La brisa leve lo despertó de su ensueño, no era que estaba dormido, todo lo contrario, luego del acto de amor se había sumergido en un extraño estado que lo hacía concentrarse agudamente no sólo de cada milímetro de piel, de sus negros cabellos, de sus pequeñas y cuidadas manos, sino también de cada movimiento suyo, incluso en el respirar de ella, que estaba pegada a su lado.
Se incorporó y arrugó el ceño al notar que Kagome estaba de medio lado casi acurrucada, la joven sí dormía, tenía los ojos cerrados y un respirar suave. La cubrió con la capa de ella que estaba cerca y él comenzó a ponerse los pantalones y las botas con lentitud. Cuando observó la quietud que se cernía a su alrededor respiró hondamente llevándose ambas manos a la cintura y sus ojos se posaron otra vez con infinito amor en la muchacha. Como si lo hubiera presentido ella comenzó a abrir lentamente sus ojos, sus espesas pestañas negras se movieron con una inusitada gracia, se ladeó sólo un poco dejando un blanco hombro desnudo al descubierto y entonces lo miró. La sonrisa que de inmediato le dio se quedaría para siempre grabada en su memoria. Era abierta, sincera y extrañamente tranquilizante. Inuyasha se arrodilló a su lado mientras Kagome se incorporaba con levedad, cubriéndose apenas con su capa.
- ¿Cómo estas amor? – Preguntó él esbozando una leve sonrisa y tomando una de sus delgadas manos. Kagome alzó la vista al cielo aún poblado de estrellas y luego volvió a posar sus ojos en él.
- Muy bien… - Su sonrisa se enanchó y el joven la observó maravillado. Ni siquiera podía creer que lo que estaba sucediendo era real, tan real, que a veces se preguntaba si no sería tan sólo un sueño, un hermoso sueño. Con lentitud acercó la mano de ella a sus labios y la besó. Sintió el aroma de su piel, suave y fresco, la tersura de ella, tan aterciopelada sólo como era su Kagome. Alzó sus ojos grandes y dorados a ella, la observó nuevamente, con la cabellera aún húmeda y algo desordenada cayendo a su alrededor que llegaban al césped, la palidez de su piel en contraste de aquella oscura noche, sus ojos castaños que lo observaban con ternura y sus labios rosas que parecían ansiar un beso más. El rostro del muchacho cambió a lujuria, sonrió de medio lado y el brillo de sus ojos se agudizó clavando la vista en sus pupilas, ella pareció entender y de súbito enrojeció, su mano tembló entre las suyas, sólo pudo devolver una incómoda sonrisa, pero el hombre la acercó más a su lado.
- Eres muy hermosa… - Murmuró, esta vez posando una mano sobre su mejilla y rozando sus labios con lentitud.
- Lo dices… - Musitó entrecerrando los ojos, dejándose querer-… sólo porque… me quieres…
Inuyasha se apartó y la observó divertido.
- No, es cierto ¿acaso lo dudas?- Preguntó casi impresionado al ver como ella bajaba la vista algo incómoda. La vio crispar una mano en la tela de su capa que ocultaba su cuerpo.
- Yo sé como soy… desde pequeña me lo han dejado en claro… - Alzó sus ojos hacia él, la joven estaba muy seria e Inuyasha tragó, aún sin creer lo que estaba escuchando.-… recuerdo las palabras de mamá… y también su mirada ¿sabes? Ella creía que jamás me casaría porque no era ni tan hermosa ni tan perfecta como…
Él la había interrumpido posando un dedo sobre sus labios.
- Shhh…- Susurró mirándola con atención-… no digas ese nombre esta noche… - Luego de un momento pareció relajarse y sonrió una vez más, sus dedos comenzaron a juguetear con los labios de ella-… no puedo creer que una madre prefiera más a un hijo que a otro hasta el punto de decir esas cosas… estas equivocada… eres hermosa, pero mejor aún… eres atenta, con un noble corazón…
La muchacha lo observó en silencio y luego sonrió apenas bajando la vista.
- Eres muy amable… todo un caballero… - Se burló, pero sus ojos se cristalizaron de lágrimas.
- E ingenua… - Acotó él y de inmediato ella levantó la vista y sus ojos cristalinos lo miraron con turbación-… sí… por no creer lo que digo… ¿Porqué te cuesta creer que eres hermosa?... ¿Porqué crees que tu hermana te dejó tanto tiempo encerrada en aquel horrible internado?... ¿Porqué deseaba que vivieras con ella, a su lado? Ella odiaba competir contigo…
- Yo no competía con nadie… - Respondió aún turbada y arrugando el ceño.
- Tú no… pero ella sí…además… arggg… - Se levantó bruscamente y la miró con seriedad-… aún tengo clavada en la retina aquel baile de presentación… ¿No lo recuerdas? Tenías muchos, muchos pretendientes… - Y entonces recordó al maldito de Kouga y al bastardo de Houjo-… y aún los tienes… - Rezongó esta vez intentando pensar en otra cosa más agradable, volvió a mirarla y se arrodilló a su lado.-… muero de celos cuando alguien te mira… cuando alguien te habla, no puedo soportarlo pero… - Su mirada se dulcificó y le acarició una mejilla ante la mirada atónita de ella-… no puedo hacer nada al respecto… tú eres así… mi hermosa Kagome…
La muchacha sonrió y una lágrima se derramó por su mejilla, él se acercó y la bebió, luego volvió sus labios a ella y la besó, estrechándola por la cintura tan fuerte que la joven jadeó pero se acercó más sin protestar, sus brazos de enrollaron alrededor de su cuello dejando al descubierto su cuerpo desnudo, chocando contra el pecho musculoso y también desnudo de él. Inuyasha sentía como su corazón latía como loco, no podía evitarlo, aquello lo hacía sentirse vivo y demasiado feliz… y pensar que antes había deseado morir… morir… sus dedos acariciaron la espalda desnuda de la muchacha, su boca se adentró en la suya posesiva y luego delicadamente, se apartó mirándola a los ojos.
- ¿Porqué viniste esta noche aquí?
Ella sonrió y se apartó un mechón tras el oído, sus ojos se posaron en las aguas quieta de la pequeña laguna.
- Quería darme un baño… - Sonrió abiertamente y luego lo miró a él-… sé que una dama jamás debe darse baños en lugares como este… pero…
- ¿Ah, si?- Murmuró Inuyasha poniéndose de pie y tomándola a ella de las manos, obligándola a levantarse.-… creo que la dama no debe darse baños en lugares como este… - Sonrió al ver que la muchacha se ponía muy seria-… pero sola…
Kagome ladeó el rostro y una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios.
- Entonces… ¿esta bien si la dama esta acompañada?… - Musitó la joven acercándose más a él y posando ambas manos sobre su pecho desnudo.
- Sólo si es su esposo… - Respondió Inuyasha sonriendo y luego volviéndola a besar, sus manos se adueñaron de la cintura de ella y por un segundo sintió otra vez la sangre hervir en sus venas, los labios suaves y húmedos parecían no querer saciarse aún de tantos besos, y él tampoco deseaba apartarse de su lado. Pero Kagome se alejó un segundo y le sonrió al ver el rostro de disgusto que él colocaba.
- Entonces… esposo mío… - Murmuró ella mientras sus dedos acariciaban esta vez con calma la piel desnuda de su pecho-… yo no había terminado mi baño… ¿querrá usted acompañarme?- Sus ojos se alzaron hacia él y vio la sonrisa dibujada del hombre.
- Será un placer.
Entrecerró los ojos sintiendo el chorro de agua que caía sobre su hombro, luego se derramó por su pecho, entonces se irguió más sintiéndose excitada. Aquel hombre sabía muy bien cómo seducirla. Estaban sentados con el agua hasta la cintura, Inuyasha tras suyo, con una mano fuertemente posada sobre su estómago, la otra la llenaba de agua y luego la derramaba sobre ella desde la altura, sentía Kagome su respiración fuerte y cálida en su oído, las pequeñas risas que daba cuando la joven dejaba caer la cabeza hacia atrás, la mano fuerte sobre su estómago y a veces los dedos que jugueteaban sobre el, estar entre sus piernas era excitante, nuevo y demasiado inquietante. Inuyasha besó su cuello al tiempo que apartaba el largo cabello a un lado, ella se irguió más en su postura, sus pechos se alzaron erectos, el hombre entreabrió sus ojos y tragó con fuerza, también él estaba excitado, ella lo notó tras suyo, se mordió los labios con fuerza, sintió la lengua recorrer su piel, besando y lamiendo hasta su hombro, la mano que estaba libre se adueñó de un seno, Kagome gimió y él comenzó a acariciarlos con su dedos, sus yemas parecían quemarla y alterarla locamente, se movió provocando más placer aún en él, Inuyasha dejó su seno y se apoderó de su garganta, sus labios se apoderaron de los de ella nuevamente, su lengua se enredó con la suya, las manos de la muchacha rozaron su muslo, se separó y entreabrió sus ojos, ella lo imitó, expectante.
- Me pregunto… - Susurró Inuyasha y mordisqueó su labio inferior lentamente, cuando se separó volvió a mirarla, el sube y baja de su pecho le develó lo agitada que ella estaba-… me pregunto… cómo será hacer el amor bajo el agua…
Kagome comenzó a respirar más fuertemente, sus ojos castaños y luminosos, aunque estaban entrecerrados, le develaron que ella estaba dispuesta. Antes de decir algo la muchacha se levantó dándose vuelta y sin un segundo más de pérdida se volvió sentar encima de él. Inuyasha sonrió y la tomó por la cintura, esta vez estaban a la misma altura, cara a cara, frente a frente. Ella alzó sus brazos enrollándolos en su cuello, sonrió al ver el rostro perplejo de él.
- Qué… - Susurró rozando su boca con la suya y antes que Inuyasha la quisiera besar se apartó riendo.-… porque estas tan… impresionado…
- Ahhh nooo… - Murmuró besando la mandíbula ya que ella esquivaba traviesamente sus labios-… no… o sí… - Sus manos bajaron a sus caderas y la sujetaron con fuerza-… eso… ya no importa…
La acomodó sobre él, Kagome retuvo el aliento y se afirmó con fuerza. No, esta vez ya no había dolor ni incomodidad, sólo placer, que la enloquecía y parecía que a ratos perdería la razón. Aquella sensación de que se le iba la vida ante cada embestida volvió, creyó que moriría, tal como se lo había dicho antes, creyó que moriría de amor y luego volvía a la vida sólo para darse cuenta que podía experimentarlo una vez más, cada vez mas irrefrenable, ella también se movió fuera de control aumentando la presión, abrió sólo un poco sus ojos, lo vio frunciendo el ceño, con los ojos muy cerrados y concentrado al máximo, la muchacha se acercó a él para besarlo, Inuyasha le respondió a penas, porque de pronto la fuerza de sus manos en sus caderas fue tanta que la hizo gemir al sentirlo en la profundidad de su cuerpo, se irguió dejando la caer la cabeza hacia atrás al tiempo que sentía que volvían a la tranquilidad. Se quedaron quietos unos segundos y bajó el rostro hacia él. Sus ojos dorados como el fuego la observaban con amor y devoción.
- ¿Vámonos a casa? – Le susurró cuando ella posó su cabeza en su cuello.-… ya es suficiente… si te enfermas ahora en verdad enloqueceré… pero será también mi culpa…
- Nooo… - Murmuró la chica sonriendo levemente-… no me enfermaré esta vez… te lo aseguro…
- Oye… - Le tomó la barbilla obligándolo a mirarlo a los ojos, él sonreía abiertamente mostrando sus blancos dientes.-… no creas que no sé por qué tu hermana se enfadó tanto contigo el otro día…
Los ojos que estaban entrecerrados de Kagome se abrieron con sorpresa ante sus palabras, ahora el rostro de confusión era de ella.
- ¿Qué? Lo… lo ¿sabes?- Tartamudeó luego sonriendo nerviosamente. Inuyasha apartó los cabellos húmedos que se pegaban en los hombros de la chica, sus ojos se habían detenido en sus pechos con lujuria, luego alzó la vista y le sonrió otra vez.
- Sí… perfectamente… - Suspiró con fuerza alzando la vista al cielo que parecía esta vez más claro, seguro que en un par de horas más amanecería, bajó el rostro y la miró a los ojos-… pero qué más da… me gusta que haya sido así… vámonos a casa y allá podemos seguir… si quieres… - Sonrió acercándose a ella y mordisqueando su lóbulo-… podemos no levantarnos en todo el día… - Susurró, provocando escalofríos en Kagome-… creo que hay que recuperar… el tonto tiempo perdido… - Se apartó y levantó una ceja-…¿qué dices?
El respirar agitado de Kagome y la seriedad de sus ojos desapareció en un instante, sus labios se curvaron en una suave y tranquila sonrisa.
- Estoy… totalmente de acuerdo…
Era como antes, como hacía años atrás, sólo que eran otros los sentimientos, otras las circunstancias, pero era como antes, pensó Kagome, recostando la cabeza en su pecho, sintiendo la mano de él firmemente en su cintura, arriba de "Colmillo" esta vez, el caballo blanco de Inuyasha, con "Youkai" atrás siguiéndoles el lento paso. Cruzaron el bosque, el vientecillo meció sus cabellos húmedos y ella se acurrucó más en su pecho. Recordaba aquella noche, recordaba también lo demás. Pero esto… esto era real… el caballo se detuvo y la muchacha alzó la vista a él. Inuyasha la miraba con atención. No… esto era real… ahora… él era suyo… y la amaba a ella, sólo a ella… ¿sería un sueño? Su cuerpo cansado y aún con el calor de sus manos en el le recordó que no, no era un sueño… Inuyasha era su más grande tesoro… su príncipe azul, al único que había amado la vida entera, nada le importaba ahora aunque… ¿cuando le importó? Que fuera lo que fuera… ahora más que nunca, daría su vida a cambio de la suya…
- ¿En qué piensas?- Preguntó Inuyasha con su voz ronca y susurrante. Ella se acomodó en su pecho, sonriendo apenas y entrecerrando los ojos.
- En lo mucho que te amo…
El hombre suspiró tanto, que sintió cómo su pecho vibraba de infinita alegría. Besó sus cabellos y susurró.
- Yo también te amo…
Continuará…
N/A: Muchas muchas gracias por los más de 500 reviews para este fic, sus comentarios son mi única motivación en estos días. Gracias.
Lady.
PD: Los errores en el párrafo final son de la pág. he intentado corregirlo pasando el archivo a word, text y wordpad pero sigue igual, no sé porqué, sólo les puedo decir que por más que corrijo y borro las palabras inintendibles que ahí salen estas vuelven a aparecer. El párrafo termina con el: "yo tambien te amo" de Inuyasha.
