Kara veía la sangre en sus manos, la veía cubrir sus dedos tan rápido como rápido estaba cubriendo la tela de la camisa de Lee. Podía sentir el calor de su cuerpo perderse por el flujo que salía, como si fuera agua, por el agujero que tenía en su pecho. Pero ese agua era mucho más espesa que la de verdad, y era de color rojo, y la acusaba a ella por el crimen que había cometido.
Lee permanecía tirado en el suelo, sus ojos cerrados, finalmente, después de la mirada de terror que había pasado por ellos un minuto antes. Se desangraba por esa pequeña herida, no tenía más de un centímetro de diámetro, pero ese simple y pequeño centímetro podía acabar con su vida rápidamente.
Y ella no podía hacer nada, pero lo había hecho todo. Se había lanzado sobre él cuando había visto cómo su cuerpo rebotaba contra el suelo en un golpe demoledor, sordo y sin sentido. Sus ojos la habían acusado, sus ojos había hablado. Habían dicho: "Kara, me has disparado, me has matado.", y luego se habían cerrado, durmiendo, tranquilos, el dolor había desaparecido de él tan rápido como había llegado.
No podía dejarle morir, no podía matarle. Él se había interpuesto en la dirección de su bala, pero su bala lo había estado dirigida hacia él. Su bala no era para él. Era de locos pensar lo contrario.
Lee siempre tenía la misma manía, hacer actos heroicos, hacer actos estúpidos.
Este no había sido heroico, este, simplemente, había sido la cosa más estúpida que podía haber hecho. Pero él no lo sabía, él sólo se había movido, en el momento menos oportuno, hacia el lugar menos oportuno.
Kara había disparado y su bala le había atravesado el pecho. Ahora lloraba, dejaba caer sus lágrimas sobre la sangre que se perdía, que se escapaba del hombre que tenía entre sus brazos. Presionaba la herida con desesperación, gritaba con impotencia, alguien tenía que venir y ayudarles.
- No te mueras, no te mueras. Por favor. Te mentí cuando te dije eso. Sí hay algo entre nosotros, por favor. Lee! No era sólo un buen polvo, no sólo buscaba consuelo. En realidad tenía miedo y tu estabas allí, y siempre te había querido así, pero estaba muy confusa, y no quería joderlo más. Estaba borracha y tú también, y Anders era la opción más fácil, la que menos daño podría hacerme, hacernos, hacerme. Lee, por favor!
Pero él no podía oírla. La gente en el salón gritaba, corría de un lado a otro, los malos habían sido detenidos por fin, pero él había sido herido. Una bala en el pecho, de su compañera. De su compañera de vuelo, de su amiga, de...
- Dos marines... al menos uno de los asaltantes... y Lee. Todo era una locura allí dentro. Fue acertado... Fue fuego amigo. Lee fue alcanzado por fuego amigo. Creo que fui yo.
Kara oyó la voz del Almirante Adama al otro lado de la línea, oyó el silencio de su voz al oír lo que le había ocurrido a su hijo, al oír que había sido ella quién le había acertado en su disparo.
Dejó caer la radio sobre su regazo, miró al vacío, luego miró sus manos, estaban completamente limpias. Ni rastro de sangre. Podía oír los gritos de Dee llegar desde la sala de fiestas, la pudo ver sentada en el suelo con las manos ensangrentadas sobre el pecho de Lee, en el sitio que, en realidad, tendría que estar ocupando ella.
