-Cada día que pasa estás más guapa.
La afirmación le habia cogido por sorpresa, mientras se peinaba frente al espejo del baño oyó cómo la voz de él le había piropeado.
Y allí estaba,apoyado en el marco de la puerta, escondido tras él para evitar que fuera visto, estaba espiando a hurtadillas a la mujer que amaba.
Vió como el reflejo de él en el espejo la estaba mirando fijamente, cómo si quisiera analizar su reacción ante aquel comentario.
Se dio la vuelta y con una gran sonrisa se acercó hasta dónde él estaba, quedandose a pocos centímetros.
-Que te parecerá...lo que pasa es que me ves con buenos ojos.
Acercó sus manos hasta su rostro, acariciando sus mejillas, su frente, su cuello, quería recorrer hasta el último lugar de aquel rostro que se había convertido en la razón de su existencia.
Ella mientras se limitaba a observarle, su actitud, sus gestos...¿cuántas veces había soñado con aquella situación?
-Sigo pensando que eres preciosa.
Y era cierto, sus ojos brillaban más que nunca, sus sonrisas eran mucho más amplias, intensas y frecuentes y siempre estaba de buen humor. Ahora tenía algo por lo que ser feliz.
-Todo te lo debo a ti.
Quizá fuese eso verdad. Desde que él había decidido dejar de ponerle barreras a sus sentimientos y aceptar lo que existía entre ellos todo se había simplificado.
Ya no era necesario evitarla, ni cuidar sus palabras ante ella, ni si quiera evadir sus miradas cuando hablaban sobre algún caso. Todo era más fácil, sólo tenia que quererla, y era algo que le encantaba hacer. Era tan sencillo hacerle feliz...
Ahora todo era nuevo y mejor, mucho mejor, ahora que ella estaba a su lado.
-Si no fuera por ti...Si no me hubieses esperado, si te hubieses cansado de mi...
No entiendo cómo después de tanto no cambiaste de opinión.
Ella tampoco se explicaba cómo podía haberse hecho tanto daño, cómo consiguió autoconvencerse de que algún día no muy lejano, él dejaría a un lado el mundo y simplemente iría junto a ella.
-Te quiero, siempre te he querido. ¿Crees que hubiese dejado de luchar por nosotros sólo porque tu fueses un poco duro de mollera?
No pudo más que sonreir ante aquella interrogativa de su chica.
Tenía razón, siempre la tuvo. Todo hubiese sido más sencillo si él no hubiera puesto tantas barreras a su alrededor y se hubiese escondido dentro.
Simplemente se dejó vencer por ella, nunca una derrota le había hecho sentir tan afortunado.
-Yo también te quiero, Sara.
Se dejó llevar por su corazón una vez más, algo tan sencillo que se habia vuelto tan habitual y simplemente la besó.
Besó con dulzura esos labios que ya conocía demasiado bien.
En ocasiones, la decisión más acertada, es la más fácil de tomar.
FIN
