Capítulo 27: "Medio Demonio"
El pequeño hilillo de luna fue cubierto por las nubes oscuras dejando todo en completa oscuridad. Sus casi anaranjados ojos se concentraron sin querer en cada movimiento allá afuera, en la playa. Las olas que se agitaban contra las rocas, la hoja que se movía sobre la arena, el ave que cazó un crustáceo en la orilla. Desvió la vista hacia el interior observando a la muchacha en la penumbra. Kagome dormía boca abajo, cubierta apenas con una manta y todavía con el vestido puesto, a medio quitar. Sonrió tontamente al darse cuenta que él mismo había tenido otras intenciones antes que contar aquel siniestro relato a la que era su esposa pero… Sintió cómo su corazón se agitaba al utilizar aquella palabra.
- Mi esposa… - Susurró, caminando con lentitud casi felina hasta ella. Se sentó a su lado y no pudo evitar acariciar sus negros y suaves bucles que le recordaban la más exquisita de las sedas. Jugueteó con las ondulaciones entre sus dedos y volvió a sonreír otra vez. Sin pensarlo se acercó y le besó la mejilla.
La observó en silencio instantes eternos, pensando en el futuro de ambos, en el futuro de ella ¿siempre sería así?... ¿escapando de las personas que deseaban acabar con su vida?... ¿Kagome lo seguiría salvando? Suspiró con tristeza y se levantó de la cama sintiendo que el corazón le oprimía demasiado. Se quitó la chaqueta dejándola caer al suelo descuidadamente y aflojó el nudo del lazo de su cuello, esta vez dando otro suspiro de agobio, sus ojos se dirigieron hacia la muchacha que volvía a sollozar en sueños y entonces apretó los puños de su mano. ¡Maldición! Ella no debería sufrir por su causa… ¡no debería!
Salió de la habitación y caminó por la recepción casi deshabitada con las manos en los bolsillos, el recepcionista, un hombre joven que lo miraba con curiosidad, aburrido de la lentitud de clientes, carraspeó llamando su atención. Inuyasha lo miró sin expresión.
- ¿Desea algo, señor?- Preguntó cortésmente. El joven hombre hizo una leve mueca y negó con la cabeza, pero pronto se detuvo y volvió sus ojos de fuego sobre él.
- Dígame… ¿tienen caballos para los huéspedes?
- Claro señor. Las caballerizas estan de un costado… - Apuntó-… un par de metros más allá… - Lo miró luego con reticencia-… ¿tiene alguna emergencia?
- No es nada… sólo necesito cabalgar- El joven hombre hizo una mueca leve y caminó saliendo del lugar.
Esto jamás terminaría, jamás. Se mordió el labio de rabia que a duras penas podía contener. Instó al caballo a cabalgar más rápido y sintió el aroma penetrante de la sal y el yodo colarse por su nariz, la aspiró profundamente a pesar del dolor que le causaba por su olfato tan sensible ahora. Su mente volvió a recordar las palabras de advertencia de Miroku, allá en la mansión y recordó también cuando percibió el miedo de Kagome. Ella simplemente no se merecía eso. ¿Porqué Kikyo no lo dejaba en paz de una buena vez?... ¿tanto lo odiaba?... ¿tanto lo detestaba?... ¿porqué, si fue ella misma quien rompió el compromiso?... ¿porqué lo odiaba a tal punto de querer verlo muerto? Tragó con dolor… y pensar que alguna vez sintió alguna clase se afecto por ella… había estado tan ciego, tan necio, tan orgulloso… había hecho un viaje de años por ella… Sacudió la cabeza mientras sentía como las primeras gotitas de lluvia comenzaban a caer, lentamente al principio, más fuerte después provocando una verdadera tormenta. Él golpeó a un costado del caballo para que tomara más velocidad mientras se dirigían a la orilla de la playa, las olas bajo los cascos del animal se alzaron y provocaron un verdadero espectáculo, cualquiera que lo hubiera visto a esa hora, en medio de la tormenta, hubiera jurado ver un fantasma… o un demonio… y de alguna forma lo era… Inuyasha sentía tanta rabia que no encontraba otra forma de liberarla… quería ser feliz… pero los obstáculos siempre se lo impedían… Kikyo otra vez…
Solo quiero sentir amor
amor real que llene el hogar en el que vivo
porque tuve demasiada vida
corriendo a través de mis venas
yéndose a la basura...
Empapado hasta los huesos, entró en silencio a la habitación casi en penumbras, sólo la lámpara que estaba sobre la mesa de noche, junto a la cama, estaba encendida y encontró a Kagome, igual a como la había dejado un rato atrás, completamente dormida, aunque al acercarse notó con algo de alivio que dormía tranquilamente, su rostro estaba sereno y respiraba de forma pausada. Se acercó arrodillándose en el piso y la observó.
- Mi ángel… - Susurró sonriendo más y sintiendo que de alguna forma entraba algo de paz a su atormentado corazón. Estiró sus dedos húmedos y acarició el flequillo de su frente. De inmediato los ojos puros y castaños se abrieron lentamente y se posaron sobre los suyos. Aún estaban enrojecidos del llanto y eso le dolió. Kagome no debería sufrir por él… no debería…
- Inuyasha…
- Shhhh… - Silenció él con una sonrisa-… lamento haberte despertado…
Kagome se movió irguiéndose un poco y abriendo más sus ojos se dio cuenta en el estado en que él estaba. Las gotas de lluvia goteaban por el cabello hasta su rostro y su ropa estaba completamente empapada. La camisa blanca parecía casi transparente y se apegaba demasiado en su piel. Frunció el ceño algo aturdida y fue ella esta bien quien le acarició la mandíbula.
- Saliste… ¿porqué?- Sus ojos se tornaron adoloridos, Inuyasha tragó y se sentó a su lado.
- Necesitaba… respirar el aire del mar… - Respondió en un murmullo y se inclinó en ella besando su cuello.
- ¿En la lluvia?- Preguntó Kagome apartándose un poco y mirándolo con tristeza, él le devolvió la mirada.-… no es eso… estas preocupado… ¿no es así?
Él sonrió abiertamente y nuevamente se inclinó sobre ella aspirando el aroma de su cuello, de alguna forma esta vez sentía que lo embriagaba de una manera escalofriante y sensual.
- Es inevitable… - Mintió evitando decir que en realidad lo que lo preocupaba era su trágico destino-… la luna nueva… se acerca…
- No te preocupes… - Murmuró Kagome acariciando su cabello.-… no saldremos de esta habitación… ¿verdad?
Él volvió a erguirse y la miró con ojos lleno de deseo.
- Esa idea me complace… - Sus labios se ensancharon y la joven sólo pudo sonreír. Kagome buscó luego abrigo en sus brazos y lo encontró de inmediato, sonrió al sentir los besos que él le daba sobre su cabello.
- Tuve pesadillas… - Murmuró de pronto la muchacha. Inuyasha se detuvo de inmediato y arrugó el ceño. Kagome ladeó el rostro y lo observó con tristeza casi contenida.-… Inuyasha… yo… me niego a creer que no haya una cura… debe haberla… estoy segura… la encontraremos… ahora me tienes a mi para hacerlo- Dijo con fervor y sus manos se aferraron a las suyas.
- Ya lo he hecho… - Susurró él y volvió a besar sus cabellos.-… de todas formas… no pensemos en eso ahora… - Se inclinó y la miró levantando una ceja-… ¿no dijiste que querías una luna de miel?- La vio enrojecer de pronto y también su rostro cambió.-… la luna de miel no es para conversar tanto… - Murmuró, acercándose a la joven y dándole pequeños besos en los labios.
- Pero… estas todo… mojado… - Murmuró Kagome sonriendo y cayendo lentamente sobre la cama porque él la había casi obligado a hacerlo. Las gotas de su cabello cayeron sobre su rostro y ella sonrió más.
- ¿Y qué?... ¿no te gusta así?
- Sí… me gusta… - Enterró sus manos entre su cabello húmedo acariciando con suavidad, sus ojos se centraron en los suyos-… me gusta como eres… así…
- Ya lo sé… - Susurró complacido. Sus manos se adueñaron del rostro de la chica, sus labios se fundieron en los de ella como si fueran de fuego, la sangre comenzaba a correr de manera vertiginosa por sus venas, parecía que la esencia mínima de animal lo desbordaba y lo hacía experimentar con más placer aún mínimas muestras de afecto. Al sentir las manos posadas sobre su pecho que ejercía Kagome, percibió el calor de ella junto con la excitación y el desenfrenado palpitar de su corazón. La devoró a besos contendiendo a penas la respiración y apegándose más a la joven que no protestó. Quitó con rapidez el vestido y algo de violencia, este se hizo jirones en la espalda, y se volvió a inclinar sobre ella besando y lamiendo la piel descubierta de su cuello y el pecho. Esta vez se encontró con el corpiño firmemente anudado y alzó la vista hacia Kagome como si fuera una protesta. La vio con los ojos cerrados y respirando tan agitadamente que le costó volver unos segundos a la realidad. Al fin ella abrió sus ojos y lo miró preocupada.
- Qué… qué sucede… ¿tu pierna?... ¿te duele aún?- Preguntó en un suave susurros, él sonrió y deslizó su mano por su espalda levantándola un poco y dejándola sentada sobre la cama. Se sentó a su lado mientras volvía a besarla, esta vez con suavidad y sus manos comenzaron a desatar cada nudo de la prenda hasta quitársela por completo.
- Dulce… - Besó su hombro y sus manos se adueñaron de la cintura-…suave… tierna… pequeña… - Su respiración cálida que chocó sobre su piel le dio escalofríos-… y mía… ¿verdad?- Preguntó, inclinándose y dándole un beso corto pero hambriento. Kagome entrecerró los ojos y él volvió a besarla- ¿Verdad?- Murmuró nuevamente tumbándola con lentitud sobre la cama.
- Sí… - Y sus manos esta vez comenzaron a desabotonar la húmeda camisa-… completamente… por siempre…
Él sin querer tragó con dificultad y abrió un poco los ojos, siguió besándola cada vez más apasionadamente. Aquella última frase de la muchacha le había provocado una inesperada punzada en el corazón… "por siempre"… eso… ¿por cuanto sería? La sangre animal clamaba un pronto encuentro sexual pero aún así su mente se pobló de confusión y miedo… mientras allá afuera se desataba por completo la tormenta.
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El día era hermoso y agradable. Kagome respiró hondamente mientras miraba por la ventana del cuarto la inmensidad azul y quieta que estaba en frente. Se volvió con una sonrisa hacia él que dormía y entonces se acercó con suma lentitud a su lado. No alcanzó a llegar a la cama cuando Inuyasha abrió los ojos. Ella se detuvo en seco, no por el echo de que se despertara tan repentinamente, sino por el color de sus ojos y el extraño brillo de ellos. Eran naranjas casi, como las llamas de una hoguera y con tenues matices dorados que a pesar de lo maravillosos que lucían, no dejaron de causarle sorpresa. El hombre sonrió y estiró su mano.
- Ven…
Kagome intentó tranquilizarse y le sonrió, al acercarse y posar su mano sobre la suya sintió la fuerza con que se la retenía y el impulso brusco que él tomó para acercarla a su lado la hizo caer sobre su pecho de súbito. Inuyasha la soltó de inmediato y se había inclinado para levantarla, ella sonrió intentando tranquilizarlo mientras se erguía y aguantaba algo el dolor de su mandíbula.
- No… no... tranquilo… fue mi culpa…
Él la miró pasmado un segundo y Kagome intentó sonreír más.
- Tranquilo… me tropecé…
- No… - Murmuró él y su rostro se contrajo-… fui yo… perdóname… no medí… mi fuerza… - Tragó con dolor sin atreverse a decir que los cambios ya habían comenzado. No, no se lo diría. Ella se sentó a su lado y lo contempló. ¿Era su imaginación o lucía más… robusto, musculoso, grande? Entreabrió los labios sin saber si estaba errada o en verdad era la primera vez que lo miraba, pero luego pensó que no… no… él… lucía distinto… ¿cuanto faltaba para luna nueva?... ¿días?- Ey… pequeña… - La llamó de pronto tomando una mano y mirándola con una sonrisa- ¿Qué sucede?... ¿estas bien?... ¿no me mientes?- Las ultimas palabras fueron entonadas casi con angustia, ella pestañeó confundida y le besó los labios.
- Claro que no… - Se recostó en él aspirando el aroma de su piel, enterró el rostro en su pecho y sus dedos se posaron sobre él tanteando lo extremadamente dura que estaba, parecía casi acero. Respiró con dificultad y alzó la vista intentando parecer tranquila.- Ya tengo hambre… ¿podemos ir a comer? Debe ser pasado del mediodía…
- Yo también tengo hambre… demasiada... – Respondió levantándose de la cama y dándole un beso en la mano-… sí, salgamos de esta habitación. Caminó con pereza al baño mientras Kagome lo observaba desde la cama. Luego sacudió la cabeza e intentó sonreír. Qué ocurrencias… ¿cómo que había cambiado? Eso no podía ser… no podía ser porque aún no era luna nueva…
Sentados en el salón de comidas casi desierto, ambos comían y reían felices de la vida, olvidando por momentos las circunstancias en que se encontraban. Inuyasha posó su mano sobre la pequeña de ella y la miró con devoción, había tenido un sueño, un hermoso sueño que le había devuelto la alegría y la esperanza de su vida. Kagome, vestida con un traje de encajes color azul intenso, lucía más que radiante y bella.
- ¿Sabes?... tuve un sueño… un sueño… - Y su sonrisa se ensanchó al notar la atención de aquellos ojos calidos y castaños sobre sus pupilas-… que me complació gratamente.
- ¿Un sueño?... ¿Cuál?- Preguntó ella expectante.
- Que me dabas un hijo… - Respondió.-… un hijo fruto de nuestro amor… y tenía tus labios… y tu cabello…
Kagome sonrió feliz y se inclinó a él.
- Pero… eso no es un sueño… puede ser real… un niño… o niña… de los dos… - Kagome sollozó de felicidad-… nada sería más perfecto ¿verdad?
La sonrisa de Inuyasha desapareció de pronto súbitamente. Kagome también dejó de sonreír al verlo tensarse sobre la mesa y mirar hacia todos lados. Se sorprendió de su actitud, parecía como si estuviera a la caza de algo… la joven tembló y se inclinó sobre él.
- ¿Qué sucede?- Su voz sonó temblorosa y entonces el hombre se dio cuenta de lo que hacía, respiró profundamente y le sonrió intentando calmarla.
- No… no… - Murmuró pero sus ojos seguían mirando a su alrededor, como si estuviera buscando a alguien.-… no, creí haber visto a alguien. Entonces, antes que Kagome se tranquilizara, él se puso de pie y se tensó. Lo vio con los ojos fijos en el frente y ella volteó. Su corazón pareció dolerle de pronto. ¿Porqué? No lo supo, pero el ver aquel hombre uniformado entrar le causó un malestar inexplicable. Era muy alto y de cabello castaño semi rizado, ojos fríos y calculadores, alto y fornido. Sonreía a Inuyasha y se acercó con lentitud a ellos. Traía una comitiva de soldados de bajo rango que lo siguieron de cerca.
- Soldado Taisho… - Dijo. Kagome tembló un momento y posó entonces sus ojos en Inuyasha. El joven había estirado su mano y le sonreía a aquel sujeto.
- Buenas tardes, General- Saludó él con respeto. El hombre sonrió y luego posó sus ojos en Kagome. Inuyasha le tomó la mano ayudándola a ponerse de pie-… ella es… mi esposa.
Kagome intentó sonreír, pero cuando el sujeto tomó su mano y la besó sintió escalofríos.
- Mi nombre es Naraku, señora… pero vaya… qué suerte tiene usted, soldado… jamás había visto una mujer tan hermosa- Sus ojos oscuros parecían clavarse en ella y la joven sólo pudo sonreír y apartar la mano lo más pronto posible.- ¿Luna de miel? – Preguntó con su voz fuerte y esta vez mirando a Inuyasha-… ya lo creo ¿no?
- Sí, señor… - Respondió Inuyasha intentando parecer amable pero Kagome sabía que estaba nervioso-… ¿Recuerda? Solicité este permiso especial…
- Claro, claro… lo recuerdo perfectamente… - Sonrió, posando sus ojos en Kagome-… debe aprovechar su permiso… nunca se sabe cuando será llamado a enrolarse nuevamente.
- Pero he escuchado que ya no hay tanta tensión con el país vecino.- Dijo la muchacha mirándolo con seriedad. El hombre le sonrió son burla y dirigió sus ojos hacia Inuyasha nuevamente.
- Ella tiene razón… pero… nunca se sabe…
Se produjo un silencio extraño en el ambiente, Inuyasha intentó parecer cortés, al fin y al cabo era su superior al mando.
- ¿Y que hace por aquí, señor?
- Tuve una reunión con una persona- Respondió quietamente-… ya sabe… cosas de militares…
- Claro… - Sonrió Inuyasha forzosamente. El hombre volvió a mirar a Kagome y dio un suspiro.
- Bueno, debo irme ya. Iba a comer algo pero creo que se demoran bastante en traer la comida… y yo no tengo mucha paciencia… - Tomó la mano de la muchacha y la besó, luego miró a Inuyasha y el joven inclinó su cabeza en señal de despedida-… Nos vemos…
- Sí, señor.
De pronto la felicidad que los había embargado había desaparecido. Kagome se quedó en silencio y luego de un largo momento se sentó pesadamente sobre la silla. Él la imitó y ambos se miraron a la cara.
- Inuyasha… él… ¿es peligroso?- Lo preguntaba por si los delataba en su pueblo, pero eso no podía ser… ese hombre ni siquiera sabía en donde vivían.
El joven hombre posó otra vez su mano sobre la suya y sus ojos sin embargo se perdieron en la puerta por donde había salido su superior.
- No… no creo… él es un general… a pesar de… lo escalofriante que suele ser su actitud…- Murmuró y luego posó sus ojos en Kagome-… él sabe de lo que padezco… y nunca me ha hecho ni dicho nada… al contrario… además… seguro que ahora se va al fuerte de la costa…
Kagome lo observó con seriedad pero aún así sentía el dolor punzante en su pecho. Recostó la espalda en la silla y miró hacia la ventana intentando tranquilizarse. Era inútil… a pesar de las palabras de Inuyasha… había algo que la inquietaba… un mal presentimiento.
Continuará…
PD: Jejeje, cuando aparece Naraku en escena todos tiemblan ¿no?. Bueno, veremos qué pasa. Muchas gracias por los casi 600 reviews, wow, arigatou, arigatou, gracias sinceramente.
Nos vemos.
Lady Sakura Lee.-
