Capítulo 26: "La Maldición de Inuyasha"

La luz de la lámpara era lo único que alumbraba la modesta habitación del hotel en que ahora se encontraban. Inuyasha se recostó mirándola de medio lado, con una mano afirmando su cabeza, Kagome hizo lo mismo, sentía tanta curiosidad, pero no dijo nada, esperó que él comenzara su relato.

El joven hombre pasó la lengua por sus labios algo resecos, sus ojos que estaban fijos en ella por un momento se desviaron, pensaba ¿cómo comenzar? Volvió sus doradas orbes hacia la joven y le sonrió al ver su rostro tan preocupado.

- Cuando la gente dice… que esto debe haber sido un castigo… - Murmuró y sus ojos bajaron otra vez-… ellos tienen razón…

- No, claro que… - Lo Interrumpió la chica acercándose más a él pero Inuyasha levantó la mirada y frunció el ceño.

- Lo es.- Sentenció, ya con el tono fuerte y decidido. Kagome se estremeció y tragó con dificultad, ya no pudo decir nada más.

- Sólo pensaba en ella… en Kikyo… en lo perfecta que era, en lo hermosa y educada que era… una dama… y sin embargo… - Él vio las mejillas enrojecer de la muchacha y hasta sus ojos se cristalizaron, notó entonces la tristeza que eso le causaba a Kagome pero… ¿qué podía caer?-… no te pongas así…

- Lo siento… lo siento… yo era una niña… era obvio eso… - Intentó sonreír, pero la sonrisa que quiso brindarle a modo de tranquilizarlo salió demasiado amarga. Suspiró recostando la cabeza en la almohada, dejó que él hablara.

Se produjo en silencio, ella tenía esta vez los ojos clavados en el techo, esperando, sentía que su corazón latía con fuerza, como si temiera del relato, volvió a suspirar intentando reponerse, luego volvió a escucharlo.

- Fue un castigo, sí… porque mi corazón me lo decía… ella no era la mujer que creía… su actitud tan distante, la frialdad de sus palabras, la forma en que te trató luego de que quedaste sola… yo sabía que no quería una mujer así… y me negué a pensar eso… dejé de escuchar lo que mi corazón me decía… sólo por ganarle a Kouga… y a todos… ella era la más cotizada… ¿porqué no podría tenerla yo?... – Se produjo nuevamente un silencio, Kagome pudo escuchar el sonido de las olas allá afuera y el viento que comenzaba a soplar con algo de fuerza.-… hice mi viaje… para obtener dinero y dárselo a ella… Kikyo quería comodidades, excentricidades y yo lo aceptaba todo, todo, menos gastarme la fortuna de mi padre… renuncié a su testamento… aquello casi nos costó el compromiso pero… pude convencerla en mis cartas… tenía mucho dinero en aquel entonces por mis negocios… mucho y ella se tranquilizó… y yo luego me sentí horrible… ¿no es que me quería tanto como yo a ella que por un asunto de dinero me iba a dejar?... – La voz de Inuyasha se había vuelto extraña, algo así como ronca pero oscura, tenebrosa, pensó Kagome y tuvo que ladear el rostro para cerciorarse que se encontraba bien… se encontró con los ojos fijos en ella, pero la muchacha se sorprendió del casi anaranjado fulgor de ellos… brillantes… pero no dijo nada.

Bebió hasta hartarse en la cantina. Las mujeres lo rondaban constantemente y él coqueteó con ellas y pensaba para sí mismo: "Sólo porque me ven con trajes costosos se acercan a mi… todas son interesadas…" La noche llegó y él se levantó dejando un fajo de billetes y saliendo de allí mareado y casi inconciente. Caminó por las oscuras callejuelas de aquel barrio de Japón, afirmándose casi en la pared y murmurando.

- Kikyo… Kikyo es perfecta… no puedo pensar que es frívola… me quiere… y yo a ella…

Pero otra vez, igual que hacía años, igual que desde el día en que la conoció y se sintió prendado de aquella mujer, su corazón se volvió a preguntar ¿en verdad la amo?... ¿Es la mujer que quiero?

- Jaja… claro… - Murmuró para sí mismo totalmente ebrio y afirmando la espalda en la pared de una añosa casa.-… es la mejor… y ella… ella me ama ¿no? Porqué dudar ahora… porqué… no… ella me ama…

Miró a su alrededor, estaba solo, completamente solo en un país lejano, por ella, por su futura esposa. Una pequeña niebla se había formado allí y él suspiró sintiendo escalofríos. Qué horrible soledad sentía… y también desesperanza ¿valía la pena hacer todo eso? Entrecerró sus ojos suspirando pesadamente y luego pestañeó al ver la silueta extraña y negra aproximarse, como si hubiese salido de la nada. Su corazón latió y él se irguió con lentitud. No podía ver bien, se extrañó de ver gente porque ya era pasada la medianoche y no había ni un alma en los alrededores… si la noche hubiese estado con luna podría haber visto con más claridad, pero no, era luna nueva y lo único que había en el firmamento eran las innumerables estrellas titilando allá, muy alto, así sólo cuando la silueta estuvo lo suficientemente cerca se dio cuenta que era una mujer… hermosa, coincidentemente como Kikyo, de largos cabellos negros y piel clara y sus mismos ojos fríos e indiferentes. Tragó con fuerza, ella lo miró con altivez. Vestía un traje típico que usaban las mujeres del Japón, Un kimono de color negro la cubría y sobre su cuello un extraño rosario.

- ¿En verdad te ama?- Preguntó de pronto con su voz altanera. Inuyasha se sorprendió ¿acaso aquella extraña mujer lo había escuchado? Bueno, qué más daba. De pronto la borrachera se había disipado por completo, ni siquiera se sentía mareado. Sonrió de medio lado con arrogancia mientras sacudía el polvo de su costosa chaqueta, sus ojos dorados brillaron casi con orgullo.

- ¡Feh! Creo que eso no es de su interés.- Respondió. Miró a la mujer, ella parecía observarlo sin expresión. Inuyasha tragó y luego volvió a sonreír.- No debería estar pendiente de cosas que no le incumben… ¿No debería estar en su casa?... ¿Cuidando al esposo tal vez?- Sonrió más pero con ironía- ¿O tal vez no tiene porque busca a alguien con mucho dinero? Todas son así…

- ¿Todas?- Repitió ella levantando una ceja.- ¿También la que dices que te ama?

- Ella no, Kikyo… Kikyo… - Su mente se pobló de imágenes de ella… tan perfecta, tan… solicitada-… ella me ama… - Murmuró sin realmente creer lo que estaba diciendo.

- ¿Estas seguro? – Preguntó la mujer alzando la voz-… niñito insolente ¿Crees estar tan seguro que tu amor es correspondido?

- Claro- No supo porqué había dicho eso.

- ¿Quieres que hagamos una prueba?... veremos si ella en verdad te ama… si sigues tan ciego como has querido serlo todo este tiempo… veremos si tu amada realmente te quiere… - Había fruncido el ceño y sus dos manos estaba enfrente de si como en señal de rezo, pronunció un par de palabras que no entendió y luego sus ojos se posaron el firmamento - ¡Ahí la tienes!- Dijo de pronto apuntándolo. Una extraña fuerza se apoderó de él golpeándole el cuerpo como si hubiese sido un rayo. Cayó al suelo sintiendo que los huesos comenzaba a crujir y alargar provocándole un horrible dolor. El sudor pobló su rostro y a través de sus ojos casi cristalizados de lagrimas vio como las uñas de sus manos crecían de forma deforme arrancando pedazos de piel y sangre que lo hicieron gemir, el cabello negro que se alborotaba en su frente se aclaró tanto como si fuese un anciano, sintió la espalda crujir y la chaqueta romperse bajo el músculo casi deforme de su nuevo cuerpo animal, los colmillos crecieron raspando e hiriendo sus labios.

- Qué... ¡qué me has hecho!- Gimió y se horrorizó del sonido de su voz tan bestial, miró sus manos, grandes y deformes, no eran manos, sino garras y sus pies también parecían de un animal.

- Veamos que ahora siendo un monstruo, seguirás tan seguro de su amor... - Murmuró la mujer.

Inuyasha intentó erguirse, miró a través de la espesa niebla y ya no pudo ver rastros de la mujer, observó incrédulo sus manos aún a través de las lagrimas de sus ojos y tembló horrorosamente, levantó luego la vista al cielo negro y un ronco aullido fue lo ultimo que salió de su garganta antes de quedar inconciente en el suelo.

Pasaron instantes, el canto de los grillos comenzó a poblar el lugar extrañamente en silencio hasta ese momento y el joven se irguió poco a poco creyendo que había sido todo un sueño. Sintió la sangre correr por sus venas de manera caliente y vertiginosa, el corazón bombear como si le fuera a estallar, el sonido del más mínimo ruido se fue haciendo notorio, el agua subterránea, los insectos que volaban… la conversación de dos enamorados en una habitación, él abrió más sus ojos y a su nariz llegaron olores extraños y claramente nítidos. Entonces se levantó y al afirmarse en la tierra vio sus manos deformes y con garras. Abrió más los ojos y entonces vio su cabello plateado, el cuerpo musculosos bajo el ropaje destrozado, los pies al igual que las manos parecían de animal y entonces tuvo la escalofriante idea que había algo en su cabeza… movió sus manos con lentitud y al tocar casi grita de espanto. Corrió sin rumbo chocando contra árboles y piedras, finalmente se detuvo al ver un charco y se miró, sus ojos rojos se abrieron de pavor.

- ¡No¡No¡No¡Nooo!- Gritó con un sonido desgarrador al ver su reflejo bestial, y lo más terrible aún, las dos orejas de perro que se asomaban en su plateada cabellera. La conmoción lo hizo dar un fuerte aullido dirigido a la noche sin luna, luego pareció haberse quedado quieto, choqueado, porque no fue capaz de moverse. Algunas personas salieron de sus modestas casas a mirar, se escucharon voces preocupadas, los sintió aproximarse y no fue capaz de moverse. De pronto una joven mujer, la reconoció, una de esas de la cantina, que lo miró con el rostro casi desfigurado de terror y dio un grito que alarmó a todos. Intentó correr pero cayó a tierra, sintió la gruesa arena hundirse en su carne pero no le dolió.

- ¡Un monstruo¡Un monstruo!- Gritó y lo apuntó con el dedo. Un hombre se acercó y también lo miró con pavor.

- ¡Oh!... ¡Por Kami Sama!... ¡Una bestia!... ¡Un demonio!- Vio como llevaba la mano a un costado y extraía un revolver que apuntó de inmediato a él. La bala rozó su pierna, Inuyasha la esquivó con rapidez. Más personas se acercaron y algunas mujeres gritaron despavoridas. El hombre volvió a disparar y esta vez le dio en un brazo. No le dolió como creía podría pasarle, pero corrió de allí al fin internándose en el bosque a una velocidad que parecía de otro mundo. Tanto corrió hasta que ya sus sentidos le develaron que estaba bien alejado del poblado. Se sentó lentamente y lamió su brazo. Miró la herida apenas visible en la oscura noche y vio como poco a poco estaba comenzaba a cerrarse. No, no podía ser… no podía ser… estaba completamente choqueado, esto no podía estar sucediendo ¡no! Afirmó la espalda en el tronco de un árbol y las lagrimas comenzaron a caer en silencio por sus mejillas… hacía mucho que no lloraba… desde que… la pequeña… desde que creyó que la pequeña estaba muerta… sintió un vuelco en el corazón al recordar la sonrisa de la niña… pero de alguna manera aquello lo tranquilizó, dentro de toda la confusión y el horror en que se encontraba. Sus ojos cansados y adoloridos se cerraron y se quedó dormido allí mismo. Su inconciente se preguntó… ¿porqué había tenido que recordar a aquella niña en un momento como ese?... ¿Porqué?

Kagome lo observó sorprendida sin decir nada, Inuyasha acarició su rostro con lentitud.

- Cuando desperté al otro día era normal… sólo que… aún me sentía algo extraño… creí que todo había sido una pesadilla y hasta reí… luego me vi en medio de aquel bosque… con mi ropa desgarrada y restos de sangre seca en mis dedos y en los labios.

-Inuyasha… no puede ser… - Murmuró al fin la muchacha tragando con dificultad y sintiendo horror del relato.

- Es una maldición… de luna nueva… y me la merezco… me negué a escuchar mi corazón… me mentí a mi mismo y a los demás… por orgullo…

- Pero… ¿no hay una cura?- Preguntó Kagome acercándose más a él y mirándolo con esperanza-… otro hechizo… ¿y la mujer esa?

- Tsubaki… - Murmuró Inuyasha quietamente y su otra mano se aferró a la cintura de la muchacha-… supe después que se llamaba… es una sacerdotisa oscura… nunca nadie ha sabido de ella salvo por relatos… no pude encontrarla… busqué médicos, brujos, curanderos, sacerdotisas… - Sonrió amargamente.-… nada, Kagome… nada… es una maldición que llevo… creí que Kikyo podría salvarme… - Su rostro se entristeció-… ya sabes lo que sucedió… apenas me vio no quiso volver a verme a la cara… me despreció…

La joven lo observó con los labios entreabiertos, sorprendida y angustiada, él notó que ella incluso temblaba ¿había hecho bien en decirle?

- Pero… si fue por que no escuchaste tu corazón… si fue porque el amor de Kikyo no era verdadero… Tal vez… Inuyasha… - Susurró Kagome esperanzada-… pero yo te amo y no me importa lo demás…

Él sonrió quietamente.

- Kagome, esto no es como los cuentos que lees… un beso tuyo no me devolvió la normalidad… y aunque no lo esperaba y soy conciente de tu amor tan puro y sincero… me sigo convirtiendo en un monstruo y dentro de un par de días lo volveré a hacer… es mi maldición Kagome… ya nadie puede salvarme…

Las palabras tan definitivas de él la entristecieron por completo. Se irguió y lo observó sintiendo que tenía el corazón destrozado. ¿Porqué, a pesar de la sonrisa quieta que le brindaba Inuyasha, sentía su infinita pena y dolor?

- Inuyasha… - Murmuró sintiendo como las lagrimas comenzaba a caer por sus mejillas. Él arrugó el ceño y se levantó casi sorprendido, la abrazó con fuerza y besó sus cabellos.

- Tranquila, mi dulce Kagome… tranquila… estoy bien… - Murmuró-… ya me he acostumbrado a esto… de verdad…

- No mientas… - Gimió apenas y enterrando casi la cabeza en su pecho, no podía parar de llorar.

- Ha pasado más de un año… tranquila… además… sólo es en luna nueva… y tu estas conmigo ahora ¿no?

Se separó y le tomó la cabeza con ambas manos para mirarla, le sonrió intentando tranquilizarla.

- Sabes… que siempre estaré… a tu lado… - Murmuró la chica con devoción clavando sus ojos castaños y cristalizados en los extrañamente anaranjados de él.

-Eso me alegra… ya ves… además… sólo es una noche al mes… puedo vivir con ello- Sonrió el hombre ampliamente y Kagome lo observó. Luego ella también le sonrió y volvió a abrazarlo pero con fuerza. Finalmente se quedó dormida en sus brazos y sólo cuando Inuyasha notó que dormía la recostó en la cama. Sus ojos se tornaron más oscuros y brillantes y entonces él se levantó. Sentía la sangre hervir y correr vertiginosa por sus venas, el aroma del mar se impregnó en sus pulmones tanto, que lo hizo estornudar. Se acercó a la ventana y miró el oscuro océano que se agitaba allá abajo con fuerza casi desbocada. De pronto el olor a sal dulce se impregnó a su nariz, ladeó el rostro, era Kagome, ella, sollozaba en sueños. Suspiró lleno de agobio y afirmó la frente en la ventana. Faltaban pocos días para la luna nueva pero… como siempre sucedía… tenues cambios comenzaban a adueñarse de su cuerpo antes. Por eso ahora sentía la sangre fluir de esa manera, por eso podía oler las lagrimas de Kagome... y por eso… había escuchado la conversación de Kagome con Miroku allá en la mansión… lo buscaban… lo encerrarían… Inuyasha hizo una mueca… lo deseaban muerto… hubiera querido enfrentarles, tal como lo pensaba Kagome pero… necesitaba estar un tiempo más con ella… ¿no le debía una luna de miel?... necesitaba estar con ella, saciarse de ella un tiempo más… por eso había aceptado… pero la verdad sabía que su destino era oscuro… lo querían muerto… Kikyo lo quería muerto… y siendo un monstruo… ya nada podía hacer… no había cura, ni nada, estaba maldito y su suerte… ya estaba siniestramente echada…

Continuará…

N/A: Bueno, aquí, otro cap. más... muchas gracias por los reviews, casi no creo que sean tantos, se los agradezco de corazón. Ahh, que cansada estoy, creo que necesito vacaciones pero... ¿me creeran que mi mente se ha poblado de nuevas ideas para otros fics? u.u' y eso que a este le falta (no sé cuanto aún)... ahhh... veremos que pasa... gracias x leer, nos vemos.

Lady.-