Capítulo 14: "La Ira del Monstruo".

Kagome creyó que su corazón se había detenido en ese mismo instante, volvió a temblar, se quedó muda, la garganta estaba seca, no podía reaccionar.

Inuyasha levantó nuevamente el rostro y sosteniéndola muy fuerte dejó que su mente descansara un momento. La noche estaba tranquila, la brisa suave soplaba meciendo la capa de ella, él aun tenía sus manos bajo la capa, bien aprisionadas en su cintura, siendo consciente del cuerpo femenino pequeño y frágil que daban deseos de proteger. Con un ademán la acercó más a él, Kagome gimió débilmente y bajó el rostro, la escuchaba respirar con dificultad, entonces él se inclinó y la observó arrugando el ceño, apartándose un poco.

- ¿Te he lastimado?

- No... no... - Respondió apenas y fue ella esta vez quien se acercó más a él-... me gusta estar así...

El joven hombre sonrió con una sonrisa casi sensual.

- ¿En serio?... se puede estar mejor... créeme... - Sonrió más ante el comentario casi pervertido- ¿Cuando podemos casarnos? - Prosiguió meditando un poco-... hay algunas cosas que comprar aún, por ejemplo tu traje de novia... también debo hablar con el párroco... supongo que querrás invitar a alguien... a tus amigas del internado, pediré a Myoga que prepare la mejor comida, haremos algo pequeño en el jardín, sé que te gustó mucho... por mí nos casáramos mañana... pero creo que mejor lo dejamos para dos días más... ¿no te parece bien eso?- Preguntó bajando la vista pero la muchacha sólo asintió con debilidad, luego de un momento ella levantó el rostro y lo miró con seriedad, él tragó preocupado.- ¿Qué tienes?

- Yo... - Murmuró y sus manos se aferraron casi nerviosamente a la camisa del muchacho-... creo que... no sé... - Desvió la vista y sus mejillas enrojecieron, él levantó una ceja y sosteniendo su barbilla, la obligó a mirarlo a los ojos.

- ¿Qué sucede? me preocupas...

- ¿De verdad me quieres? digo... - Bajó nuevamente el rostro y tragó con fuerza-... sólo quiero que seas sincero conmigo... ¿no te duele aún el que Kikyo no se haya casado contigo?

- ¿Crees que quiero casarme contigo por despecho o algo así?- Preguntó sorprendido y abriendo más sus ojos dorados. Kagome se encogió de hombros y se separó de él alisándose la capa y mirando el suelo.

- De todas formas yo acepté este trato de la forma que fuera... - Murmuró rápidamente.

Inuyasha se turbó, la lejanía de su cuerpo se hizo sentir, tuvo frío. Se acercó sólo un gran paso plantándose delante de ella y volvió a arrugar el ceño.

- ¿No me crees que te quiero?- Preguntó y su voz era muy ronca pero sutil. Se produjo un silencio, Kagome, que tenía la vista baja la levantó y lo enfrentó.

- Es que... me da miedo... - Respondió y entonces lo vio fruncir el ceño, ella desvió la mirada-... no tú... - Corrigió rápidamente-... sino... lo que nos espera...

Inuyasha sonrió aliviado y no pudo dejar de abrazarla muy fuerte posando sus labios sobre su frente.

- Si es por eso yo también estoy asustado... y tengo porqué estarlo... - Su voz se tornó lúgubre y se separó sólo para mirarla-... ¿recuerdas aquella vez que te vi dándote un baño aquí?

- Lucías enojado- Le reprochó ella arrugando también el ceño. Inuyasha rió escalofriantemente y luego posó sus ojos dorados y brillantes en ella.

- ¿Sólo así me recuerdas?... aquella noche yo... aún era un monstruo... - Murmuró y entonces recordó que aunque había un hilillo de luna, sus garras eran el casi único vestigio de lo que le quedaba de la maldición aquella vez. Kagome abrió más sus ojos sin poder creerlo.

- ¿Monstruo?... ¡claro que no! era tú... como siempre.

Él quiso reír. Ella, como siempre, estaba tan equivocada y aún así se alegró por eso. Cualquier otro u otra hubiera deparado por completo en cada detalle y Kagome no. Esto tenía que ser verdadero, seguro. Sus ojos se tornaron seductores y la miró a los ojos, Kagome sintió como el corazón comenzaba una loca carrera.

- Por cierto... la próxima vez que quieras darte un baño aquí...

La muchacha enrojeció nuevamente y escondió el rostro en su pecho.

- Ya basta- Se quejó sonriendo y temblando débilmente.

- Me avisas... ¿eh?- Murmuró divertido y su aliento le rozaba la sien. Ella sintió escalofríos y sonrió tontamente. Ni siquiera sabía si estaba soñando o no. Se separó y lo observó con devoción. El hombre le devolvió la sonrisa y la besó otra vez. Era tan extraño, pero sabía como hacerlo sentir deseoso por más, Kagome ya parecía aprender, le respondía con igual ímpetu que él, como si estuviera sedienta, su lengua le daba cosquillas pero más que eso de pronto le causó un calor que comenzó a quemarlo por completo. Retuvo el aliento, hacía mucho que no sentía este tipo de sensaciones. Se separó otra vez con una pequeña sonrisa.- Creo que es suficiente... es demasiado tarde y debes volver a casa...

- ¡No quiero!- Protestó ella pero sabiendo que sus palabras eran ciertas.

- Caprichosa... - Murmuró él separándose pero reteniendo su mano y llevándola hasta donde estaba Youkai. Allí la levantó y la dejó sobre el animal mientras le colocaba la capucha sobre su cabeza. Kagome se sentía como una chiquilla, pero el beso que volvió a darle en la boca demostraba todo lo contrario.-... vete o me arrepentiré... - Susurró reteniendo las riendas-... ¡oh! por cierto... sé que no tienes dinero... y quiero hacerte un regalo...

- ¿Regalo?- Repitió ella, confundida.

- Sí... tu vestido de novia... sé que no tienes de donde conseguir uno... también sospecho que tu hermana no te ayudará con la compra de el... - Murmuró desviando la mirada-... así que... ¿porqué no nos juntamos después de comer y vamos al pueblo?... ahí escoge el vestido que quieras... - Sonrió con satisfacción. Kagome lo miró absorta.

- Oh... no creo que sea necesario... - Se excusó rápidamente. Inuyasha esta vez la observó con seriedad mientras le entregaba las riendas.

- Después de comer... ya esta fijado. - Le dio una palmada en el anca del caballo y Youkai salió casi disparado alejándose de él junto con quien era esta vez la dueña completa de su corazón.

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La muchacha se puso un pequeño sombrero blanco con cintas de seda que contrastaba con el cabello negro y lleno de bucles que adornaba su cabeza. El vestido era del mismo color, pero sencillo, apenas su blusa con encajes y aquel prendedor de perlas que Kikyo tanto detestaba. Debió haberlo imaginado o previsto... Kagome siempre se salía con la suya, su padre siempre la había complacido con todos sus pequeños caprichos y luego Inuyasha había hecho lo mismo, lo recordaba claramente. De nada valió haberse gastado una fortuna en aquel internado, Kagome nunca dejaría de ser lo que era, una caprichosa e insolente que siempre se salía con la suya.

- ¿Dónde vas?- Preguntó desde su cómoda sofá levantando una ceja y mirándola con seriedad. La joven se miró en un espejo que estaba en la sala mientras acomodaba un bucle de su hombro.

- Inuyasha quiere que elija un traje de novia en el pueblo... dice que es mi regalo... - Respondió con una sonrisa de enamorada. Vio que sus mejillas se encendían, faltaba tan poco para la boda, al día siguiente sería su esposa... viviría con él...

- ¿Y cuando será la boda finalmente?- Preguntó Sesshoumaru apartando el periódico de su vista y observando a la muchacha que ya se daba la media vuelta.

- Mañana... no sé a qué hora porque Inuyasha iba a hablar con el párroco esta mañana- Se puso los guantes y caminó para salir del salón, pero entonces volvió a escuchar la voz de Kikyo.

- ¿Y eso cuando lo hablaron?

Ella se quedó estática, de espaldas a los dos, tembló un segundo y luego volteó enfrentándolos.

- Lo siento... tenía que verlo- Respondió simplemente sabiendo que su hermana conocía como era, escaparse por las noches no era algo que hacía sólo ahora y Kikyo lo sabía perfectamente. La mujer la observó con rencor mientras la veía salir de la mansión y luego miró a Sesshoumaru.

- No podemos hacer nada, se van a casar- Respondió él simplemente volviendo a poner el periódico en su frente. Fastidiada se levantó y caminó hasta la biblioteca. Desde allí, bien lejos de todos, sacó un pequeño papel blanco con un par de números y entonces tomó el auricular del teléfono, aparato exclusivo de las más adineradas familias, y habló.

- Busco al señor Kouga...

La esperaba en el centro, Kagome lo reconoció desde bastante metros antes, estaba de pie, en un traje gris y camisa blanca, no llevaba sombrero, pero el sol le molestaba, sus ojos dorados pestañeaban rápidamente y ella notó lo brillantes que lucían. Sonrió. Se veía extraño con el cabello corto, siempre lo había visto con aquel aspecto tan salvaje y casi único, pero lo adoraba de igual manera. Cuando iba a su encuentro la madre de Sango se cruzó en su caminó. La muchacha sonrió y la saludó rápidamente, sólo deseaba estar tan pronto fuera posible al lado de Inuyasha.

- ¡Oh! pero que sorpresa Kagome, Sango te envía saludos.

Ella abrió algo más los ojos y entonces recordó a su amiga.

- ¡Cielos! ¿puede decirle que venga mañana? por favor... es mi boda... usted también esta invitada, claro.. y su esposo, también Kohaku... si gustan por supuesto.

- ¿Mañana?- Repitió la mujer palideciendo y luego de unos segundos asintió débilmente-... esta bien... seguro Sango querrá ir... ¿estas segura de lo que haces muchacha?- Preguntó levantando una ceja y acercándose más a ella.-... porque... él... ya sabes...

- ¿Sucede algo, Kagome?

Ambas mujeres lo miraron con sorpresa, Inuyasha estaba su lado y posó sus dedos en su brazo. Kagome lo observó y vio el rostro de seriedad que él adoptaba, parecía disgustado, más que eso, temible. La mujer sólo hizo una inclinación con la cabeza y se alejó rápidamente de ellos.

- No era necesario ser tan descortés, Inuyasha... - Murmuró la muchacha mirándolo a los ojos-... ella no hacía nada malo, deberías confiar un poco más en la gente.

- Yo no confío en nadie, salvo en ti- Respondió el joven con seriedad y sus ojos se posaron casi agudamente sobre sus pupilas- La gente de este pueblo, si pudiera, me mataría... aunque no te lo he dicho... tú eres mi salvación... lo único puro y bueno... - Murmuró y luego arrugó el ceño-... porque de otra forma... yo mismo hubiera acabado con esta vida...

- No digas eso... me asustas... - Respondió ella sintiendo que el corazón se le oprimía de tanta angustia. La seriedad en el rostro del muchacho cesó y entonces le sonrió.

- Lo siento... cambiemos de tema... - Dijo casi con alegría mientras la soltaba-... ya esta todo arreglado, el párroco ha accedido a casarnos mañana... dijo que era apresurado pero... soy soldado y mi permiso puede ser limitado - Sonrió más-... es a media tarde, a las 5... ¿qué te parece? luego de eso Myoga tendrá algo, una recepción pequeña en el jardín... ¿invitaste a alguien? supongo que irán Sesshoumaru y... ella...

- No me han dicho nada- Respondió la muchacha quietamente.

- No importa... ¡ah! supongo que vendrán tus amigas y tal vez sus familias ¿no?

Kagome sonrió. Él estaba muy agitado, pero feliz y a la vez nervioso, tal y como lo estaba ella. Y eso la complació enormemente olvidando el pequeño incidente. Pasaron parte de la tarde en la tienda, ella se probaba los vestidos asesorada por las vendedoras, él esperaba afuera, nervioso y deseando que pronto llegara el día. Sonrió al recordar la absurda forma en que le había pedido matrimonio... ahora esto no era un juego, era su felicidad, la felicidad de ambos y de alguna forma tragó esta vez con algo de dificultad... sabía que nada podía ser completamente perfecto... ¿pero en donde estaba la falla aquí? aún así intentó olvidarse de los malos presagios. Kagome era perfecta, era la mujer que siempre había deseado, entonces volvió a sonreír como tonto sin importarle las miradas de los demás que lo observaba con reticencia... en verdad Kagome era muy diferente a Kikyo...

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La iglesia del pueblo estaba casi solitaria, sólo un par de personas estaban allí. La familia de Sango, algunas muchachas del internado y sus acompañantes y también un chico de ojos azules que Inuyasha reconoció de inmediato.

- ¿Miroku?

El otro le sonrió abiertamente y ambos se dieron un abrazo efusivo. Sango, que observaba la escena, los contempló con atención.

- Ha pasado bastante tiempo... sé que estuviste en la fiesta de los Taiji, aunque no te vi- Dijo Miroku mirándolo por completo y luego sonrió- Vaya, vaya... cuando Sango me invitó a esta boda no creí que sería a la tuya...

- Bueno sí... soy muy feliz- Respondió él tragando nerviosamente mientras alisaba una arruga invisible de su lustroso traje de gala de soldado color negro y bordes dorados.

- Qué cambiado estas... no te veía desde que tu padre te envió a Japón a estudiar, cuando eras un niño...

- Ha pasado mucho desde eso... - Sonrió mientras dirigía la vista hacia la salida de la iglesia. Esperaba que en cualquier momento llegara ella, pero su tardanza lo impacientaba horriblemente. Sintió la mano pesada sobre su hombro y cuando volteó el rostro del otro joven le sonreía.

- Tranquilo... es la tradición de las novias hacerse esperar...

Sonrió nerviosamente mientras intentaba sacarse los nervios de encima. Sabía que todo estaba preparado. Myoga había preparado una ligera comida y sus sirvientes se habían esmerado en la decoración del jardín. La fiesta o más bien dicho, recepción, no sería nada ostentosa, pero sí todo debía salir perfecto. La mansión había sido aseada en tiempo récord, las paredes se habían limpiado y hasta las cortinas se habían cambiado por otra de tonos más claros y alegres. Sintió su corazón palpitar más fuerte al recordar los cambios que le habían hecho también a su alcoba. ¿La compartiría esta misma noche con Kagome? ¿sería suya en todos los aspectos que el matrimonio radicaba?

De pronto vio a Kikyo ingresar sola por el pasillo vestida muy elegantemente, la mirada de ella le heló la sangre pero aún así él intentó sonreírle con cinismo. Al fin y al cabo, su llegada anunciaba que Kagome ya estaba en las afueras preparándose para ingresar del brazo de Sesshoumaru. Respiró hondamente mientras escuchaba afuera el relinchar de los caballos y luego la música que inundó el lugar. Esperó segundos eternos, pero Kagome no apareció en la entrada. De pronto escuchó voces que lo alteraron completamente, entonces, fastidiado y cada vez más nervioso, caminó con rapidez por el pasillo mientras todos los demás lo miraban expectantes y curiosos. Cuando salió a las afueras sosteniendo la gorra en un brazo, vio un traje blanco que justo daba la vuelta al edificio de piedra que era la iglesia. Sesshoumaru se posó a su lado, vestido en un impecable traje negro y una rosa blanca en la solapa.

- Un hombre quería hablar con ella... he querido impedirle pero... - Fue todo lo que dijo e Inuyasha abrió los ojos como si le estuviera hablando en un idioma desconocido. Sesshoumaru lo miró con seriedad y entonces él, luego de unos segundos, corrió hasta donde había visto a Kagome. Su corazón latía con prisa, con fuerza desmedida, su rostro se volvió más rojo y en el trayecto lanzó el gorro al suelo. Cuando volteó los vio y su corazón se detuvo súbitamente. Ella estaba afirmada contra la pared, con Kouga sobre su cuerpo, tomándole ambos brazos con fuerza, mientras la besaba efusivamente. Sintió que la sangre le hervía, deseó matarlo, matarlo ahí mismo. Corrió hasta ellos y tomó al joven de la espalda separándolo súbitamente de ella y dándole un puñetazo en la quijada. Kagome sollozó y se afirmó más contra la pared, Inuyasha estaba como loco, ambos se transaron en una feroz pelea, pero la rabia de Inuyasha era tan grande que muy pronto era él quien golpeaba, nada más.

- ¡Maldito desgraciado! ¿¡Cómo te atreves? ¡cómo te atreves!- Gritaba agitado y golpeando duramente esta vez en el estómago y Kouga cayó de rodillas botando sangre por la boca. Desde allí lo vio sonreír con cinismo a pesar de lo terriblemente herido que ya estaba.

- Te dije... que ganaría... ella no te quiere... - Murmuró con desprecio-... ¿acaso crees que le alegra besar a un monstruo como tú?

Kagome abrió más sus ojos castaños y gritó.

- ¡No! ¿porqué dice eso? ¿qué pretende?- Gimió. No estaba muy segura de lo que estaba pasando, de pronto aquel hombre la había interceptado al bajar del carruaje, la había tomado del brazo obligándola casi a rastras a seguirlo. Ella se resistió pero él dijo que era importante, que se trataba de Inuyasha. Y aun así se resistió, pero Kouga eran tan fuerte que estaba segura tenía marcado sus dedos en sus brazos, aún le dolía, la había llevado ahí sin que Sesshoumaru se opusiera y la había besado a la fuerza.

- Eso lo dices ahora... - Murmuró Kouga mirándola de reojo e Inuyasha le dio una certera patada en el estómago.

- ¡Basta!- Gritó ella instándolo a detenerse, pero se asustó de lo fuera de control que él estaba. Kouga se revolcó en el suelo. Inuyasha lo miró con odio, agitado y respirando con dificultad.

- Te mataría aquí mismo... - Murmuró como un terrible gruñido. En ese momento se dio cuenta que las personas, sus invitados, estaban allí, mirando espantados la escena. Kikyo dio un paso adelante.

- ¡Lo sabía! ¡lo sabía! Él no debe casarse con ella... es un monstruo, un asesino... ¿lo ven?... sólo un monstruo como él sería capaz de perder el control así... ¡miren como lo dejó!

Inuyasha, algo despeinado y el traje arrugado, la miró con odio mientras apretaba los puños de su mano. Escuchó a la gente murmurar, susurrar, con recelo lo miraban, los niños pequeños se aferraron a las faldas de sus madres, entonces lo comprendió, jamás sería un humano para esas personas, jamás volvería a ser frente a sus ojos el muchacho que antes solía ser, ellos le temían, les causaba repugnancia, miedo... y ahora lo hacían sentirse como un animal...

- Inuyasha... - Lo llamó Sesshoumaru observándolo con recelo mientras un hombre se acercaba a Kouga para ver sus heridas- ¿qué has hecho?

- Ya entiendo- Dijo él de pronto mirándolos a todos pero luego su vista se posó en Kikyo-... es para que no me case ¿verdad? para decir que no tengo derecho... - Vio al párroco dar un paso adelante y mirarlo preocupado.

- Creo que... es mejor que esta boda no se concrete...

Todos lo miraban con recelo y miedo, al ponerse de pie, vieron lo realmente mal que lucía Kouga. Inuyasha sabía lo que estaban pensando ¿cómo una bestia como esa se podía casar con una muchacha como Kagome? Miró a la joven tensionando la mandíbula y entonces se acercó rápidamente a ella tomándola de la muñeca muy fuerte y luego al párroco, llevándoselos casi a rastras hasta ingresar a la iglesia, los soltó con brusquedad mientras tomaba a Miroku de la solapa de su traje y entonces, con todos los demás fuera, cerró la puerta con el grueso seguro de metal y volteó con el rostro y sus ojos de fuego más temibles que nunca.

- Te necesito como testigo, nada más- Le dijo luego a Miroku que no se atrevió a hablar.

- Señor Taisho- Se quejó el párroco mirándolo algo asustado - ¿qué pretende?

- Casarme, señor cura- Respondió sarcásticamente. Sentía rabia con todos, era como si hubiera sido engañado, miró a Kagome que lucía bastante pálida y le sonrió con cinismo- ¿No es cierto, pequeña Kagome? ¿no era ese el trato? esta vez me casaré, dalo por hecho- Agregó con brusquedad.

La palabra "trato" le partió el corazón, lo miró sintiendo que iba a llorar ¿pero qué había sucedido? ¿porqué se comportaba así si todo había sido un error? un malentendido... una trampa... ¿tal vez?

- Inuyasha, por favor... no te portes así... por favor... escúchame... - Pero él parecía no escucharla, sus ojos dorados estaban muy oscuros, casi como las mismas llamas del infierno, su ceño fruncido, su rostro tenso, su actitud agresiva, incluso con ella. La tomó de un brazo sin delicadeza y la llevó al altar. El párroco lo miró aterrado pero comenzó el sermón casi tartamudeando. Se realizó la ceremonia, no como Kagome creía, no como lo había soñado, los dos y el párroco más un testigo eran todas las personas en aquella enorme mole de piedra en donde las palabras del cura resonaban en el lugar... no... no era lo que esperaba. El anillo que puso en su dedo tampoco la emocionó demasiado, ni tampoco el beso leve en los labios, rápido y sin sentimiento que selló la ceremonia.

Cuando Inuyasha abrió la puerta todos lo miraron pasmados. Kouga aún permanecía ahí, mirándolo con odio. Tampoco estaba en sus planes aquello. De acuerdo a lo acordado con Kikyo, él besaría a Kagome, se armaría un escándalo, la boda se suspendería y luego él tendría tiempo de cortejar a la joven Higurashi pues estaba seguro que Inuyasha la dejaría. Pero no, él se había casado con ella, a pesar de todo, a pesar de la notoria rabia y el resentimiento que incluso sentía por la joven novia, por la que ahora era su esposa.

- Pueden irse a su casa, la fiesta se ha suspendido.- Gruñó con burla mientras subía de un salto al caballo con Kagome tomada de la cintura- ¡Váyanse a sus casas y aléjense del monstruo, ya tengo lo que quiero!... ¡váyanse o podrían estar en peligro también!.- Bramó.

Los demás lo observaron asustados mientras Kikyo se mordía los labios de rabia e impotencia. El joven de ojos dorados instó al caballo a galopar y mientras se alejaba a toda velocidad, Kagome se cubrió el rostro con una mano sin poder evitar que las lágrimas cayeran por sus mejillas...

Continuará...

N/A: Buee... nada es perfecto u.u, un hombre que comenzaba a ilusionarse ve como todos se burlan y lo desprecian pues... esta deshecho y culpa a medio mundo... sí, sí, Kouga y Kikyo van directo a la horca jaja.

Muchas gracias por los casi 300 reviews, wow, muchas gracias, en verdad no me esperaba tantos, pero agradezco sus comentarios, los leo todos, son importantes para mi.

Ah, una cosa, a las personas que les envié un PM (mensaje a través de ffiction) les envié la dirección del manga pero luego me di cuenta que ffiction suprime las direcciones webs y también las de e-mail, así que lo más seguro es que justo donde iba la dirección tipeada, no iba nada. Ruego que si aún no saben donde encontrar el manga, me envien mejor un mail a hotmail, desde allí se las envio.

Bueno me alargué. Cuidense todas y nos vemos en el próximo cap.

Lady.-