5. DISCULPAS
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Hay gritos de ayuda que jamás serán escuchados, o peor aún, serán ignorados.
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Los dos pequeños leones salieron del Gran Comedor tras la cena, se dirigían a su dormitorio, dónde Neville había prometido enseñarle un libro sobre plantas acuáticas y sus propiedades. No habían avanzado mucho cuando fueron detenidos por su profesor de Pociones. Ambos chicos se pusieron muy nerviosos al ver ante ellos la imponente figura del ojinegro.
— Potter, acompáñeme. Longbotom, regrese a su dormitorio — ordenó el ojinegro, acostumbrado a que los alumnos de primero, por el miedo que le tenían, hiciesen su voluntad.
— Harry no ha hecho nada malo, profesor — lo defendió el heredero Longbotom, sacando valor desde lo más profundo de él. Y aún sintiéndose valiente para defender a su compañero, seguía aterrorizado por el temible profesor.
— ¿He dicho yo eso? — preguntó Severus, arqueando una ceja.
— N-noo, p-perooo... — tartamudeó el castaño.
— ¿Entonces?— volvió a preguntar, con impaciencia, el hombre de negro.
— Está bien, Neville. Nos vemos más tarde — lo tranquilizó Harry, rezando para que fuera verdad que no estuviese en problemas, y no hubiesen decidido expulsarlo.
Sin decir una palabras más, Severus caminó hacia las mazmorras, sin siquiera mirar si el ojiverde lo seguía. Harry miró a su nuevo amigo con una débil sonrisa intentando mostrarle una tranquilidad que él mismo no sentía, y siguió al profesor.
Entraron en el despacho de Severus, y éste tomo asiento detrás de su escritorio haciéndole un gesto al niño para que se sentase delante de él. Ambos permanecieron en silencio varios minutos.
— ¿De qué quería hablarme, profesor? — preguntó el azabache, rompiendo el incómodo silencio.
— Quería pedirle disculpas por la manera en que te traté en mi clase — respondió con un suspiro cansado Severus, había imaginado esa conversación todo el día, pero se había quedado en blanco.
— Está bien, profesor. No tiene que disculparse, me lo merecía.
— No, no lo hacías — negó rotundamente el ojinegro.
— Pero mi padre...
— Tú no eres tu padre, y no debí pagar contigo lo que él me hizo — replicó Severus, sintiéndose cada vez más mezquino por su comportamiento anterior.
— ¿Entonces ya no me odia? — preguntó con ojos esperanzadores el niño, algo que derritió el corazón del adusto profesor.
— No, no lo hago. Y me gustaría compensar de alguna manera el mal rato que te hice pasar.
— No tiene que hacerlo, profesor. Yo solo quiero... No importa.
— ¿Qué es lo que quieres, Harry? — preguntó el ojinegro, claramente interesado en los deseos del menor.
— Y-yoo... Solo q-quiero ser normal.
— ¿Normal? — volvió a preguntar Snape sin entenderlo.
— Sí, ser un alumno más. No me gusta que todos aquí piensen que soy algo que no soy — confesó de un tirón el ojiverde.
— ¿Y qué es lo que no eres?
— Especial. Todo eso del "niño que vivió" es una basura. Yo solo soy Harry.
— No puedo ayudarte mucho con eso, pero te prometo que desde ahora para mí serás "solo Harry" — prometió el ojinegro, muy impresionado por la humildad del leoncito.
— Gracias, profesor. Eso sería realmente estupendo — agradeció el niño, mostrándole una sonrisa tímida.
— No tienes que agradecerme, Harry. Ahora, por qué no me cuentas cómo ha sido tu primera semana en Hogwarts
— Pues... Confusa — suspiró el ojiverde, dejando salir algo de su frustración.
— ¿Confusa?
— Sí, bueno... Solo hace un mes que descubrí que soy un mago y...
— ¿Qué? ¿Tus familiares no te hablaron sobre la magia?
— No, la palabra magia estaba prohibida en su casa. Ni si quiera Dudley podía ver películas de ese tipo... — explicó Harry, olvidando un poco de su timidez.
— Supongo que ese Dudley es el primo del que hablabas en la carta, el matón que...
— No debería haber dicho nada de eso, solo quería que supiera que lo entiendo y que odio lo que mi padre le hizo — lo interrumpió el niño, moviéndose incómodo en su silla.
— Está bien, Harry — lo tranquilizó Severus, estirando su mano para apretar ligeramente el hombro del menor — Eso pasó hace mucho y realmente debería haberlo superado. ¿Sabes? Tu madre era mi mejor amiga
— ¿De verdad? Ella era...
— Ella era increíble, Harry. Brillaba con luz propia, tú te pareces mucho a ella — confesó el ojinegro con una pequeña sonrisa.
— Todos dicen que me parezco a él... — replicó con molestia el ojiverde, él no quería parecerse a su padre, era un matón como su primo y sus amigos.
— La gente ve lo que quiere ver... Tus gestos y expresiones los heredaste de tu madre — volvió a calmarlo el profesor, esta vez apretando una de sus manos, que se habían convertido en puños ir la rabia.
— ¿Se conocieron en Hogwarts? — preguntó Harry, sonriéndole a su profesor. Le gustaba parecerse a su madre.
— ¿Tu madre y yo?
— Sí.
— No, la conocí cuando ambos teníamos ocho años. Vivíamos bastante cerca y lo dos frecuentabamos un pequeño parque...
— ¿Entonces también conoces a la tía Petunia? — preguntó Harry ,sin ocultar un gesto de disgusto en su rostro al nombrar a su tía.
— Por desgracia así es — asintió el ojinegro con el mismo gesto en su cara.
Los ojos del niño mostraban lo mucho que quería saber, y esta vez, el profesor no lo decepcionó. Le contó todo lo que su madre y él habían hecho después de un primer encuentro algo desastroso hasta que llegaron a Hogwarts y fueron sorteados en distintas casas, lo que no impidió que siguiesen siendo amigos.
Por su parte, Harry le contó cómo era su vida con su familia muggle. Le habló de su armario y de las tareas. Aunque se guardó para sí los golpes y empujones.
Severus lanzó un tempus con su varita y se sorprendió al ver lo tarde que era. Habían estado horas hablando, pero habían parecido tan solo unos minutos para él. Estaba indignado y furioso con lo que había descubierto sobre la vida del chico que había jurado proteger. Tuvo que recurrir a su oclumancia para no estallar y asustar al niño. Necesitaba un plan para sacarlo de esa casa, y esa noche empezaría a tramarlo.
— Es muy tarde. Hace dos horas que debería estar en su sala común — informó el pocionista, levantándose de su butaca.
— Lo siento, lo he entretenido mucho tiempo — se disculpó el leoncito, poniéndose de pie de un salto.
— No te disculpes, soy yo él que te pidió que vinieses.
— Pero yoo...
— Vamos, lo acompaño a la torre de Gryffindor — lo interrumpió el ojinegro, poniendo una mano en su hombro y empujándolo, suavemente, hacia la puerta.
Ambos caminaron en silencio hasta el territorio de los leones. El ojiverde miraba de reojo al adulto, quería hacerle una pregunta sobre algo que no había entendido. No quería molestar a su profesor, por eso había intentado resolver su duda buscando en el libro de Pociones, pero no había encontrado una respuesta. Finalmente, se armó de valor y habló.
— ¿Puedo hacerle una pregunta?
— Puede.
— ¿Qué significa los números antes de los ingredientes?
— Me temo que no entiendo la pregunta. ¿Puede ser más concreto? — pidió Severus, deteniéndose para mirarlo.
— En el libro de Pociones, en la parte en la que explica los pasos para preparar una poción hay unos números delante de algunos ingredientes — explicó con timidez el ojiverde.
— Esos números indican la cantidad de trozos en los que se debe cortar el ingrediente en cuestión.
— ¿Y si no hay número quiere decir que va entero? — preguntó Harry.
— Así es — asintió el pocionista, mirándolo con orgullo.
— Ahora lo entiendo. Por eso no conseguí que mi poción tuviese el color adecuado.
— Ahora que lo sabe, quizás tenga éxito la próxima vez — lo animó el ojinegro al ver la decepción del niño por su fracaso en su primera poción.
— Eso espero. Las pociones son muy diferentes a la cocina muggle.
— ¿Cocina usted a menudo?
— Sí, bueno... Ya sabe... Ellos... Es una de mis tareas, aunque esa no me molestaba — confesó, avergonzado, el azabache.
— ¿Ah, no?
— No, me gusta cocinar. Es divertido cuando aprendes lo básico.
— Pociones también puede ser divertido cuando aprendes los pasos básicos — replicó Severus, deseando que el niño se interesase por sus clases.
— Eso me parecía. Tenía muchas ganas de empezar en cuanto vi mi libro de Pociones por primera vez — confesó Harry, sonrojándose hasta las orejas.
— Siento haberlo arruinado — se disculpó el profesor, cada vez más avergonzado y arrepentido por sus acciones en la primera clase.
— No se preocupe, como le dije en la carta lo entiendo — lo disculpó, con un gesto en su mano, el ojiverde.
— Tú no tienes la culpa de lo que me hizo tu padre — replicó con fiereza el pocionista, girándose para tomar el brazo del niño.
— P-peroooo... — tartamudeó Harry, un poco asustado por el cambio de humor de su profesor.
— No te pareces en nada a él. Sí, sé que físicamente te pareces, pero en el interior eres muy diferente — aseguró Severus, soltando su brazo y poniendo sus manos sobre los hombros del menor.
— ¿Y a mi madre? — preguntó esperanzado, el niño, mirándolo con sus ojos verdes abrasadores.
— Tienes algunos gestos de ella, sí. Pero tú eres Harry, único e inigualable. No tienes que parecerte a nadie, no dejes que nadie te diga lo contrario.
— Gracias, profesor. Eso es lo que quiero ser, solo Harry. Ya sabe, sin todas esas tonterías del niño que vivió — afirmó el niño, mostrándole una sonrisa de gratitud. El profesor y Neville eran las dos únicas personas que no esperaban que fuera una especie de héroe infantil.
— ¿Qué vas a hacer mañana? — preguntó Severus, deteniéndose en la entrada de la guarida de los leones.
— ¿Mañana? Nada, ya he terminado todos mis ensayos.
— Bien hecho — lo felicitó el pocionista, recibiendo un gesto de sorpresa del niño, dejando ver que no había sido felicitado muchas veces en su vida.
— ¿Quieres recibir una clase extra de Pociones? — se escuchó diciendo Severus, sin poder creerse que estaba invitando a un primer año a su laboratorio privado.
— ¡Eso sería genial! ¿A qué hora? — preguntó Harry más entusiasmado de lo que lo había visto desde que entró al castillo.
— Venga a mi despacho después de comer — sonrió, sin poder evitarlo, el ojinegro.
— De acuerdo. Buenas noches, profesor — se despidió el niño, atravesándolo con ojos llenos de gratitud.
— Buenas noches, señor Potter.
— Muchas gracias por todo — agradeció el ojiverde, sonriendo al adulto, si no creyera que fuese imposible parecería que el chico intentaba alargar el momento.
— No hay nada por lo que agradecer. Ahora, entre — lo empujó suavemente hacia el retrato, le revolvió el cabello, y se giró de vuelta por el pasillo para volver a su dormitorio.
Una vez en las mazmorras, Severus maldijo, por milésima vez en el día, a Albus Dumbledore. El líder de la luz había provocado que el hijo de Lily creciera abusado. Él lo había dejado allí. Él no comprobó como estaba. Al final, el líder de la luz y el líder de la oscuridad no eran tan diferentes. Ambos habían provocado una infancia abusiva para Harry.
Necesitaba pensar bien que iba a hacer, el chico estaría hasta el verano en Hogwarts, ya le había dicho que se quedaría en el castillo en Navidad, lo que haría que pudiera cuidarlo él mismo, así que durante esos meses Harry estaría bien. ¿Pero que pasaría en verano? No podía dejar que volviese a esa casa infernal.
Conseguiría su custodia.
¿Su custodia? ¿Estaba loco? ¿Quién querría vivir con él?
Tal vez si podía acercarse a él en esos meses, el niño aceptaría vivir con él.
Ahora ya empezaba a pensar como un Slytherin.
No sería tan difícil acercarse, después de todo el también fue un niño abusado. Además, Harry se parecía mucho a Lily, y ella fue su mejor amiga. Aunque, pensándolo bien... El chico había terminado sus deberes antes de terminar el primer fin de semana, eso era algo que nadie, ni siquiera Lily, había logrado. Solo había habido un excepción esos años, él mismo. Quizás Harry se parecía un poco a él, y quizás también, no lo rechazaría.
Y ahora empezaba a pensar como un Hufflepuff.
Mejor irse a dormir y seguir planeando mañana.
Antes de quedarse dormido, pensó en la pregunta que le había hecho el ojiverde. Eso era algo que debería haber sabido, era algo de lo más básico.
Pero claro, aunque Harry creció como un muggle, él nunca recibió los cursos preparatorios como el resto de estudiantes nacidos de muggle. Otra traba más para el ojiverde por parte de el director. No sabía lo que ese viejo se proponía, pero él mismo se encargaría de desmoronar todos sus planes.
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Y eso es todo, espero que os guste.
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