Disclaimer: Shaman King y sus personajes le pertenecen a Hiroyuki Takei.
Don't Worry, Baby
Por Selesme Cari
Capítulo 2
"Y Duele"
Giró de la llave de la regadera, el agua estaba helada y al hacer contacto con su piel, tembló. No se preocupó en calentar el agua, pues sintió la necesidad de enfriar sus ideas y para eso, no hay nada mejor que un poco de agua fría.
Pasó el jabón suavemente por sus brazos, su pecho, su abdomen, más abajo… Una idea traviesa cruzó por su mente ¿Y si imaginaba que era Horo quien lo tocaba? Sonrió, no había nada de malo en fantasear un poco.
Acarició suavemente su cuello, recordando la forma en que el ainu suele hacerlo. Suavemente bajó su mano hasta llegar al pecho, lo frotó y esbozó una sonrisa al imaginar los labios de Horo Horo mordisqueándole, al recordar la sensación de tener los dedos de Horo estrujándole alguno de sus pezones… casi pudo sentir la lengua del peliazul trazar un camino hasta su ombligo, gimió ante la idea de que la lengua de Horo formara círculos alrededor de su ombligo, al sentirlo buscar algo más abajo…
—Ren, ya tardaste mucho. Tengo que ir a trabajar, ¿recuerdas? —escuchó que le decían del lado contrario de la puerta.
¡Demonios! Bonita forma de volverlo a la realidad.
Suspiró resignado, mientras le cerraba a la llave del agua. Cogió una toalla y sonrió con nostalgia al ver la toalla de Horo colgada al lado izquierdo de donde estaba la suya.
¿Cuánto hacía que Horo Horo no lo tocaba? ¿Cuánto tiempo llevaban sin hacer el amor? Cuando recién comenzó su relación, no podían despegarse uno del otro, no había día en que no tuvieran un encuentro íntimo. Incluso, podían pasarse un día entero en la cama: ya sea retozando o simplemente, uno en brazos del otro.
¿Cuándo fue que cambiaron las cosas? ¿Cuándo?
Salió del baño con tan sólo unos pans y la toalla alrededor de los hombros. Sin hacer ruido, entró a la habitación que compartía con su novio. Horo yacía en la cama, boca abajo, seguramente había vuelto a dormir. Se acercó a su pareja y lo sacudió para que despertara.
— ¿Qué pasa? —preguntó perezosamente al sentirse sacudido.
—Ya salí del baño.
—Eso veo.
—Date prisa o llegaras tarde al trabajo.
—No te estaba apresurando porque quisiese usar el baño.
— ¿Y entonces?
—Es que… quiero estar contigo, antes de irme a trabajar.
— ¿Eh?
Horo atrapó los labios del chino, sin siquiera darle tiempo a éste de reaccionar. La lengua del ainu pedía desesperadamente permiso para invadir la boca de Ren, y ante tal insistencia, el permiso fue concedido. Pronto se armó una lucha por el control, aunque, dicha lucha no duró mucho: El chino estaba tan sorprendido, como emocionado por lo que estaba ocurriendo, que sencillamente accedió a dejarse someter. Soltó un alarido cuando los labios del ainu abandonaron los suyos. Usui lo miró a los ojos y le dedicó una sonrisa seductora.
Ren se desconcertó, algo estaba distinto en su amante. Pero, poco tiempo tuvo de ponerse a pensar en que podría ser, ya que los labios del ainu comenzaron a mordisquear su cuello. El chino gimió, este contacto era mil veces mejor que el de su fantasía anterior… ¿la razón? Pues, simplemente porque este sí era real. Ahora sí, Horo Horo lo estaba besando, lo estaba acariciando, lo estaba haciendo sentir que se elevaba.
Ni cuenta se dio de cuando fue que Horo quedó encima de él. Ren nuevamente lo vio sonreír y mirarlo con infinito deseo.
Horo Horo estaba por volver a besarlo, sus labios estaban a escasos centímetros… en ese momento, alguien llamó a la puerta del departamento.
Ren hizo ademán de levantarse, pero Horo Horo lo detuvo.
—No vayas —le pidió a Ren, mientras besaba suavemente sus mejillas.
—Pero, están llamando.
—Que se esperen.
El timbre volvió a sonar.
— ¿Y si es importante? —Ren trataba de mantenerse cabal.
—Pues, para mí ahora lo único importante es estar contigo.
—Horo…
—Déjame tenerte, Ren… necesito tenerte.
—Pero, si siempre me tendrás.
—No entiendes, necesito que seas mío en este momento.
¿Ser suyo? Es decir… ¿Poseerlo? ¿Sólo eso? ¿Qué ahora, tan sólo eso significaba para él? ¿Un objeto de deseo?
El timbre nuevamente sonó, sólo que ahora fue acompañado de un grito femenino:
— ¡Hermano, sé que estás ahí! ¡Abre la puerta!
Horo Horo se incorporó bruscamente, separándose de Ren.
— ¡Ay no, es Pilika! —se quejó mientras se levantaba de la cama.
Medio arregló sus azules cabellos y después salió de la habitación.
Ren ni se movió, simplemente se quedó en la misma posición en que el ainu lo había dejado.
Horo Horo abrió la puerta del departamento y quedó frente a frente con una muy enfadada Pilika.
— ¿Qué haces aquí? —le preguntó con molestia el joven.
—El portero me dejó entrar —le dijo con simpleza— ¿Por qué tardaste tanto en abrir?
— ¿Qué? ¿Qué por qué tarde tanto en abrir? ¡Pilika es mi casa! ¡Mi privacidad! ¿A qué has venido?
—Pues, lo que pasa… —la chica bajó la cabeza algo insegura.
— ¿Qué pasa? —su hermano mostró más interés.
—Verás, la casa de Lyzerg está en remodelación y el cuarto que rento es muy pequeño.
— ¿Y qué con eso?
—Que no podemos guardar las cosas para la boda, ni en casa de él, ni en la mía.
—Ajá, ¿y? —Horo alzó una ceja con expectativa.
—Pues, pensé en…
— ¿En qué? —el joven ya sospechaba a lo que venía su hermanita.
—En que, Ren y tú tienen mucho espacio aquí.
—No me digas que… —Horo le lanzó una severa mirada.
— ¡Por favor, hermano!
— ¡Eso sí que no!
— ¡Por favor!
— ¡Pero, Pilika…!
— ¡Sólo será por un par de días! ¿Sí?
— ¿No puedes buscar otro lugar? ¡Esto no es una bodega!
— ¡Te juro que si hubiera otro lugar en donde guardar las cosas, no te estaría molestando!
—Pero no lo hay y por eso estás aquí ¿no? —le dijo en tono irónico.
—Sí —murmuró avergonzada— ¿Y entonces…?
—A Ren no le agradará la idea.
— ¿Por qué no? ¡En nada le perjudica! —se mostró ofendida.
—Pero, ya sabes como es él y…
— ¡Convéncelo, por favor! —le suplicó.
—No creo poder.
— ¡Por favor, hermano convence a Ren!
— ¿Convencerme de qué? —el chino finalmente salió de la habitación.
—Eh... —Horo tragó saliva.
—Hermano, dile —le pidió Pilika.
—Pilika y Lyzerg no tienen donde guardar las cosas de su boda y nos han pedido de favor que se las guardemos —se encogió de hombros el de cabello celeste.
— ¿Aquí? —preguntó incrédulo, Ren.
—Sí, Ren. Este… —comenzó tímidamente la joven— Será cuestión de un tiempo, hasta el día de la boda.
— ¿Y si no hay boda que se hará con ellos? ¿Podremos tirarlos? —preguntó "inocentemente" el chino.
— ¿Qué? —Pilika parpadeó confundida.
— ¡Ren! —Horo le lanzó una mirada llena de reproche.
—Olvídalo —se encogió de hombros el Tao — Está bien, guárdenlos aquí.
— ¡Gracias! —saltó entusiasmada.
—Me voy a duchar —anunció con tranquilidad el ainu.
Ren y Pilika lo vieron meterse al baño.
— ¿Y a que hora traen las cosas? —preguntó el chino.
—Dentro de media hora.
Ren se cruzó de brazos. Un silencio incomodo se apoderó del departamento, sólo se podía escuchar el sonido del agua cayendo dentro de la ducha.
—Yo… —dudó Pilika en continuar— En verdad te agradezco, por permitir que…
—No le des tanta importancia —la acortó el Tao.
—Lyzerg y yo andamos muy ocupados con los preparativos de la boda… ¡Todo tiene que salir perfecto! —exclamó con entusiasmo la joven.
—Te ves feliz.
— ¡Soy Feliz! ¡Muy Feliz! —sonrió Pilika.
— ¿Y Lyzerg?
— ¿Eh?
— ¿Lyzerg es feliz?
Pilika lo miró profundamente, meditando sus palabras y la respuesta que debía dar.
— ¿A qué te refieres, Ren? —le preguntó confundida.
Ren negó con la cabeza, la chica se había hecho la desentendida, o al menos esa impresión le dio a él.
Horo Horo salió del baño.
— ¿Pilika, aun sigues aquí? —preguntó despistadamente.
— ¡Por supuesto! Tengo que recibir lo arreglos ¿recuerdas?
—Oh, es cierto —recordó el chico.
El mayor de los hermanos Usui entró a su recamara, para vestirse y después ir al trabajo.
— ¿Tú tienes algo que hacer hoy, Ren? —Pilika trataba de hacerle conversación.
—No, es mi día libre —le respondió algo fastidiado.
—Ya veo.
—Imagino que tú tienes muchas cosas que hacer, estás a pocos días de tu boda —exclamó con un poco de sorba.
Pilika ni se dio por enterada del tono en que le habló su cuñado, y con una gran sonrisa le contestó:
— ¡Sí, así es! Hoy iré a la prueba del vestido de novia —su semblante cambió— ¡Cielos!
— ¿Qué?
—Quedé en verme con Morphine dentro de media hora.
— ¿Con Morphine? —el chino arqueó una ceja.
—Sí, la tutora de Lyzerg.
—Sé quien es —le aclaró—. La mujer que lo crió, su segunda madre.
—Eso… pues, quedé de verme con ella. Me acompañará a la prueba del vestido. ¡Usaré el mismo vestido que usó la madre de Lyzerg en su boda! —sus ojos brillaron llenos de ilusión— Claro que le harán algunos arreglo, nuestras medidas son distintas. ¿Cómo pude olvidar este compromiso tan importante?
—Con que el vestido de novia —bufó Ren—. Entonces, ya no hay marcha atrás.
— ¿Perdón? —Pilika no alcanzó a entenderle.
Horo Horo salió de la habitación.
—Me voy a trabajar —anunció.
Pilika ni lo miró, Ren sólo tenía los brazos cruzados.
— ¿Y a ti qué te pasa? —le preguntó a su hermanita.
—Es que Morphine está esperándome para la prueba del vestido de novia.
— ¿Y por eso te complicas la existencia? ¡Pues ve y ya! —le dijo con simpleza su hermano.
— ¡Pero tengo que estar aquí para recibir los arreglos!
—Ren puede recibirlos por ti —sonrió el joven Usui.
— ¡¿Qué yo qué?! —se sobresaltó el chino.
— ¿Por qué no, Ren? —lo miró confundido el ainu—. Hoy es tu día libre.
—No, no quiero aprovecharme de la amabilidad de Ren. Suficiente tengo con que haya aceptado que aquí traigan a guardar los arreglos de la boda —suspiró Pilika.
—Pero, para Ren no es molestia ¿verdad? —Horo le lanzó una mirada suplicante.
—Hagan lo que quieran -se encogió de hombros el chino.
Ren se dio la media vuelta y caminó hacia la ventana, disponiéndose a apreciar a la vista que daba hacía la calle.
—No, mejor los espero yo. Sólo le avisaré a Morphine que llegaré un poco tarde, le explicaré el motivo y no habrá problema.
— ¡No seas terca, Pilika! Ren ya dijo que él los recibirá.
— ¡No! Eh... no es que no confíe en Ren, lo que pasa es que, ya sabes como es la gente que trabaja en estas cosas… luego se andan equivocando y es mejor que sea yo quien reciba las cosas para comprobar que realmente es lo que encargamos Lyzerg y yo, no quiero que hayan equivocaciones.
—Y hablando de Lyzerg… —Horo le habló pausadamente— ¿Por qué no le dices a él que venga a recibir las cosas? Estoy seguro de que si le haces una llamada explicándole que se te ha hecho tarde para la prueba del vestido, vendrá enseguida.
—No… no quiero molestarlo. Él también tiene muchas cosas que hacer —los ojos de Pilika reflejaron mucha tristeza.
—No te está ayudando, ¿verdad? —preguntó Ren sin apartar la mirada de lo que veía a través del cristal de la ventana.
Pilika no contestó, sólo agachó la cabeza.
—Hablaré con él —Horo Horo parecía disgustado— ¡No es posible que sus obligaciones sean más importantes que su boda!
— ¡No, no hermano! ¡Por favor, no lo hagas! ¡Puede enojarse!
— ¿Y? ¡Que se enoje! ¡Es muy egoísta de su parte dejarte a ti todo el trabajo!
— ¡Claro que no! Yo lo hago gustosamente, además Tamao me ayuda en lo que puede y Morphine es quien me da instrucciones.
— ¿Morphine? —Horo la miró confundido— ¿Quién es Morphine?
—La institutriz de Lyzerg, su tutora, su segunda madre —Ren contestó antes de que Pilika pudiese hacerlo.
— ¿Y tú cómo lo sabes? —lo miró Horo intrigado.
—Porque Hao… —se detuvo brevemente al darse cuenta del nombre que y delante de quien pronunció— me lo contó.
Pilika apretó los puños por inercia, sin atreverse a alzar la cabeza aún.
—Pilika… —Horo se le acercó con ternura— Hao está muy lejos, Lyzerg se casará contigo ¿no?
Ren seguía mirando por la ventana, sonrió con amargura, mientras pensaba con ironía: "Hao está muy lejos… "
—Eso lo sé —murmuró Pilika—. Pero…
—No hay nada de que preocuparse, bueno… sólo preocúpate porque todo salga bien ¿de acuerdo? —le sonrió con mucha ternura su hermano—. Debes estar feliz, ¿si?
—Está bien—sonrió la ainu.
— ¿Ren, podrías llevar a Pilika con Morphine? —pidió Horo mirando al chino.
— ¿Ah? —Ren parecía distraído.
—Sí. Una vez que ya hayan traído todas las cosas, échale aun aventón o de lo contrario se le hará más tarde —le dijo con simpleza el Usui.
—Pero… —Ren dudó.
—Por Favor, Ren —Horo le lanzó una de aquellas miradas ante las que Ren no se niega a nada.
—Está bien —y cómo de costumbre, Ren terminó accediendo ante el ainu.
—Bien, me voy, ¡Ya se me hizo un poco tarde! —anunció Usu—Hasta luego, Pilika –le dio un beso en la mejilla.
—Cuídate mucho, hermano.
—Hasta al rato, Ren —Horo lo besó suavemente, a lo que el chino sólo alcanzó a sonrojarse.
Pilika sólo atinó a girar el rostro, muy sonrojada. ¡Aún no se acostumbraba a esas muestras de afecto que tenía su hermano para con Ren!
—A-adiós —y por lo visto, Ren tampoco se acostumbraba del todo.
Con una gran sonrisa, Horo salió del departamento.
—Ren… —murmuró Pilika.
— ¿Qué? —dijo éste girándose hacía ella.
—Yo lo sé, aun lo quiere.
— ¿De qué hablas?
—Lyzerg aun quiere a Hao. No soy tonta, me doy cuenta de que aun lo quiere.
—Y aun así, te vas a casar con él —exclamó como si fuese un reclamo.
—Sí, porque él me lo pidió.
Ren suspiró. ¿Porque Lyzerg se lo pidió? ¿Ese era el motivo? ¿Se casará con alguien que no la quiere y que quiere a alguien más? ¿Por qué? Él no lograba entenderlo.
Y cómo si Pilika le hubiese leído el pensamiento, le confesó:
—Por que lo amo. A veces, una persona es capaz de hacer cualquier cosa por amor.
El timbre sonó indicando que los arreglos de la boda habían comenzado a llegar.
Sus labios probaron lentamente el contenido de su taza: Café negro. Hizo una mueca de desagrado, no era de tomar café. Pero, no había dormido en toda la noche y ahora intentaba mantenerse despierto.
Las tres chicas sentadas en la misma mesa que él, lo miraban divertidas.
—Buena resaca que traes ¿verdad? —le preguntó burlona la más alta y de cabello azul.
—Morirás de cirrosis —le dijo la más joven y rubia, mientras le daba un trago a su malteada.
—Se equivocan, no tengo resaca —al castaño le salió una gota de sudor.
— ¿Nos vas a negar que anoche estuviste bebiendo? —le preguntó la de cabello naranja.
—Eh… bebí unos tragos, nada más. ¿Y ustedes cómo saben? —las miró confundido.
—Porque te conocemos —respondieron con simpleza las tres chicas.
En respuesta, Hao Asakura tan sólo les sacó la lengua.
— ¡Síguenos contando! ¿Qué más hiciste en África? —Matty lo miró con ojitos soñadores.
— ¡Ay, Matty! —suspiró la de cabello azul—. Yo dudo que en serio haya estado en África….
— ¡¿Pues en qué concepto me tienes, Kanna?! —se ofendió el Asakura.
—Él que tú solito nos creaste —contestó secamente, la rubia.
— ¡¿Tú también, Marion?! —Hao le lanzó una mirada asesina.
Las tres chicas le lanzaron una sonrisa burlona.
—Bueno, dinos… ¿qué tanto hiciste estos años? —preguntó encogiéndose de hombros, Kanna.
—Ya no les diré nada —se mostró indignado.
— ¡No seas malo! —pidió Matty.
—Está bien —sonrió Hao de forma juguetona.
El Asakura bebió un poco más de café, hizo otro mueca de asco y asentó la taza.
—Si no lo quieres, déjalo —le sugirió Kanna.
—Conocí a un niño —murmuró Hao con aire sereno.
— ¿Un niño? ¿Es una nueva conquista? —preguntó con entusiasmo Matty.
—No —a Hao le salió otra gota—. Tiene cinco años.
—Ahhh… —la de cabello color naranja se desilusionó.
—Es huérfano y como todas las personas de ese lugar, padece de hambre, por ser muy pobre.
—Te lo hubieses traído y lo adoptabas —exclamó Kanna, bebiendo de su capuchino.
Matty le dio un codazo a Kanna, Marion miraba fijamente a Hao… lucía muy triste.
—Imagino que es un niño muy especial —murmuró Kanna, tratando de compensar el comentario hecho antes.
—Su nombre es Opacho y a pesar de su corta edad me dio varias enseñanzas. Conocerlo, me hizo reflexionar sobre tantas cosas.
Matty lo miró con semblante preocupado, Kanna sólo le sonrió de un modo extraño y Marion bebió de su malteada con su aire inexpresivo de siempre.
De repente, Matty abrió enormemente los ojos y le dio un codazo a Kanna, indicándole que vea hacía la mesa que estaba a espaldas del Asakura.
Kanna arqueó las cejas e imitó la acción de Matty, pero con Marion. La rubia sin mucho interés miró hacia donde le indicó la joven de largo cabello, para posteriormente arquear una sola ceja en señal de sorpresa.
—Hao… —murmuró Matty.
— ¿Qué? —él las miró confundido— ¿Qué les pasa?
—Detrás de ti —murmuró Kanna.
— ¿Eh? —Hao parpadeó.
—Mira quien se acaba de sentar en la mesa que está detrás de ti —le indicó Marion con voz neutra.
Hao obedeció y palideció al ver a la persona sentada a espaldas suyas: Ese cabello magenta era inconfundible, al igual que ese par de ojos verdes. La persona a espaldas suyas era Morphine, la tutora de Lyzerg Diethel.
Hao sonrió con amargura y sin decir nada a sus amigas, se levantó y acercó a la mesa ocupada por la dama inglesa.
El Asakura sintió la sangre hervirle… de espaldas frente a él, se encontraba una de las personas que interfirieron en su relación con Lyzerg.
—Buenos días —murmuró con rencor.
Morphine se giró bruscamente, esa voz…
— ¿Asakura? —la mujer estaba muy confundida.
Hao le miró y sonrió con altivez, los ojos de la dama se llenaron de una rabia intensa.
— ¿Qué haces aquí? Se supone que deberías estar muy lejos.
—Estaba lejos, pero he regresado —la sonrisa en su rostro aumentó.
— ¿Y por qué? ¡Aquí todos estamos mejor sin ti!
— ¡Que lástima! Porque estén mejor o no, pienso quedarme una larga temporada en Japón —le lanzó una mirada desafiante.
— ¿Qué? ¡No puedes hacer eso!
— ¿Y por qué? ¿En qué puede perjudicar mi presencia aquí? —le preguntó con un falso tono inocente.
—Porque, no deberías estar aquí —Morphine apretó los puños—. No hasta que…
— ¿Lyzerg se haya casado? —le a completó en tono de pregunta.
El rostro de Morphine estaba repleto de una rabia indescriptible, Hao sólo le sonrió retándola, mientras tomaba asiento en la misma mesa.
—No te invité a que te sentaras —su voz sonó grave—. Estoy esperando a alguien.
— ¡Ah! ¿Ya tiene pareja? Ya le hacía falta, así la mantendrán ocupada y no seguirá metiéndose en la vida de Lyzerg.
¡Suficiente! Eso fue todo, Morphine lo abofeteó.
Hao se llevó una mano a la mejilla golpeada.
—Lyzerg se casará y tú no podrás evitarlo.
Hao sonrió con resentimiento.
—Se casará, pero eso no significa que haya dejado de amarme.
— ¡¿Cómo te atreves?! ¡Tú no sabes nada! ¡No te importa Lyzerg! ¡No sabes lo que es mejor para él!
— ¡¿Lo mejor para Lyzerg?! ¡¿Lo mejor para él, es vivir una mentira?! ¡¿Es atarse de por vida con alguien a quien no ama?! ¡¿Eso es lo mejor?!
Ambos —Morphine y Hao— se miraban con gran odio, las demás personas en la cafetería los miraban asustados y murmuraban, mientras que las tres amigas de Hao sólo prestaban atención a la escena.
Un camarero se acercó, para tratar de poner orden.
—Disculpen… si tienen problemas, por favor arréglenlos en otro lugar, están asustando a los demás —les pidió con nerviosismo el camarero.
—No, yo no tengo nada que arreglar con este tipo. Fue él quien vino a molestarme.
—Y fue esta mujer quien vino a arruinarme la vida —dijo el castaño con amargura—. Y también la de a quien amo —terminó con tristeza.
— ¿Y sigues diciendo que lo amas? ¡Eso no es verdad! ¡Tú eres un egoísta, Hao Asakura!
— ¡La única egoísta aquí, es usted! —gritó Hao.
— ¡Basta! —se exaltó el mesero—. Si continúan con esta absurda discusión, voy a pedirles que abandonen la cafetería.
—Descuide —Hao se encogió de hombros—. Ya terminé con lo que tenía que decir… así que me voy.
Hao se dio la media vuelta, acercándose a sus amigas.
—Nos vemos después, chicas —les sonrió con simpleza.
— ¿Quieres que te llevemos? —le preguntó tímidamente Matty.
—No, se le hará tarde a Marion —se negó el Asakura.
Matty iba a insistir, pero Marion tomó de su mano, deteniéndole cualquier intento de persuadir a Hao.
—Yo puedo llevarte en mi moto —le sugirió Kanna—. Pero, si no quieres, no lo haré.
Hao negó con la cabeza.
—Estaré bien. Lo peor que me pueda pasar camino a casa, es que me asalten o atropellen —les dijo en tono burlón.
Las chicas lo miraron con reproche.
—No sean exageradas, no tienen nada de que preocuparse —se dio la media vuelta—. Hasta luego.
Hao comenzó a caminar muy rápido, lo único que quería era largarse de ese maldito lugar… tal vez no había sido buena idea acercarse a Morphine.
Estaba maldiciéndose a sí mismo, por dejar que la rabia lo controlara, cuando quedó frente a frente con la persona que menos quería ver: Su rival, la persona que se estaba llevando el amor de Lyzerg, la persona que lo sacó de la vida del inglés.
Pilika Usui, quien estaba pálida, con los ojos muy abiertos.
—Ha-Hao… —tembló la joven.
Hao sonrió con altivez, mientras arqueaba una ceja.
—Volviste… —la voz de la muchacha sonaba quebrada.
Hao tomó la mano de la ainu, para poder ver bien el anillo que adornaba su dedo.
—Es una joya hermosa. Disfrútala, mientras la tengas.
Dicho esto, el Asakura la soltó y siguió su camino.
Cruzó la puerta de la cafetería y una vez a fuera, se detuvo. Suspiró y con la mirada en el piso, sonrió amargamente.
El claxon de un automóvil, lo hizo mirar al frente. Sonrió al ver a Ren Tao frente al volante de su auto, él era quien había hecho sonar el claxon.
El chino le hizo una seña para que subiera al auto. Hao no dudó y en cuestión de segundos, ya estaba en el asiento del copiloto.
Eran las tres de la tarde, habían pasado toda la mañana dando vueltas en el auto y con la música a todo volumen, que curiosamente era música de rock. Hao cantaba en voz alta, Ren sólo se limitaba a conducir y escuchar los gritos de su amigo.
—Canta, Renny! ¡Yo sé que te sabes la letra! —le pidió muy animado el Asakura, casi a gritos.
— ¡¿Estás consiente de que la gente se nos queda viendo?! —tuvo que gritar Ren, pues la música opacaba su voz.
— ¿Eh? ¿Y eso qué? ¡No hay nada de malo! —le gritó divertido.
— ¡Hao, ya no tenemos quince años! ¡No podemos andar por ahí, con la música muy alta y supuestamente cantando! —gritó Ren, ya algo disgustado.
— ¿Estás criticándome? ¡Eres cruel! ¿No puede uno divertirse acaso? —hizo un gesto caprichoso.
Ren se cansó de tener que hablar gritado, así que apagó la música.
— ¡Que poco aguante! —se cruzó de brazos, el Asakura.
—Estamos en plena avenida, de milagro no nos han multado.
—Exageras —le dijo bajando la mirada.
— ¿Y ahora? ¿Qué te pasa? —le preguntó sin mirarlo.
— ¿Eh?
— ¿Por qué ese cambio en tu rostro?
— ¿Cómo sabes que mi rostro cambió? Ni siquiera me estás viendo.
—No necesito verte para saberlo —sonrió levemente—. Tu tono de voz lo dice todo.
— ¿Ah? —Hao lo miró confundido.
—Me sé de memoria todas tus expresiones.
Hao se ruborizó levemente y sin razón aparente.
—Entonces, dime, ¿qué te pasa? —preguntó Ren sin darse cuenta del rubor en las mejillas de su acompañante.
—Es que… fue un déjà vu —le dijo con voz muy baja.
— ¿Déjà vu? —Ren frunció el ceño con confusión.
—Sí. Verás, cuando Lyzerg y yo paseábamos en auto, siempre "peleábamos" por la estación de radio. Yo quería escuchar música de rock a todo volumen, y él se quejaba de que nos arriesgáramos a obtener una multa… ¡siempre terminaba cambiándole a la estación que yo escogía, por una de música clásica!
Ren arqueó las cejas, mientras fruncía los labios.
— ¿Me estás comparando con Lyzerg? —preguntó apretando con fuerza el volante.
—No, claro que no —sonrió Hao—. Tú eres más sexy —le guiñó un ojo con picardía.
Ren se puso muy rojo y pisó más el acelerador.
— ¡Pero no te pongas nervioso, Renny! —se le acercó melosamente Hao.
—Aléjate o chocamos —le advirtió el Tao, muy sonrojado.
— ¡Eres muy divertido! Ya había olvidado lo lindo que te ves cuando te sonrojas —rió el Asakura.
— ¡Basta Hao! —pidió bruscamente, mientras sentía sus mejillas arder del bochorno.
— ¿No te gusta que me acerque? —le dijo ya casi sobre de él.
— ¡Aléjate! —insistió Ren, ya en mil tonalidades.
—No quiero —acercó demasiado sus labios al rostro del Tao.
—Hao… —apretó los dientes.
—Renny…
—No me digas así.
Hao sonrió ampliamente y luego… sopló en el oído de Ren.
En cuestión de segundos, el chino perdió el control del automóvil.
El auto dio un par de vueltas, provocando que los autos que venían atrás, casi chocaran unos contra otros.
Una vez que el auto dejó de girar, Ren soltó el volante —en el transcurso del incidente, se había aferrado con fuerza a él— y Hao soltó los costados de su asiento —al cual él se había aferrado—. Ambos chicos tenían la respiración muy agitada y se miraron uno al otro espantados.
— ¡¿Por qué rayos hiciste eso, Hao?!
— ¡Sólo estaba jugando!
— ¡Pues por culpa de tu estúpido juego, pudimos haber muerto o matado a alguien!
— ¡Pero no fue así! ¡Y no me grites, chino tonto!
— ¡¿Tonto?! ¡¿Y lo dices tú?!
Un oficial se acercó al auto.
—Jóvenes, bajen un momento, por favor —les ordenó el policía.
Los dos tragaron saliva y lentamente bajaron del auto.
— ¿Qué ocurrió? —cuestionó el oficial.
—Que estúpido —murmuró Hao— ¿No es bastante obvio?
Ren le dio un pisotón.
—Perdí el control del auto —murmuró con vergüenza el chino.
—Eso veo —dijo burlón el policía.
— ¿Y entonces para qué pregunta? —exclamó con fastidio el Asakura.
Ren le dio otro pisotón.
—Oficial… ¿No hay forma de qué se pueda arreglar este asunto? —preguntó maliciosamente el Tao.
— ¿Eh? —el oficial lo miró sonrojado.
Hao abrió enormemente los ojos, tomó a Ren del brazo y lo jaló hasta estar algo lejos del policía.
— ¡¿Te le estás insinuando al policía?! —preguntó espantado el castaño.
— ¡Claro que no! ¡Pretendo sobornarlo!
— ¿Y con qué?
— ¡Pues con dinero! ¿Con qué más?
—Pues… —Hao se puso nervioso.
— ¡HAO ASAKURA! ¡¿NO CREERÁS QUE TENÍA PENSADO ACOSTARME CON EL POLICÍA A CAMBIO DE QUE NO NOS MULTE?! —el chino gritó muy indignado.
—Pues, no sólo yo lo pensé —se avergonzó—. Apuesto a que él también.
Ambos miraron al oficial, éste tenía aire soñador y silbaba alguna melodía.
—Que asco —murmuró Ren.
—Yo lo arreglo —sonrió Hao.
Ren vio dialogar a Hao con el oficial, lo vio negar con la cabeza, hacer demasiados ademanes… y vio al policía poner una cara lujuriosa. Luego vio que el Asakura sacó una extraña tarjeta de su billetera. Llevándose por la curiosidad, Ren se acercó al par.
—Sólo dígales que va de mi parte —Hao guiñó un ojo.
El oficial se despidió, se trepó a su moto, no sin antes decir en voz alta: "Aquí no ha pasado nada".
Una vez que el policía se fue, Ren le preguntó a Hao.
— ¿Qué fue eso? ¿Qué le diste?
—Le presté mi membrecía —sonrió satisfecho.
— ¿Membrecía?
—Sí. Le hable de un lugar en especial a donde solía ir, antes de mi asunto con Lyzerg, le dije que le darían muy buen descuento.
—No preguntaré que lugar es —murmuró.
Hao sólo le sonrió.
— ¿Tu asunto con Lyzerg? ¿Ahora así te referirás a lo que hubo entre él y tú?
—Tengo hambre —dijo el Asakura, negándose a responderle.
— Vayamos a almorzar —el chino decidió darle por su lado.
—Parece que no habías comido en años —exclamó el chino al verlo comer tan rápidamente.
—Es que no te imaginas cuanto extrañaba este restaurante…—dijo sin dejar de comer.
—No hables con la boca llena, estás haciendo las veces de Horo Horo.
Hao bebió rápidamente de lo que había en su vaso. Ren suspiró.
— ¿Y cómo está Horo Horo? —le preguntó el castaño repentinamente.
— ¿Eh? ¿Por qué lo preguntas?
— ¿No quedaste en almorzar con él?
Ren negó con la cabeza.
— ¿Están pasando por un mal rato? —Hao lo miraba muy intrigado.
—No… sí… ¡no lo sé!
— ¿Cómo qué no lo sabes? Si no lo sabes tú, ¿entonces quién?
Ren bebió lentamente de su refresco.
—Ayer fue nuestro aniversario… —dijo al terminar de beber.
— ¡Que bien! ¿Y cómo lo celebraron?
—Él con sus compañeros de trabajo y yo contigo —sonrió con ironía.
— ¿Ah? —Hao lo miró confundido.
—Con eso puedes darte una idea de cómo van las cosas, ¿no?
—Ren… —Hao lo miró con preocupación.
—Olvídalo, mejor cambiemos de tema. Dime qué hacías en esa cafetería.
—Desayunaba, como todos los demás –sonrió con burla.
— ¿Tú solo?
Hao negó con la cabeza.
—Con Marion, Matty y Kanna —sonrió nostálgico.
— ¿Reanudaste la amistad con ellas?
—Nunca dejé de ser su amigo. Es cierto que dejé de frecuentarlas, pero sólo era porque Lyzerg sentía celos.
El semblante de Hao se entristeció. Ren apretó los puños, le daba mucho coraje ver al siempre orgulloso e inmutable Hao, reducido a lo que era ahora por culpa del inglés.
—Kanna estaba saliendo del trabajo y Marion estaba por entrar al suyo -sonrió el castaño tratando de aligerar el ambiente —y Matty sólo nos hacía compañía…
— ¿Y cómo van las cosas entre Marion y Matty?
—Pues bien. Aunque, Kanna me contó que Marion es muy celosa… por eso Matty renunció a su último empleo, al parecer le gustaba a su jefe. ¡Marion se enteró y con eso basto para que le prohibiera a Matty, regresar a ese lugar! —le dijo divertido.
— ¿Hao, qué le dijiste a Pilika? Porque, obviamente te la cruzaste en la cafetería ¿no?
Hao lo miró fijamente, luego se encogió de hombros.
—Lyzerg no la ama, nunca podrá amarla.
— ¿Eso le dijiste?
—No. No fue necesario, estoy seguro de que ella lo sabe o de lo contrario, no tendría porque ponerse así.
— ¿Así cómo?
—Así como se puso cuando me vio.
— ¿Y cómo se puso? —insistió el chino.
—Nunca había visto a alguien palidecer de ese modo —sonrió maliciosamente.
—Hao… tú dijiste que no ibas a interferir.
—Ren, si estuvieras en mi lugar ¿qué harías?
— ¿Ah?
— ¿No sabes? Bien, te diré que si los papeles estuvieran invertidos, si tú estuvieras en mi lugar y yo en el tuyo, como espectador te apoyaría, claro que lo haría.
— ¿Quieres que te apoye? ¿En qué?
—Lyzerg no puede casarse con Pilika, él es mío y yo de él… ¿lo comprendes?
Ren suspiró… ¿En que clase de predicamento lo estaba metiendo Hao?
Continuará…
Notas de la autora: Se titula "Y Duele"porque de cierto modo habla acerca de lo que está sufriendo Ren, de lo que sufre Hao y de lo que sufre la propia Pilika.
Si quieren complementar el capítulo (y la historia en sí), les recomiendo que lean: "Como Duele" un oneshot que hice y trata sobre los sentimientos de Lyzerg, ahora que está próximo a casarse con Pilika.
Estoy asombrada de que el fanfic haya tenido un buen recibimiento… sobre todo, tratándose de un HaoxRen/RenxHao.
¡Hasta el próximo capítulo!
