Disclaimer: Ningún personaje de Saint Seiya The Lost Canvas me pertenece.

Notas: Gracias por sus amados comentarios, eso me sube el ánimo.


Rapsodia


[3]

Inframundo

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Su mirada de un animal hambriento no había hecho más que pensar dos veces lo que pretendía hacer, pero era consciente que, entre sus candidatos, tenía que descartar al niño antes de dar el siguiente paso. Desde luego, ese trabajo no debería ser para alguien de su categoría, pero últimamente no era posible dejarle la tarea a una mujer como Pandora pues tenía mejor trabajo con vigilar a los espectros que buscar al nuevo elegido del señor Hades así que no debería de tardar mucho pues solo se trataba de mirar al niño y desarrollar alguna clase de evidencia que comprobara que era el correcto.

Frente a una casa en forma de iglesia y con su traje de cura, Hypnos esperó a que todos los pequeños salieran de aquella casona, la cual había visitado reiteradas veces sin encontrar nada interesante, aunque había muchos niños que debía supervisar antes de dar un veredicto, pero..., nuevamente esa molestia en su cabeza hizo que mirara a otro lado, se acomodó los anteojos al percibir esa voz, esa odiosa voz.

Esa muchachita tan hablantina y preguntona.

—No se vayan a separar, los quiero ver cerca ¿entendido?

Frunció el ceño al ver que la puerta de la casona se abrió con fuerza dejando salir a un grupo de niños, de los cuales, más del noventa por ciento los había evaluado para sacar sus conclusiones si era el verdadero cuerpo de su amo, más esos mocosos apenas eran consientes de sus miserables existencias. Lástima que no podría torturarlos, iba contra su ética en lastimar infantes y mujeres así que esas tareas seguramente eran del deleite de los espectros inferiores.

—Oh, señor Hypnos, que gusto volver a verlo—la jovencita de trenzas negras y mirada caoba había pillado al hombre en esa postura...inquietante, como si fuera a decir algo y arrepentirse en el momento—. Me preguntaba si nos seguiría alegrando el día con su ilustre presencia.

—Buenos días Dalila—expresó con calma, como si fuera el mismo mundano sacerdote que veía con cariño a los mocosos humanos—, parece que hoy tienes a los niños más enérgicos.

—Temporada de verano, los niños adoran estas épocas para salir a correr a las ovejas—la muchacha sostuvo de la mano a dos niños, de los cuales Hypnos miró con cierta molestia. Una mocosa que no hablaba, y el otro mocoso que era ciego—, por favor, no se quede allí sea bienvenido. Usted es un sacerdote muy apuesto y amable para que se quede allí parado como un don nadie.

Algo que llamaba la atención de Hypnos, era precisamente la manera en expresarse de Dalila, muy jovencita para asumir el cuidado de niños y muy parlanchina sin respecto a sus superiores, pero era tan fácil de engañar que no le llevó mucho tiempo en que le permitiera analizar a cada niño y eso en cierta parte también fue un ligero problema: Ese exceso de confianza hacia los demás sería su propia ruina. Él ingresó a la casona, tan humilde y rústica como siempre, supo donde sentarse y también en manifestar cierta molestia de ver a esos dos niños frente a él.

—¿Acaso algo te ha llamado la atención? —cuestionó al ver a la niña muda, la cual solo fruncía el ceño y apegaba sus manos hacia el niño ciego.

Hypnos enarcó una ceja.

—Ella dice que es muy seguido su visita—contestó el chiquillo, aun sin ver podía entender el movimiento de las manos de su amiga, solo necesitaba tocarla—; los sacerdotes vienen a inspeccionar el trabajo de la señorita Dalila, pero e usted aparece sin avisar.

—Un pastor nunca avisa a las ovejas que irá tras ellas, simplemente aparece en el momento oportuno—contestó con simpleza, mirando con cautela a los dos, desde luego, esos dos mocosos eran los últimos de su lista antes de partir a otro orfanato—; y veo que ustedes dos están muy unidos.

—Ambos llegaron el mismo día, abandonados en una canastilla así que no es sorprendente que una sea los ojos del otro y este la boca—Dalila llegó con un poco de té, ofreciéndole a Hypnos, era notable su sonrojo al verlo tan atento a ella—. Es un placer verlo aquí señor, de verdad, siempre su presencia trae calma a este lugar especialmente con los últimos avistamientos de sujetos que atacan aldeas, además, gracias a usted es que los niños llegan aquí. Es como un salvador para ellos.

—He escuchado un poco de esas historias, es un buen lugar que escogiste para aislarte y yo solo cumplo mi trabajo. Eres una mujer muy dedicada a ellos a pesar de tu tan corta edad.

—Son muchos niños que han llegado de algunos pueblos atacados—acarició a los pequeños y les susurró algo en el oído, quienes se marcharon de la salita para dejarlos solos—. Y con respecto a lo que me comentó, desde luego, aquí no hay niños con un grado de talento que ha oído, pero en el pueblo de San Gimignano se habla de un niño muy talentoso que hace bellas pinturas. Se dice que está haciendo una obra de arte muy maravillosa, un hermoso ángel, espero ir a verlo algún día cuando lo acabe.

—¿Un niño talento? ¿Ese pueblo no queda muy lejos de aquí, cierto?

—Sí, esta cerca, de hecho, iban a delegarme el cuidado de los niños de ese orfanato porque ha habido sospechas del cura encargado. Ya sabe, no todos son atentos como usted.

—Tienes muchos niños aquí, no veo sensato de que acojas más, salvo los que te traiga.

Dalila se encogió de hombros al ver al rubio hermoso que le sonriera, no era verdad que fuera una pecadora al pensar a ese inmaculado ser con pensamientos algo fuera de lo común, más era inevitable no ver a Hypnos con su perfil serio y calmado, y de lo muy amable que había sido con ella especialmente porque por él es que ella siguió al mando del orfanato. Admiraba a ese hombre, pero tristemente ella ni siquiera sabía que ser era aquel al cual veneraba con todo su corazón. Aquel sujeto que era el responsable de los desastres que se habían dado en diferentes partes de Italia, aquel que estaba obligado a buscar el cuerpo de su amo, aquel que solo había llegado allí a buscar a ese niño.

—¿Y sabes cómo se llama aquel niño?

—Ah, bueno, creo que oí que lo llamaban Alone, es muy hermoso que casi puede confundirlo con una niña, pero sí, así es como le dicen.

—Ya veo, bueno, creo que será mejor retirarme, solo venía a visitarte y saber si todo iba bien.

—¿Volverá mañana, señor Hypnos? —parecía muy efusiva, entusiasmada al ver lo elegante y sabio que podía ser ese hombre con solo mirar y hablar—, bueno, los niños estaban muy fascinados con la hermosa melodía que usted toca.

Hypnos tan solo sonrió, al menos fingiendo que le agradaba la compañía de los humanos especialmente de esa parlanchina chiquilla, pero más que nada solo imaginó lo que luego pasaría con ellos. Sus vidas estaban a poco de acabar, ¿por qué no hacerles menos infelices?, quizás así no tendría que oír sus lamentos en el Inframundo o tan siquiera tener las preguntas molestas de su gemelo; sin embargo, no pudo evitar sentir mayor lastima por ella de modo que metió la mano a su bolsillo y sacó unas cuantas flores rojas.

—Todas las noches, ponla en la puerta, alejará a esos seres—dijo al tomar de la mano a la muchacha y entregárselos, ella casi se cae por sentir la suave piel del sacerdote—. Considéralo como un obsequio, Dalila, cuando te sientas sola o angustiada, yo estaré allí. Eres una buena chica, quizás nos veamos pronto.

La chiquilla se quedó de pie, mirando al varón que se marchaba de la casona, la dejó sin habla aparentemente y solo observando esas peculiares flores rojas. Hypnos tan solo sonrió con malicia pues si no podía quedarse allí, al menos con las flores ningún espectro podría atacar la casona pues era la señal de que esos humanos infelices eran de su propiedad y nadie osaría a increparle, así que solo siguió su camino en búsqueda del cuerpo de Hades y era momento de ira aquel pueblo hacerle una visita al niño llamado Alone.