Capítulo 21: "Celos"
Por alguna extraña razón se sentía inquieto al saber que vendrían visitas a su mansión. No era el echo de que había casi olvidado cómo comportarse como un buen anfitrión, no, era algo más.
Kagome ya ese día se había levantado, a pesar de sus protestas, pero ella resultaba algo obstinada, caprichosa o tal vez en verdad se encontraba perfectamente y él actuaba demasiado protector con ella. Se detuvo frente a la gran ventana de la biblioteca y posó sus ojos en la campiña verde, pero el muchacho no observó el hermoso paisaje, sino en la escena de la noche anterior. Aquello ni siquiera lo había dejado dormir, recordaba haber pasado la noche paseándose como un loco de un lado a otro de su habitación agitado, excitado y con el enorme deseo de ir a la habitación de ella y hacerla suya. Y estuvo a punto de hacerlo, sin embargo se había detenido porque recordó lo que era. ¿Cómo podía ligar a Kagome con él así?... ¿y si después que ella lo viera como monstruo decidiera rechazarlo, o irse de su lado?? No podía ser egoísta… ella ya no sería una doncella y tal vez por eso le costaría encontrar a alguien que la respetase en verdad, en el caso que quisiera rehacer su vida.
Aquello lo había deprimido. Era cierto, Kagome le había dicho una y mil veces que estaría a su lado, que lo amaba a pesar de todo… pero ella era demasiado ingenua, creyendo que todo era como los cuentos de hadas que tanto amaba… y que él mismo involuntariamente había fomentado.
- No debo ser egoísta… - Murmuró posando la frente en el frío cristal y aún perdido en sus pensamientos. Deseó que pronto fuera luna nueva y así que Kagome viera lo que realmente era. Todo dependía de eso… faltaba aún una semana para eso… sintió su corazón latir con fuerza… deseó que nada le impidiese mostrarse ante ella como la vez pasada, en que tuvo que pasar la luna nueva en el ejercito. Si tan solo aquella vez se hubiera quedado Kagome ya sabría como era… y ya el destino estaría echado.
- Señor…
La voz de Myoga lo despertó de sus intranquilos pensamientos, volteó y miró al anciano con el rostro que revelaba más de lo que pudiese evitar, el sirviente lo entendió, pero sólo tragó con fuerza al darse cuenta de sus penurias y habló.
- Las visitas han llegado… estan en la sala.
Inuyasha respiró algo agitado y luego se acomodó la chaqueta de su lujoso traje de etiqueta.
- ¿Y Kagome?- Preguntó ansioso y su voz sonó demasiado ronca en la habitación.
- Esta ya con ellos, señor. – Respondió el fiel sirviente. Inuyasha arrugó el ceño casi involuntariamente y tragó con fuerza. Sentía como el corazón comenzaba a latir con fuerza. ¡Demonios!... ¿Porqué se sentía tan intranquilo??
Salió de allí dando grandes zancadas. La biblioteca y la sala estaban situadas casi en extremos diferentes y tuvo que cruzar casi toda la mansión para llegar a su destino. Se detuvo unos pasos antes, la extraña voz varonil le pareció desconocida. Ese definitivamente no era Miroku.
- Me había preocupado demasiado por usted… - Había dicho él. El hombre de ojos dorados arrugó aún más el ceño ¿quien diablos era ese??
- No fue nada… sólo fiebre… - Respondió la dulce voz que él reconoció. Kagome no debería darle explicaciones a ese, pensó.
- Pero las personas han dicho otras cosas… - Murmuró el hombre. Inuyasha apretó los puños de su mano-… cosas que… me han preocupado sobre manera…
- El señor estaba muy preocupado por ti- Dijo Sango intercediendo ante él.
- Me he preocupado… por su seguridad…- Acotó él casi como si hablara en susurros. Inuyasha apretó los labios de rabia y entró de súbito en la habitación. En ese momento vio a Kagome, que palidecía súbitamente al ver su rostro. Luego Inuyasha dirigió la mirada hacia los demás, que se habían levantado de sus asientos y lo miraron con inusitada sorpresa.
- He escudo que se preocupaba por la seguridad de MI esposa- Dijo él con ironía mientras clavaba la vista en el joven muchacho de impecable traje azul oscuro. El otro tragó con dificultad al sentir la mirada penetrante y extrañamente dorada, parecía puro fuego, en verdad parecía un demonio, pensó.
- Inuyasha… - Interrumpió de pronto Miroku observando la escena que ya preveía sucedería. Por eso no encontraba adecuado que aquel muchacho se presentara en la mansión de los Taisho, su descuidada admiración por la joven Higurashi era demasiado notoria para todos y era obvio que Inuyasha ya se había dado cuenta de aquello.- Es un amigo mío… de la capital… su nombre es Houjo.
El otro intentó sonreír y tendió la mano a Inuyasha. El muchacho de ojos dorados lo observó con infinito rencor. Houjo… claro… aquel nombre ya lo había escuchado… era el hombre "que se había prendado de Kagome"… así habían comentado sus sirvientas…
- ¿Cómo conoce a mi esposa?- Preguntó Inuyasha sin embargo. La agudeza de su fiera mirada le dolió sus castañas pupilas, entonces retiró la mano y se sintió algo avergonzado.
- Inuyasha… - Lo llamó Kagome poniéndose se pie e intentando explicar la situación. Aquello ya no le gustaba nada.
- Fue hace poco, señor Taisho- Respondió el otro con extraña tranquilidad.
- Y si fue hace poco ¡cómo es que tiene esa confianza con ella?
Sango, que estaba a su lado lo miró frunciendo el ceño.
- Cualquier persona lo tendría, señor.
Inuyasha desvió la vista hacia ella, la muchacha esta vez no estaba asustada como el día anterior, no, ahora era desafiante, altiva, rencorosa.
- De todas formas…- Dijo Kagome acercándose a Inuyasha mientras le tomaba el brazo e intentaba alejarlo un poco de ellos-… le agradezco la preocupación, ya les dije, no fue nada.
El muchacho de ojos dorados desvió la vista hacia Houjo.
- No hay razón para que ustedes se alarmen tanto… ella esta en buenas manos, sé cuidarla. – Dijo y sonrió ampliamente al sentir que Kagome estaba a su lado, desvió el rostro hacia ella. Lucía inquieta y preocupada, pero a pesar de eso el brillo en sus ojos castaños era algo realmente hermoso. - ¿verdad?- Susurró descaradamente inclinándose hasta ella para rozar su rostro con el pálido suyo. La muchacha lo miró a través de sus largas pestañas y se mordió el labio.
- Sí… - Murmuró bajando la vista. Sus celos le erizaban la piel. Se separó intentado recuperar la compostura y miró a los invitados.
- Les agradezco la preocupación. De esa forma se sabe quienes son mis amigos. – Dijo casi divertida. Inuyasha deslizó de pronto su mano por su cintura acercándola fuertemente hasta que chocó con su costado. La muchacha tembló y sonrió nerviosamente.
- Sí, así son los amigos. – Acotó él burlón y tenía sus ojos fijos en aquel muchacho, sonriendo y dejándole en claro que él no tenían un miserable derecho ni menos esperanza de fijarse en Kagome. Sólo él, porque ella era suya, sólo suya y un tonto como ese no se la arrebataría de su lado.
- Creo que ya es hora de pasar a la mesa ¿no lo crees?- Dijo la muchacha mirando a Inuyasha con seriedad. Demasiada seriedad pensó Inuyasha. Le sonrió ampliamente.
- Como tú ordenes- Respondió mirándola a los ojos y sin deseos de soltarla.
La comida a la luz de los grandes candelabros de plata que abundaban en la habitación fue relativamente tranquila. Miroku se había llevado casi todo el crédito de aquello al rememorar la infancia de ambos, omitiendo lo que más pudo el nombre de Kouga, pues también había sido su amigo. Las andanzas y travesuras de ellos divirtió a Kagome. Y de pronto ella se dio cuenta que sabía bien poco de él… mientras los otros dos comentaban su vida, ella se sumergió en el ensueño de aquella lejana noche de verano, cuando escapó de su casa para cabalgar con Youkai… sonrió al darse cuenta que aquello lo tenía vivo en la memoria. Él acercándose en su corcel, con el cabello negro y salvajemente largo y su infinita ayuda. Era cierto, lo admiró desde ese mismo instante.
- Creí que estabas en problemas… - Susurró Sango mirando de reojo a Inuyasha y esperando que no la escuchase. Kagome la miró y sonrió intentando tranquilizarla.
- No, claro que no… - Respondió también bajito-… perdona si antes te preocupé…
- Pero… dime… ¿en verdad estas bien?- Preguntó temerosa.-… sé sincera por favor… sabes que puedes contar conmigo… tu hermana también esta preocupada… dijo cosas muy escalofriantes de tu esposo… por eso temí lo peor…
Kagome había cambiado esta vez el rostro, su sonrisa desapareció y por un segundo le pareció que Inuyasha la había mirado como si adivinara su preocupación, pero al enfrentar la mirada lo vio conversando aún con Miroku, entonces suspiró y volvió el rostro a Sango.
- Kikyo detesta a Inuyasha… por favor, no hagas caso de sus comentarios.- Dijo simplemente. La otra sin embargo no estaba muy tranquila.
- Pues anda diciendo cosas realmente graves…
Kagome se mordió el labio. ¿Debía realmente tomar en cuenta aquel comentario? Kikyo era su hermana, la conocía… era capaz de todo, con tal que quedar satisfecha.
Cuando se despedían Houjo se acercó a Kagome y tomó su mano, se la besó con toda elegancia y luego la miró a los ojos, sin siquiera soltarla.
- Ah sido en verdad un enorme placer verla tan bien. Mis preocupaciones se han disipado… - Se omitió el "por ahora" sólo porque el esposo estaba bastante cerca. Kagome se ruborizó intentando soltarse de él. No era adecuado que la tratase de esa forma, parecía cortejarla a pesar de todo y sin importarle que Inuyasha estuviese cerca ¿es que acaso estaba loco?
- Gracias… por su preocupación… - Murmuró ella intentando soltarse antes que Inuyasha se diera cuenta. La sombra de su alto porte a su lado la estremeció. Demasiado tarde.
- He soportado toda la noche su fastidiosa presencia y ahora ¿debo ver como corteja a mi propia esposa delante de mí???
La fuerza de su voz ronca y profunda, la mirada diabólica que se clavaba en los ojos del joven muchacho y el moviendo brusco que hizo al apartarle su mano de la de Kagome hizo que todos retuvieran el aliento. Houjo observó a Inuyasha con calma, pero aparente. Luego de unos segundos sonrió débilmente.
- Lamento su enojo, señor. Fue un error haber venido y haberlo ofendido de esa forma… fue sin intención… - Respondió mirándolo con seriada pero a la vez reticencia.
- Sus intenciones me importan un soberano comino- Respondió Inuyasha bruscamente. Estaba harto, harto de que lo pasaran a llevar, de ignorarlo, de creer que era una miserable basura.- Usted no ha respetado a Kagome y no me ha respetado a mí.
- El señor ya se ha disculpado- Intercedió Sango caminando hasta él. Kagome tomó inesperadamente la muñeca de Inuyasha, debía tranquilizarlo, parecía que en cualquier momento perdería el control.
- Inuyasha… por favor… - Suplicó elevando sus ojos hacia él, pero parecía en vano, el joven hombre tenía su vista fiera en el otro.
- Lo lamento, señor- Volvió a decir él mirándolo como si nada y finalmente volteó, no sin antes inclinar la cabeza ante Kagome- Que este bien.
Salió de allí seguido de Sango y luego Miroku se posó a su lado. Inuyasha lo miró casi con rencor ¿porqué diablos lo había traído con él? El otro pareció leer sus pensamientos.
- Le dije que no viniera… pero insistió…
Kagome tuvo deseos de llorar, era su culpa aquello, sólo su culpa por haber dejado que se lo presentasen. No debió dejarse cortejar aquella vez en la velada de la casa de su amiga. Aunque bien él sabía que era casada… no debió jamás dirigirle la palabra.
- Inuyasha… - Dijo ella mirándolo con súplica-… no te enfades… también es mi culpa… yo no…
- Ese hombre ya se cree con derecho de protegerte- Masculló de pronto y Kagome se estremeció de miedo-… cree que estas en peligro, por mi… ¿qué se cree??
- Inuyasha…
Pero él había recuperado el rencor, se había soltado de la mano de ella y caminó con rapidez hasta las afueras de la mansión. Sango y Houjo aun estaban de pie esperando a Miroku, en cuanto vieron a Inuyasha caminar directo a ellos, la joven tembló horrorizada y le habló al muchacho.
- ¡¡Sube al caballo!... ¡Deprisa!!
Houjo hizo caso de inmediato. La huida de aquel bastardo pareció hervirle la sangre, lo vio galopar y no pudo evitar gritar
- ¡Eso!... ¡Fuera!... ¡Fuera de mi propiedad!!
Sango lo miró con rencor, justo en ese instante también salió Miroku y se fue con él en el caballo. Kagome estaba de pie en el umbral de la puerta observando con dolor la escena. Era su culpa todo eso, se sentía terrible al darse cuenta que había provocado algo sin querer. Caminó con lentitud hasta Inuyasha, él tenía la mirada perdida en la oscuridad de la campiña, posó su mano en su brazo, él desvió la vista rápidamente.
- Por favor, no te enfades… no te enfades… - Suplicó.- ¿Es que acaso no confías en mi? Te quiero sólo a ti, sólo a ti…
- Es difícil confiar ya en alguien- Respondió bruscamente. Kagome abrió algo más los ojos, sorprendida ante su cruel comentario. Lo soltó y lo observó con tristeza.
- Deberías ya confiar en mi… - Murmuró sintiendo que la garganta le dolía demasiado y que se le producía un nudo que le hacía difícil tragar. Inuyasha desvió la mirada y posó sus ojos aún con rencor en la campiña. Kagome quiso llorar, soltó su mano y entró con rapidez a la mansión.
Estaba acostado y mirando el techo repasando los acontecimientos sucedidos. Aún sentía demasiada rabia contra aquel hombre, y rencor. Suspiró y se levantó de la cama. Se arrepintió de haber sido tan brusco también con Kagome ¿qué culpa tenía ella de ser cortejada? Pero no, él y su desconfianza… debió haberle dicho que sí, que confiaba, pero sólo en ella, en nadie más, pero el rencor en ese momento era tan fuerte… tanto que lo había echo hablar puras tonterías.
Se acercó a la puerta, aunque ya era de madrugada, deseaba ir a su habitación y verla dormir, pero los cascos de unos caballos lo alertó y se acercó con rapidez a la ventana. Entre la oscuridad reconoció el delgado y pequeño cuerpo de Kagome envuelta en una capa oscura, alejándose en Youkai con bastante prisa. Su corazón se detuvo ¿lo dejaría?... ¿se había cansado de él?? Abrió más sus ojos dorados y luego de unos instantes de shock, comenzó a vestirse rápidamente.
Por alguna extraña razón se internó en el bosquecillo con el galope suave de "Colmillo", pensando en lo tonto que había sido… no, Kagome no se iría… sólo había echo una de sus tantas escapadas nocturnas… eso deseó. Porque aún así su corazón latía demasiado aprisa imaginando si su intuición fallaba. Suspiró con tanto alivio al ver a Youkai pastando a la rivera de la laguna que creyó haber vuelto a la vida, tonto, había sido un tonto. Detuvo su caballo y bajó con cautela para luego caminar con lentitud a la laguna, quería sorprenderla y luego reclamarle su osadía ¿es que acaso no se acordaba de sus advertencias? Jamás le hacía caso, menos mal que no había escuchado hasta el momento a ningún lobo aullar.
Se detuvo en seco tras un arbusto bajo al verla nadar en la laguna. A la luz de la pequeña luna que quedaba, vio la piel blanca de su rostro, tórax y brazos con gotitas de agua que le provocaron una sed lujuriosa. Usaba una enagua que ante la humedad se había pegado demasiado bien a su piel revelando sus curvas… y más… él tragó con fuerza el posar sus ojos en sus pezones erectos, jadeó de deseo.
Ella, que estaba con el agua hasta la cintura, acomodó su cabello a un lado y sonrió. Kagome pensaba en lo agradable que era darse un baño a la luz de la luna en aguas tan puras y cristalinas como aquellas.
De pronto tuvo una extraña sensación, se asustó un poco y ocultó con pudor su torso con ambas manos mientras dirigía la vista hacia el frente. Descubierto, él salió de su escondite.
- Inuyasha… - Murmuró la joven enrojeciendo súbitamente al ver la mirada clavada en su cuerpo y la sonrisa leve de sus labios. Lo vio acercarse, hundir las botas en el agua sin apartar la mirada hasta posarse en frente, ella alzó la vista para mirarlo.-… lo siento… vine a… darme un baño… - Se excusó y no supo porqué sus labios temblaron. Él bajó el rostro y luego apartó los brazos que ella ocultaba su busto. La muchacha tragó con fuerza y casi tembló nuevamente. En cuanto lo hizo él se detuvo un momento en su cuerpo y luego subió la vista hacia la joven.
- Eres tan hermosa… - Susurró y deslizó su mano en su cintura, apegándose a ella tanto que Kagome sintió otra vez el calor de su cuerpo.-… tanto... que a pesar de mis miedos… no puedo contenerme…
- ¿Contenerte?- Repitió la muchacha levantando la vista y él posó sus ojos en ella con una sonrisa.
- De deseo. – Respondió y se inclinó para beber una gotita de su mejilla. Kagome se estremeció y posó sus manos en sus antebrazos.
- Creí que estabas enojado…
Él pasó su lengua por su mejilla, luego la deslizó hacia su oreja, Kagome jadeó y él le mordisqueo con suavidad el lóbulo.
- Feh!... – Lo escuchó y luego hizo que ella se inclinara para seguir con su cuello. Los labios estaban demasiado cálidos que parecían quemarle la piel.-… no… contigo… - Murmuró apegándose más a la joven porque la erección lo estaba torturando. Kagome sintió la dureza casi en su estómago y jadeó cerrando los ojos.
- Pero… - Ella se apartó a duras penas de él, Inuyasha arrugó el ceño y se sintió demasiado abandonado.-… yo creí… creí…
Inuyasha volvió a acercarse a ella enlazando sus manos en sus caderas y mirándola fijamente.
- Sentí celos… - Arrugó el ceño unos segundos recordando la situación-… tú eres sólo mía… - Dijo esta vez con seriedad mirándola a los ojos. Kagome sonrió nerviosamente y otra vez se afirmó en sus antebrazos.
- Soy tuya… - Murmuró y sus mejillas enrojecieron más-… pero no completamente... – En cuanto dijo aquello se mordió el labio y desvió la vista al agua de la laguna, recordando la mentira para Kikyo y despertando también el deseo en ella de que aquello fuera cierto. Inuyasha la miró sorprendido un segundo y luego sonrió.
- Pero podemos arreglar eso… - Se inclinó en su oído para decirle eso, en cuanto se irguió vio lo sorprendida que ella estaba, los labios semi abiertos y las mejillas color de rosa... nada más perfecto, pensó- ¿Quieres?- Ella tenía los ojos brillosos y él vio como su garganta blanca se movió ¿asustada? Seguramente, pensó Inuyasha, se volvió a inclinar rozando sus labios con los de ella-… esta noche… esta noche… sólo si tu quieres… yo sí lo deseo… porque te amo con toda mi alma… y hemos esperado demasiado por eso...
La vio fijarse en sus pupilas, él deseaba hacerle saber a través de su mirada que todo era cierto, que la amaba con su vida, esperó su respuesta, la sintió estremecerse entre sus fuertes brazos.
- Sí… - Respondió finalmente con la voz demasiado suave y temblorosa, pero aún así sus ojos estaban fijos en los de él.-… sí… quiero que me ames… hoy…
Continuará…
N/A: Ufff, hubiera seguido pero les juro que estoy tan pero tan agotada que tuve, con el dolor de mi corazón, dejarla hasta ahí, por hoy. En verdad necesito vitaminas, ultimamente me agoto demasiado al escribir u.u pero espero que les haya gustado y paciencia, para el prox. capítulo será... espero sus reviews jajaja
Nos vemos amigas y gracias x leer.
Lady.-
