Brisa de mar
Capitulo 9
Uno de los recuerdos más nítidos de Shoto, es cuando a los siete años, Touya se escapó para ir al Awa Odori. Es imposible olvidarlo, si fueron despertados por el escándalo que hacia su hermano siendo traído a rastras por su padre. Él, junto a Natsuo y Fuyumi, observaban por la ventana, escondidos en los bordes.
La mañana siguiente, Touya mostraba un pómulo inflamado, con tintas moradas apareciendo, al igual que en distintas partes de sus brazos; aun así, contaba emocionado a los menores, todo lo que había visto en el festival. Las danzas de distintas compañías, algunas solo conformadas por omegas que bailaban agitando sus abanicos, esparciendo sus feromonas al público. Recuerda a Fuyumi escandalizarse por aquello, mientras Natsuo reía alegre y preguntaba que tan bien olían.
"–Un día iremos todos a verlo."
Shoto se había emocionado, confiando en su promesa.
Para él, Touya era la contraparte de todo lo que le habían enseñado y fue por esa misma razón, por la que su padre le enviara a un internado para alfas tiempo después, desencadenando con la ira de Natsuo. Sus hermanos habían sido siempre muy unidos y verse de pronto separados sin previo aviso, desato en Natsuo sentimientos que nunca había visto. Shoto lo recuerda colérico y mal educado su última temporada junto a ellos; ya que, incapaz de poder hacer algo al respecto, decidió irse de casa. Desobedeciendo todo lo establecido, clavando el puñal al casarse con una omega viuda.
No era extraño que un alfa volviera contraer matrimonio luego de deceso de su pareja, muy por el contrario de lo que se esperaría de un omega. En esos casos, lo correcto era permanecer solo el resto de su vida, siendo muy mal visto que volviera a comprometerse. Por ello, el escándalo tan grande que se formara alrededor del matrimonio de su hermano.
Ahora, siendo ya mayor, Shoto comprende que Natsuo busco a su omega adrede. Una mujer adinerada que le llevaba muchos años por delante y que sería la estocada perfecta a las apariencias con las que su padre presentaba a su familia. Comprende también, que Touya hubiera ingeniado algo similar a su regreso, rechazando a todos los omegas que su padre le presentaba. Era descortés adrede, incluso vulgar y ofensivo, según oyó una vez durante una pelea en que su padre de recriminaba haber insultado al omega que se le presentó. Si el internado había menguado su rebeldía, poco o nada se notaba.
"–Basura, nada romántico"
Era la frase que repetía cada que una carta de Tenya llegaba. Shoto solía ignorarle, creyéndole equivocado en su manera de ver la vida, pensando que un día sentaría cabeza, le vería tener una familia y reirían de lo tonto que fue en su juventud. Quizás, fue por ello que no vio venir su partida, sin importarle el escándalo que los llevaría a cargar sobre su apellido o que su compromiso se rompiera a causa suya.
Los Iida mantuvieron su palabra con ellos, pero le arrebato toda posibilidad de pareja a Fuyumi, ya que las familias de la ciudad no les veían con buenos ojos.
"Espero que mis hermanos puedan perdonarme"
Shono no podría no perdonarlo. Ahora entiende un poco mejor esas ansias de vivir que tenía Touya. Las ganas de romper las reglas que les encadenaban y, ciertamente, sí las cosas con Inasa fueran a la inversa, si él fuera un alfa, no dudaría un segundo en huir juntos. Pero es un omega, que debe pensar las cosas dos veces más que los alfas, que no puede simplemente huir bajo promesas que pueden romperse y quedar completamente solo.
Por ello, solo sigue el consejo de su madre, decidido a hacerse de recuerdos bonitos que le traigan felicidad cuando su matrimonio no lo haga. Viste un yukata sobrio, determinado a salir rumbo al festival. Como lo haría Touya años atrás, a hurtadillas por la noche, esquivando las maderas que más chillan en el piso.
Toma sus getas en el ingreso a casa, sin llegar a ponérsela. Prefiere caminar sin zapatos por la calle a arriesgarse que el débil ruido de sus pasos alerte a alguien. Observa el reloj a oscuras, es la hora indicada. Inasa iba a esperarle unas casas abajo, pues temía que caminara solo de noche.
Sonríe ligero.
No es como si Tenya nunca hubiese tenido esas atenciones con él, pero se entendía aquello como un término más dentro de su contrato de compromiso. En cambio, con Inasa, era porque le nacía hacerlo, el protegerlo y cuidarlo.
Empuja el portón de salida muy despacio, sin querer hacer sonar las bisagras de ser posible.
–¿A dónde vas? –se paraliza, no respira.
Silencio.
Gira despacio, topándose con el gesto severo de su hermana
–¿Ibas al carnaval? –continua, en tono bajo. Sus ojos descienden hacia las getas que trae en la mano– ¿A escondidas? –inquiere con malestar.
La mujer le toma del brazo con más fuerza de la necesario.
Shoto traga hondo, temeroso. Fuyumi le mira expectante, con un sinfín de emociones recorriéndole el rostro.
–¿No vas a responder?
–¿Fuyumi? –La voz de su madre termina por escarapelarle a ambos, que observan sorprendidos a la omega acercarse sigilosa– ¿Qué están haciendo?
Su hermana duda.
Le mira a él, luego a su madre. Repite aquello un par de veces. Shoto comprende, a pesar de su molestia, no busca delatarlo. Exhala hondo todos sus nervios.
–Es mi último verano aquí –susurra sin saber que esperar, pero sincerándose a medias– quiero conocer el festival al menos una vez.
–¿Cómo que ultimo? – La sorpresa se instala en el rostro de su hermana. Su madre en cambio, luce calmada, como la mayor parte del tiempo.
–Teya vendra por él e sus vacaciones. La boda sera a fin de año.
Su hermana ahoga un grito entre sus manos. La sonrisa crece enorme en su rostro antes de darle un abrazo fuerte.
–Felicidades –vuelve a distanciarse y comprende entonces – Pero no es correcto esto.
–Es solo una vez –Rei toma la mano de su hija.
Aquello le toma por sorpresa, su propia madre no le está negando aquello.
–Papá no va a aprobar esto.
–Él no tiene por qué saberlo. –replica su madre
Fuyumi tiene un gesto suave en el rostro. Un poco dubitativo, un poco duro. No es correcto que Shoto salga solo a esa hora, pero tampoco quiere contrariar a su madre, aun si como alfa se le está permitido.
–Es tarde para que andes solo– continua reacia a aceptar la alfa.
–Ka-Katsuki vino por mí –dice rápido, trabándose– Esta ahí –Señala hacia la silueta de Inasa, metros más allá. Las dos mujeres se asoman por la puerta, observando. –Izuku debe haberse quedado abajo en la colina. – continua la mentira.
–Katsuki ha crecido mucho –acota su madre.
–¿Puedo ir? –pide permiso finalmente, con tono de súplica.
Fuyumi observa a su madre, quien le asiente con una sonrisa tranquilizadora.
–Vuelve antes de que amanezca –se da por vencida. Coloca la manta que trae en sus hombros, sobre la cabeza de su hermano– no dejes que nadie te vea o te meterás en problemas con papá.
Asiente.
–Ve con cuidado. –se despide su madre antes de que el menor emprenda su camino calle abajo junto a su "amigo"
...
Resulta imposible caminar con calma en medio del tumulto de personas. El carnaval aglomera gran número de visitantes y ya desde el inicio, Shoto divida personas conocidas. Comerciantes amigos de su padre, gente de estatus, todos alfas que van de curiosos o buscando diversión. Shoto mantiene con firmeza su agarre en el chal con el que cubre su cabeza y parte del rostro, mientras Inasa le lleva de la mano, presionando con fuerza, impidiendo que se separen y pierdan.
Y aquello, aumenta sus nervios.
Supo desde inicio que no debía dejar verse por nadie, pero que su madre y Fuyumi supieran que había salido, aumentaba la tensión. Poque si ellas no estuvieran enteradas y alguien les comentara el haberlo visto, podría negarse. No habría manera de que no le creyeran, siempre había sido correcto. En cambio, ahora, sus ojos viajaban de un lado a otro, temeroso de que alguien le reconozca en medio del tumulto y, peor aún, notara que caminaba de la mano con un alfa.
Intenta centrarse en la emoción de la festividad, fijar sus sentidos en la diversión, en la música. Sin embargo, al momento en que llegan a ver a las compañías danzando, sus miedos se materializan: Al otro de la calle, Izuku cruza miradas con él. El omega casado se le queda viendo, dubitativo y cuando sus ojos viajan hacia Inasa, el temor se acentúa. Suelta la mano del alfa, aprovecha la confusión de su amigo para girar perderse de regreso entre las personas.
Su corazón palpita acelerado mientras se aleja. Siente los ojos de todos sobre él, como si el descubrimiento de Izuku le hubiese quitado el manto de su cabeza, mostrando su identidad a las personas.
De pronto, es detenido por Inasa que, al notar su temor, le abraza, ocultándole con su cuerpo.
–Hay muchas personas –confiesa agitado, con un poco de temblor en sus extremidades– no puedo.
Inasa exhala con calma, ya esperando ese resultado.
Ciertamente, había sido mucha suerte que el omega aceptara a pesar de lo visibles que podían ser. Le consuela haberlo intentado al menos.
–Está bien. Pero, ¿ya quieres regresar? –pregunta sin liberarle de su abrazo– esta mi bote- apoya la barbilla sobre su cabello– Podríamos ir un momento por el mar.
La compresión de Inasa le da un poco de calma y su propuesta, le llena de ilusión. A pesar de haber vivido siempre en esa ciudad portuaria, no ha conocido el mar más allá de la orilla. Lograr navegarlo, incluso si es de noche, debiera de ser hermoso.
Acepta, asintiendo contra el pecho del alfa.
Inasa se separa, sonriendo feliz de que finalmente puedan navegar juntos, aun si solo fuera por un par de horas. Acomoda mejor la tela en la cabeza de Shoto y parten en medio del festejo de la ciudad.
...
Atreves de la ventana de la cabina, observa las luces de la ciudad hacerse más lejanas. El ruido se diluye entre las olas que rompen contra la proa y la brisa salada ingresa por la puerta abierta. Shoto, sentado en la cama, sacude su cabello, finalmente liberado de la seda que le aprisionaba.
Inhala hondo, percibiendo ese aroma tan similar al del alfa. Si fuera un poquito más libre, quizás como Izuku, podría aspirar a esa vida en el mar junto a Inasa. Siendo mecidos por la marea, viviendo de lo que les provee el mar. Luego, pensaba en todo lo que ello implicaba, pues ya no tendría más la casa cómoda de su familia, ni un futuro asegurado monetariamente. Si fuera como Izuku, debería trabajar al igual que él en el mercado, cosa para la que jamás se ha preparado.
Vuelve la vista al frente, Inasa conduce el bote con pericia y por un instante, esfuma todos esos pensamientos de su cabeza y se permite centrarse únicamente en ellos dos navegando por el océano. Siendo felices únicamente por tener al otro, como si el amor fuera suficiente para vivir.
Y no le sabe a mala idea.
Sonríe en un gesto pequeño, de lo bueno que suena eso.
El bote se detiene paulatinamente, Shoto regresa los ojos a la ventana, aun logran ver las luces de la ciudad, pero es la luna llena quien se lleva toda su atención bajo el cielo limpio.
Es muy hermoso.
–Ven. –Inasa le extiende una mano.
Shoto la toma y ahora de pie, siente con mayor fuerza el movimiento que hace el bote. Camina con el alfa fuera de la cabina y este le ayuda a subir a la proa, donde el oleaje se siente con más fuerza haciéndole trastabillar; a lo que Inasa le toma de la cintura afirmándole a él y la pericia que tiene tolerando ese movimiento. La fuerza de su agarre le impide caer o tropezar, Shoto se siente en extremo protegido en medio de su brazo y de él emerge un sentimiento cálido, seguido de un aroma dulzón que libera por inercia. Entonces, el alfa le sujeta con mayor firmeza cerca suyo. Nuevamente, ese calor emerge del fondo de sus entrañas, inundándose. Una sensación similar al celo, pero más tenue, no tan arraigada a lo sexual.
Cierra los ojos, dejándose sobrecoger por esa sensacion en extremo nueva.
Esta totalmente seguro no haber sentido nada similar antes. Es como si sus sentidos se activaran hiper sensibles y el aroma a Inasa le llena los pulmones. El calor de su cuerpo le traspasa la piel, le relaja, y un burbujeo extraño se instala en su garganta.
–¿Shoto?
–¿Mmm?
–¿Estás ronroneando?
–¿Eh? –abre los ojos.
Lleva una mano hacia su garganta, logrando percibir cuando las ultimas vibraciones se desvanecen. Toma distancia, avergonzado. Como omega, se les enseña que su lado instintivo debe limitarse al celo, en todos los demás aspectos deben aprender a controlarlo; pues un alfa no quisiera emparejarse a un omega que se deja dominar por su lado animal.
–Hazlo otra vez –pide sonriente, Inasa– Quiero oírlo –le abraza, colocando su rostro en la cuenca de su cuello.
Shoto queda conmovido con su pedido. Las mejillas se le encienden, porque el alfa está invadiendo su cuello y lejos de molestarle, le agrada que lo haga. Tiene su respiración tan cerca que le escarapela la piel y hace que ese calor de hace un instante, crezca exponencialmente.
Pero también, porque no podría negarse a un pedido suyo, aunque deba seguir rompiendo reglas. Pasa las manos sobre la nuca de Inasa, acariciándole, expandiendo su aroma. Cierra los ojos, concentrándose, deja a su cuerpo relajarse nuevamente, buscando en los sucesos anteriores aquello que le llevara a su instinto a florecer y entonces, lo encuentra. Inasa le ha cuidado en otras oportunidades, pero es en este en particular, que su instinto de omega ha sobre reaccionado a la protección de él como alfa, retornando a modo de recompensa, un ronroneo que muestre su comodidad.
Y ahí iba otra vez, liberando su instinto, exigiendo mayor protección.
La risita de Inasa no se hace esperar, cosquilleándole el cuello, haciendo que su ronroneo tímido suba de nivel. Shoto baja lentamente las manos por la espalda del alfa, sus brazos le aprisionan aún más contra su cuerpo y el aroma a comodidad con tonos dulces que libera, cambia a un pedido más ardoroso que llama su instinto. Inasa nota el cambio de notas en su olor y la risita inicial, se extingue en lo que interpreta sus feromonas.
Jamás se negaría a lo que su omega le pida.
Libre de oposiciones, cae derrotado al pedido de cercanía que su pareja libera dentro de su perfume. Las manos desatan el obi con torpeza única. La emoción del momento le embarga haciéndole un inútil en esa tarea, sería más fácil rasgar la tela y tenerlo desnudos; pero desecha la idea y el impulso salvaje que tiembla por correrle. Cuando finalmente logra que la tela se desprenda del omega, el yukata se entreabra e Inasa cae de rodillas, aproximando su rostro al vientre del omega. Shoto ronronea más fuerte, escarapelándole la piel gratamente. Una sensación de confusión le sobrecoge mientras le olfatea y sus manos acarician su espalda y muslos con desesperación.
Dentro suyo, experimenta el calor del instinto activarse. Una agitación salvaje que quiere aflorar y sabe, que lo mismo sucede con Shoto, que en solo minutos de iniciada esa situación, tiene los muslos húmedos de su lubricación.
El omega se encuentra dispuesto a recibirle.
Impaciente por seguir esperando, Shoto se acuesta ahí mismo, sobre los tablones de madera impregnados de olor a pescados y mar. Inasa se acomoda entre sus piernas, ingresando de lleno, una embestida que arranca un gemido profundo en ambos. El omega cierra las piernas alrededor suyo, los brazos aprisionándole del cuello. Ambos disfrutan las embestidas profundas que permite la posición, sin mediar palabras, solo jadeos, gemidos y contorciones de cuerpo en busca de apaciguar el calor.
No logran descifrar el tiempo que permanecen disfrutando, solo se dejan llevar y no es hasta que el climax está verdaderamente cerca, que Inasa se percata de una sensación ya conocida para un alfa. En la base de su miembro inicia la dolorosa presión que precede al nudo, su ingle tirando y el dolor, solo se lo confirma. Sale rápidamente de Shoto, aunque sus caderas continúen moviéndose energéticas, incapaz de controlarlas, hasta venirse copiosamente sobre el omega. Anudando fuera suyo.
Y es extraño, porque ninguno de los dos ha entrado en celo.
Shoto palpa su cuerpo, cubierto del líquido que Inasa ha desperdigado sobre él. Lo toca y unta en sus dedos, para luego llevarlo hacia su rostro, oliéndolo, lamiéndolo. Nuevamente, la confusión se apodera de Inasa y el singular hecho de que, su instinto fluye sedoso atreves suyo. Queriendo incluso, aullar de dicha, ya que su instinto interpreta aquello como aceptación total de su pareja. Pues si no lo quisiera, no disfrutaría tanto de su esencia.
Todo queda más claro, al momento en que Shoto toma las riendas de la situación. Lo empuja contra el piso, restregando el rostro contra su miembro aun abultado. Inasa tira el cuello hacia atrás, sensible y adolorido; sin embargo, no hace nada por alejarlo que, ignorando su sentir, le monta. Inasa se traga el malestar que pueda sentir al tener el peso completo del omega cayendo sobre su nudo. Duele, no va a negarlo, pero por nada del mundo detendría la vista privilegiada que tiene de Shoto tomando su erección y empalándose él mismo. Mantiene su mente concentra, guardando la imagen para siempre.
–Márcame...ahhh... –jadea el omega, dando saltos sobre él–...Mmmh... anúdame.
Inasa está seguro que ninguno de los dos está en celo.
...
Bosteza cansado, sintiendo su cuerpo exhausto. Parpadea adormilado, despertando de a pocos. No hay mucha luz a la cual acostumbrarse, pero sí la suficiente para distinguir que se encuentra acostado en la cama de Inasa, dentro de la cabina, mientras el alfa maneja el bote frente a él.
Los recuerdos de lo sucedido en la proa le asaltan de pronto y cosigo, llega la vergüenza . No logra comprender que le había sucedido. Shoto ha sido siempre muy disciplinado con su instinto, únicamente ha recaído en él, durante su celo, nunca fuera de él. Es por ello, que recordarse a sí mismo degustando la esencia de Inasa y autosatisfaciéndose sobre él, es en extremo bochornoso.
–Despertaste –Shoto se sobresalta. Inasa le mira sobre el hombro– te dormiste de inmediato –ríe nervioso, vuelve la vista al frente– espero no te moleste que te limpiara con agua de mar.
–No.
Shoto toma asiento, el catre suena debajo suyo. Inasa no se gira ante el ruido, tampoco siente un aura cómoda para entablar alguna conversación y aquello le altera un poco. Toda la educación que ha recibido a lo largo de su vida. Un omega que cedía tan fácil al instinto, era un omega que se podía entregar a cualquier con tal de sentir place.
Y no quería que Inasa pensara aquello de él.
Se recrimina, sintiéndose culpable de que el ambiente entre ellos se haya tornado denso, de ir tan silenciosos en resto del camino. Pero va por encima, el que su propio aroma a dudas y dolor, no altere en lo más mínimo a Inasa. Que ya no perciba sus ansias de protegerle.
Detesta que las cosas entre ellos siempre estén bordeando el límite del miedo y la vergüenza. Cosa que no sucedería si fueran una pareja establecida o, al menos, mantuvieran un compromiso formal.
Cuando finalmente llega, las palabras continúan escaseando. Inasa sale primero de la cabina, debe afirmar el barco al muelle. Shoto se viste en silencio, notando bajo la poca luz de la noche, marcas de mordidas a lo largo de su piel pálida. Están en su pecho, en su cintura, en sus muslos y hombros. Es curioso que no logre recordar el momento en que le infringido esas marcas.
Inasa vuelve.
Shoto le da la espalda, atando su obi, incapaz de verle al rostro
–Eh... yo... –empieza y el omega espera el rechazo. Shoto respira hondo, pasa las manos sobre su yukata alisando las arrugas, mirada baja. –perdón.
Se gira a verlo.
–Me deje llevar, te mordí muchas veces –el alfa se mantiene alejado, en la puerta de la cabina, sin llegar a entrar– intente controlarlo, pero no pude hacer mucho cuando empezaste a pedir que te marcara.
–Está bien.
–No lo está –hay molestia en su voz– no se supone que yo te haga daño.
–Eres un alfa –le excusa.
–Y mi deber es protegerte.
Entonces, Shoto comprende que no hay nada que deba temer. Inasa está ahí, cuestionando su propio actuar en lugar del suyo. A pesar de sentir pena por él, sonríe aliviado.
–No me molesta –da un paso adelante, se acerca– tampoco me duele. –pasa los brazos por su cintura, apoyando el rostro contra su pecho –todo está bien, en verdad.
Inasa le acaricia la nuca, originándole pequeños escalofríos agradables y un ronroneo suave que, esta vez, es correspondido con el de Inasa.
Quizás, hacía falta liberar un poco sus instintos para que sus cuerpos empezaran a sincerarse entre ellos.
El abrazo no dura mucho, el cielo empieza a iluminarse y Shoto debe regresar a casa como le prometiera a Fuyumi. Inasa le acompaña de regreso, tomados de las manos, besándose por momentos, abrazándose otros y riendo en silencio. Lo siente como el recorrido más corto que ha hecho del muelle a su casa, quisiera pasar más tiempo al lado de Inasa y, sin embargo, debe despedirse a una cuadra de su casa.
Ingresa a hurtadillas, descalzo, saltando las tablas que chillan y cuando está entrando a su habitación, Fuyumi se asoma desde la suya sobresaltándole.
La alfa se ríe de asustarle.
–Te estaba esperando –bosteza– ¿te divertiste?
–Sí –responde con una sonrisa inmensa que alegra a su hermana– mucho.
...
Nota de la autora:
Mientras más avanzo más me convenzo de que debo darle una edición general a todo xD así que no les sorprenda si un día la historia desaparece, volverá pronto y mejorada. Esto no pasaría si me no subiera a la loca capítulos a penas termino de escribirlos .
En fin.
Seguimos con momentos bonitos de paz.
¿Cuánto durara?
Ya veremos.
Gracias por los reviews!
