Febrero 1817
Como lamentablemente suele suceder después de un período largo de guerras, muchas mujeres perdieron sus padres y esposos, y con ello gran parte del sustento económico de la familia. Las más desafortunadas tuvieron que recurrir a tareas y trabajos inimaginables para poder subsistir y alimentar a sus respectivas familias.
Elizabeth y su suegra, eran muy conscientes de las dificultades que muchas mujeres estaban pasando, y por ello, dos veces a la semana junto con otras señoras – mayoritariamente esposas de oficiales de alto rango - ayudaban en una institución de beneficencia que tenía como cometido ayudar a dichas mujeres. Elizabeth y su suegra les enseñaban a leer y escribir a las que así lo desearan, hacían ropa para los niños, incluso donaban pequeñas sumas de dinero.
La institución además recibía donaciones de varias familias ricas y dinero del Gobierno. Todas las mañanas un grupo de cocineras horneaban pan, y hacían una comida sencilla para unas treinta mujeres que eran las que estaban en situación más precaria.
Un día a fines de febrero, Elizabeth estaba cosiendo ropa con su suegra y otras seis mujeres, cuando escuchó una conversación entre dos de ellas – la hija de un general y la esposa de un coronel - que le llamó la atención.
"… hace unos meses que no vienen por aquí Sally Toner, Mary Johns y Margareth Smith."
"Por lo que me enteré, Sally se casó el mes pasado con un hombre varios años mayor que ella que tiene dos hijas. Está trabajando en el pequeño comercio de su marido, y aparentemente está contenta. No se nada de Mary Johns, pero me encontré con Margareth hace unos días en el mercado. Estaba contenta porque consiguió un nuevo patrón."
"¿otro amante?" la otra mujer abrió muy grande los ojos, "pensé que había dejado atrás esa vida."
"Si, también pensé lo mismo. Pero por lo que me dio la impresión, está contenta con su situación."
"¿Te dijo quién era?"
"No me dijo el nombre. Solo me dijo que es un caballero muy rico, guapo, viudo, y que tiene poco más de treinta años. Aparentemente es muy considerado con ella, y según ella, es un placer 'servirle'. Me dijo que la primera noche que estuvieron juntos le dio dinero para pagar al doctor de su hija e incluso para pagar el alquiler por más de un año."
"Si es así, me alegro por ella. Es cierto que tiene una hija que nació antes de tiempo… ¿Sabes si la niña está mejor?"
"Por lo que comentó está mucho mejor. Me dijo que el tratamiento que el doctor le recomendó fue caro, pero efectivo."
"Me alegro… Sabes que mi hijo menor también nació prematuro, y por varios meses temimos por su vida…"
Elizabeth conocía superficialmente a la Sra. Smith ya que el capitán Smith estaba bajo el mando de su esposo y también murió en Waterloo. Sabía que trabajaba para una modista de Cheapside, que tenía una niña que había nacido prematura y por unos meses estuvo grave…, pero no sabía que había tenido que recurrir a tener un amante. Tampoco era de su incumbencia, ni estaba en condiciones de dar clases de moral ya que sabía muy bien que muchas mujeres apenas lograban sobrevivir con la pensión de sus maridos.
Se sentía muy afortunada que, pese a la muerte de su esposo, su situación económica era muy buena y jamás iba a estar en una situación como la de Margareth Smith.
Extrañaba vivir en el campo, pero era consciente que Londres tenía las ventajas que la casa donde vivía era de ella y además vivían cerca los Gardiner, que además de la Sra. Barton eran un gran apoyo emocional.
La Sra. Maxwell, con la que mantenía una fluida correspondencia, la invitaba seguido a que fuera a visitarla a Ramsgate, e incluso la visitaba las pocas veces que la buena señora estaba en Londres. Pero, por el momento Rose era muy chica para viajar, y además si era honesta consigo misma, Ramsgate le traía demasiados recuerdos de Jane, Frederick e incluso de su esposo.
No es que quisiera olvidarlos, ni mucho menos, pero sabía que aún su corazón era muy frágil para revivir esos recuerdos.
