Llamado a la madurez
Advertencia: LIMÓN. MUY MUY EXPLÍCITO entre Megumi y Misao
Diecinueve años. Solo diecinueve años y todavía virgen. Megumi lo sabía, podía ver a través de ella, y a través de la tela de su yukata de dormir los senos blancos, firmes, de areolas rosadas; y los pezones punzantes de exitación al saberlos pensados.
Hacía días venía mirándola. Era delgada y bajita, pero no infantil. Su cuerpo había sido llevado al límite muchísimas veces, lo sabía por la multiplicidad de cicatrices y lesiones viejas, curadas o compensadas. Era joven, sí, pero no una niña. Los niños tienen el cuerpo intacto. El cuerpo de Misao estaba usado. Bien usado: se le notaba el entrenamiento, los combates, el disciplinamiento, y también la diversión. Misao hacia un uso envidiable de sus capacidades físicas. De otra forma, cómo podría estar todo el día yendo y viniendo a los saltos?
A ojos de otros, ese comportamiento era infantil. Pero no para ella, que había visto y hecho cosas que otras mujeres no eran capaces ni de imaginar.
-A partir de ahora, solo dirás la verdad- ordenó. Y más pareció un hechizo, porque lo siguiente que escapó de los labios de Misao fue que era la mujer más sensual que había visto. Megumi sonrió complacida - Déjame despertar tu cuerpo y verás de lo que eres capaz.
Misao sonrió tímida y endulzada cuando Megumi le acarició la mejilla y la tomó de la nuca. Fue un beso profundo, irruptivo y demandante. Fue un beso profanador y sin pausa. Pronto, Misao estaba tan aturdida que, aún si hubiera querido, no podría resistirse.
La idea había aparecido en Megumi aquel día en el río, cuando Misao pedía tips para hacer que su cuerpo madurara. Parecía dispuesta a todo con tal de resultarle atractiva a Aoshi. La doctora ya había visto a Misao parcialmente desnuda meses atrás, cuando curó sus heridas, y sabía que aún en la madurez Misao seguiría siendo delgada. Además, creía que Aoshi era un cretino, que no merecía a Misao y mucho menos sus esfuerzos. Sin embargo, se le ocurrió que si ella tomaba a Misao first se cobraría, al menos en parte, lo que Aoshi le había hecho pasar en el castillo de Kanryu. Y con un poco de suerte, la pequeña comadreja descubriría que con su capacidad de dar placer y de recibirlo, no valía la pena esperar por un hombre apático y dañado como Aoshi.
Misao sintió una de las manos de Megumi apretarle el cuello. La otra, un seno. Le dolía, el pezón justo entre los dedos era pellizcado al mismo tiempo que parecía querer exprimirle el seno.
No había sido difícil convencerla. "Si quieres la verdad, te la diré. La única forma de que tu cuerpo madure pronto es cogiendo. Una vez que el cuerpo se despierta, las hormonas hacen lo suyo". Misao se había puesto roja hasta las orejas. "Pero cómo voy a hacer eso si Aoshi Sama no ..." Megumi había largado una carcajada seductora. "No tiene por qué ser Aoshi. Ni siquiera tiene por qué ser con un hombre. Las mujeres también podemos darnos placer ... Entre nosotras"
El resto dónde han sido historias sobre otras civilizaciones sacerdotizas, ancianas, hechiceras, o todo junto
desvirgaban doncellas en medio de rituales y cosas así.
La lengua le llegaba tan profundo, que Misao temia ahogarse, por lo que tiraba la cabeza hacia atrás, no para soltarse, sino para que el recorrido fue más largo. Megumi se apartó y finalmente Misao pudo respirar, pero todo el aire escapó de su cuerpo cuando el otro pecho fue mordido salvajemente. Misao gimió de dolor y sorpresa. Estaba seguro que le había salido sangre, sin embargo, todos sus impulsos de escapar se diluyeron cuando un dedo irrumpió en su interior. Lo sentimos abrirse paso no sin fuerza por el canal húmedo y apretado. Y luego se movió en su interior, como si Megumi intentara doblarlo
Misao gimió nuevamente. Le dolía y al mismo tiempo le gustaba que Megumi la tomara. Volvió a ser sofocada por la boca y la lengua de la doctora, que le sacó el dedo del interior y volvió a meterlo, esta vez compañado del mayor. Los agitó en su interior, y los separó como si fuesen tijeras.
Dejó de besarla para abrirle más las piernas y meterle el índice de cada mano. Los separó con fuerza, y miró con regocijo. Le pasó la lengua por la vagina todavía abierta por los dedos de ambas manos, y los hundió un poco más, y la abrió de nuevo, con fuerza, en un nuevo tirón. Misao se contrajo de dolor, pero Megumi no aflojó. Solo sonrió y le escupió adentro, y con los dedos desparramó ma saliva por su interior.
Eres más estrecha de lo que creía. También tienes el culo así de apretado?
E inmediatamente sacó un dedo de la vagina y húmedo como estaba, lo deslizó dentro del ano. Misao intentó apartarse, eso había dolido, pero nuevamente, dos dedos pujando dentro de su vagina, profundo, le limitaron el movimiento.
Sin saber porqué, Misao curvó la espalda. El dedo en el culo le llegó más profundo. Los dos o tres que tenía en la vagina, fueron apretdos con fuerza. Megumi tiró de un pezón con los dientes. Y todo el cuerpo se Misao se agitó solo, al tiempo que sintió que el calor de la vagina se desparrama sobre sus viceras
Se desplomó sobre el futón y Megumi movió los dedos un poco más. Misao se sentó laxa y pegajosa, y sentó que el cansancio la invadia al mismo tiempo que recuparaba el control sobre su cuerpo.
Aun no terminamos, pequeña- dijo Megumi, y empezó a desnudarse.
Soy nueva x aqui. Háganme saber qué les pareció en los comentarios.
