Capítulo 19: "Interrumpiendo la Calma"

La anciana sirvienta entró con cautela a la iluminada habitación trayendo una bandeja de plata con una taza de leche, tostadas y fruta. Kagome la miró desde la cama y frunció levemente el ceño.

- No tengo hambre... - Murmuró con levedad. Inuyasha, que estaba sentado en la cama, a su lado, se puso de pie y sonrió.

- Comerás.- Ordenó y tuvo de inmediato los ojos castaños de la chica sobre los suyos.- Así tendrás fuerzas, estas muy débil.

Ambos se miraron con intensidad unos segundos, Kagome finalmente sonrió y asintió.

- Además debe cambiarse esa ropa, señora, la ayudaré- Dijo la anciana acercándose a ella. Inuyasha la observó un momento más, le costaba alejarse de ella aunque fuera un momento, sentía que si la dejaba sola no estaría protegida, sonrió meneando la cabeza y luego se marchó.

Necesitaba respirar el aire frío y fresco de la mañana, sonreír como un bobo al sol y agradecer a Dios, al cual hacía mucho no le rezaba, por el milagro que había obrado en Kagome. En el patio se encontró con Myoga que venía de las caballerizas. Al ver la sonrisa del muchacho comprendió a qué se debía.

- ¿Cómo esta?- Preguntó acercándose a él. Inuyasha se puso ambas manos en la cintura y alzó la vista al cielo.

- Esta débil, por tanta fiebre, pero al menos ahora ya no la tiene.

- Me alegro mucho- Respondió el anciano pero la pequeña sonrisa desapareció de súbito.- ¿Me dejará curarle esa herida ahora?

Inuyasha bajó el rostro y frunció el ceño, luego tanteó la herida y notó, a través de la sangre seca de su pantalón, que aún le dolía, y que necesitaba de la ayuda del anciano. Asintió débilmente como un niño pequeño.

- Esta bien- Murmuró con pesar, trayendo a la memoria aquella noche en que estaba convertido en una bestia, cruzando los campos para escapar de la vista de los demás soldados y recibiendo de pronto un disparo, justo en el instante en que amanecía. Tanta había sido su mala suerte que sabía que siendo un humano demoraría en cicatrizar, o al menos esperar hasta la próxima luna nueva. Suspiró con agobio bajando algo más la cabeza. Sus propios compañeros dispararle... eso jamás cambiaría...

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Kagome suspiró pesadamente mientras ladeaba la cabeza, estaba aburrida allí, sola y sintiéndose realmente fuera de lugar. Jamás en su vida había enfermado tan grave como para estar en cama y ahora, después de aquella extraña fiebre, debía hacerlo. Al menos así le había dicho Inuyasha y también la anciana sirvienta. Pero se levantó fastidiada, necesitaba dar un paseo siquiera. En cuanto puso los pies desnudos en el suelo notó que las piernas le temblaban demasiado, se afirmó en la cama y respiró hondo. Se miró nuevamente la camisa de dormir, era una de las tantas ropas que Inuyasha le había traído de su viaje. Le causaba cierta incomodidad usar telas tan finas y que obviamente eran muy caras. Y eso que este era un vestido de dormir. Lo miró con detenimiento, era blanco con mangas estrechas hasta el codo y luego holgadas en forma de campana, con bordados en hilo de plata en los bordes y un escote generoso pero no como para que le diera una pulmonía. Bajo el busto comenzaba a ser holgado nuevamente y caía hasta el suelo. A ella le recordó los vestidos de princesa... luego meneó la cabeza, tendría que dejar de comparar las cosas con los cuentos de hadas, ya no era una niña.

Salió de la habitación y se estremeció por completo, sentía mucho frío, a pesar del fuerte sol que había allá afuera, la cabeza le daba vueltas y temió haber cometido una imprudencia. Entonces vio a una sirvienta entrar con un tiesto de agua y vendajes en sus manos en una habitación que estaba un par de metros más allá. Caminó hasta allí y antes de llegar a la puerta vio salir a Myoga quien al verla se detuvo de súbito y arrugó el ceño.

- Pero... pero ¿qué hace en pie? debe estar en su cama, descansando- La reprendió y Kagome parecía no escucharlo, se puso en puntitas intentando mirarlo por sobre el hombro.

- ¿Qué sucede?... ¿esta Inuyasha ahí?- Preguntó llevándose una mano al corazón. El anciano tomó los brazos de la muchacha y la miró con seriedad.

- Él esta bien, solo curábamos su pierna, pero esta bien, ahora vaya a acostarse.

La joven entreabrió sus labios y luego de mirarlo estupefacta unos segundos negó con la cabeza, deshaciendo más los bucles de su negro y largo cabello.

- No, necesito verlo- Respondió y dio un paso para entrar a la habitación, aunque estaba débil, sacó todo lo que tenía de voluntad para hacerlo, el anciano intentó impedirle el paso pero de inmediato Kagome se detuvo alzando la vista casi asustada al ver que se asomaba el imponente porte del muchacho, que la miró frunciendo el ceño, con la camisa semi abierta y caminando como si nada.

- ¿Qué haces aquí, Kagome? ¿no debes estar acostada?- Le reprochó casi con la voz muy ronca pero suave, ella se afirmó en la pared, otra vez las piernas comenzaban a temblar.

- ¿Estas bien?- Preguntó la joven, en cambio, mirándolo directamente a los ojos. Inuyasha avanzó y de pronto la alzó en sus brazos, para sorpresa de ella- ¿Qué haces? ¡bájame!- Protestó, pero aferrándose a su cuello, esta vez sí que estaba mareada.

- Estoy muy bien, pequeña Kagome- Respondió con una leve sonrisa caminando de vuelta hasta la habitación. Sintió que la muchacha ocultaba el rostro en su cuello, percibió el aliento caliente salir de sus labios, estaba agitada y él le frunció el ceño.- Si vuelves a salir de la cama juro que me enfadaré, sabes como soy.- Acotó dejándola en la cama con suavidad, ella lo miró atentamente.

- No te vayas- Le retuvo la mano y el muchacho se quedó quieto.- Quédate aquí, conmigo un momento.

El hombre sonrió y se sentó a su lado, Kagome recostó la cabeza en la almohada pero tenía los ojos muy fijos en los dorados de él.

- ¿Quieres preguntarme algo?- Dijo Inuyasha de pronto y la muchacha tragó con dificultad asintiendo finalmente con la cabeza.

- Quiero saber si estas bien.

De reojo el hombre miró su pierna y luego de unos segundos suspiró derrotado.

- Una de... las ventajas... - Luego sonrió con ironía pero desvió la mirada atenta de la chica-... o sí, hay una ventaja... es que siendo un monstruo adquiero mayor resistencia... para todo, una herida recibida estando en ese estado se sana en cuestión de minutos, casi... - Volvió a mirar a Kagome y ella aún seguía mirándolo atentamente. Suspiró pesadamente y volvió a desviar la vista de ella-... en el ejército... era la noche después de luna nueva, aún así puedo transformarme... pero mis poderes son más débiles... escapé de la vista de mis compañeros para que no me vieran en ese estado... pero mientras corría alguien me disparó... ya estaba amaneciendo y me quedé con esto- Finalizó moviendo la pierna y luego volvió a mirar a Kagome. Ella ladeó el rostro, estudió mientras hablaba cada uno de sus gestos, vio el dolor en él, la resignación, pero también su orgullo. Alzó su mano y para sorpresa del muchacho le acarició la mandíbula, Inuyasha la miró fijo.

- No debes entristecerte por lo que te ha sucedido ¿sabes porque? - Preguntó la joven, él frunció el ceño-... porque sigues siendo tú... seas como seas, eres tú, con tus mismos sentimientos, emociones... - Sonrió divertida-... con tu orgullo... - Ladeó el rostro y retiró su mano para tomar de encima de la mesita una caja azul que él reconoció enseguida, ella la abrió y tomó la medalla entre sus dedos-... esta es la prueba... tu medalla al valor... valor... - Dijo Kagome alzando los ojos hacia el joven y mirándolo con atención-... el valor es una hermosa virtud que no la tienen todos... y por eso estoy orgullosa de ti... ¿crees que importa que te conviertas en un monstruo teniendo todas las cualidades que tienes? te he admirado desde que era una niña... - Sonrió abiertamente-... lo sabes...

Inuyasha la observó en silencio, casi no podía creer las palabras que estaba escuchando de ella, luego le devolvió la sonrisa y le tomó las manos, acercando sus labios a ellas se las besó con devoción.

- Sólo alguien como tú podría decir todo eso... - Murmuró y luego levantó el rostro para mirarla-... antes me importaba mucho mi desgracia... pero era porque estaba solo...

- Ahora me tienes a mí- Respondió Kagome esbozando una pequeña sonrisa. Inuyasha tragó sintiendo como se aceleraban los latidos de su corazón. ¿Cómo había pasado de la completa oscuridad en que se encontraba a esto? sólo podía ser ella responsable de eso, sólo ella... respiró fuertemente y clavó sus ojos dorados en los de la muchacha.

- Es cierto... te tengo a ti... - Susurró esta vez acercándose a la joven y tomándola por el rostro, la miró nuevamente con intensidad, la muchacha estaba muy seria, pero agitada, tal vez algo asustada, al fin y al cabo, las cosas no estaban del todo claras ahora, él lo sabía, entonces arrugó el ceño pero no demasiado-... perdóname... por todo lo que ha pasado... - Sintió un extraño dolor en las entrañas del estómago al recordar lo mucho que había sufrido mientras ella estaba enferma la noche anterior-... soy un idiota, por no apreciar lo que Dios me ha dado... anoche... creí que te perdería...

La muchacha quitó la sonrisa de su rostro y luego se ruborizó.

-¿Me cuidaste toda la noche?

El hombre se acercó más a Kagome y quedó sólo a centímetros de sus labios rosados y húmedos que parecían esperarlo.

- Creí que moriría al verte así...

Ella tembló y luego de un segundo posó su mano sobre la de él que tenía fija en su mejilla.

- Gracias...

Inuyasha sonrió más, era él quien tenía que agradecer, por estar a su lado, por recuperarse, por no dejarlo en las tinieblas. Se acercó y la besó, levemente al principio, pero la muchacha se incorporó para acercarse más a su boca. La escuchó gemir con suavidad, parecía hambrienta de sus labios y él en verdad también lo estaba, los labios dulces y suaves parecían calmarlo por completo, apaciguar todos los tormentos en que vivía su alma. La separó de si, había escuchado pasos acercarse en el pasillo, ladeó el rostro y muy pronto vio aparecer a Myoga. Con la mano aún puesta en la mejilla de la chica, lo miró con inusitada calma.

- Señor... - El anciano miró a la muchacha que lo observaba a través de sus desordenados cabellos negros- señora... tiene visitas...

- ¿Visitas?- Repitió ella, extrañada.

- Es su hermana, la señora Kikyo...

Inuyasha se levantó de súbito de la cama y su rostro de tensó de inmediato, Kagome entreabrió los labios y luego miró a Inuyasha, muy pronto él posó sus ojos en ella, con seriedad.

- Iré a comer algo a la cocina y luego pasaré a las caballerizas, no quiero encontrarme con ella ahora- Dijo con tono muy serio y Kagome asintió débilmente.

- Esta bien- Intentó sonreír pero no le salió más que una leve mueca. Tampoco le gustaba mucho la llegada de su hermana, sabía que eso le incomodaba a Inuyasha y también a ella, pero había que ser educada. Sin embargo no podía dejar de asociar aquella "emboscada" de ese hombre llamado Kouga sin tener también que pensar que había sido tal vez... un plan de su hermana... dada su oposición al matrimonio. Meneó la cabeza, no, eso no podía ser...

Kikyo entró a la habitación pero sin mirarla, sus ojos recorrieron la amplia y lujosa alcoba casi con la boca abierta. Jamás creyó que Inuyasha tenía tanto dinero, al parecer más que el propio Sesshoumaru. Finalmente sus ojos se detuvieron en Kagome, la vio sentada en la cama con el cabello negro y suelto, con ricos almohadones tras suyo, vestida en un blanco y vaporoso camisón de encajes, mirando a través de sus gruesas pestañas negras, con el rostro pálido pero las mejillas encendidas.

- Es una sorpresa- Murmuró la muchacha mirándola atentamente. La mujer sonrió con levedad y luego de dar un último vistazo a la habitación se acercó a la cama.- ¿qué haces por aquí?

- No es forma de saludar a tu hermana... sobre todo a una que esta muy preocupada por tu bienestar- Respondió con seriedad. Kagome frunció el ceño.

- ¿Mi bienestar? - Sonrió divertida, imaginando qué rápido volaban las noticias. Kikyo se sentó en la cama y la miró con detenimiento.

- No es necesario que ocultes nada... ¿es culpa de Inuyasha? ¿Él te lastimó?

Kagome abrió un poco más los ojos y luego de unos segundos de estupefacción frunció el ceño.

- ¿Porqué crees que él me hizo algo? - Preguntó luego sorprendida.

- Porque es un monstruo- Masculló la mujer mordiéndose los labios y mirando a su alrededor.- Todo el pueblo esta preocupado por ti, hermana... - Acotó con voz conciliatoria-... ayer vino un médico a tu casa y dijo que estabas muy mal... él cree que Inuyasha pudo hacerte algo...

- Qué absurdo- Respondió mirándola atentamente Kagome- Él me cuidó toda la noche.

- No es necesario defenderlo... - Dijo la mujer recorriendo con la vista la garganta blanca de la muchacha y luego los brazos, buscando algún indicio de magulladura o herida-... vámonos a casa... no puedes quedarte a su lado... - Suplicó-... si esto lo hiciste por tu herencia, me refiero a casarte... déjame decirte que no es necesario sacrificarte, ya hice el traspaso a tu nombre, pero vuelve a casa... estas arriesgando tu vida al lado de ese monstruo...

- ¡Oh! Nada de eso... - Respondió la otra casi con inocencia-... estamos casados, yo lo quiero y él me ama ¿porqué tendría que volver? ¿porqué no puedes aceptar eso?

- ¿Es que no lo entiendes?- Preguntó la otra abriendo más los ojos- Kagome, por favor... ¡es un monstruo! te lo suplico... por la memoria de nuestro padre... vámonos a casa... he hablado con el párroco... dice que este matrimonio se puede deshacer sin necesidad que Inuyasha se interponga...

- ¿Qué dices?- Preguntó la muchacha, asombrada.

- Eso... - Respondió con los ojos castaños extrañamente brillantes-... él puede aludir que fue obligado por Inuyasha... lo cual es cierto... y lo mejor es que tú... aún no eres su esposa ¿verdad?

Ella entreabrió sus labios sorprendida ante todo lo que estaba escuchando, sus mejillas se encendieron súbitamente y tragó con dificultad desviando la mirada insistente de Kikyo.

- ¿Qué?- Gimió apenas sin que nada más pudiera salir de su garganta.

- No es necesario que te avergüences... - Respondió la mujer intentando sonreír-... es mejor así... significa que este matrimonio ni siquiera es válido...

Kagome se revolvió incómoda en la cama y luego de unos segundos de completa turbación la miró.

- Ehhh... ¿puede el párroco hacer eso? ¿decir que fue obligado?- Preguntó al fin consternada.

- Claro que sí... - La mujer hizo una mueca-... Inuyasha es un bruto, un loco... todos lo saben...

- Ahh, pero... - Kagome había comenzado a tartamudear, aterrándose casi de enterarse de que su "matrimonio" podía llegar a su fin por culpa de terceros-... no... no, eso no puede ser...

- Tranquila- Kikyo se puso de pie sonriendo abiertamente-... todo saldrá bien, luego podrás volver a casarte, si así lo deseas... nadie te juzgará... eres tan niña aún...

Kagome meneó la cabeza, las palabras de Kikyo eran tan similares a las de Sango ¿porqué ese empeño en verla lejos de Inuyasha? ¿tan terrible era para ellas que estuviera casada con él?

- No, no Kikyo, no quiero.- Dijo al fin mirándola con seriedad, la otra frunció el ceño.-... no pueden hacer eso... yo... - Enrojeció más pero no apartó la vista de ella-... yo ya soy su esposa... - Tragó agitada desviando la mirada-... fui suya... - Murmuró en un hilo de voz.

La mujer la miró pasmada y palideció mortalmente, luego se acercó a ella y le tomó las manos, parecía completamente disgustada.

- Mentira... Kagome ¡dime que es mentira!- Demandó.

- No... no... es cierto... - Mintió bajando la vista y rogándole a Dios que perdonara su mentira-... nos amamos... no pueden deshacer el matrimonio... ya no pueden...

Kikyo se mordió los labios y abrió más los ojos, parecía a punto de llorar, Kagome tragó con dolor ¿tanto le dolía eso?

- ¡Tonta! ¡cómo pudiste! ¡has manchado nuestro apellido! ¡tonta!- Gritó casi histérica y deseó golpearla pero la muchacha se ocultó el rostro con ambas manos mientras sentía las manos y las uñas de la mujer sobre su cabeza- ¡con él! ¡cómo pudiste! ¡tuviste la oportunidad de separarte y no! ¡tonta!

Inuyasha corrió hacia ellas apartando a la mujer que parecía haber perdido el control contra Kagome, la tomó de los brazos tan fuerte que finalmente la apartó de la muchacha, Kikyo lo miró con odio y casi repugnancia, su peinado se había deshecho, su sombrero estaba en el suelo y temblaba agitada.

- ¿Qué haces mujer!- Gruñó enojado.

- ¡Maldito! ¡todo es culpa tuya!- Gritó- ¡y de la tonta de mi hermana!

Él desvió la vista rápidamente hasta Kagome, la vio aún con las manos ocultando su rostro y temblando, Inuyasha tragó con dolor y luego miró a la mujer con repulsión, soltándola bruscamente para ir donde la chica.

- ¿Qué pasó? ¿Kagome estas bien?- Se inclinó para apartarle las manos sobre el rostro, las uñas de Kikyo le habían dejado algunas marcas en los brazos y eso lo hizo enfurecer, en cuanto Kagome lo miró vio sus ojos castaños inundados por lágrimas, entonces él tensó la mandíbula y volteó hecho esta vez un verdadero demonio.

- ¡Maldita mujer!- Gritó y Kikyo salió de la habitación casi corriendo, Kagome le retuvo la mano antes que él saliera persiguiéndola.

- No... no déjala... no me hizo daño... sólo... fue una pelea de hermanas... - Suplicó pero Inuyasha se soltó de ella y salió rápidamente de la habitación. Kikyo tomó el borde su vestido intentando bajar rápidamente las largas escaleras, suspiró aliviada cuando vio la puerta principal cerca, sin saber cómo Inuyasha la alcanzó tomándola nuevamente del brazo, ella dio un pequeño grito, asustada, pero luego lo miró con odio.

- ¡Bestia! ¡Mas te vale que me sueltes o juro que soy capaz de que te ahorquen por esto!

El veneno de sus palabras lo sorprendió, no la soltó, pero sí aflojó algo el agarre de su mano en su brazo.

- Antes te mato... - Gruñó y Kikyo creyó que sus ojos dorados brillaban demasiado-... y mejor no pienses en volver a pisar nuevamente esta casa... - Masculló con la voz tan siniestra que le provocó escalofríos.

- Me las pagarás... - Gimió ella haciendo un ademán y soltándose de su mano-... juro que me las pagarás... una bestia como tú no debería estar viva... Dios no lo permitiría...

- Fuera... - Gruñó él a punto de perder la paciencia ante sus hirientes palabras- FUERAAAA!- Gritó. Kikyo tembló y luego de unos segundos de estupefacción corrió tan rápido como sus piernas se lo permitían...

Continuará...

N/A: Amigas, creo que tendré unos problemillas en actualizar seguido esta semana... aviso para que no se asusten, si ven que no actualizo pronto no es porque me morí, es por otra cosa, pero es para mejor, créanme n.n... pero bueno, aún no estoy segura. De todas formas me esperan ¿eh? jejeje.

Me dio risa como salió el final de este cap. ahora que volví a leerlo se me hizo parecido a una escena de las "Crónicas de Narnia" (entre Aslan y la Bruja Blanca jaja n.n' )... bueno, muchísimas gracias por los abundantes reviews y nos vemos en cuanto pueda.

Ariagtou.

Lady Sakura Lee.-