Capítulo 31: "Súplica"

Tenía la bala de plata entre sus dedos y los rayos de sol que chocaban con ella destellaban de una forma fascinante, algunos destellos le dieron en sus dorados ojos y él los entrecerró perdiéndose en sus pensamientos una vez más.

Estaba conciente que había gente que deseaba matarlo… más cuando recordaba las noches de luna nueva y salía a la campiña y escuchaba los disparos perdidos de cazadores, que estaba seguro, no iban tras un animal, sino de él. Y sin embargo aquello no le importaba mucho porque siendo monstruo las balas no le causaban el menor daño… pero ésto… La levantó entre sus dedos y volvió a observarla con minuciosidad, ya casi la conocía de memoria y aun así concentró nuevamente sus ojos dorados en ella.

- Inuyasha…

La voz melódica y suave despertó cada fibra de su piel, pestañeó dándose cuenta de lo concentrado y alejado del mundo que estaba. Se levantó de la silla guardando la bala en su chaqueta y posó finalmente sus ojos en la muchacha que lo observaba con infinita tristeza.

Kagome sostenía el peine de carey en una mano y un pequeño espejo en la otra, cuando lo vio tan sumergido en sus pensamientos supo de inmediato que él sentía temor¿y quién no lo tendría? Aquello de la bala específicamente de plata resultaba algo realmente siniestro, pues era indudable que "alguien" deseaba verlo muerto, a como diera lugar. Ella estaba segura que el responsable era ese hombre, Naraku, pues no confiaba ni en su sonrisa cínica ni en su mirada tan fría. Se puso de pie dejando las cosas sobre la cama y caminó hasta él posando sus dedos en su brazo y mirándolo esta vez con súplica, hubiera querido detenerlo, decirle que no fuera al pueblo pero eso ya era demasiado tarde. Tal vez los rumores de su llegada ya se habían propagado y lo mejor era presentarse voluntariamente que hacerlo por "las malas", así que sólo tragó con fuerza y amargura. Bajó la vista deseando no llorar pero aquello le resultaba casi imposible. Resopló y aspiró luego aire a grandes bocanadas intentando contenerse, luego que se dio cuenta que ya no podría soportarlo más se apartó con rapidez pero él la retuvo sosteniendo su muñeca.

- Ey… pequeña… - Susurró acercándose y susurrándole en el oído. La muchacha se estremeció y un sollozo se escapó de sus labios, pero se quedó estática ahí mismo, el joven deslizó ambas manos por su cintura desde atrás y susurrando de medio lado.-… no te aflijas… por favor…

El aliento cálido le rozó la sien y le provocó escalofríos, la muchacha cerró los ojos y volteó.

- Y… ¿si te vas mañana?- Suplicó mirándolo directo a los ojos. – Quédate conmigo, una noche más…

- Lo dices como si jamás me fueras a volver a ver… - Rió entre dientes él besando su frente. Kagome oscureció la mirada.

- Tengo miedo… - Respondió con sinceridad. Sus dedos se aferraron más a su pecho y bajó el rostro-… Inuyasha…

Él suspiró con agobio y la joven levantó la vista a él sonriendo amargamente.

- Los rumores ya deben haberse dispersado… - Murmuró él-… lo sabes… es mejor que me presente yo mismo… las cosas pueden complicarse más si ellos vienen aquí… debo ir ahora…

Kagome suspiró hondamente y su mirada se perdió en un punto de la habitación. Claro que sabía todo eso, ya lo había pensando bastante pero… necesitaba estar en sus brazos una vez más, sólo pensar que él no pudiera volver la dejaba casi al borde del abismo. Pero no, no debía pensar con fatalidad, debería confiar en que las cosas saldrían bien… como sea, un hombre no puede estar toda su vida huyendo…

- Entonces… te acompañaré. – Dijo mirándolo a la cara y con convicción.

El hombre sonrió levemente y la besó con pasión abrazándola tan fuerte como pudo. Necesitaba una vez más sentirla suya, una vez más aspirar su perfume y recibir sus besos dulces que lo llevaban al paraíso. Al fin y al cabo había sido feliz… lo que viniera después… lo que viniera después no opacaría nunca la eterna felicidad de haber encontrado a la mujer de su vida… la que lo había salvado…

En cuanto puso un pie en el cuartel de policía, el sargento mayor lo apresó provisoriamente. Aquello era de esperar, porque a quienes él debía presentarse y ser evaluado era la junta médica. Un grupo de personas llegó hasta afuera del cuartel esperando ver "al monstruo", Kagome apretó los puños de su mano mientras miraba al hombre de bigotes con rabia.

- ¡No es necesario que lo encierre!- Protestó- ¡No ha cometido un delito, no puede tratarlo como delincuente!

Sus ojos castaños se habían vuelto fieros y casi amenazadores, el hombre la observó con cautela tragando apenas y extrañándose de la actitud de ella, sabía que era una muchacha dulce y querida por todos… aquella forma de defender al "monstruo" ese lo dejaba sin palabras.

- Es sólo por seguridad… - Murmuró desviando el rostro y sumergiéndose en unos papales que estaban sobre su desordenado escritorio.

- ¡Él no es el monstruo que todos creen!- Dijo entre dientes dando un puñetazo sobre la mesa llamando así la atención del hombre que se disponía a ignorarla. El sargento de policía alzó la vista y arrugó más el ceño perdiéndose en la mirada fiera de ella. Tragó otra vez, aquel asunto lo fastidiaba realmente, tenían otras cosas que hacer, como por ejemplo velar por la seguridad de los ciudadanos y no preocuparse de aquellos rumores que simplemente encontraba "descabellados"…¿cómo que el gran señor Taisho, dueño de extensas tierras e incalculable fortuna podía ser un "monstruo"?. Y sin embargo había gente influyente que afirmaba que lo era y deseaba verlo en aprietos.

- Lo siento, ordenes son ordenes- Respondió con extrema seriedad a la joven. Kagome lo miró sin expresión y luego ella se incorporó lentamente-… lo siento, al menos hasta que se haga la junta médica. – Respondió como si se intentara excusar ante ella.

La joven suspiró y entrecerró los ojos. Inuyasha no merecía aquel trato que estaba recibiendo, no lo merecía, pero el hombre tenía razón, aquellas eran sus órdenes y pues… nada podía hacer ahora.

- ¿Cuando será la junta?... ¿Y donde la realizarán?- Preguntó con avidez. El sargento tomó un documento algo arrugado y lo leyó.

- Los médicos ya fueron avisados… - Meditó aburrido-… se realizará primero una evaluación al señor Taisho. Luego… supongo que se realizará la junta médica.

- Inuyasha esta sano- Murmuró Kagome fastidiaba cruzándose de brazos.

- Eso lo determinarán los médicos… - Respondió el hombre alzando los hombros-… supongo que será algo así como un juicio…

La muchacha lo miró expectante y confundida.

- ¿Un juicio?... ¿a qué se refiere?

- A que toda la gente asistirá a un espectáculo bastante interesante- Respondió de mala gana. Kagome retuvo el aliento y lo miró con rencor. Decir aquello le causaba una infinita rabia. ¿Pero quién diablos se creían todos ahí?. Hubiera querido darle una bofetada pero él no tenía la culpa de todo lo que estaba pasando. Habían otras personas, otras más interesadas en la desgracia de Inuyasha… y una de ellas era su propia hermana. Ella abrió más sus ojos al darse cuenta de ello, era cierto… Kikyo… Kikyo podía salvar a Inuyasha… si suplicaba… tal vez… tal vez…

La sirvienta la hizo pasar a una espaciosa sala y ella esperó impaciente por eternos minutos. Estaba sentada con los ojos castaños fijos en la puerta, esperando encontrarla pronto. Pero Kikyo se dejó esperar. Exasperada comenzó a caminar de un lado a otro mientras jugueteaba con sus dedos inquietos. Su único objetivo era simple. Suplicar para que Kikyo desistiera de su acusación y así liberaran a Inuyasha.

Sus pensamientos la carcomían, imaginar a Inuyasha encerrado en un calabozo oscuro y sucio la hacía estremecer... ni siquiera había sido permitida para acompañarlo, aunque fuera unos minutos, en la frialdad de su celda.

El reloj cucú dio las 4 campanadas tan fuerte que ella dio un brinco. Volteó exasperada ante la tardanza de su hermana, caminó para ir ella misma hasta su habitación pero no fue necesario, Kikyo apareció de pronto en el umbral, tal alta y distinguida, como siempre. Kagome la observó unos instantes sin decir nada, ella conservaba la frialdad de sus ojos casi idénticos a los suyos, sin embargo esta vez su rostro también estaba tenso.

- Buenas tardes, Kagome- Saludó sin muchos ánimos. Pasó en frente suyo y tomó asiento cerca de la ventana, el sol le dio sobre el pálido rostro. Kagome tragó con fuerza, su actitud distante la atemorizaba un poco… se cuestionó… ¿en verdad ella la ayudaría?

- Hola Kikyo- Saludo levemente tomando asiento delante de ella. Ambas se estudiaron minuciosamente. Kikyo hizo finalmente una mueca y miró hacia el jardín.

- Veo que estas a salvo.- Murmuró.

- Jamás estuve en peligro.- Respondió la muchacha rápidamente. Kikyo ladeó el rostro y la observó casi con rencor.

- No hiciste caso de mis advertencias… te conté lo que él era… te dije que lo había visto… - Murmuró lentamente.

- Tu ni siquiera lo viste, Kikyo… ¿recuerdas?- Kagome levantó una ceja-… te desmayaste…

- Porque fue horroroso- Respondió como si lo estuviera viendo en ese mismo momento, se había estremecido por completo y su rostro palideció aun más.-… debería estar muerto…

- ¡Basta!- Protestó Kagome poniéndose de pie y perdiendo la paciencia.- él no es un monstruo, esta sano… y necesito que lo entiendas y dejes de odiarlo. - Sus palabras poco a poco perdieron el orgullo y se tornaron casi de súplica. Kikyo la observó muda unos segundos, la menor de las Higurashi sólo deseaba que las cosas fueran más fáciles pero el rostro sin expresión de Kikyo le anticipó que las cosas no serían como ella deseaba.

- ¿Crees que aún puedes tener todo lo que quieres?- Preguntó al fin. La joven la miró sin entender- Papá siempre cumplió todos tus tontos caprichos… y crees que aún puedes hacer tu voluntad… papá sólo tenían ojos para ti… y luego también… él… Inuyasha…

Kagome la miró confundida ¿pero de qué diablos le estaba hablando? Luego movió la cabeza sonriendo con ironía… Kikyo hablando de mimos… ella precisamente…

- No puedes decir eso… - Murmuró al fin fijando sus ojos en ella-… que absurdo… papá me mimaba porque tú tenías toda la atención de nuestra madre… y tal vez también te hubiese mimado, si tan sólo hubieras querido recibir su cariño en vez de estarte preocupando en ser una perfecta señorita casadera.

Kikyo se levantó exasperada de su asiento y se acercó a ella.

- ¿A qué viniste?- Preguntó con ironía- Si es por lo de tu herencia… eso ya esta solucionado, el dinero esta depositado a tu nombre en el banco… - Levantó una ceja-… tal y como lo quería nuestro padre…

- No vengo por la herencia- Respondió ella bruscamente-… ya te lo dije Kikyo… Inuyasha esta en la comisaría esperando la evaluación de los médicos… él esta sano y no tiene que pasar por estas cosas… - Tragó con dolor y la miró con súplica suavizando la voz-… la denuncia es tuya, lo sé, necesito que la retires… por favor…

Kikyo sonrió ampliamente y volteó. Kagome apretó los puños de sus manos, en ese momento tuvo deseos de golpearla, sabía que estaba feliz por el destino de Inuyasha.

- ¡Ja!... ¡Yo no haré nada!- Respondió cruzándose de brazos. En ese momento Sesshoumaru entró a la habitación y se detuvo al ver a Kagome casi a punto de llorar.- Inuyasha merece pagar, merece lo que le esta pasando.

Kagome ocultó el rostro entre sus manos y se sacudió temerosa moviendo la cabeza y sintiéndose de pronto débil y mareada. No podía creer en la dureza de sus palabras, de su corazón… ¿porqué?

- No puedes ser así con él… Kikyo… - Murmuró retirando las manos del rostro justo en el instante en que Kikyo volteaba y se sorprendía de la presencia silenciosa de su esposo-… por favor… ayúdame… ayúdalo… tú puedes salvarlo… te lo suplico… por favor…

La vio seria esta vez pero sus ojos no estaban fijos en ella, sino en alguien más. Kagome volteó y sorprendida se dio cuenta de que no estaban solas en la sala. Sesshoumaru observaba silencioso a Kikyo un momento y luego ladeó el rostro para observar a Kagome. Ella tragó fuertemente, sus ojos dorados le recordaron a Inuyasha, solo en su celda y esperando salir libre… y pensar que eso dependía de su antigua novia... de Kikyo…

- ¿Qué dices, Kikyo?- Preguntó él de pronto con la voz tan ronca como la de Inuyasha.-… creo que ya has ido demasiado lejos…

La mujer frunció el ceño e hizo una mueca fastidiada.

- Creí que estabas de acuerdo conmigo.

El hombre abrió un poco más sus ojos dorados y luego la observó con severidad.

- Es mi hermano…

Aquello sorprendió un poco a Kagome. Entonces él no estaba de acuerdo con la decisión de si esposa, eso significaba algo. Miró esperanzada a Kikyo esperando que cambiara de decisión, pero la mujer seguía seria o más aun, enojada, la vio morderse el labio muy fuerte y mirar fijo al hombre.

- No cambiaré de decisión, él es un monstruo, merece lo que le esta pasando.- Respondió secamente. Kagome sollozó y Sesshoumaru la observó un momento más para luego salir de la habitación sin decir una sola palabra. La muchacha se sentó en la silla más cercana y ocultó el rostro entre sus manos. ¿Qué podía hacer? No dejaría que Inuyasha pagara por algo que ya no era¡jamás!... pero… necesitaba buscar una salida, una salida ahora sin la ayuda de su hermana… sintió rabia y repugnancia de su actitud, entonces alzó el rostro y la miró.

- Porqué…- Gimió con rabia-… dime porqué… ¡porqué lo odias tanto!

Kikyo la miró sin expresión… y ni siquiera las lágrimas de su hermana menor la conmovieron. Odiaba a Inuyasha, era cierto… y su único deseo era verlo muerto. No lo salvaría… él no se lo merecía.

Continuará…

N/A: Ya, el otro cap. es el final. Este es el fic más extenso que he escrito y me ha agotado al máximo, jaja, pero me siento satisfecha del trabajo. Sin embargo, luego me tomaré "vacaciones de escribir fics" (sólo un par de semanas :P)...ayer cumplí dos años escribiendo fics de Inu, así que lo merezco ¿no?jaja.

No quería que Kikyo me saliera tan pérfida pero... vaya... realmente dan ganas de pegarle un puñetazo jaja... ya diré poqué ella odia al lindo de Inu y como se soluciona todo... claro, en el prox. y final cap.

Gracias por el apoyo, por los reviews y por leer.

Lady.-