Capítulo 10: "Dudas"

Se quedaron un momento en silencio, ella no quería que Inuyasha soltara su mano, él tampoco deseaba hacerlo. Kagome respiraba rápidamente, la sola idea la asustaba, intentó tranquilizarse, en nada ayudaba el incómodo silencio que los rodeaba, sólo la música de allá adentro perturbaba el ambiente.

Estaban sentado en un pequeño asiento de madera blanca y ninguno de los dos tampoco era capaz de mirarse a la cara. Ella se levantó al fin y él la imitó, sus manos se soltaron y Kagome lo miró con seriedad.

- Creo que mejor vuelvo al salón... - Musitó y tan pronto como el joven posó sus ojos dorados en los suyos ella se los esquivó, enrojeciendo súbitamente.

- Kagome...

La muchacha alzó la vista apenas, ahora, más que nunca, luego del trato que habían hecho, se sentía totalmente vulnerable ante él, era como si sus sentimientos hubieran quedado al descubierto, como si él supiera su más profundo secreto, que lo amaba. Pero no, no lo sabía y sólo por eso había aceptado aquella solución.

- Qué sucede... - Susurró él al ver que la muchacha nuevamente esquivaba su mirada.

- No... nada... - Ladeó el rostro y miró hacia la mansión-... supongo... que no es necesario decirlo ahora ¿verdad?

Inuyasha frunció el ceño y apretó los labios. Al no obtener respuesta la muchacha lo miró a los ojos, el joven reconoció lo asustada que estaba con la idea. Y si ella supiera leer su mente también se habría dado cuenta de lo asustado que estaba él. El deseo de protegerla de todos esta vez había sido más grande que el mismo temor que la muchacha descubriera el monstruo que era. Entonces su rostro de desencajó... era cierto... estaba eso... maldición... debería haberlo meditado antes...

- No... mejor que no... - Respondió con un hilo de voz y Kagome entonces le sonrió. Sintió que su corazón se llenaba de calor al ver esa sonrisa tan sincera... pero a su mente vino el rostro de horror de Kikyo cuando había descubierto su verdad.-... mejor hablamos otro día de esto...

- Ya mañana en la tarde debo regresar al internado, pero antes, por la mañana todos iremos a la iglesia...

- Grandioso - Respondió el muchacho sonriendo esta vez, y sintió que ya le dolía la cara ¿cuantas veces había sonreído en una sola noche?-... iré a la iglesia... seguro que el padre querrá hacerme un exorcismo... - Masculló mirando hacia un lado.

- Entonces podemos... ir a otro lado... - Musitó Kagome y tragó con fuerza cuando retuvo su atención. Inuyasha sonrió a medias.

- No... mejor que nos vean juntos... pero... - Él también había comenzado a sentirse nervioso, se acercó más a la chica y le tomó nuevamente una mano, sintió como ella se estremecía-... debemos hablar porque... es... probable... - Recalcó esta última palabra levantando una ceja y Kagome lo miró turbada-... que de ahora en adelante escuches cosas... acerca de mí...

- Ya te dije que no me importa- Respondió la muchacha rápidamente y aferrando sus dedos más a los de él. Inuyasha la miró absorto, en verdad ella era diferente a Kikyo y eso le alegraba demasiado. Pero una cosa eran las palabras... y otras muy distintas los hechos.

- Sí, pero... es algo importante... mucho... y... - Bajó la vista sintiendo que se ahogaba en palabras pero de pronto adoptó seriedad, se irguió tanto como su alto porte lo permitía y la miró a los ojos cambiando el semblante ¿pero en qué estaba pensando? lo mejor era hacerle saber las reglas desde el principio, para que no hubiera malinterpretaciones- Hablaremos de cómo debemos manejar esto...

Kagome asintió débilmente y apartó sus dedos con lentitud de su mano, casi algo decepcionada.

- Esta bien, lo que tú digas- Respondió esta vez con seriedad que al joven le desagradó, pero... ¿no era mejor así?

Él fingió una sonrisa y ofreció su brazo. La muchacha dudó un segundo y luego volvió a sonreírle, apoyándose de el y caminando lentamente hasta la mansión. Era la primera vez que un hombre era tan amable con ella, exceptuando su padre, pero esto era distinto... y a Kagome le agradaba... también estaban los otros muchachos en la fiesta pero... no era lo mismo, simplemente no podía sentir la misma clase de cosas que sentía al ver a Inuyasha, incluso al sólo pensar en él.

La muchacha se soltó de su brazo y ambos entraron al salón, por la mirada pasmada de todos se dio cuenta que ahora sí, la gente ya se había dado cuenta que estaban solos en el jardín ¿cuanto tiempo había transcurrido? ni siquiera lo imaginaba. Sonrió y se acercó rápidamente a Sango. Inuyasha se quedó de pie al lado de la mesa y nuevamente tomó una copa y la bebió de un sorbo, mirando de reojo a la muchacha. Muy pronto llegó Kouga a su lado, él lo esperaba, estaba seguro de eso.

- Eres un desgraciado... - Murmuró con rabia a su lado e Inuyasha ni siquiera lo miró.- Si intentas cortejarla no te resultará... tu reputación la asustará...

- Kagome no se deja llevar por habladurías... - Musitó como si nada. ¿Para qué preocuparse? Kagome era suya ahora... la copa quedó en sus labios y sintió que los dedos le temblaban, aquel pensamiento no podía ser posible.

- Ella seguramente no sabe nada de ti porque se lo ha pasado encerrada en el internado... en cuanto le hagan saber lo que eres... el extraño monstruo que eres...

Inuyasha esta vez ladeó el rostro y lo miró frunciendo el ceño.

- ¡No te atrevas a hablar así!- Gruñó dejando la copa en la mesa y adoptando su actitud imponente.

Kouga sonrió con cinismo.

- ¿Qué? ¿te ofendes? estoy seguro que Kagome saldrá escapando... igual que su hermana Kikyo... y veremos entonces quien gana...

Se alejó e Inuyasha ya no podía más controlar su deseo de darle una pateadura. Pero tenía la vista de los demás invitados clavada en su persona, aún con recelo y casi horror. Seguro hablaban de Kagome y él... Dirigió su mirada hacia la muchacha que se encontraba de pie en una esquina, bebiendo una copa, la primera porque hizo una mueca al primer sorbo, luego Kouga se acercaba a su lado y le tomaba el brazo. Inuyasha dejó de respirar, cuanto detestaba que pusiese sus sucias manos en ella... Kouga le dio una media mirada y comenzó a hablar. Kagome luego de unos segundos levantó la vista hacia él, su rostro estaba serio e Inuyasha notó, como la garganta de ella se movía, inquieta. Apretó los puños de su mano ¿qué le estaría diciendo ese maldito? La muchacha bajó la vista y parecía escuchar, escuchar y entonces ya no pudo más y él volteó. Qué absurda idea la suya imaginar siquiera que ella se casaría así, sin más con él, sin tomar en cuenta el peso de su horrible reputación... ella, que lo tenía casi todo... por él... qué absurdo. Caminó aprisa hasta el vestíbulo y pidió sus cosas, antes que alguien pudiera darse cuenta y mientras la música comenzaba a reanudarse, salió de allí sin más.

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Peinó sus cabellos con lentitud pero sus pensamientos la tenían sumergida en un mar de inquietudes. Sango la observaba desde su cama y sólo cuando le pareció que su amiga llevaba tanto tiempo de la misma forma que finalmente se quedaría sin cabellos, le habló.

- Buena noche... ¿verdad?

Kagome la observó a través del espejo y dejó el cepillo sobre la mesita. Se giró y la miró con seriedad.

- Fue más de lo que esperaba... - Murmuró tragando con fuerza. Sango acomodó la almohada en su cabeza y desde allí la observó con una pequeña sonrisa.

- Sí... tuviste muchos pretendientes...

Kagome se levantó con rapidez y caminó hasta su cama.

- No puedes quejarte, tú también los tuviste... es más... te vi conversando con un muchacho de ojos azules ¿quién era?

Sango se ruborizó y la sonrisa burlona desapareció de su rostro.

- Eh... ¿Miroku?

Kagome se rió desde su cama, jamás la había visto tan perturbada y en parte eso le alegraba, que el amor llegara a su vida igual que ella... bueno... en otras circunstancias... era cierto.

- Miroku... - Repitió Kagome tapándose con las gruesas colchas de lana.-... suena bien...

- Es el hijo de un matrimonio amigo de mis padres... nunca lo había visto... pero es porque estudiaba en la capital... llegó hace poco - Murmuró Sango aún algo nerviosa, puesto que esta vez sus dedos jugueteaban con los bordes de las colchas.

- Ya veo... - Musitó Kagome recostando la cabeza en la almohada.

- ¿Y tu? ¿en qué andas? casi todos te vieron salir al jardín junto al señor Taisho y volver después de bastante rato... no sabes lo enojados que estaban los muchachos.

- Él quería conversar conmigo... - Murmuró perdiéndose en el recuerdo de su mirada dorada.

- Es muy guapo... - Acotó Sango adivinando sus pensamientos-... pero aún así nadie se le acerca... me he enterado de muchas cosas... acerca de él...

Kagome suspiró pesadamente y ladeó el rostro para mirarla.

- Todo lo que dicen es un absurdo... ¿cómo voy a creer que esta maldito y que se convierte en una peligrosa criatura en las noches?

Sango rió divertida y de inmediato se le unió Kagome.

- Es cierto, es absurdo.

- La gente es muy cruel a veces... conozco a Inuyasha desde que era una niña... solía cabalgar en las noches, al igual que yo, aún tiene ese hábito...

- Igual que tú- La interrumpió Sango. Kagome sonrió.-... pero no te importa lo que diga la gente... ¿o sí?

- Claro que no me importa... sé como es Inuyasha... - Respondió con lentitud-... es el hombre más bueno que conozco, siempre preocupado por mí, por mi bienestar... por mi felicidad... me ha dado más alegrías que el único miembro de mi familia que esta vivo...

- Te refieres a Kikyo... - Murmuró Sango. Kagome se mordió el labio.-... ¿entonces qué es lo que te preocupa? no me digas que nada, sé que hay algo que te preocupa... es más, hay algo que te perturba después de aquella conversación con el señor Taisho en el jardín...

Kagome enrojeció súbitamente. El trato, era cierto, sólo pensar en la forma en que se lo había pedido la dejaba sin aliento. Volvió a ladear la cabeza y sus ojos se fijaron en un punto indeterminado del techo.

- ¿No me lo quieres contar?- La instó, pero Kagome no respondió-... la otra vez me dijiste... que él amaba todavía a Kikyo... y que por eso había cambiado... que ya no sonreía...

- Es cierto... - Murmuró Kagome entrecerrando los ojos, sólo pensar en ello le dolía el alma.

- Pero yo lo ví bastante alegre, sobre todo cuando tú estabas a su lado... yo creo... que él no piensa en Kikyo como tú crees... - Murmuró Sango con quietud.-... más bien... me arriegaría a pensar... por la forma en que te miraba... -Kagome ladeó el rostro y la miró con sus ojos castaños muy abiertos. -... No soy una experta pero a mí me da la impresión que no le eres indiferente al señor Taisho.

Las mejillas de Kagome se ruborizaron aún más, su corazón latió con fuerza, el estómago le hacía cosquillas, sólo imaginar esa remota posibilidad la estremecía por completo.

- Se preocupa por mí, es cierto... - Fue lo único que respondió, con pesar. Cerró los ojos pero sus palabras aún resonaban en su mente.

- Cásate conmigo

Debería haber rechazado de plano aquello, ¿porqué? ¿y para qué? se ilusionaría más estando a su lado y viviendo algo que sería una mentira, todo por el dinero ¿porqué todo finalmente tenía que radicarse en el? pero verse sin nada y lo más seguro, en un convento, lugar al cual estaba segura su hermana creía que iría, no era algo que le satisfaciera, al contrario, estaba segura que no estaba hecha para la vida religiosa... ¿pero cómo engañar así a Kikyo? ¿y qué diría una vez que supiera que su antiguo prometido se casaría precisamente con ella?

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Se tapó el rostro con ambas manos sin creer lo que había ideado. Casarse... ¿cómo podía perder la cabeza siempre por Kagome?

- Es demasiado tarde para arrepentirse... - Murmuró dándose una vez más valor y levantándose de su silla señorial que lo hacía parecer dueño del mundo. Sacó un vaso pequeño de la licorera y vertió en el un líquido color granate el cual bebió de un sorbo. Era muy tarde ya y ni siquiera había podido dormir, en todo caso eso no era de extrañarse, hacía mucho que no dormía placenteramente. Sus ojos se detuvieron en el fuego a punto de extinguirse de la chimenea y recordó con dolor a Kouga junto a Kagome.-... tal vez ella se arrepienta... al fin y al cabo... - Hizo una mueca burlona-... ¿quién se querría casar con un monstruo como yo?- Entonces sus dedos apretaron más fuerte el vaso de cristal y éste se quebró, incrustándose en su piel pequeños pedazos que le hicieron sangrar, pero que el muchacho ni siquiera sintió.

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La mañana del domingo era gloriosa, el sol brillaba en lo alto y la brisa del viento no podía ser más perfecta. La gente aprovechaba de pasear luego de la misa y Kagome se vio de pronto rodeada por varias personas, hombres y mujeres, que le hacían mil preguntas acerca de ella, su vida y también de su hermana Kikyo.

- Esta de viaje... no sé exactamente cuando vuelve... - Se excusaba a cada instante.-... pero será pronto.

Deseaba arrancar de allí, la vida en el pueblo podía ser dura, siempre la gente se preocupaba por los demás pero sólo para enterarse de sus vidas, nada más. Extrañó cabalgar en su adorado caballo y en el silencio de la noche. Tal vez era como aquellas aves que luego de estar tanto tiempo encerradas en sus jaulas, se negaban a partir hacia la libertad. Suspiró, él no había venido... tal vez todo había sido un sueño... hizo una leve mueca, deseaba volver al internado, tal vez así, encerrada allá dejaría de soñar con tantos imposibles. En cuanto dio un paso sintió un codazo leve de Sango en su costilla, ella levantó la vista molesta y su amiga le hizo una leve seña, apuntando rápidamente hacia un costado en donde lo vio, y su corazón dio un vuelco enorme.

- Padre... - Susurró Sango al hombre que esta a su lado-... Kagome necesitaba hablar con el señor Taisho... ¿la dejas ir?

Kagome enrojeció y le dio una mirada reprobatoria. El padre de la muchacha miró a Inuyasha con el ceño fruncido, en cuanto el joven se vio sorprendido, caminó rápidamente hasta ellos y los saludó.

- Me gustaría invitar a la señorita Higurashi a tomar un refresco... si me lo permiten. - Miró de reojo a Kagome, ella le sonrió levemente pero estaba completamente turbada, ya se había dado por vencida y no esperaba que él viniese.

El padre de Sango no tuvo problemas, pero su esposa miró a Inuyasha aún con desconfianza, sin lugar a dudas ella estaba bien enterada de los chismes que corrían sobre el muchacho y no lo encontraba para nada seguro que Kagome, que por el fin de semana estaba a su cargo, se quedara con él.

- No le veo inconveniente, sé que era usted amigo de la familia- Respondió el hombre, para su sorpresa-... pero vaya a dejarla temprano a casa, la señorita Higurashi debe volver al internado temprano.

- Claro señor- Respondió, se volteó y ofreció su brazo a Kagome, la muchacha sentía que se le iba el aliento, pero sonrió y se apoyó en el, alejándose del grupo.

- No creo que haya sido buena idea, cariño... - Murmuró su esposa mirando a la pareja que se alejaba de ellos-... es obvio que estan enamorados... ¿qué dirá su hermana cuando lo sepa? ¡nos culpará a nosotros de haber permitido esa relación!

- No hagas caso de las habladurías... y tranquilízate, él parece ser una buena persona...

Sango sonrió con levedad. Pero aún así no dejó de estar algo inquieta, Kagome estaba extraña, algo la incomodaba porque no había dormido absolutamente nada la noche anterior ¿tendría algo que ver la conversación que aún se negaba a relatar, que había tenido con Inuyasha?

- Recuerdo este lugar- Dijo Kagome mirando a su alrededor con nostalgia- Los pasteles son deliciosos, sobre todo el de chocolate- Sonrió al recordar como su padre satisfacía su gran apetito luego de salir de la iglesia y mientras su madre y Kikyo conversaban con las amistades en la plaza principal. Luego lo miró con atención y sonrió apenas-... creí que no vendrías...

Inuyasha, que estaba sentado enfrente suyo no pudo ocultar el rostro de sorpresa al escuchar las últimas palabras ¿ella lo esperaba? ¿después de todo lo que había escuchado de él de parte de Kouga y quizás de cuantos más?

- Creí que tú ya no querrías verme la cara... - Murmuró bebiendo un sorbo de refresco, cosa que no hacía desde hacía años, estaba acostumbrado al licor.

- ¿Yo? ¿y porqué?- Preguntó sorprendida mientras sostenía la pajilla de su refresco entre sus manos.

- No sé... - Murmuró esquivado la mirada castaña de ella-... supongo que Kouga te habrá hablado de mí...

- ¿Eso?- Preguntó pestañeando confundida, luego sonrió abiertamente-... ¿crees que me importaría los comentarios de la gente? ya te he dicho que no... y si fuera por eso... - Se inclinó en la mesa y lo miró atentamente- ¿Crees tú que soy tan caprichosa y orgullosa que jamás me casaré?

Inuyasha rió y ella también.

- Eso dice la gente de ti, es cierto... - Murmuró Inuyasha bebiendo un sorbo de la bebida que le supo demasiado dulce.

- Pues sí... cuando era pequeña era peor... aunque puede que tengan algo de razón en cuanto a como soy... pero... y ahora... - Se calló de súbito y bajó la vista, Inuyasha la observó, le gustaba ver como sus mejillas comenzaban a teñirse de rosa.

- Ahora te casarás... conmigo... precisamente... ¿no?

La muchacha se quedó en silencio y sus dedos comenzaron a temblar. El susurro de su voz y la palabra matrimonio salida de su boca la dejaba en completo descontrol. Sólo asintió y tragó con fuerza, luego suspiró dándose valor para atreverse a mirarlo a la cara nuevamente.

- ¿Cómo lo haremos?

- Supongo... - Murmuró el joven mirándola con atención-... que no es necesario decir nada de compromisos puesto que aún no sales del internado y... puesto que tus padres han fallecido... ¿sabes a quién precisamente debo pedir tu mano?

Kagome lo miró asustada y entonces volvió a tragar con fuerza, él estaba muy serio y entendió, que aquello iba a ser algo difícil.

- Kikyo... - Musitó apenas ella. Inuyasha asintió.-... no puede negarme nada... no puede... - Musitó desesperada.

El joven vio lo alterada que estaba, Kagome se levantó de súbito y él la imitó.

- He estado pensando en eso... Kagome... después de lo que pasó... con... nuestro compromiso... no creo que Kikyo de su consentimiento... y tendría razón...

- ¡No!- Protestó y se mordió el labio en cuanto lo dijo. Estaba dejando que sus sentimientos se expusieran demasiado, Inuyasha se daría cuenta que estaba enamorada de él y que deseaba casarce más allá que por la razón del dinero. Pero el muchacho ya conocía sus sentimientos y sólo tragó con pesar.

- Los rumores son ciertos, soy un monstruo- Sentenció. Kagome abrió más sus ojos castaños y luego negó con la cabeza.

- ¡Mentira! ¡lo dices porque ya no quieres casarte conmigo! - Tomó la sombrilla y salió de allí rápidamente. Inuyasha la siguió con prisa, pero la muchacha era rápida, había comenzado a correr. Tomándose el borde del faldón no podía evitar sentirse totalmente engañada por su tonto trato ¿para qué proponérselo y luego dejarla? Frenó de improviso, no sabía en donde estaba, ya no habían casas y la calle solitaria le causó temor. Sollozó sintiéndose peor.

- ¡Kagome!- Inuyasha había sostenido su brazo con fuerza y la miró preocupado- Escúchame...

- Eres cruel conmigo... siempre lo haces... - Sollozó intentando zafarse pero le era imposible, lo miró a los ojos y no pudo contenerse más-... ¿porqué?...

El la observó con atención. Cuanto detestaba ver lágrimas en sus ojos, si supiera el enorme dolor que eso también le causaba a él. La soltó del brazo lentamente y deslizó su mano hasta la suya, sus dedos juguetaron un poco con los suyos y la muchacha levantó la vista sin entender. Inuyasha, que tenía la vista fija en sus dedos poco a poco la levantó, sus ojos dorados se posaron en los suyos y él le sonrió.

- Mi pequeña Kagome... - Susurró posando su otra mano en la mejilla de ella, Kagome se estremeció-... siempre tan sincera... igual que cuando eras una niña... - Arrugó el ceño y su voz se oscureció-... no deberías amarme... por tu bien no deberías...

Kagome se quedó paralizada sin poder apartar la vista de él, sintió que la vida se había ido de su cuerpo, ni siquiera la voz salió de su garganta. Su mirada dorada la quemaba, se sentía casi desnuda, aquel hombre había descubierto su más profundo secreto ¿y ahora? se aterró. Él sonrió con levedad y sin meditarlo la acercó a él y posó sus labios en su frente. Ella gimió y quizo separarse, pero su agarre era fuerte, sus labios demasiado cálidos, sintió que se desmayaría.

- No... - Murmuró, pero no pudo decir más nada. Inuyasha se separó y la obligó a mirarlo a los ojos, él arrugó el ceño.

- Pero mi deseo de ayudarte es sincero... sólo quiero que sepas... que... aunque sienta algo por ti... no puedo responder a tus sentimientos- La muchacha tragó con fuerza y sus ojos se cristalizaron de lágrimas, él corrigió rápidamente-... no creas que me eres indiferente... pero una persona como yo ya no puede aspirar siquiera al amor puro de una muchacha... como tú... ¿aceptas eso? ¿aceptas a pesar de todo casarte conmigo?

Kagome no sabía qué decir, ni siquiera entendía bién ¿sentía también él algo por ella pero se negaba a responderle? ¿qué cosa podía impedirle eso? Se acercó al joven hombre apoyando su cabeza en su pecho, su mano se aferró a la suya y sintió que él enredaba su otra mano entre sus suaves cabellos.

- Yo... acepto...

Continuará...

N/A: Sí, sí, me inspiré más y escribí bastante esta vez, ¿he dicho que escribir es una obseción? pues ahora lo saben u.u' en fin, muchas gracias por los abundantes reviews n.n soy muy contenta cuando los leo jeje, de verdad, gracias.

Nos vemos.

Lady Sakura Lee.-