Capítulo 30: "La decisión de Inuyasha"

Se detuvo impávido ante la sonrisa inocente que ella le brindaba, pestañeó confundido y volvió a mirarse las manos con asombro. Habían sido tantas noches como estas, tantas noches de dolor y pesar, miedo e incertidumbre, horror y desesperación… y ahora… ¿todo eso había acabado?... ¿así?

- No… no puede ser… - Murmuró en un susurro incrédulo aún. Se dejó caer a un lado de la muchacha dando un suspiro y sus ojos se perdieron en el techo oscuro de la caballeriza. Kagome se ladeó y lo abrazó, de inmediato el muchacho la recibió en su pecho pero aún sus ojos seguían fijos en lo alto.-… no puede ser… pero… entonces… fuiste tu… - Ladeó el rostro y la vio sonriente-… siempre fuiste tu… tu amor…

Ella entrecerró sus ojos y aspiró su aroma tan varonil. Estaba agotada, pero feliz del acontecimiento.

- Estuviste bajo aquel hechizo por estar seguro del amor de Kikyo… - Murmuró la chica casi a punto de quedarse dormida-… que no fue real… porque ella te rechazó…

- Y creo que después de todo… eso fue lo mejor que pudo haber hecho… - Agregó Inuyasha, esta vez con convicción. Kagome abrió los ojos y lo miró sin entender. El joven le sonrió con tranquilidad y le dio un corto beso en la sudada frente-… de otra forma… ahora no estarías conmigo… ni yo sería tan feliz…

La muchacha sonrió una vez más dando un extenso suspiro de alivio y finalmente cayó rendida de sueño. Él la cubrió con el vestido que estaba a un lado sin dejar su abrazo protector y sonrió. Tal vez otra vez estaba soñando, tal vez lo que estaba pasando no era real… había sufrido tanto desde aquel encuentro con Tsubaki, había perdido cada vez más las esperanzas después visitar médicos y curanderos, se había sumergido en la desesperación cada vez que se transformaba irremediablemente, este donde este, en un horroroso demonio y ahora… tan sólo la vez en que Kagome, su Kagome, lo había visto y lo había recibido en sus brazos bajo el más sincero y puro amor, había logrado volver a la normalidad. Maldita hechicera Tsubaki… haberle dado aquella lección de esa forma… sonrió aún sin creer y volvió a mirarse la mano sin garras… entonces… era éste el inicio de una nueva vida… ¿no? De pronto escuchó ruidos y se incorporó súbitamente. Miró a su alrededor recordando los últimos acontecimientos sucedidos… Observó ansioso y casi retuvo el aire unos instantes, alerta ante un nuevo movimiento, pero todo volvió a su normal silencio nocturno. Suspiró aliviado. Debió haber sido el sonido del viento. Se recostó otra vez observando a la muchacha que aún yacía dormida tranquilamente a su costado. Era su ángel, siempre lo pensó que era… lo había salvado del infierno en que vivía y ahora… ahora… su pensamiento se oscureció… había que solucionar algunas cosas para tener la tan ansiada y esquiva felicidad…

- ¡No!- Protestó ella mirándolo como si se hubiera vuelto loco. Inuyasha se levantó y comenzó a vestirse desviando la vista- No, Inuyasha… - Prosiguió temerosa-… ahora no… - Murmuró.

- Es lo mejor, entiende… - Sus palabras eran relativamente tranquilas y aquello le causaba más inquietud. No, no podía permitirlo, las cosas no finalizarían así, tan fáciles como él creía.

- Pero a ellos no les importará… - Suplicó Kagome-… si vas ahora y te entregas a la policía… te encerrarán de igual forma… - Ella sollozó al sólo imaginarse lejos de él. Inuyasha notó el quebrar de su voz y volteó. Verla tan abatida y triste, por él… era algo que simplemente no podía tolerar. Se inclinó hacia ella y le tomó el rostro obligándola a mirarlo a la cara. Sintió la punzada en el corazón al notar que sus bellos ojos castaños estaban inundados de lágrimas.

- Si… - Tragó con fuerza aclarando la garganta que sentía de pronto seca-… si lo hago ahora acabaré con todo este lío pronto… Kagome… ellos verán que ya no soy un monstruo… y me dejarán en libertad…

- Pero hay gente que realmente quiere verte mal, Inuyasha… - ¿Cómo evitar no recordar que en el pueblo muchos de los aldeanos simplemente lo detestaba. Uno de ellos su propia hermana.

- Tranquila… no soportaría vivir de fugitivo toda la vida… - Respondió él, cuando en cambio lo que no soportaba pensar era darle una vida así a Kagome-… mientras más pronto sea que me entregue, más pronto se solucionarán las cosas… los médicos no pueden encerrar a un hombre sano ¿verdad?- Sonrió ampliamente intentando tranquilizarla. Kagome se perdió en su mirada dorada un instante. Tenía razón, maldita sea, la tenía… él debía aclarar las cosas ahora que era un hombre normal… pero… ¿y qué si las cosas se complicaban?

Caminaron esta vez en silencio los extensos terrenos de la región. No debió haber sido así, pensó Kagome. Debió haber sido un regreso a casa lleno de felicidad y esperanzas. Aferró más la mano a la suya y lo miró. Su perfil tranquilo la calmó por un momento. Al fin y al cabo, lo peor ya había pasado. No se convertiría más en un monstruo y por lo tanto no sería encerrado en algún lugar. Sólo debía comprobarles a los demás que él era normal, que no era peligroso. Cerró los ojos dando un suspiro.

La mansión de Inuyasha, y que ahora era el hogar de ella también, los recibió de pronto. Ambos caminaron más rápido ante el asombro de la servidumbre. El más feliz y a la vez preocupado era Myoga. Por la mirada que tenía sobre Inuyasha, Kagome sospechó que deseaba saber lo que había pasado. El joven amo le sonrió con su extraña calma y una vez en que sólo los tres subían las escaleras él habló.

- Amo… amo… ¿ella ya lo vio?- Refiriéndose a Kagome. La muchacha le sonrió y le tomó un brazo.

- Tranquilo anciano Myoga… todo esta ya solucionado.

El hombrecillo abrió sus ojos de sorpresa y se quedó estático unos momentos. Cuando la pareja llegó a su habitación, él abrió la puerta y sugirió a la muchacha que entrara primero para explicarle a Myoga. Ella asintió de inmediato.

- Todo se ha solucionado… - Murmuró con una amplia sonrisa. Myoga abrió más los ojos casi sin creer lo que estaba escuchando. Pero también era extraño la forma en que lo observaba, era demasiado serena y feliz y el tono de su voz era el mismo de cuando era un muchacho lleno de vida, años atrás. Ya nada quedaba del agrio y triste hombre que sólo deseaba morir.

- Pe… pero… ¿cómo es eso?- Musitó apenas. El joven sonrió más.

- Fue Kagome, ella me aceptó tal cual era… fue su amor… su amor verdadero… me salvó…

Myoga pestañeó confundido y luego lo miró como si estuviera loco ¿cómo que la muchacha lo había salvado? Entonces esbozó poco a poco una pequeña sonrisa.

- Entonces… todo se ha acabado… gracias al cielo… ahora podrá vivir tranqui…

- Pero antes de eso debo cumplir con una cosa- Interrumpió Inuyasha, serio esta vez. El anciano sirviente arrugó el ceño y por el tono de su voz entendió que el asunto era importante. O más que eso.

- ¿Qué hará?

- Soy un fugitivo de algo que es un absurdo… ellos buscan al monstruo, ahora que ya no lo soy no pueden hacerme nada…

- Pero… se arriesga… - Murmuró el anciano con pesar y temor. El muchacho se pasó una mano por su largo cabello negro y suspiró.

- Es algo de lo que estoy conciente… pero quiero acabar con esto, ahora, si es preciso.

La seguridad de sus palabras lo hizo entender que ya él había tomado una decisión. Y si bien aquello era lo correcto, es decir, entregarse y solucionar todo… también cabía la posibilidad que los del pueblo no dieran su brazo a torcer, es decir, que tal vez no entendieran, o quisieran admitir, que su joven amo era un muchacho normal. Intentó no pensar en aquello.

- Les prepararé algo de comida… ¿cuando irá al pueblo entonces?

- Lo más pronto posible, Myoga.

El sirviente asintió con algo de pesar y luego inclinó la cabeza en señal de respeto para luego marcharse. Inuyasha se quedó de pie en el pasillo un momento. A pesar de las circunstancias no tenía miedo, era imposible ahora… su alma estaba liberada… y sabía que Kagome estaría a su lado.

Entró finalmente en la recámara aparentemente solitaria. Un agradable aroma a miel penetró sus sentidos haciéndolo sonreír complacido. Caminó a paso lento hasta la pequeña habitación conjunta, el baño. Ella estaba inclinada sobre la bañera con una mano dentro de ella jugueteando. Se acercó y Kagome volteó.

- Te preparé el baño…

Inuyasha sonrió y comenzó a desvestirse. Entró a la bañera sintiendo que su cuerpo se relajaba por completo, acomodó la cabeza en el respaldo y cerró los ojos por un momento sintiendo como la joven le vertía agua tibia sobre él. Sus ojos dorados se entreabrieron y volvió a sonreírle a la muchacha.

- ¿No me vas a acompañar?

Kagome sonrió nerviosa y tomó un paño que humedeció y luego pasó por su pecho desnudo.

- No… esta bañera es demasiado pequeña.- Respondió con las mejillas ruborizadas. A pesar de la intimidad que ya habían compartido juntos, aún sentía que habían situaciones embarazosas pero no por eso desagradables. Le gustaba que la deseara, le gustara que la mirara de esa forma abierta y seductora haciéndola enrojecer hasta la médula.

- Compraremos una más grande entonces… - Dijo él sacándola de sus pensamientos. Kagome volvió a sonreír y luego su rostro se tensó. No pudo evitar sentirse nerviosa. Inuyasha lo notó y la miró a los ojos, ella bajó la vista y siguió frotándole esta vez los musculosos brazos.- No te preocupes por mi… pequeña… - Susurró. Kagome se mordió el labio y tragó sintiendo que le dolía demasiado la garganta de dolor.

- Yo sé que es lo correcto… - Murmuró evitando llorar-… sé que debes ir para que todo se solucione… y así podamos vivir en paz pero… - Alzó la vista a él y sollozó-… me da miedo… miedo que ellos no quieran ver que realmente eres normal… si ellos te apartan de mi lado yo…

- Kagome, eso no sucederá- Dijo él tomándole la muñeca y mirándola intensamente. Ella ladeó el rostro y suspiró.

- Yo ya no puedo vivir sin ti.

Aquellas palabras tan sinceras, tan puras, tan llenas de amor y devoción hacia él lo dejaron sin habla por un momento. En verdad todo parecía un sueño. Después de tanto tiempo viviendo en la oscuridad… ahora… se sentía plenamente en el cielo, con su ángel. Alzó la mano húmeda y acarició con lentitud el rostro de ella, su mano se detuvo en sus mejillas sonrosadas, sintiendo el calor que ellas emanaban.

- ¿Sabes?- Dijo él sonriendo. Luego deslizó su mano hasta su boca semi abierta y rozó sus labios con sus yemas, ella cerró los ojos un segundo y luego los volvió a posar sobre lo suyos-… por un amor así, se pierde el miedo a morir…

Kagome tragó y un sollozo se escapó de sus labios. Él la besó intentando tranquilizarla. Su beso fue extenso y suave, necesitaba sentirla cerca una vez más… se apartó y le sonrió pasando su mano por el flequillo de ella. Kagome bajó la vista y volvió a frotar, esta vez sus piernas. Se detuvo temerosa en el muslo de color rojizo con una fea herida de bala.

- ¿Cómo va la herida?- Preguntó al fin. El muchacho la observó unos instantes y frunció el ceño.

- No duele tanto como antes… pero sigue causándome algunas molestias… debe ser la bala… - Murmuró arrugando más la frente.-… no sé porqué… no la sacaron allá en la enfermería del regimiento.

- Debe ser extraída… ¿no?- Preguntó temerosa. De inmediato el par de pupilas doradas se clavaron en sus ojos.

- ¿Puedes traerme un cuchillo?... hay algo que me tiene intranquilo… algo que no esta bien… - Dijo él como si se perdiera en sus pensamientos. La muchacha dudó por un segundo, pero luego se levantó y al rato volvió con una pequeña navaja de hoja larga y afilada que había encontrado entre las cosas de Inuyasha. El muchacho salió de la tina cubriéndose con la toalla y se dirigió a la cama en donde se sentó. Allí, mientras Kagome estaba a su lado evitando mirar, enterró la hoja de acero soportando el agudo dolor, pero intentando alcanzar aquella bala perdida. Finalmente, bajo un chorro de sangre que estiló por su pierna, la extrajo. La tomó entre sus dedos sin comprender y Kagome se inclinó para observarla. Era una bala, como todas, pensó ella. El joven la limpió con parte de la toalla y volvió a observarla. Esta vez Kagome escuchó su respirar agitado y miró el rostro del muchacho, que lucía tenso y algo choqueado.

- Qué… ¿qué pasa?

Los labios de Inuyasha se entreabrieron, él arrugó más el ceño y su Manzana de Adán se agitó con fuerza en su garganta. Luego posó sus ojos en la chica que lo observaba preocupada y expectante.

- Es una bala… de plata…

- ¿De plata?- Repitió ella sin entender. El echo de que fuera de ese metal en específico no le causaba demasiada impresión. - ¿Qué significa eso?- Se aventuró a preguntar al ver lo perturbado que Inuyasha estaba, incluso había palidecido.

- ¿No has escuchado las historias?- Dijo él esta vez mirándola directamente. Tragó nervioso y arrugó más el ceño- Se dice, que con balas de plata se puede matar a un vampiro, hombre lobo o cualquier otra clase de criatura…

Ella lo miró sin entender muy bien, luego abrió los ojos con sorpresa y sus labios se entreabrieron.

- Significa que… que…

- Que alguien ha querido matarme, Kagome… y del ejercito… - Murmuró con pesar.

Bueno, de todas formas sabía que sus compañeros lo querían muerto pero… se habían tomado muchas molestias para verlo realmente bajo tierra. Ahora entendía porqué la herida se había abierto más en su estado de monstruo. Claro, su sangre semi animal no toleraba la plata hasta el punto de causarle un insoportarle dolor. Si la persona que había disparado, le hubiera dado en el corazón, seguro que había muerto enseguida y ni siquiera la fuerza descomunal de monstruo lo habría salvado… pero… se suponía que su "mal" sólo era un rumor… aquellos soldados eran en su mayoría jóvenes ignorantes y de poco estudio que ni siquiera lo habían visto cuando era luna nueva, puesto que él siempre se escapaba a los campos para ocultarse. Y sin embargo, alguien se había dado el trabajo de dispararle una bala de plata… sabiendo que eso lo mataría…

- Es ese hombre… - Interrumpió Kagome con la voz temblorosa e Inuyasha la miró arrugando el ceño. Ella incluso tembló al pronunciar su nombre-… Naraku… estoy segura…

- No… no creo… - Respondió incrédulo pero sintiendo algo extraño en su corazón. Era cierto que encontraba su sonrisa falsa y sus gestos, a veces, siniestros, pero de ahí a querer matarlo… ¿y porqué? Además él no sabía de su condición…

- Sí… estoy segura… y también debió ser él, quien reveló nuestro paradero…- Agregó la muchacha poniéndose de pie.

Continuará…

N/A: Ok... no sé que decir... he tenido muchas cosas y por eso no actualizo tan seguido como acostumbro, pero como al fic le queda poco pues... u.u'... gomen en todo caso... espero les guste el cap. escrito con cariño, como siempre jiji. Muchas gracias por sus comentarios y ánimos, y también gracias por agregarme a su msn.

Nos vemos.

Lady.-