Enseguida que llegó a su casa, con la valiosa ayuda de la Sra. Dawson buscaron los baúles donde estaban guardadas algunos juguetes que habían sido de Georgiana. No había nada de cuando era muy pequeña, ya que la primera vez que su hermana vino a Londres tenía siete años. Lamentablemente había muy pocas cosas que se pudiera donar a la Institución: solo dos muñecas y un jueguito de té. El único vestido que estaba guardado era muy lujoso para donarlo.
Posteriormente, le mando una nota a su primo con la propuesta de hacer una cena para conocer mejor a la Srta. Holmes. Su primo aceptó encantado, pero primero debía consultar con ella y su padre.
Al día siguiente, sobre las 3:00 de la tarde, fue a la Institución a llevar los juguetes, hojas y tinta, ya que sabía que Elizabeth iba a estar a esa hora. Aunque le tentaba la idea de acompañarla caminando a su casa, quería evitar encontrarse con Margareth ya que el día anterior había visto que estaba su hija en la Institución. Aún no había resuelto si era oportuno hablar con Margareth para dejarle claro que no tenía interés en ella, o simplemente ignorar su mensaje.
Llegó a la Institución con un gran paquete y fue enseguida a buscar a Elizabeth. Estaba en la sala de los niños más grandes enseñándoles a leer y escribir. Al verlo, Elizabeth sonrió levemente, y le dijo que la esperara unos minutos mientras terminaba la lección.
Se sentó en una silla en la punta del salón para poder observarla detenidamente. Los niños le prestaban mucha atención – casi tanta como él – y ella genuinamente se preocupaba para que ellos aprendieran…
"Sr. Darcy, lamento que haya tenido que esperar que terminara la lección." Sonrió levemente y miro el gran paquete que había al lado de la silla, "¿Son los juguetes de su hermana?"
"Efectivamente, aunque la mayoría de cosas están en Pemberley.", la miró con amplia admiración, "La felicito; es usted una muy buena maestra y fue un placer verla dar clase." Abrió la caja y comenzó a mostrarle los juguetes, "Estos son los juguetes que me parecieron más adecuados, son muñecas y un juego de té. ¿Les parece que pueden ser útiles?"
Lizzy miró las muñecas, y sonrió. Eran muy bonitas, y muy caras. Estaba segura que las niñas iban a estar encantadas jugando con ellas. El jueguito de té era de porcelana con delicadas flores pintadas. "Las niñas van a estar encantadas con estos juguetes…"
En ese momento de la conversación, entró la Srta. Holmes, que se habían enterado que el Sr. Darcy había vuelto con una gran caja y estaba con Elizabeth.
"Buen día, Sr. Darcy. Es un gusto verlo."
"El gusto es mío, Srta. Holmes. Espero que se encuentre bien."
"Muy bien, gracias. Quería agradecerle por su gentil invitación, y decirle que con gusto iremos este jueves a cenar su casa." Miró a Elizabeth y sonrió, "Espero que tú y la Sra. Barton también vayan, así no soy la única dama."
Elizabeth miró a Eleonor y después al Sr. Darcy, pero antes que pudiera contestar el Sr. Darcy agregó, "Para mí y para mi primo, será un honor que ustedes acepten la invitación." Le dijo Darcy con una gran sonrisa.
Elizabeth respiró hondo y asintió. Se sentía muy confundida con la situación y en particular con el Sr. Darcy. En los tres días que se habían visto, había sido muy amable y considerado con ella. Ya no había vestigios del caballero orgulloso y arrogante que había conocido años atrás..., y si era honesta consigo misma estaba intrigada con los cambios en el carácter del Sr. Darcy y disfrutaba de su compañía.
No era tonta, y sabía bien que los caballeros como el Sr. Darcy no perdían tiempo visitando instituciones como esa, y mucho menos conversaban con las empleadas y voluntarias para ver cómo podía ayudar. ¡Cinco años atrás, jamás se habría imaginado que el Sr. Darcy era un hombre tan compasivo y que donaba dinero a instituciones de beneficencia! No sabía exactamente cuáles eran las intenciones del Sr. Darcy…, y tampoco sabía si quería saber la respuesta. ¡Estaba muy confundida!
PPP
Darcy regresó a su casa antes de las 5:00, y enseguida habló con la Sra. Dawson sobre la cena del día jueves. Todo debía estar perfecto; no quería que fuera una cena lujosa, y después de escuchar las sugerencias de la Sra. Dawson se decidió por tres platos sencillos y dos postres. Posteriormente, eligió la partitura que deseaba pedirle a Elizabeth que tocara esa noche; era la que había tocado en casa de los Lucas años atrás…
