Capítulo 5: "Reencuentro"
Suspiró con agobio y de pronto el aullido de un lobo se dejó escuchar allá afuera, pero con debilidad. Ella arrugó el ceño y se levantó echando las gruesas colchas de su cama hacia atrás. Caminó hasta el armario en puntillas y desde allí sacó su capa azul oscuro, igual al uniforme del internado y se la puso ocultando sus negros y largos cabellos con la capucha. Miró un momento a la chica que dormía en la cama del lado y luego salió de la habitación velozmente.
El pasillo estaba oscuro y silencioso, pero era obvio, pues a estas horas nadie estaría despierto. Caminó presurosa y luego bajó las largas escaleras del castillo. Al fin llegó al patio. No había luna aquella noche pero las estrellas en lo alto titilaban como nunca. Ella alzó la vista y su corazón se encogió nuevamente. La noche era perfecta, la brisa tibia del viento sacudió su faldón. Era igual a aquella vez. Igual que hacía siete años. Intentó reponerse y corrió hacia las caballerizas. Sonrió al darse cuenta que aquel guardia que custodiaba los caballos de las alumnas no se encontraba. Ella lo sabía, sabía que tenía un romance secreto con la institutriz llamada Kagura y seguramente a estas horas tenían una cita. Tomó la lámpara que estaba siempre a la entrada y la encendió, alumbrando el lugar con olor a paja y despertando a algunos caballos que no dudaron en relinchar. La muchacha caminó lentamente hasta llegar a la pesebrera del caballo azabache. El animal la esperaba asomando el hocico por la rendija y moviendo las orejas. La muchacha dejó la lámpara a un lado y abrió la pequeña puerta de madera acariciando la cabeza del caballo.
- ¿Cómo estas amiguito?... ¿me extrañaste?... yo también... - Sonrió con travesura y depositó un beso en la cabeza. El animal salió y ella caminó también saliendo del lugar, seguida por él. En medio del amplio patio lo montó sin ensillarlo, aferrando sus manos enguantadas al crin grueso y a la vez suave del caballo. Se dejó llevar por su galope primero suave y luego veloz para salir de aquella "prisión". Al verse libre, a campo abierto bajo la oscuridad reinante, el animal comenzó a tomar más velocidad y ella sonrió. El era igual que ella, ansiaba la libertad.
Nada la haría detenerse, no esta noche, tanto tiempo encerrada, tanto tiempo sin ver a los que consideraba a su familia ¿qué sería de su hermana? ¿acaso tendría que volver a verla para las Navidades? Porque los últimos años siempre sucedía lo mismo, llegaba como si nada trayendo muchos regalos para ella como si intentara reivindicarse. La joven hizo una mueca. Estaba bien, podría vivir sin ella... pero luego que saliera del internado ¿qué sería de su vida?
- Debes encontrar un marido... de otra forma será muy difícil que puedas subsistir... - Dijo su compañera de alcoba un día mientras la miraba con detenimiento.
- No. Nunca me casaré, jamás- Respondió con orgullo clavando los ojos castaños en las pupilas de la otra muchacha.
- Nunca... - Musitó esta vez instando al caballo a ir más rápido. ¿Cuánto tiempo llevaban así? bastante ya, pero no le importaba. Poco a poco se fue acercando al río. Su corazón se encogió y sus ojos se empañaron de lágrimas, sabía que su mansión estaba cerca... y no equivocó. La vio lúgubre y derruida a través de la oscuridad. El caballo perdió velocidad y poco a poco se acercaron. Con dolor vio su hermoso jardín, ahora oscuro y cubierto de hiedra, luego los vidrios quebrados de la mansión, la madera carcomida y un silencio aterrador. Aún recordaba la última fiesta allí, parecía escuchar el vals que quedó clavado en su memoria, el vals de su hermana junto a aquel hombre... otra vez sus pensamientos volvían a recordarlo... ¿qué sería de él? sacudió la cabeza intentando sacárselo de la memoria nuevamente, pero era imposible. ¿Qué sería de él? recordaba cada una de su atenciones, amable y con siempre una hermosa sonrisa en sus labios... ¿en dónde estaría ahora?... ¿en dónde?...
Bajó del caballo y aferró una mano bajo la capa al amuleto que llevaba siempre puesto en la blusa blanca del internado. Recorrió con la vista el lugar sintiendo que su corazón se encogía. Cerró los ojos y pareció escuchar la voz de su padre, claramente, enseñándole a cabalgar.
La brisa sopló más fuerte y un nuevo aullido se dejó escuchar. Ella parecía sumergida en sus recuerdos, sólo cuando su negro caballo se acercó con lentitud y rosó su cabeza con su mano, ella despertó y sollozó. Miró al animal y le sonrió débilmente.
- No es nada... Youkai... son los recuerdos... - Murmuró apenas. Luego pareció recobrarse, hacía mucho tiempo que no lloraba, que le alegraba en parte que sólo su amado caballo pudiera verla así, tan debilitada. Volvió a montar al animal de un salto con la destreza aprendida en las clases de equitación impartidas en el internado y entonces se alejaron rápidamente del lugar.
Quería recorrer lo que apenas recordaba su memoria. Quería ver nuevamente todo. Era la primera vez que se arrancaba del internado pero aún no sentía miedo ¿qué podrían hacerle si la sorprendían? ¿quitarle los postres por un mes? ¿no asistir a clases y estudiar sola en la biblioteca? ¿no tener visistar? sonrió de mala manera ante el último pensamiento. Visitas... hacía mucho que no las tenía.
- No puedes quejarte... siempre te llegan regalos de ese hombre... - Dijo su compañera de cuarto mirando a la muchacha. Ella sonrió.
- Hace un año no me llega nada de él... en todo caso... debe creer que aún soy una niña... sólo me envía libros de cuentos... - Respondió tomando uno finamente encuadernado y en donde, como en todos los otros libros, estaba su letra impregnada en fina tinta negra en la primera página: "Para mi querida Kagome"
- Pero dijiste que era el novio de tu hermana...
- Lo era... hasta que ella me informó el año pasado, en la última Navidad, que se casaba con el hermano... - Respondió con pesar.
- ¿Si? ¿y porqué?- Preguntó la otra abriendo sus enormes ojos.
- No me quiso decir porqué... sólo me dijo... que después que él volvió de su viaje... no era el mismo... - Respondió la muchacha mirando atenta la dedicatoria del libro.
- ¿Entonces tu hermana se casó con el hermano de él?... vaya... tanto tiempo comprometidos y al final... casarse con el hermano...
- Lo mismo digo yo... - Murmuró quietamente perdiéndose en sus recuerdos-... me pregunto... en donde estará... digo... siempre creí... que nunca se casarían... mi corazón me lo decía... - Musitó con nostalgia recordando su hermosa sonrisa y la forma suave en que le hablaba. ¿Como Kikyo lo había podido dejar a cambio del hermano? no podía ser...
No podía ser... aún se decía lo mismo. Ya habían pasado meses desde el matrimonio de su hermana y ni siquiera ella la había invitado a la boda. Pero estaba acostumbrada a su frialdad. Y tampoco le extrañó no recibir el permiso para salir por una tarde a su fiesta. Qué más daba...
El río finalmente se presentó ante sus ojos y sonrió. Lo recordaba claramente, ella jugueteando y escabulléndose del alcance del joven hombre, podía escuchar su risa y entonces la piel se le erizó. El caballo galopó elegantemente siguiendo el norte y cruzando el bosquecillo que estaba brumoso. Un aullido se dejó nuevamente escuchar y esta vez se asustó, porque había sido demasiado cerca. Miró a todos lados y luego de unos angustiantes segundos volvió a instar al caballo a seguir su camino. No podía volver al internado antes de ver otra vez aquel hermoso lugar. Finalmente el ruido del agua cayendo le develó que estaba cerca y con una amplia sonrisa se acercaron esquivando los grandes árboles y arbustos que ocultaban muy bien la cascada. Allí estaba, igual que hacía 7 años, cayendo el agua pura y cristalina hasta la pequeña laguna verdosa.
- Es mi lugar favorito... aquí no hay nadie que pueda molestarme... - Dijo él con su juvenil voz ronca aquella vez.
El caballo estaba inquieto pero la muchacha parecía no importarle, con sus ojos clavados en el lugar lo imaginaba aún en su caballo chocolate, sonriéndole. Entonces sintió nuevamente que su corazón latía fuerte. Como siempre sucedía cada vez que lo recodaba. Cómo le hubiera gustado verlo nuevamente... y cómo le hubiera gustado que no se fijara en su hermana mayor y que enamorara tan perdidamente de ella...
- No te preocupes... volveré a verte otra vez.- Susurró él
- ¿Lo prometes?- Preguntó la pequeña con un dejo de tristeza. Él sólo afirmó con su cabeza mirándola largamente y luego se marchó.
No lo había visto más. Y no era de extrañar, las reglas del internado en aspecto de visitas eran muy rígidas. Nadie salvo de la familia podía visitar a las estudiantes. Aquello había sido un golpe demasiado bajo. Se había sentido horriblemente sola... sola...
El caballo se volvió a mover inquieto y ella despertó nuevamente de sus pensamientos, acarició la cabeza del animal con cariño y se inclinó en sus orejas.
- Tranquilo amigo... - Susurró. Pero de pronto el ruido de pisadas en hierba seca la alertó de inmediato. Aferró las manos enguantadas al crin del caballo y arrugó el ceño, sintiendo que el corazón se aceleraba. Todo era silencio nuevamente pero aún así el caballo estaba demasiado inquieto. El vapor le salía por el hocico del animal al relinchar y ella nuevamente escuchó un ruido, las hojas al agitarse y luego pasos rápidos que parecían venir de todas parte. La muchacha se asustó palideciendo demasiado ¿sería un lobo? la última vez lo había escuchado demasiado cerca, pero estaba segura que aquellos peligrosos animales sólo estaban en las montañas... ¿entonces? ¿podría ser? De pronto la piel se erizó la ver una sombra alta y negra correr veloz entre los arbustos. La joven dejó de respirar, el caballo se alzó en sus dos patas traseras relinchando bravamente y ella cayó de espaldas al suelo, su cabeza chocó contra una piedra y perdió el sentido de inmediato.
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Los rayos de sol salieron débiles tras las colinas en el momento en que él se acercó a la figura femenina que estaba desmayada sobre la hierba. Un caballo grande y negro estaba su lado y relinchó al ver que se acercaba. El hombre pestañeó extrañado mirando al animal, ni siquiera estaba ensillado ¿acaso era un caballo salvaje? no podía ser que aquella mujer estuviera con él. Se acercó con lentitud y el animal se movió inquieto. Él levantó una mano a modo de tranquilizarlo.
- Chhhh... tranquilo... - Murmuró y para su sorpresa el animal de quedó quieto. El joven posó una mano en su hocico y el caballo comenzó a darle lengüetazos en el rostro. Él arrugó el ceño y se inclinó para ver a la mujer. No era mucho lo que podía ver, porque la capa azul oscuro la envolvía por completo. Ella tenía el rostro inclinado hacia un lado y el joven pasó su brazo bajo el cuello levantándola un poco. La capucha de su cabeza se salió de su lugar y los cabellos sedosos y negros se liberaron cayendo como cascada al suelo. El joven hombre retuvo el aliento al ver el rostro de una muchacha. Su piel blanca era un contraste exquisito con las cejas delineadas y la espesura de sus pestañas abundantes y negras. Su corazón se encogió, no supo porqué. Pasó una mano enguantada dubitativa para quitar algunos mechones de su rostro y la contempló nuevamente. Ella era hermosa, sin duda. Bajó el rostro lentamente ahora con la capa semi abierta. Vio la blusa blanca y un faldón azul oscuro que reconoció como uniforme de internado. Ella era pequeña de estatura pero delgada, aunque bien formada. Cerró los ojos ante un extraño sentimiento y volvió a mirarla a la cara. Parecía un ángel caído. Entonces se dio cuenta de un líquido cálido en sus dedos y los miró, era la sangre en su nuca. Volvió a arrugar el ceño y la dejó tendida nuevamente en la hierba mientras corría a la ribera de la laguna y sacaba un pañuelo de fina seda del bolsillo de su chaqueta. Cuando se asomó a las cristalinas aguas vio su rostro con ojeras, el dolor siempre vivo en ellos, su desordenada y desastrada cabellera negra, la chaqueta de su traje incluso algo raída. Cerró los ojos dorados y enjugó el pañuelo en la fresca agua y luego volvió donde la muchacha.
Limpió la herida tras su nuca y luego volvió a enjuagar el pañuelo. Cuando regresó donde ella le puso la tela sobre la frente esperando que despertara pronto de su inconsciencia. ¿quién sería? jamás la había visto en su vida... aunque no podía decir nada al respecto, puesto que jamás salía de su lúgubre mansión... bueno, aunque si la muchacha era de un internado era comprensible... y vaya que iba a tener problemas cuando regresara de día... de pronto recordó a la chiquilla de cabellos de ébanos cabalgando en un pony negro bajo la luz de las estrellas, entonces volvió mirarla esta vez abriendo más sus ojos dorados. Deslizó su mano tras la nuca levantando su cabeza, para observarla mejor y la capa se abrió completamente esta vez. Y entonces su corazón se detuvo. Allí, en el pecho y afirmada en su blusa blanca sin encaje, la flor de perlas estaba como siempre.
- Ka... ¡¿Kagome!
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La muchacha abrió los ojos sintiendo un dolor agudo en la cabeza. Pestañeó al recibir los rayos de sol en sus ojos y entonces posó una mano en su frente para esquivarlos. El caballo a su lado relinchó y se acercó a ella pasando su hocico por su mano, entonces sonrió.
- Tranquilo... estoy bien... - Veía el follaje verde de los árboles moviéndose al compás del suave viento y entonces se dio cuenta, con preocupación, que ya era de día. Tendría problemas en el internado, seguro, pero no le preocupó demasiado. Recordó como había caído del caballo y entonces miró nuevamente a su alrededor, asustada. Pero estaban solos, solo ella y su caballo azabache. Los pájaros trinaban alegremente y el ruido de la cascada tranquilizó su corazón. Suspiró de agobio y se levantó del suelo sacudiendo la hierba pegada a su capa y a sus cabellos. Sintió la herida en su nuca, al pasar sus dedos por ella notó con sorpresa esta no tenía algún tipo de costra ¿acaso había sido limpiada? imposible... ¿y entonces? volvió a mirar a su alrededor pero todo estaba solitario. En todo caso sabía que Youkai no hubiera permitido que nadie se le acercase... al menos el caballo parecía intacto. Lo montó nuevamente y este comenzó a galopar con lentitud. Pronto comenzó una loca carrera cruzando los verdes prados de la región. El internado estaba lejos, debía llegar pronto, antes que comenzaran las clases y se dieran cuenta de su ausencia.
Ella cerró la puerta suspirando aliviada y sonriendo débilmente. Nadie se había dado cuenta de su fuga.
- ¡Estaba preocupada, Kagome!- Dijo la muchacha mirándola atentamente y entonces ella quiso reír.
- Lo siento... te dije que lo haría... tenía que salir y ver mi casa... - Respondió caminando con lentitud hasta la cama y sentándose pesadamente en ella. La cabeza aún le daba vueltas.
- ¿Y si te hubiesen sorprendido?- Preguntó la otra nerviosa temblando ante el pensamiento. Kagome se desató el nudo del cuello de la capa y esta cayó al suelo.
- Me han castigado bastante, un castigo más no es nada- Respondió con una sonrisa burlona en los labios. Se tocó nuevamente la nuca y sintió algo extraño en su corazón. La otra muchacha se acercó sentándose a su lado.
- No deberías comportarte así... Kagome... ¿acaso no has aprendido nada todo en todos estos años? debemos ser señoritas dignas... pronto saldremos de aquí.
- Sango... amiga... jamás seré una dama... si eso crees... - Respondió con una amplia sonrisa levantándose y caminando hacia el baño-... no te preocupes... ve a tomar tu desayuno... yo te veré en el salón... debo cambiarme primero...
- Kagome... - La llamó antes de verla desaparecer. La muchacha se detuvo en seco y la miró con seriedad.-... eres demasiado impetuosa... no debiste salir anoche... una señorita jamás debe salir de noche... ya tenemos 17 años... - Recalcó adoptando casi el mismo tono de las profesoras-... ¿es que acaso no aprendes?- Le reprochó llena de angustia. Kagome frunció el ceño.
- Nada ha pasado, si es eso lo que te preocupa... - Respondió con seriedad y calma, luego la miró a los ojos esbozando una sonrisa-... no creas que me detendré... he estado tanto tiempo encerrada en este internado que es comprensible que quiera mi libertad... debo aprovechar que el nochero anda de romances con la institutriz... no me detendré... amo cabalgar... más si es bajo un cielo poblado de estrellas...
Continuará...
N/A: Jeje, no sé que me pasó hoy, se supone que estaba agotada pero me escribí dos capítulos sin parar, para este fic y el otro que ya terminó... y... me pregunto qué me pasó jaja debe ser inspiración n.n... bueno muchachas, espero les guste. En el anterior cap. alguien medijo x ahí que no había revelado nada, pero sí lo hice, fue el destino de Kagome lo que se develaba... bueno pero en fin. Ah! para que no haya dudas, las conversaciones en cursivas son los recuerdos de nuestra heroína ¿eh? sí, esta media revelde, pero quién no lo estaría con lo que ella ha pasado... ¿e Inu? bueno... sabremos más adelante qué le paso T.T... cuidense y nos vemos... quien sabe, con suerte, haya un capítulo nuevo antes que lo piensen n.n
Gracias x el apoyo!
Lady.
Pd: Ah! y sí... es un fic Inuyasha&Kagome, of course, no sé escribir otra cosa jaja...
