como una tortura, la discusión de hace unos minutos.
La duda que siempre lo carcomía desde que regresaron del futuro, presente de nuevo en su cabeza.
Si quisiera jugar el "béisbol de verdad", necesitaria entrenar mucho más, si quisiera cumplir su sueño de participar en el Torneo de Verano en su futura Koukou, tendría que dedicarse de lunes a lunes a su meta.
¿Cómo harías eso y seguirías siendo un Guardián?
Si seguía su sueño, como en ese futuro de Byakuran, ¿Se alejaría de Tsuna y los demás y fallaría en su deber nuevamente? ¿Podría su padre morir por eso otra vez?
Después de todo, estaba demasiado metido en la Mafia para volver ahora.
Y él no quería volver, ¿Verdad?
-...Squalo me mataría si me viera ahora... - Gruñó para sí mismo con una expresión en blanco, su sonrisa de momentos antes simplemente había desaparecido. - Y probablemente tendría razón…
Nuevamente sus pies parecían listos para llevarlo por el buen camino, y aunque seguía perdido en el temporal de sus propios pensamientos, terminó levantándose y caminando hacia la casa contigua al restaurante cerrado.
Era tarde de la noche, necesitaba bañarse de inmediato e irse a dormir, porque su entrenamiento comenzaría a las cuatro de la mañana.
Arrojó torpemente su ropa al suelo y se preparó para lavarse, deseando que el agua de la ducha pudiera disipar sus dudas, de la misma manera que el deber del Guardián de la Lluvia era limpiar el campo de batalla y las preocupaciones de su familia.
"Debo ser una Lluvia realmente horrible". - No pudo evitar pensar mientras el agua le corría por la cara. - "Después de todo, ni siquiera pude acercarme a Tsuna cuando el Chico se fue, y mucho menos calmarlo."
Se golpeó con ambas manos a la cara, dispuesto a dejar de castigarse así, la última vez que había dejado que sus inseguridades lo abrumaran de ese modo...
No, le prometió a su padre que no volvería a pensar en eso.
Con esa nueva determinación en mente, cerró la ducha y se obligó a pensar en otras cosas, caminando hacia el espejo y mirando su propio reflejo pálido, su sonrisa característica completamente ausente ahora que no había nadie a quien fingir, en cambio sólo había una línea recta cruda y fría.
Pasó la mano por ese rostro sin emociones, como si no lo reconociera, deteniéndose principalmente en su barbilla, donde sabía que tendría una cicatriz en el futuro. La luz de sus catorce años, con sus hormonas funcionando a todo trapo, ya podía sentir su barbilla un poco áspera. Girando la cara hacia un lado, pudo ver lo que parecían hilos casi transparentes de lo que prometía ser los comienzos de una barba de chivo muy irregular.
En un día normal, simplemente se reiría de la visión mental de sí mismo con cualquier tipo de barba, especialmente al imaginar el horror de Gokudera frente a ese mismo detalle.
Hoy, mecánicamente, sólo comenzó a abrir armarios y buscar las hojas de su padre, sin sorprenderse en absoluto al encontrar una navaja de afeitar en lugar de cualquier herramienta más moderna y segura.
Sin saber exactamente qué hacer, y sin importarle en lo más mínimo cualquier ritual que lo hiciera más fácil, estaba dispuesto a simplemente enjabonarse la barbilla y comenzar a pasar la cuchilla casi seca allí, todavía profundamente perdido en sus pensamientos.
"La verdad es que el Capitán Yamamoto actúa de manera muy diferente cuando se trata de Sawada".
Frunció el ceño ante el recuerdo de lo que dijo su compañero de equipo, recordando como le hirvió la sangre en ese momento cuando Taniguchi, nuevamente, se atrevió a hablar mal de su mejor amigo, muy probablemente solo repitiendo las quejas de Osamu contra Tsuna, más aún ahora que el envidioso chico había sido uno de los heridos en la batalla del poste, y seguramente le estaría echando la culpa al Cielo.
¡¿Cómo podría alguno de ellos atreverse a culpar a Tsuna por su propia incompetencia?! Si Omedetou no hubiera interrumpido esa discusión, habría...
Un pequeño rastro de sangre comenzó a correr por la hoja en contacto con su piel, goteando sobre el fregadero, creando un rastro carmesí en la piedra fría.
Todavía mecánicamente, dejó la navaja a un lado y procedió a estudiar meticulosamente el pequeño corte, irónicamente en el mismo lugar en que su cicatriz un día quedaría, pero inmensamente más pequeño.
Perezosamente trazó el líquido carmesí que corría por su cuello, untando sus dedos con su propia sangre y luego estudiándolos.
No sentía nada.
El dolor del corte, el arrepentimiento por no prestar atención a lo que estaba haciendo, nada mientras se concentraba en la sustancia carmesí que comenzaba a secarse en sus dedos.
Así que se lo llevó a los labios para probarlo.
Sabía a óxido y un poco de jabón.
Si un solo corte en la barbilla ya causó esta cantidad expresiva de sangre, si cortara a alguien un poco más abajo...
Un pequeño ruido, uno que habría pasado desapercibido para cualquier persona normal, pero no para alguien entrenado como él, lo sacó de inmediato de sus extraños pensamientos. Apresurándose a tomar una ropa interior y un par de pantalones del cesto de la ropa sucia, además de tomar su Gear y luego alcanzar su Shigure Kintoki, aún rota, para ir a enfrentar lo que fuera que estaba en el salón del restaurante, acercándose con la mayor cautela posible.
Aún así, justo cuando estaba a punto de asaltar el lugar, algo helado en la parte posterior de su cuello lo hizo congelarse.
-...Debes estar realmente perdido en tus pensamientos para tomarte tanto tiempo en notarme a mí, o no eres tan bueno como pensé que eras.
Sintió un gran alivio recorrer su cuerpo al reconocer la voz, aunque no bajó la guardia cuando vio por el rabillo del ojo la figura del Tutor de su mejor amigo.
- Ciaossu.
-...Me asustaste, Chico.
Solo entonces el arma bajó, muy lentamente, dejándole ver la figura del mejor Hitman del mundo, colgando de una cuerda-Leon atada al techo y su brazo izquierdo, para alcanzar la altura del beisbolista, mientras apuntaba con un arma* con la mano derecha.
El mencionado sonrió.
- Eso es bueno. - Y sin más preámbulos, la cuerda se deshizo, y el pequeño saltó con gracia al hombro desnudo del deportista, luego procediendo a enfundar su arma. - Tardaste mucho en bajar, así que me tomé la libertad de prepararme un café.
En ese momento, la Lluvia notó una taza humeante en una de las mesas del restaurante y un leve olor a café recién hecho en el aire.
- Vamos a sentarnos. Quiero hablar contigo.
No era realmente una petición, si él hubiera sido más rebelde, como algunos de sus compañeros, podría incluso haberse negado, pero no era así, sin mencionar que tenía mucho respeto por quien, aunque sea brevemente, había sido su maestro, por lo que se limitó a obedecerle, sentándose en la mesa indicada mientras el supuestamente más joven se sentaba frente a él y volvía a disfrutar de su trago en silencio.
Los segundos se prolongaron, hasta el punto de incomodar, pero nadie rompió el silencio hasta que el asesino terminó la última gota de su café.
- Parece que la discusión con tu equipo fue bastante complicada, lo suficiente como para que no notases que tenías compañía.
El estómago de Yamamoto se hundió como una piedra ante esas palabras.
-...¿Estabas escuchando...?
- Sí, y no estaba solo. - Su expresión de horror debió ser bastante obvia, porque pronto agregó el asesino. - No, no estaba con Gokudera o Tsuna.
Su suspiro de alivio fue evidente.
- Debes pensar que soy un pésimo líder… - Dijo el espadachín con pesar, bajando la cabeza.
- No necesitas de mí opinión para saber que no supiste lidiar con la situación.
-...¿También me dirás que tengo que dejar el béisbol y concentrarme solo en mi deber como Guardián de la Lluvia?
- ¿Y mi opinión sobre tu vida personal importa? - Fue la breve respuesta que recibió, obligándolo a levantar la cabeza y encarar los ojos de ónix opuestos. - Puedes llevar tu vida civil como quieras, Yamamoto Takeshi. Mientras no interfiera con mis planes y mis enseñanzas para con mi alumno, no me importa. Entonces no, no me corresponde a mí decirte que dejes el béisbol, en cuanto a ser un líder, no es algo que se nace sabiendo, es algo que se aprende con el tiempo y la experiencia. Y todos ustedes todavía tienen mucho que aprender en este sentido.
Eso devolvió una pequeña sonrisa al rostro abatido del deportista.
-...Chico, ¿Alguna vez has tenido dudas sobre qué hacer en el futuro? O adónde ir...? - No fue hasta que las palabras salieron de su boca que se dio cuenta de que probablemente se trataba de una pregunta extremadamente personal, más aún para alguien que había sido maldecido como Arcobaleno durante décadas, condenado a vivir en el cuerpo de un bebé y tener toda su vida lanzada al revés.
De hecho, el Hitman no respondió de inmediato, su sombrero fedora cubriendo su expresión.
- Solo asegúrate de que sea cual sea el camino que elijas, siempre serás el más excepcional en todo lo que hagas. - Dijo levantando la cara y volviendo a mirar el contrario, que por muy paradójico que fuera, se sentía pequeño ante esa mirada de escrutinio. - Sin embargo, recuerda también que pase lo que pase, tú eres el Guardián de la Lluvia. Y ese puesto no es algo que uno pueda simplemente abandonar a menos que muera o, con suerte, se retire, es el trabajo de toda una vida.
- Lo sé, y no tengo intención de dar marcha atrás. - Dijo con determinación, sin darse cuenta de que todavía tenía su espada en sus manos, como si buscara consuelo en su empuñadura. - Le debo mi vida a Tsuna, y lo que más deseo es permanecer a su lado. ¡Cuidando de él y de todos los demás mientras vemos de primera mano el nuevo Vongola que sin duda creará!
Una sutil sonrisa de orgullo se cruzó en el rostro del asesino ante esas palabras.
- Bueno, recuerda eso siempre que estés a punto de debilitarte. No eres el primero y ciertamente no serás el último mafioso en vivir una doble vida. Entonces, si quieres cumplir tu sueño de jugar en el torneo de verano, antes de que te cuente mi razón para estar aquí en primer lugar, tengo algo que advertirte.
-...¿Advertirme? - Tragó saliva. - ¿Sobre qué?
- Lo que voy a decir no es como tutor de Tsuna ni siquiera tuyo, sino como asesino.
Como el tiempo en que estaban en el futuro y el pequeño comenzó a entrenarlo, sintió que un aura simplemente aterradora consumía todo el restaurante a una velocidad sorprendente. Instintivamente, se aferró a Shigure Kintoki con más fuerza, pero no es como si realmente tuviera una oportunidad contra el mejor asesino del mundo si él estaba serio.
No entendía cómo un Sol podía ser tan frío, simplemente sonaba mal.
- Creo haberte dicho esto antes*, pero el aura de un asesino, la intención de matar, puede ser casi tan mortal como una bala para una mente desprevenida. Si uno desea matar a un simple civil con suficiente fuerza, puede incluso terminar paralizándolo por el miedo y dejarlo completamente a merced de su asesino. No todos pueden resistirse a algo así, especialmente viniendo de un asesino de clase alta como yo. - Dicho esto, señaló con un gesto de cabeza cómo el espadachín sujetaba con fuerza su espada rota, además de tener su Collar Vongola estallando en llamas, listo para ser usado en caso de ser necesario. - El miedo es la mejor arma de un asesino, Yamamoto Takeshi, tenlo siempre en cuenta.
-...No soy un asesino. - Su voz sonó más baja y temerosa de lo que le hubiera gustado, pero al menos las palabras salieron en una sola pieza.
- No eres un asesino, aún. - Destacó la última palabra, mirándolo con tal intensidad con esos ojos negros y vacíos, que la Lluvia comenzó a sentir que se ahogaba en ellos, como en el futuro, podía ver en la sombra del bebé a una persona mucho mayor e infinitamente más peligrosa. - De todos los Guardianes, eres sin duda el que tiene mejores aptitudes para el asesinato, y créeme, en años de trabajo, nunca me he equivocado.
- Pero yo… - Tragó saliva, temblando levemente. - No quiero eso, yo no...
- Exactamente. - Esa afirmación hizo que el otro parpadeara. - Si quieres tener una doble vida, debes saber que hay una barrera que nunca podrás cruzar. Y eso es matar a alguien de tu vida civil. Es un infierno revertir este tipo de cosas más tarde. Si no me crees, pregúntale a Shamal. Entonces, si cruzas la línea y matas a un compañero de escuela, tal vez ni el mismo demonio pueda cambiar la situación.
Esto hizo que los ojos del más nuevo se abrieran, un escalofrío le recorriendo la espalda.
- ¡Pero yo nunca...! - Empezó a decir.
- Sentí tu aura asesina mientras hablaba con esos chicos, no intentes mentirme. - El tono era serio y solo hizo temblar más aún al joven por verse descubierto. - Fue lo suficientemente intensa como para que yo pueda saber que no es la primera vez que la idea de matar cruza por tu mente. Si no fuera por ese chico, Omitsukete Omedetou, podrías haber cruzado la barrera que mencioné antes.
- Yo no iba, yo… - Trató de responder. - ...Yo solo... Estoy cansado de cómo todos tratan a Tsuna, ¡Pero nunca mataría a alguien por eso!
- Muchos subordinados mataron por sus Jefes por mucho menos, así que no te quito la razón.
- ¿Qué? - Dijo desconcertado.
- Sin embargo, espero que alguien que alguna vez fue mi alumno sepa sopesar las consecuencias de sus propias acciones y lidiar con ás, Tsuna es el tipo de jefe que nunca aceptaría que alguien de su familia se ensuciara las manos por una razón tan trivial.
Esa última frase, más que todas las demás, golpeó al más joven como un tiro, incapaz de sacar de su mente la imagen mental de la repulsión de Tsuna mientras lo atrapaba con sus manos ensangrentadas.
Eso era lo que realmente lo aterrorizaba, lo que pensaría el Cielo, lo que pensaría su padre, mucho más que la posibilidad de matar misma.
El bebé tenía razón, no era la primera vez que pensaba en matar a alguien, inevitablemente no pudo evitar recordar al Choice, y como después de la derrota, realmente se arrepintió de no haber matado a Daisy, y por eso, permitirles perder.
- Eres libre de seguir mi consejo o no. - Dijo el asesino saltando de la silla donde estaba hasta el suelo. - En cuanto a lo que vine a hacer aquí, básicamente invitarte a la fiesta de Navidad al estilo Vongola que tendrá lugar en la residencia Sawada el 24 de diciembre. Habrá un intercambio de regalos entre todos los miembros de la familia, pero como tienes un campeonato por delante, no te preocupes por dar un regalo a todos, puedes regalar cualquier cosa y solo a quien quieras.
-...Está bien, gracias por la invitación... - Fue todo lo que pudo decir a cambio, sin moverse, o incluso despedirse apropiadamente del asesino que se acercó a su... ¿Ventana?
- ¿Eh? ¿Adónde vas? - Parpadeó sorprendido al ver la dirección que tomaba el Ex-Arcobaleno.
- La persona que me acompañó antes finalmente decidió presentarse, así que estoy tomando una salida alternativa. - Fue todo lo que dijo mientras convertía a Leon en un parapente. - Oh sí, antes de que se me olvide, si el béisbol no le sale bien a tu compañero Omitsukete, dile que hable conmigo, su forma física y su ingenio son muy útiles en la Mafia. Buenas noches, y nos vemos en Navidad.
Y sin más palabras, el pequeño supuestamente desapareció en el velo de la noche, mientras un "¿Con permiso?" resonó en la puerta del restaurante indicando un nuevo invitado.
Notes:
* A diferencia del anime, en el manga, especialmente en los primeros 60 capítulos, el único interés de Hibari era luchar contra Reborn, sin importarle nada ni nadie más, casi como si fuera una especie de villano obsesionado.
* En el capítulo 287, página 6, después de que Tsuna derrota a un asesino de la nube de una familia conocida como "Pesca". A él le preocupa que Enma pueda pensar que su Hyper Mode sea una especie de segunda personalidad, lo que demuestra no solo que es consciente de lo diferente que se ve en este estado, sino que también deja en claro que él mismo no cree tener una personalidad más. (¡Aunque la teoría de la personalidad múltiple es genial!)
* Una curiosidad para ustedes, los cocodrilos y algunos caimanes son maestros del sigilo a la hora de cazar, ya que logran esconderse muy bien en el ambiente debido a sus paletas de colores, pudiendo camuflarse en las aguas antes de matar a sus presas de un manera muy cruel y violenta. Y en caso de que lo hayas olvidado o no lo sepas, Cayman es el cocodrilo/caimán mascota de Verde. (Como si el nombre ya no lo dejara evidente)
* Aquellos que solo han leído el manga puede que no sepan de esto, pero en el anime Reborn solo dispara usando Leon-Arma, que suena más como un juguete y no se siente tan mal como un bebé usando una pistola. Por otro lado, en el manga, incluso cuando bebé, Reborn usa varias armas de fuego. Además, cuando está en su forma adulta en el manga, principalmente en su lucha contra Iemitsu en el capítulo 370, como en el anime en el episodio 149, el relleno de los Arcobalenos, cuando salva a Luce de una piedra muy conveniente, él solo usa armas normales.
* En el capítulo 157, episodio 86, en el inicio del entrenamiento de Yamamoto, cuando este ingresó a la sala de entrenamiento, luego sintió una "Intención asesina", y rápidamente se preparó para pelear, en secuencia vemos la silueta de un Reborn adulto, diciéndole a Yamamoto que ha mejorado mucho con el tiempo, mientras lo halaga por detectar efectivamente su intención asesina.
