Ninguno de los personajes de la saga GW me pertenece, solo los utilizo para inventar estupideces con ellos ^-^


Capítulo 5

- Estimados pasajeros, el capitán ha apagado la señal luminosa de los cinturones de seguridad. Objetos electrónicos pueden ser usados desde este momento. Dentro de unos minutos ofreceremos el servicio a bordo, junto con las opciones de compra de Duty Free. Gracias por acompañarnos y por volar con Brussels Airlines.

La azafata no había terminado de hablar cuando Heero sacó su laptop y la encendió. La planificación del viaje había sido algo precipitada y todavía tenía mucho trabajo que hacer en cuanto a la seguridad de Relena. Zechs le había dado luz verde para lo que quisiera hacer, aunque Une había sugerido que lo comentara con el equipo de seguridad de los Lacroix antes de introducir cambios muy drásticos.

- No descansas ni a miles de kilómetros de altura por lo que veo - comentó Relena con una ligera sonrisa.

Heero la miró brevemente antes de encogerse de hombros y volver a estudiar su pantalla.

- Si vas a quedarte en la propiedad de los Lacroix, tengo que asegurarme de que esté preparada antes de que lleguemos.

- Y cuando dices preparada me imagino que te refieres a cámaras de seguridad 24/7, guardias en cada acceso, detectores de calor y de metales. ¿Me equivoco?

- No te olvides de los perros antidrogas.

- Creí que tomaba tiempo solicitar que enviaran a los perros - sonrió Relena, siguiéndole el juego. Heero hizo un gesto con la mano, restándole importancia.

- La gente de Narcóticos me debe favores.

Relena se rio mientras Heero intentaba disimular una sonrisa.

- Bueno, espero que armar la casa de nuevo no te tome mucho tiempo. El vuelo a París solo tomará una hora.

- Misión aceptada.

Sonriendo y sacudiendo la cabeza, la chica sacó su propio laptop para ponerse al día. Se suponía que había pedido días libres para el viaje, pero no quería llegar y que una montaña de papeles (junto a una histérica Jessica) les dieran la bienvenida.

Mientras revisaba la solicitud de exportación de madera de las colonias, notó que Heero había dejado de escribir a la velocidad de la luz. No podía haber rearmado toda la seguridad de los Lacroix en quince minutos ¿cierto? Le echó un vistazo y se sorprendió al ver que él también la miraba.

- ¿Ocurre algo?

Heero parecía haber perdido la chispa animosa que habían compartido recién, de hecho, parecía más bien nervioso mientras cerraba su laptop.

- Tenemos que hablar.

Su tono de voz hizo que Relena cerrara inmediatamente su computador. Parecía tenso y algo molesto, la estaba mirando con mucha seriedad, y en lo más profundo de su ser, esperaba que dijera… ¿Qué? ¿Qué no quería que siguiera haciendo esa farsa? ¿Qué porqué no mejor salía con él? ¿En la mitad del vuelo hacia Francia y con cientos de testigos, entre ellos Duo?

Sí, claro.

- Zechs autorizó todos los cambios que sean necesarios para garantizar tu seguridad. Que tengas un guardaespaldas en todo minuto la verdad me parece algo básico, pero Lady Une parece pensar diferente - Heero prácticamente gruñó la última parte mientras ponía los ojos en blanco. Relena lo miraba sin entender a lo que iba - Une cree que… tenemos que acordar algunos momentos de… privacidad.

- Heero, no estoy entendiendo nada.

El chico suspiró y se pasó la mano por el cabello, desordenandolo más aún.

- Une dice que, si tú quieres, puedo dejarte a solas con Adrien Lacroix en sus citas. Se verá más real de esa forma.

- Oh…

- No me gusta la idea - refunfuñó él cruzándose de brazos. Si Relena no hubiera estado tan sorprendida por el tema, lo habría encontrado adorable - Pero Une logró convencer a Zechs de que el chico Lacroix es confiable y podrían pasar un tiempo a solas. Si tu quieres.

De forma repentina, volvió a abrir su computador y siguió con sus análisis de datos, al parecer dando por terminado el tema. Sin embargo, su ceño estaba mucho más marcado que hasta hace un rato y parecía machacar las teclas.

Relena no respondió de inmediato. Resultaba interesante saber que su hermano confiaba en Adrien Lacroix como para dejarla andar sin chaperón, incluso sin conocerlo. Se preguntó que argumentos le había dado Lady Une para convencerlo.

También era gracioso escuchar a Heero llamarlo "el chico Lacroix", sobretodo considerando que Adrien era mayor que ellos.

- Es bueno saberlo, aunque lamento que no te sientas cómodo. Si… llegara a querer estar a solas con él, supongo que podremos discutirlo y llegar a un acuerdo que nos acomode a los dos.

- Me estás hablando como si estuvieras en una reunión de la ESUN.

- ¡No seas ridículo!

- Ahora si suenas como tú.

Relena no pudo evitar darle un manotazo en el brazo mientras sonreía. Eran muy pocos los momentos en los que se podía bromear con su guardaespaldas, y desde que había comenzado todo el asunto de las Cobras, esos momentos se habían reducido a una mínima existencia. La verdad, no debería emocionarse demasiado, pero tonta como era, lo hacía.

El resto del vuelo pasó sin mayores sobresaltos y llegaron a París cerca del mediodía. Como era verano y había un sol refulgente, agradecieron el aire acondicionado del aeropuerto. Hacía años que Relena no visitaba Francia por motivos que no fueran estrictamente laborales y la verdad es que estaba bastante entusiasmada. Siempre le había gustado esa ciudad y el idioma, aunque no lo dominaba completamente, lo encontraba encantador. Escucharlo por todos lados en ese momento la trasladaba hacia su infancia, cuando vacacionaba junto a sus padres en las costas francesas.

- Te ves muy contenta - señaló Noin sonriéndole.

- Es una hermosa ciudad - respondió Relena, encogiéndose de hombros - Y hace mucho que no vengo.

- ¿Emocionada por encontrarte con tu amor de la infancia, princesa? - preguntó Duo mientras se acercaba junto con sus compañeros, cargando un carro con el equipaje. Heero le dedicó una mirada peligrosa, pero el trenzado hizo como que no la veía.

- Claro que tengo ganas de ver a Adrien, pero llamarlo mi "amor de la infancia" es exagerar las cosas - dijo la chica riendo mientras salían del andén de recepción de equipaje. Afuera estaba la clásica multitud esperando ver llegar a sus seres queridos.

- Quizás lo sea, pero se nota que se preocupó por tu comodidad - contestó Quatre con una sonrisa y señalando a un hombre vestido con uniforme y sosteniendo un cartel en el que se leía "Srta. Relena Darlian".

El grupo se dirigió hacia el hombre del cartel y, mientras Relena lo saludaba y se presentaba, los demás notaron como más personas con el mismo uniforme aparecían e intentaban hacerse cargo del equipaje. Heero y Duo se mostraron un poco reticentes, pero cedieron al ver las credenciales de los individuos. Ya se habían contactado previamente con el jefe de seguridad de los Lacroix, quien había asegurado que enviaría a su gente de mayor confianza para recibirlos. De todas formas, Heero se alisó casualmente su chaqueta de Preventer, asegurándose que su arma estaba en su bolsillo, lista para ser usada de ser necesario. Quatre le dio un codazo y puso los ojos en blanco.

- Bonjour mademoiselle, bienvenue à Paris. Je m'appelle Jean - dijo el hombre que parecía a cargo, mientras besaba el dorso de la mano de Relena - El joven Adrien lamenta no haber podido venir a recogerla él mismo, ya que debió ocuparse de un asunto del trabajo. Pero me envió instrucciones precisas para que tanto usted como sus acompañantes se sientan lo más cómodos posibles.

- Merci, Jean - contestó Relena - Estoy segura de que estaremos perfectamente.

- Tenemos listo el auto, si quieren ir inmediatamente a la mansión Lacroix. Aunque, si gustan tomar un refrigerio primero, podemos esperar.

Relena volteó para mirar a Noin, quien le sonrió y asintió con la cabeza. Luego miró a Heero, quien observaba el perímetro del lugar con atención, probablemente evaluando potenciales amenazas y vías de escape.

- Creo que todos estaremos más cómodos si vamos donde nuestros anfitriones primero - dijo finalmente y casi sonrió al escuchar el suspiro de alivio de Duo y Quatre.

- Por supuesto - respondió Jean, haciendo una pequeña reverencia - Síganme, s'il vous plait.

El grupo salió junto a Jean mientras sus otros empleados llevaban el equipaje. Justo cuando salían del aeropuerto hacia la zona de buses y taxis, algunas personas empezaron a señalar a Relena y alcanzaron a oír algunos "¡Le ministre!" antes de que una limusina negra se detuviera ante ellos. La gente de Jean comenzó a guardar las maletas mientras él abría la puerta del vehículo e invitaba a los demás a subirse. El interior del auto era lo suficientemente espacioso para que los cinco se sentaran cómodamente, mientras Jean se subía en el asiento de copiloto.

- Las ventanas están tintadas, así que no teman apreciar las vistas que les ofrece nuestra humilde ciudad. Llegaremos a Lacroix Manoir en aproximadamente treinta minutos. Si necesitan cualquier cosa, no duden en preguntar - explicó con su acento francés antes de subir la clásica ventana que separa los asientos delanteros de los traseros.

A medida que se acercaban a la parte central de la ciudad, Relena apenas podía contener su entusiasmo. Sabía que sus guardianes se desesperarían si bajaba las ventanas, así que se contentó con tener la nariz prácticamente pegada a ellas mientras admiraba los puntos clásicos de París.

- ¡Oohh! ¡Mira Lucrezia! ¡Se ven las torres de Notre Dame! Tenemos que ir a la misa del domingo… ¡Y mira! ¡La Torre Eiffel! Tenemos que subir, nunca logré subir a la Torre Eiffel… ¡Les Champs-Élysées! - exclamaba Relena, prácticamente brincaba de emoción en su asiento mientras Noin se reía.

- ¿Hace mucho que no venía a París? - preguntó Quatre cortésmente.

- Vine para dar un discurso en la gala benéfica anual de la ESUN el año pasado - respondió Relena sonriendole - Pero fue estrictamente laboral, volvimos a Bruselas al día siguiente del evento. Creo que no vengo solamente de visita desde que tengo doce años.

- ¿Quieres decir desde que el niño Lacroix y tú decidieron casarse? - preguntó Duo maliciosamente. Se escuchó un "click" y todos se voltearon para ver a Heero amartillando su arma.

- ¿Qué? - preguntó el susodicho - Chequeo de seguridad.

Duo mantuvo sabiamente la boca cerrada mientras Quatre ponía los ojos en blanco y le decía a Heero que guardara la pistola.

- Pero hablando de eso - dijo Noin volviendose hacia Relena, quien seguía admirando la ciudad por la ventana - ¿Tú y Adrien volvieron a comunicarse después de ese verano?

- Oh, claro que sí - contestó la chica con tono despreocupado - Nos escribimos cartas como locos durante el año siguiente y hablamos algunas veces por videollamadas. Mi madre quería que viniéramos nuevamente a Francia el siguiente verano, pero mi padre no pudo viajar y decidimos quedarnos en casa.

- ¿Cartas? ¡Qué romántico!

- Esa fue mi idea en ese tiempo - sonrió Relena - Ahora pienso lo poco práctico que fue. Las cartas demoraban como un mes en llegar.

- ¿Qué pasó después? - preguntó Quatre, al parecer tan interesado en la historia como Noin.

Relena se encogió de hombros, tratando de quitarle importancia al asunto.

- Después de un año sin vernos, el asunto terminó casi solo. Nos escribíamos cada vez menos, él ya estaba en sus últimos años de instituto y después de que yo cumplí los catorce mi padre me llevaba a sus viajes de trabajo. La verdad, llegó un momento en que me era difícil recordar su cara y pensé en retomar nuestra correspondencia. Pero luego… - Relena se detuvo en la mitad y se sonrojó levemente - Pero luego la guerra se hizo más intensa. No volví a saber de Adrien desde entonces.

A ninguno se le pasó la vacilación y el sonrojo de la chica, pero hicieron como que no se daban cuenta y Duo comenzó a hablar de la vez en que él y Hilde habían intentado ir de vacaciones a París, pero terminaron abriendo otro taller en otra colonia.

Heero miró fijamente a Relena, quien parecía decidida a mantener la vista fija en la ventana, pero seguía algo ruborizada. Así que había pensado en volver a contactarse con el chico Lacroix, justo antes de que la guerra empeorara. Justo antes de que nos conociéramos, no pudo evitar pensar, con cierto orgullo masculino.

- Detente. Ahora - pensó mientras apartaba la mirada de su protegida - Lo que haya hecho o dejado de hacer no importa ahora. Enfócate en la misión.

Heero había pasado cada minuto libre que tenía desde que habían decidido aceptar la propuesta del viaje a París para investigar sobre el tal Adrien Lacroix. Estudiante honorífico en el instituto y actualmente terminando Ciencias Políticas en una de las universidades más prestigiosas de la ciudad, el chico estaba más limpio que una patena. No tenía ni siquiera multas de tránsito en su historial. Un niño perfecto.

No entendía porqué le molestaba tanta perfección. Debería estar feliz, ya que era poco probable que Relena corriera peligro junto a Adrien, lo que haría su trabajo mucho más fácil. Pero no, solo podía pensar en que el chico Lacroix (no podía nombrarlo de otra forma) o tenía algo muy bien escondido o era un niño rico mortalmente aburrido que claramente no se merecía a su princesa.

- ¡Detente!

En ese momento, Jean bajó la ventana que los separaba para dirigirse al grupo con una sonrisa y señalando la ventana.

- Ya hemos llegado. Bienvenue au Lacroix Manoir.

Duo soltó un silbido mientras todos miraban los terrenos de la familia. El chofer accionó el mando a distancia para abrir las rejas de la entrada y la limusina entró por un camino rodeado de verdes setos, con una gran fuente adornando el centro. Al final del sendero se encontraba la hermosa mansión Lacroix, un edificio de tres pisos y fácilmente veinte habitaciones, cuya fachada mostraba grandes ventanas y balcones al más puro estilo francés.

- No está nada mal - comentó Duo con ironía.

El auto se detuvo frente a la escalinata que conducía a la puerta, donde un eficiente mayordomo ya los esperaba junto con otros sirvientes para encargarse del equipaje de los invitados. Relena se bajó del auto mientras observaba la mansión donde había pasado parte de un verano hacía casi diez años. Sorprendentemente, los recuerdos volvieron con mucha facilidad y cuando el mayordomo se acercó a ellos, no pudo evitar sonreír al reconocerlo.

- ¿Albert? - preguntó mientras el anciano sonreía - ¡No puedo creerlo, no has cambiado absolutamente nada!

- A diferencia de usted, mademoiselle Relena. No era más que una niña la última vez que la vi, me siento aún más viejo.

La joven se rio mientras los otros sirvientes comenzaban a entrar con el equipaje.

- Permíteme que te presente a mis acompañantes. Ella es Lucrezia Noin, una querida amiga de hace años. Y ellos son… amigos y parte de mi personal de seguridad - Relena decidió no ahondar más en su explicación sobre el trabajo real de los pilotos - Duo Maxwell, Quatre Winner y Heero Yuy.

- Sean bienvenidos todos. Me alegro mucho de que haya aceptado la invitación de monsieur Adrien, ha estado muy emocionado esperándola.

Relena se sonrojó, mientras Duo soltaba una risita y recibía un codazo particularmente doloroso por parte de Heero.

- Lamentablemente, monsieur Adrien se encuentra fuera en estos momentos, pero madame Lacroix está en la sala esperándolos. Si gustan, pueden entrar ahora mientras nosotros nos encargamos de dejar sus maletas en sus respectivas habitaciones.

- Sería maravilloso, muchas gracias - respondió Noin cortésmente.

Albert hizo un gesto para que lo siguieran y entraron en la hermosa casa. Siguiendo sus órdenes, los otros criados tomaron las maletas y se dirigieron hacia la escalera principal, mientras el resto cruzaba el impresionante hall de entrada. El mayordomo los guio hacia una sala en la que probablemente se servía el té durante las tardes. Allí, sentada en un sillón tipo chaise lounge mientras ojeaba una revista, se encontraba una mujer de unos cincuenta años, de cabello castaño claro y ojos azules, impecablemente vestida. Al escucharlos entrar, levantó la vista y sonrió.

- ¡Relena, ma chérie! - exclamó mientras se levantaba - ¡Tu es magnifique, ma belle!

Con mucha elegancia, madame Lacroix abrazó a Relena y le besó ambas mejillas. La joven le sonrió con algo de timidez.

- Tante Vivienne, me alegro mucho de volver a verte. Deja que te presente a mis amigos. Lucrezia, Duo, Quatre y Heero, ella es Vivienne Lacroix.

Madame Lacroix repitió el saludo de besos con Noin, mientras que a los chicos les ofreció la mano. Una vez finalizadas las presentaciones, los invitó a tomar asiento mientras despedía a Albert.

- Ma belle Relena, es increíble cuanto has crecido - habló en español, pero con un marcado acento - ¿Cómo está Maureen? La invité hace algunos años a visitarme, pero finalmente no lo logramos.

- Está muy bien, te envía saludos.

- Me alegro. Y estoy tan contenta de que hayas aceptado venir. Adrien se caerá de espaldas cuando te vea - dijo madame Lacroix aplaudiendo entusiasmada mientras Relena se sonrojaba - El pobre no estaba seguro si lo recordarías, pero yo le dije que no fuera tonto y te invitara. Menos mal me hizo caso.

Madame Lacroix habló unos minutos más, recordando viejos tiempos, hasta que Albert se asomó por la puerta para anunciar que el almuerzo estaba listo.

- Debes contarme todo, ma chérie - dijo Vivienne mientras retiraban los platos de ensalada y traían el resto del almuerzo - ¡Viceministra de relaciones exteriores a los quince y ministra desde los dieciocho! Tu padre estaría orgulloso de ti.

- Oh Tante - respondió Relena tratando de restarle importancia, pero con un brillo de emoción en los ojos - Tuve un gran ejemplo para partir y desde entonces también he contado con mucha ayuda.

- Me alegra oírlo, pero debe haber sido difícil para una niña hacerse un espacio en un mundo liderado mayoritariamente por hombres. Eres un verdadero modelo a seguir, ma belle - madame Lacroix sonrió al ver el sonrojo de la chica y dirigió su atención a Noin - Es Lucrezia ¿cierto? Me imagino que eres de esas personas que han ayudado a Relena durante este tiempo.

- Nos hemos ayudado mutuamente - respondió Noin mientras tomaba un sorbo de vino - Cuando nos conocimos yo aún estaba buscando mi posición en la guerra. Relena me enseñó que existía otras formas de lograr lo que queríamos para la Tierra y las colonias sin necesidad de las batallas. No coincidíamos mucho al inicio - añadió con una sonrisa - pero logramos llegar a un acuerdo.

Madame Lacroix se entretuvo hablando con Noin un buen rato, preguntándole toda clase de anécdotas de Relena en su época de viceministra quinceañera (para vergüenza de la joven), antes de dirigir su atención a los pilotos.

- Adrien me dijo que ibas a venir acompañada de tu escolta, pero mon Dieu, no me esperaba a estos chicos.

- Te aseguro que son totalmente confiables y capaces en su trabajo, tante - dijo Relena rápidamente.

- Oh, no lo pongo en duda, querida. Es sabido que cada vez se entrenan más jóvenes. No, lo que quería decir es que no me imaginaba que lucirían así. Ma chére, Ils sont très beaux! Dieu merci je suis marié.

Dentro de su extenso entrenamiento, los chicos habían aprendido diferentes idiomas y el cumplido de Vivienne Lacroix no pasó desapercibido. Duo se atragantó con el pato al intentar ocultar la risa mientras Quatre le daba palmadas en la espalda, también con una sonrisa algo avergonzada. Heero fue el único que no se dio por aludido y siguió comiendo como si nada.

El resto del almuerzo transcurrió con el mismo tono, con Vivienne haciendo preguntas sobre la vida de Relena y, sobre todo, elogiándola cada vez que podía. Realmente parecía una tía orgullosa con su sobrina mimada. Ya estaban en el postre cuando soltó la pregunta bomba.

- Querida, vi tu declaración con la prensa de hace unos días. Bueno, creo que todo el mundo la vio… - se interrumpió un momento, al parecer sin saber como abordar el tema. Tomo un sorbo de vino antes de seguir - ¿Es cierto que estás buscando marido?

Relena se removió incómoda en su asiento. Le molestaba mentirle a madame Lacroix, sobretodo después de lo amable que estaba siendo. Por otro lado, no podía negar que la mujer tenía que haberse dado cuenta de la situación, ella anunciando que quería casarse y días después presentándose en la casa de Adrien, a quien no veía hace casi una década.

- Estoy considerando seriamente asumir mi responsabilidad como heredera del reino de Sanc. Pero si quiero ser reina, la tradición dice que debo estar casada.

- ¡Pero suena tan… anticuado! Sobre todo en el tiempo en que vivimos.

- Lo sé - sonrió Relena - Pero es una situación delicada, Sanc ha estado sin monarca desde el asesinato de Maticus… de mi padre… Creo que volver y proclamarme reina sin hacer caso de las tradiciones será sentar un mal precedente. Así que sí, estoy buscando un marido.

Vivienne se mantuvo en silencio, como asimilando las palabras de la joven. Y al mismo tiempo parecía entender lo que significaba realmente esa visita. Se puede decir a su favor que contuvo el deseo de saltar de su asiento para darle la bienvenida a Relena a la familia y preguntarle si deseaban una boda de verano. Se dedicó a limpiarse delicadamente la boca con la servilleta y sonreírle a la chica.

- Espero que tengas suerte.

Después del café, madame Lacroix sugirió mostrarles la mansión y sus habitaciones correspondientes para que pudieran acomodarse y descansar si querían.

- Bueno, ya conocieron el comedor principal y la sala de tarde. Suelo tomar el té allí todos los días, son bienvenidos si quieren acompañarme. Esa puerta conduce a nuestro salón de baile y esa de allí, a las cocinas. Por este pasillo encontrarán la biblioteca, el estudio de Adrien y el de mi marido - volvieron a entrar en el hall principal, donde gran una escalera se dividía en dos y conducía al segundo piso - Arriba se encuentran las habitaciones principales. Tenemos cinco habitaciones de huéspedes, así que cada uno podrá contar con la suya propia si así lo desean.

Madame Lacroix siguió hablando de la distribución de las habitaciones mientras subían la escalera y Relena escuchaba como Duo y Quatre acordaban en voz baja compartir una habitación.

- ¿Qué dices, Heero? ¿Compartimos celda como en los viejos tiempos?

- ¿Acaso tengo opción? - respondió el joven alzando una ceja.

- ¡Ay que malagradecido! ¿Acaso deseas compartir habitación con la jovencita?

Madame Lacroix interrumpió su recorrido y ella y Relena se dieron vuelta asustadas ante el violento ruido. Para su sorpresa, Duo se encontraba tirado al pie de las escaleras, con un monumental chichón en la cabeza. Inmediatamente, Relena miró a Heero con una mezcla de pánico y reproche. El susodicho le devolvió la mirada tratando de aparentar inocencia, pero el puño palpitante lo delataba.

- ¡Oh mon Dieu! ¿Estás bien querido? - exclamó madame Lacroix.

- No se preocupe, madame - respondió el trenzado intentando sonreír - Me tropecé.

Mientras su anfitriona bajaba las escaleras para socorrer a su invitado, acompañada de un Quatre que trataba de aguantar la risa, Relena se acercó a Heero.

- ¿Se puede saber qué demonios sucedió? - le preguntó entre dientes.

- Ya lo escuchaste - respondió Heero, mirándose las uñas - Tropezó.

- No me vengas con cuentos, comandante Yuy. ¿Crees que me voy a creer que un piloto gundam tiene dos pies izquierdos y rodó por su cuenta escalera abajo?

- El mundo es un lugar muy misterioso.

- Y supongo que tú no tienes nada que ver con este misterio.

- Por supuesto que no.

- Prácticamente puedo ver como te palpita el puño Heero.

- No sé de que me estás hablando.

- ¡Oh, por el amor de…!

- ¿Relena?

Relena se interrumpió en la mitad de su exabrupto, mientras sentía un cosquilleo recorrerle la espalda al escuchar esa voz. Si bien había pasado casi una década desde la última vez que hablaron, por un momento se sintió como si no hubiera cambiado nada. Lentamente, se volvió.

Al pie de la escalera se encontraba Adrien. Había crecido, obviamente. Pero mantenía el cabello castaño claro de su madre y unos electrizantes ojos verdes, que en ese momento la miraban con una mezcla de sorpresa y apreciación. Antes de que nadie pudiera reaccionar y menos que ella pudiera pensar en un saludo, el joven sonrió y subió saltando los escalones de dos en dos. Una vez estuvieron frente a frente, soltó una risa melodiosa, levantó a Relena por la cintura y dio vueltas con ella, para gran deleite y diversión de madame Lacroix y Noin respectivamente.

- ¡No puedo creer que seas tú! - exclamó riendo mientras la dejaba nuevamente en el suelo y la abrazaba.

Relena se encontró devolviéndole el abrazo de forma más o menos inconsciente, todavía sintiendo una mezcla de sorpresa y confusión ante la demostración tan franca de cariño. No estaba acostumbrada a eso, la única persona que se tomaba esas libertades era Lucrezia, y eso solo recientemente. Maureen era demasiado compuesta para abrazar tan expresivamente a su hija y su hermano aun no se soltaba lo suficiente.

- Adrien querido, deja que la pobre criatura respire un poco - lo reprendió su madre con una risita encantada.

Su hijo le hizo caso con una sonrisa algo avergonzada. Relena encontró extrañamente encantador el gesto y no pudo evitar sonreírle de vuelta.

- En cambio, yo sí creo que eres tú. No has cambiado nada, bueno, dejando de lado el hecho de que ahora eres como treinta centímetros más alto - comentó la joven, logrando que su amigo se riera.

- No estás siendo justa conmigo. Estoy seguro que tengo que haber cambiado algo más que la estatura en siete años. Definitivamente, tu lo has hecho.

- Pues claro. Me he vuelto mucho más habladora.

- Entre otras cosas - dijo Adrien con una cálida sonrisa mientras apretaba suavemente sus manos.

Relena soltó una risita y se sorprendió al segundo. Esas reacciones no eran típicas de ella, y tampoco era tan buena actriz como para estar fingiendo. Tratando de esconder su repentina confusión, miró a Lucrezia en busca de auxilio. Afortunadamente, su amiga no necesitó más señales.

- Así que este es el famoso Adrien Lacroix - exclamó Noin con una sonrisa mientras extendía la mano - He oído solamente cosas maravillosas de ti.

Si hay algo que decir a favor del pobre chico francés, es que se tomó la interrupción de la forma más galante posible. Sonriéndole a Noin, soltó las manos de Relena para tomar las de la mujer mayor y depositó un suave beso en el dorso de ellas.

- Ninguna de ellas ciertas, mademoiselle. Lena me conoció con ojos de niña, ahora comienza el verdadero reto.

- Y habla muy bien de ti que reconozcas eso - murmuró Noin, más para sí misma. No le pasó desapercibida la forma en que el joven miró a Relena mientras decía esas palabras, como tampoco como ésta se sonrojaba levemente.

- Justamente estaba mostrándole a Relena y sus acompañantes sus habitaciones - interrumpió madame Lacroix, con evidente satisfacción ante el intercambio de miradas de los jóvenes - ¿Nos acompañas, querido?

- Me encantaría. Pero antes creo que sería correcto presentarme ante el resto - dijo Adrien con cierto aire avergonzado - Lo siento, pero el haberme reencontrado con… tan querida amiga me ha hecho olvidar mis modales. Adrien Lacroix, a su servicio. Si no me equivoco, usted es Lucrezia Noin - terminó la frase con una pequeña inclinación ante Noin, quien sonrió con aprobación, para luego volverse hacia los pilotos - ¿Y ustedes son…?

- Ellos son mis amigos y parte de mi… eh… guardia personal - respondió Relena, tratando de encontrar las palabras adecuadas - Adrien, te presento a Quatre Winner, Duo Maxwell y Heero Yuy.

Adrien pareció sorprenderse al escuchar el nombre de Heero, pero lo disimuló lo mejor posible. Con una sonrisa amistosa, estrechó las manos de Duo y Quatre, pero al volverse hacia Heero sintió como si un cubo de agua helada le cayera encima. El chico que tenía frente a él probablemente era un par de años más joven, pero tenía la mirada de un asesino. Y no lo estaba mirando precisamente con cordialidad. Tragando saliva, intentó mantener la sonrisa mientras le tendía la mano.

Heero le echó una mirada tan fría que perfectamente podría haber congelado las aguas del Sena, pero después de lo que pareció una eternidad, estrechó su mano de todas formas, para el alivio de todos los presentes.

- Ahora que todos se conocen, ¿les parece si continuamos? - preguntó una sonriente Vivienne, al parecer la única que no se dio cuenta del intercambio de testosterona que acababa de ocurrir. Su hijo, al parecer todavía algo nervioso por la actitud del guardaespaldas, se disculpó con la excusa de realizar una llamada.

- Apenas terminen de instalarse podemos tomar un refresco en el jardín mientras nos ponemos al día ¿Te parece? - le preguntó a Relena con una tímida sonrisa.

- Suena genial.

El joven hizo un gesto de despedida al resto, bajó por las escaleras y caminó hasta una habitación que supusieron sería su estudio. Madame Lacroix pareció un poco desilusionada ante la marcha tan precipitada de Adrien, pero como buena anfitriona continuó su labor de enseñar las habitaciones a sus huéspedes.

Finalmente, Relena y Noin compartirían una habitación y los chicos otra al lado de ellas. Albert, como experimentado mayordomo, apareció de la nada con otros empleados cargando el equipaje y dejándolo en las habitaciones correspondientes. Antes de empezar a desempacar, Noin decidió llamar a Zechs para informarle que ya estaban instalados.

- Hola extraño - saludó Noin a la imagen de su pareja en la pantalla del computador.

- Hola Lu. Te demoraste lo tuyo en reportarte.

- ¿Es que acaso ya me echas de menos? - contestó Noin sonriéndole con picardía.

- Al menos nadie me quitará las sábanas hoy. Aunque puede que luego de eso te extrañe - respondió Zechs con un leve tono juguetón en su voz.

- ¡Aviso de hermana menor presente! - exclamó Relena asomándose por detrás del hombro de Noin y saludando a su hermano, quien inmediatamente se sonrojó como un tomate mientras Lucrezia se reía.

- Está todo en orden aquí Zechs. Llegamos sin problemas, ya conocimos a madame Lacroix y a su hijo Adrien. Él y Lena se juntarán a charlar en un rato.

- ¿Sospechan algo? - preguntó el Conde Relámpago, aun algo ruborizado.

- No lo creo. El chico parece genuinamente emocionado.

- Muy bien. Mientras más real se vea la cosa, más tiempo tendremos para dar con ese ridículo grupo.

Mientras sacaba la ropa de su maleta, Relena sintió un malestar en la boca del estómago al oír la conversación. Adrien realmente estaba feliz de verla y había notado el brillo de atracción en sus ojos. Trató de sacudirse la culpa, pero no era tan fácil. Y menos cuando ella también había sentido un poco de esa atracción.

- Como si esto ya no fuera lo suficientemente difícil - pensó mientras colgaba unos vestidos en el armario.

- ¿Los demás ya están listos? Heero me dijo antes de partir que tenía que hacer algunas modificaciones en el sistema de seguridad de la mansión.

La mención de su guardaespaldas le recordó a Relena la escena de la escalera, el incómodo momento en que Heero y Adrien se saludaron. Antes de pensarlo demasiado, cerró la puerta del armario y se dirigió hacia la puerta.

- ¡Nos vemos Miliardo! - exclamó haciendo un gesto de despedida, sin esperar la respuesta de su hermano.

Salió de su habitación y se dirigió a la que estaba inmediatamente a la derecha. Aunque le hubiera encantado entrar de golpe, tenía que recordar sus modales y tocó insistentemente la puerta hasta que Quatre le abrió.

- Señorita Relena, que…

- ¿Podrían tú y Duo darme un minuto con el comandante Yuy? Necesito aclarar algunos términos sobre… mi seguridad.

La expresión de Quatre reflejó que entendía perfectamente a qué se refería la chica y miró nerviosamente hacia el interior de la habitación. Relena no se dio por aludida y entró con grandes zancadas.

- Necesito hablar contigo, comandante.

Heero, que estaba instalando su computador en uno de los escritorios de la habitación, miró a su protegida con un gesto sombrío. Al parecer, el también sabía lo que se le venía.

- Bueno… les daremos algo de privacidad - dijo Duo algo nervioso y salió de la habitación junto a Quatre. Relena cerró la puerta detrás de ellos.

- ¿Se puede saber que pasa contigo hoy? - preguntó exasperada.

- No sé a que te refieres - respondió su guardaespaldas, volviéndose para ordenar sus expedientes en el escritorio. Relena, apretando los dientes para no soltar una maldición, caminó hacia él, tomó los archivos y los arrojó sobre la cama.

- Eso no ha sido muy educado.

- No - contestó la chica echando chispas - lo que no ha sido educado es tú tirando a Duo por las escaleras frente a nuestra anfitriona. Y lo que ha sido aun menos educado es ese… ese… concurso de miradas al que sometiste al pobre Adrien.

- ¿Al "pobre" Adrien?

- No fue nada más que amable y tú lo miraste como si fuera un villano.

- Puede que lo sea.

Relena respiró profundamente, reuniendo todo su autocontrol para no tirarle un libro en la cabeza.

- Aun no me respondes. Desde que llegamos a París has pasado de malhumorado a insufrible. Tus miradas asesinas a tus compañeros, sobre todo a Duo, las puedo entender, uno que otro golpe, de acuerdo. Pero creo que hoy te has pasado.

Heero se volvió para ordenar los papeles que había arrojado, solo para no tener que verla.

- Lamento que te sientas así. Pero mi trabajo es mantenerte a salvo en un lugar nuevo, rodeados de desconocidos, mientras un grupo de maníacos terroristas intentan hacerte daño. Disculpa que no pueda cumplir además con el papel de ser tu bufón de la corte, creo que Duo cubre de sobra ese papel.

- No sé si te enteras, pero Duo, Quatre y Noin también están encargados de mi seguridad y ninguno de ellos está siendo un idiota insolente - respondió Relena entre dientes.

No sabía cuanto más tiempo podría aguantar esa discusión. La actitud de Heero la estaba sacando de quicio, una palabra más y no sabía que pasaría primero, si golpearlo o llorar.

Ojalá fuera golpearlo. Pero no confiaba tanto en sí misma. Podía sentir las lágrimas acumulándose detrás de sus ojos.

-¿Adónde quieres llegar Relena? - preguntó Heero con una nota de exasperación en la voz, aún sin darse vuelta para mirarla - ¿Quieres que prometa ser un niño bueno mientras vas a hacerle ojitos al francés ese? No es que no sea interesante, pero ya te he visto hacerlo con un sinfín de payasos y comienza a ser un fastidio.

- ¡Sabes que nada de esto es real!

- ¿No lo es? Parecías bastante complacida con el entusiasmo del chico Lacroix, toda risitas y sonrojos, y él claramente también lo notó. ¿Cómo crees que quedará cuando se entere que solamente lo utilizaste cuando todo esto acabe?

Heero finalmente se volteó cuando soltó esa última pregunta e inmediatamente deseo no haberlo hecho. Relena lo miraba como si fuera a matarlo en cualquier instante, pero eso ya lo había hecho antes y estaba acostumbrado. Fueron las lágrimas las que finalmente lo paralizaron. Lágrimas silenciosas en un rostro encendido de rabia.

Con un movimiento brusco, Relena se secó la cara, avergonzada y enojada a la vez.

- No voy a disculparme por haberme sentido halagada con la atención de Adrien. Fue un amigo muy querido y tampoco negaré que es un joven muy guapo. En una situación normal, sería absolutamente mi tipo.

Heero intentó ignorar el dolor que sintió ante ese último comentario. Sabía que se había sobrepasado. Demasiado. Y Relena aún no había terminado con él.

- Creo que es… imperdonable… que conociéndome como lo haces me hayas dicho eso. Tú sabes… - quería decir mucho más, pero parecía que el riesgo de más lágrimas era inminente, así que decidió marcharse antes de que la cosa empeorara.

Estaba a medio metro de la puerta, cuando Heero tomó su mano. Se detuvo de golpe, pero no quiso darse la vuelta y mirarlo. Sintió que su guardaespaldas se acercaba a ella y notó el calor de su cuerpo en su espalda, pero no se giró.

- Lo siento - dijo Heero en voz baja. El arrepentimiento en su voz era tan evidente que no hacían falta más. Relena sintió que apoyaba su frente en su coronilla, al mismo tiempo que apretaba su mano - Por favor, no llores.

Relena no supo que decir, pero sin pensarlo, apretó suavemente la mano de él, entrelazando sus dedos. Notó que no se retiraba, sino que colocaba su otra mano sobre el hombro de ella. Todavía sentía la frente de él contra la parte posterior de su cabeza, su respiración algo entrecortada contra su nuca. Cerró los ojos y suspiró.

Antes de que se diera cuenta de lo que estaba pasando, Heero se separó y pasó rápidamente por su lado, abriendo la puerta.

- Lacroix te está esperando.

Sin mirar atrás, salió de la habitación.


¡No estoy muerta! ¡Ni tampoco he abandonado!

Mil disculpas, pero Dios mío, que año fue el que acaba de pasar! Costó, pero al fin les dejo una nueva entrega de esta historia 3

Para tod s los que están esperando que Heero se ponga las pilas, me parece que va a ser un poco más difícil de lo que creen xD Por un lado, tiene este montón de sentimientos y emociones "nuevas" hacia Relena, y claramente no sabe qué hacer con ellas, porque mientras crecía básicamente era una máquina de matar y entiende CERO de relaciones amorosas. Tiene sus momentos cuando decide "vivir según sus emociones", pero todavía tiene mucho que entender y aprender. Por otro lado, está en una misión, y todos sabemos que para Heero las misiones son SAGRADAS, entonces tenemos el tremendo conflicto, me captan? xD

Pero no desesperen, de alguna forma va a terminar entendiendo jiji

Y apareció el misterioso Adrien Lacroix! ¿Será una pobre victima inocente del engaño? ¿Estará efectivamente enamorado de Relena? O como dijo Heero, ¿Sera el villano de la historia? Chan chan….

Me encanta leer sus comentarios, las partes que les gustaron, lo que les gustaría leer, todas las críticas y sugerencias son bienvenidas!

Nos leemos (ojalá) pronto!