Capítulo 4: "El Destino de Kagome"

La tarde era brumosa y fría, a pesar de la época del año. El silencio era aterrador, desgarrador, no por nada los familiares y amigos de los sobrevivientes estaban allí aún en shock por haber perdido a alguien en un naufragio.

De riguroso negro, los tres esperaban en el muelle en que semanas atrás habían despedido a la familia Higurashi. Kikyo se volvió a enjugar una lágrima mientras él, que estaba a su lado, creyó que en cualquier momento ella se desmayaría. Pronto el pequeño barco se asomó en el horizonte. Más tarde uno a uno fueron bajando algunos ataúdes con los cadáveres de quienes habían podido rescatar del mar y sin embargo no fueron muchos. Entre ellos no estaban los Higurashi. Luego bajaron los sobrevivientes, en su mayoría mujeres y niños, a lo cual Inuyasha comprendió que ellos habían sido prioridad a la hora de salvarlos.

Uno a uno fueron bajando y su corazón latió tan fuerte que jamás se había sentido tan angustiado en su vida. De pronto ella se asomó al inicio de la escalera y miró a todos lados. Él la reconoció de inmediato, a pesar del mal peinado, de las ojeras oscuras, del rostro pálido, el moretón en su mejilla izquierda y su mirada terriblemente triste. Su corazón se encogió de dolor.

- ¡Kagome!- Gritó alzando una mano entre la multitud. La chiquilla que llevaba el mismo abrigo azul de terciopelo y la flor de perlas, lo miró desde el pie de la escalinata y en un segundo se echó a correr hacia él. El joven se abrió paso entre la multitud rápidamente y cuando llegó a su lado se inclinó y la recibió en un fuerte abrazo. - Todo va a estar bien, pequeña Kagome... tranquila... - Murmuró al sentir como ella temblaba.

La niña lloró suavemente y enrolló sus brazos tan fuerte en su cuello, sin querer separarse de él.

- Mami y papi... estan... - Sollozaba y el joven tuvo que separarse de ella, la miró a los ojos y le sonrió como siempre lo hacía para que se sintiera mejor.

- Tranquila, pequeña Kagome... ya pasó... mami y papi estan bien ahora... no llores...

Le quitó las lágrimas de las mejillas y ella se ruborizó. Sus llantos cesaron, no así su sollozo, porque aún suspiraba de dolor, sin embargo lo miraba tan atenta que hubiera querido quedarse por siempre así, el calor de su cuerpo era tan agradable, después de haber pasado días casi congelada, después de ver todo lo sucedido en el naufragio, de saber que los cadáveres descansaban en el mismo barco en que ahora habían regresado, sentirse allí, entre los brazos del hombre era tan agradable que hubiera deseado poder estar de por vida de la misma forma, más sin embargo sus ojos castaños de pronto se fijaron en la tía Kaede y Kikyo, que se acercaban y la miraban atentamente.

- Kagome... hermanita... - Murmuró Kikyo acercándose a ella y la pequeña corrió a su lado y la abrazó con fuerza-... me alegra que estes bien... tranquila... - Acarició su cabello y luego se levantó, demasiado pronto para la chiquilla que se limpió las lágrimas con la manga de su abrigo y miró a la tía Kaede sin estar muy segura de qué hacer.

- Creo que es hora de volver a casa... que descanse la niña y mañana hablaremos de lo que hay que hacer... - Sentenció Kaede con seriedad e Inuyasha la miró atentamente. Tenía dudas, sabía que ella no toleraba a los niños y mucho menos a la pequeña Kagome... ¿qué harían? porque era obvio que Kikyo se quedaría con esa mujer. Pero luego se tranquilizó, seguro iba a dejar a la pequeña con ellas, no podía negarse ahora a su sobrina, era la hija de su fallecida hermana, seguro dejaría a Kagome con ellas.

Y mientras iban en el carruaje de vuelta a la mansión que quedaba en el pueblo, Inuyasha sintió el pequeño cuerpo a su lado acurrucándose en él, buscando su abrigo. El muchacho sonrió y le tomó las manos, tan gélidas que lo pasmaron, Kagome entrecerró sus ojos sintiendo el horrible cansancio en su cuerpo. Y enfrente Kikyo, mirando la escena de ellos dos y sintiéndose incómoda por ello.

- ¿Te quedarás aquí mientras me quedo dormida?- Preguntó mirándolo atentamente. Inuyasha, sentado en la pequeña cama le sonrió y le acarició lentamente el cabello. Sentir sus bucles desarmados tan suaves como la seda era demasiado grato.

- Seguro... - Susurró y luego la arropó más hasta que las sábanas le llegaron casi hasta la barbilla. Ella entrecerró sus ojos y le tomó la mano con fuerza.

- Y... ¿Youkai?- Murmuró a punto de quedarse dormida. Él sonrió nuevamente.

- Se encuentra bien... - Susurró divertido al verla cabecear pero aún así intentaba abrir los ojos y mirarlo-... una tarde lo saqué a pasear... sólo quiere correr... y sólo espera que tú lo montes...

La pequeña sonrió con levedad.

- Inuyasha... - Murmuró entrecerrando nuevamente los ojos y reteniendo auún su mano-... te quiero...

- Sí, yo también te quiero... - Murmuró el joven poniéndose de pie lentamente y retirando poco a poco su mano. Ella suspiró y se volteó quedando de medio lado.

- Eres... mi príncipe... - Murmuró y al instante se quedó dormida. El joven sólo pudo sonreír y luego salió de la habitación. Al pasar por la sala Kikyo y Kaede estaban sentadas en el sofá, hablando. Al verlas se acercó y Kikyo levantó una ceja.

- ¿Ya se quedó dormida?

- Sí... casi de inmediato... - Murmuró sentándose cerca de ella.

- Esta muy malcriada... - Susurró Kaede con molestia-... ¿porqué sólo quiso quedarse con usted? es igual que su padre, la mima demasiado...

Inuyasha arrugó el ceño casi sin creer lo que estaba escuchando.

- No la malcrío... ella es una niña aún y merece cariño, ha perdido a sus padres, señora ¿lo olvida?

Kikyo abrió los ojos pasmada ante el enfrentamiento de su novio con la anciana. La mujer lo miró con rencor y sin embargo pareció calmarse.

- La solicitud que pedí al Internado de señoritas ha sido aprobada, así que dentro de dos días Kagome estará allí- Dijo mirando a Kikyo, quien afirmó con su cabeza. Inuyasha abrió los ojos pasmado y se levantó de súbito de la silla.

- ¿Qué¿la van a internar?

Kikyo arrugó el ceño mirándolo atentamente, Kaede sin embargo parecía ya perder la paciencia.

- Es lo mejor... - Pronunció Kikyo un poco afectada-... Kagome necesita algo de disciplina... mi madre ya lo tenía pensado sólo que mi padre no lo concentía... - Vio el rostro casi horrorizado de Inuyasha y entonces enrojeció-... mi hermana tiene que aprender a comportarse... es por su bien... por su futuro...

- Pero... - Protestó pero de inmediato fue interrumpido por la anciana.

- Le recuerdo, señor Taisho... que este es un asunto de familia... y usted no forma parte de ella aún... por favor... no se entrometa...

Las palabras quedaron atragantadas en su garganta, apretó los puños y miró a la mujer con rencor ¿pero cómo era capaz de hacerle eso a una niña que se había quedado sola de la noche a la mañana? Entendió que estaba siendo imprudente para ellas, y era cierto, era decisión de familia. Cuando se marchó de allí tuvo una cosa muy clara. Tendría que hablar seriamente con Kikyo.

Cuando se presentó en la mansión al otro día, no esperaba que las mujeres no estuvieran en casa, así como lo había anunciado el mayordomo.

- Fueron a hablar con el abogado... - Había dicho el hombre con su estirada seriedad.

- ¿Y la niña?

- Ella esta en el jardín.

Kagome se encontraba sentada en la hierba fresca y jugueteaba con un gato rechoncho y perezoso. Sus suaves risas lo hicieron esbozar sus labios y se acercó a la niña sacándose el sombrero e inclinándose a su lado.

- Hola...

La pequeña giró medio cuerpo y sonrió de inmediato. El gato se escabulló lejos y ella se levantó.

- Hola

- ¿Cómo estas?- Preguntó mirándola muy atentamente. Kagome sonrió con sinceridad.

- Bien. - Miró a su alrededor y luego volvió a mirarlo traviesamente.-... Kikyo no esta y tampoco la tía Kaede... me gustaría ver a mi Youkai...

Inuyasha sonrió ampliamente entendiendo el significado de sus palabras.

- Pues no se hable más... - Susurró estirando su mano-... ven conmigo.

Aunque ella ya había cabalgado con él, esta vez era diferente, la tristeza y el dolor se disiparon de su corazón casi al instante y sólo podía sonreír al sentir la caricia tibia del viento chocando contra su rostro, con sus cabellos que danzaban al viento y sintiendo que el "príncipe" la aferraba más fuerte de su estómago. No era como su padre, era un sentimiento tan distinto, un sentimiento extraño que la hacía sentirse feliz y daban deseos de reírse a carcajadas a pesar de todo. Pero al llegar a la mansión, su rostro cambió. Inuyasha la bajó del caballo y se dio cuenta que tal vez no había sido muy buena idea traerla al lugar que obviamente le traía innumerables recuerdos de sus padres. La miró con seriedad pero la chiquilla se repuso rápidamente y corrió hasta las caballerizas en donde estaba el pony. Sus ojos se iluminaron y él la observó con atención desde la entrada. La niña sacó al caballo de su establo, le dio un montón de besos en la cabeza y luego lo ensilló. Inuyasha sonrió, aquella chiquilla era tan diferente a las personas que conocía, tal vez se debía porque aún no crecía, todos los adultos se volvían parcos y cínicos...

- ¿Quieres cabalgar conmigo?- Preguntó Kagome mirándolo con travesura y entonces él sonrió.

No sabían cuanto tiempo llevaban así, cabalgando por los prados verdes y húmedos de la región, riendo y casi juguetando en el camino. Ella se escapaba rápidamente de su alcanze y él tenía que buscarla casi con angustia. Pronto aquello también fue un juego, como las escondidas pero a caballo. El sol comenzó a descender y el joven la llevó hasta la orilla del río. Kagome jamás había cabalgado tanto y menos tan lejos. Siguió al caballo chocolate del "príncipe" y cruzando el pequeño pero frondoso bosque, una pequeña cascada de agua pura y cristalina se presentó ante sus ojos. Se maravilló ante el espectáculo, nunca había escuchado a nadie decir que allí existía aquella cascada, ni siquiera a su padre.

- Es mi lugar favorito... aquí no hay nadie que pueda molestarme... - Murmuró Inuyasha mirando con atención las aguas caer desde lo alto y que formaban una pequeña lagunilla de agua verde, producto del reflejo de los árboles y arbustos. Luego de unos momentos él se giró y miró a la pequeña.- Ya es muy tarde, pronto anochecerá... debemos volver...

La chiquilla arrugó el ceño.

- ¡No quiero! la tía Kaede es muy gruñona- Respondió rápidamente desviando la vista de él.

- Pero tienes a Kikyo a tu lado... y a mí...

Kagome se encogió de hombros.

- Kikyo sólo le hace caso a la tía... - Luego lo miró a él -... me gustaría vivir contigo... seguro debe ser divertido...

Inuyasha rió a carcajadas y Kagome frunció el ceño.

- ¿Divertido? vivo con mi padre y créeme... soy un aburrido...

- Yo no creo eso... eres diferente... ni siquiera te pareces a Kikyo... ¿porqué te vas a casar con ella?

El muchacho pestañeó, esta vez estaba más serio.

- Bueno, pequeña Kagome... hay cosas que los niños no entienden... - Murmuró. La chiquilla arrugó más el ceño y sus pequeñas manos se aferraron con fuerza las riendas de su caballo. Volteó e instó al pony a cabalgar, Inuyasha la siguió de inmediato.

- Yo entiendo... además no soy una niña... - Murmuró ofuscada.

Él sonrió.

- Lo siento... es cierto...

- Tu... - Ella titubeó y sus mejillas se encendieron súbitamente. Era tan extraño para Inuyasha, la palidez de su rostro contrastaba tanto con las mejillas arreboladas y su cabellera muy negra casi desordenada-... ¿me llevarás contigo cuando te cases con Kikyo? - La chiquilla lo miraba atentamente y sus ojos castaños parecían fijos en los de él.

- Sin duda- Respondió reteniendo su vista en la de ella, aunque el matrimonio, lamentablemente, lo veía muy lejos. La pequeña no dijo nada más, sentía que aunque ella anhelara una cosa, el destino le depararía otra...

Y no se equivocó. Al llegar al anochecer a la casa en el caballo de Inuyasha se armó un gran alboroto. Ella se escondió tras él aferrando sus manos a su chaqueta azul oscuro y desde allí veía el rostro severo de la tía Kaede y también el enojo de Kikyo, que estaba tan ofuscada que apretaba mucho sus manos y ni siquiera miraba a su novio.

- Le dije que no debía entrometerse en nuestros asuntos...

- Sólo la llevé a dar un paseo... - Respondió Inuyasha quietamente y mirando a Kikyo a ver si intercedía pero la muchacha se mantuvo en completa indiferencia.

- Es mejor que se vaya... joven Taisho, debemos hablar con Kagome ahora mismo.- Dijo la anciana.

Él contuvo la rabia que sentía en ese momento y luego de unos segundos de tensa espera, comprendió que tenía razón, no debía entrometerce en sus asuntos, al fin y al cabo, por ahora, no era de la familia. Se volteó y Kagome lo miró casi suplicante. El muchacho sólo pudo sonreírle a pesar de la advercidad y se inclinó a ella besando su mejilla.

- No te preocupes... volveré a verte otra vez.- Susurró.

- ¿Lo prometes?- Preguntó la pequeña con un dejo de tristeza. Él sólo afirmó con su cabeza mirándola largamente y luego se marchó. Kagome posó a penas sus ojos en la tía y casi tembló de susto.

- Kagome... siéntate, debemos conversar contigo...

No lo podía creer, simplemente no lo podía creer. Y Kikyo se lo había dicho muy tranquilamente.

- Es por su bien... es el mejor internado del país... incluso le admitieron su caballo, pues también imparten clases de equitación... - Se excusó la chica mirándolo distraídamente-... le enseñarán a ser una dama, a comportarse... Kagome necesita mucha instrucción... eso sí... las visitas estan prohibidas para la gente que no es de la familia... la tía Kaede no quería que ella tuviera clases de equitación pero insistí... - Dijo con orgullo-... así no se sentirá tan sola... ese caballo le hará compañía...

Otra vez sentía que su corazón se encogía de dolor ¿pero porqué dejar a la pequeña encerrada en un internado? no podía hacer nada al respecto, al fin y al cabo...

- Cuando nos casemos... Kikyo... - Dijo con fervor esta vez tomando las manos de su prometida-... llevaremos a la pequeña a nuestra casa, para que viva con nosotros...

Ella asintió débilmente. Inuyasha sonrió al sentir que la muchacha compartía sus deseos. En parte aquello le daba esperanza para volver lo más pronto con su "fortuna". Su padre ni siquiera había querido escucharlo cuando planteó su decisión pero aún así se mantuvo firme. Viajaría y se haría "comerciante", en un par de años volvería millonario y se casaría con ella. ¿Podía ser algo más perfecto que eso?...

Continuará...

N/A: Wow, tantos reviews, se los agradezco con el corazón n.n... (sólo espero no despertar la envidia de nadie esta vez u.u')... ruego que tengan un poco paciencia ante las actualizaciones, en este momento me ha salido un montón de trabajo... y hay que cumplir u.u de cualquier forma paciencia chicas, que aquí me tienen de seguro con el cap. 5 y ya con un panorama diferente de las cosas... ya me entenderán... muaj muaj muaj... vaya, iba a actualizar ayer pero para variar, fanfiction no funcionaba... en fin... es para mejor porque hoy lo volví a revisar para que quedara bien redactado... genial! n.n actualizado hoy que fue un día demasiado importante para mí, por partida doble n.n... ya, nos vemos, arigatou!

Lady.