Junio 1816
A los pocos días que llegó a Pemberley, Darcy visitó la granja del Sr. Carter. Para el Sr. Carter la visita no fue extraña ya que el Sr. Darcy tenía costumbre de visitar a sus inquilinos, y además era uno los principales compradores de las frutas que producía.
Al principio comenzaron a hablar sobre la productividad de la granja y Darcy trató de direccionar la conversación hacia las hijas del Sr. Carter, y su hermana que estaba por casarse…
"… dado que la Srta. Carter se va a casar en dos meses, ¿no ha pensado en casarse nuevamente para que sus hijas tengan una madre?"
"Recientemente lo he estado pensado seriamente." Respiró hondo, "Pero hasta ahora no he tenido tiempo, y honestamente tampoco tenía deseos de buscar esposa." Suspiró, "Debo hacerlo por mis hijas."
"No quiero parecer entrometido, pero en Londres casualmente me encontré con la Sra. Smith, probablemente la recuerde como la Srta. Alton, y está en una situación similar a la de usted."
El Sr. Carter lo miró con curiosidad y un poco de desconfianza, "Me acuerdo de la Srta. Alton, y que fue un escándalo cuando huyo con el capitán Smith. No entiendo que tiene que ver su situación con la mía."
Darcy respiró hondo,pero sin darse cuenta, evitó mirarlo a los ojos, "Su esposo murió en Waterloo y tiene una hija de dos años. Por lo poco que hablé con ella, desea casarse nuevamente para que su hija crezca con un padre."
El Sr. Carter, no era tonto, y le pareció muy extraño el comentario del Sr. Darcy. Sabía de hombres poderosos como el Sr. Darcy que dejaban embarazadas a mujeres de posición social inferior a ellos y muchas veces las ayudaban a que se casaran con hombres de su posición social. De hecho, el padre del Sr. Darcy hizo eso años atrás con la Sra. Wickham… "Sr. Darcy, lamento mucho lo que paso con la Sra. Smith, pero preferiría que mi esposa sea una mujer de moral intachable. La Sra. Smith huyó con un soldado, incluso corrieron varios rumores que nunca se casó con él, y no me parece un buen ejemplo para mis hijas."
Darcy asintió, pero igual insistió, "No lo había pensado de esa manera. Lo que me pareció fue que como ella tuvo una buena educación podría enseñarles a sus hijas a leer, escribir, y tocar el piano."
El Sr. Carter asintió, era cierto que de las mujeres que conocía la mayoría apenas sabían leer y escribir - e incluso algunas eran analfabetas - y ninguna de ellas sabía tocar el piano. Su hermana era una excepción porque él se había esforzado mucho para pagarle un maestro de piano; pero su granja era más grande que la de la mayoría de inquilinos y su familia más chica. "En eso usted tiene razón, pero eso no quita que prefiero que mi esposa sea una mujer de moral intachable a que sepa tocar el piano…"
Después de la conversación con el Sr. Carter, Darcy volvió a su casa muy pensativo. Era irónico que un granjero se preocupara mucho más por el carácter y la moral de una potencial esposa que la mayoría de los caballeros de la alta sociedad de Londres, incluido él.
Con vergüenza recordó que cuando decidió casarse con Lady Maria, lo que más valoraba de ella eran sus conexiones con la nobleza, y que pensaba que tenía una buena dote. En ningún momento pensó en su carácter ni en su moral… y lo peor del caso es que la única mujer de la que estuvo enamorado, lo rechazó tajantemente por las deficiencias de su carácter…
Con vergüenza también pensó en su hija, Anne Darcy; salvo pagar una nodriza y darle su apellido, prácticamente nunca la iba a ver a la guardería. ¿Acaso eso no era muestra de las deficiencias de su carácter?
Por otro lado, si bien era cierto que la situación de Margareth era triste, ella fue clara al decirle que prefería ser su amante a la respetabilidad del matrimonio. ¿Acaso eso no era una prueba de las deficiencias del carácter de ella?
Sin embargo, quería que el Sr. Carter se casara con ella, aunque ella tuviera dudosa moral. Nunca pensó en las hijas del Sr. Carter…, sino que sólo pensó que de esa forma solucionaba su problema y no iba a tener ningún cargo de consciencia.
Hasta ese entonces, consideraba que el era un hombre de moral intachable e incluso superior a los demás. No era un libertino, ni mucho menos. Eran contadas las veces que había ido a un establecimiento de caballeros, jamás se había aprovechado de una sirvienta ni de una señorita y nunca había tenido una amante…, pero ¿eso era suficiente para ser un hombre de moral intachable?
Había sido toda su vida un hombre orgulloso y egoísta…, y lo triste es que Elizabeth Bennet tenía razón cuando le dijo que uno de sus defectos era su falta de consideración por los sentimientos de los demás…
