10. LORD PRINCE
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No puedes controlar los actos de otros, pero sí tu reacción a ellos
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El sábado por la mañana, la alarma de la varita de cierto Maestro de Pociones sonó muy temprano, interrumpiendo una tierna escena.
Harry, la noche anterior, había aparecido en la puerta de Severus. Los nervios y la preocupación por lo que pasaría en el banco no lo dejaban dormir, al menos no sin pesadillas. El ojinegro, ablandado por un par de ojos de cachorro, lo había levantado en sus brazos y se lo había llevado a su cama. Harry se había abrazado a él, y tras un caricias relajantes en su espalda, el niño se había dormido, eso sí, sin soltar la parte superior del pijama del pocionista. Y así seguía horas después, con su puño envuelto en la tela del pijama de su salvador.
Severus despertó, no sin cierta pena, al niño, que parecía dormir envuelto en una paz absoluta. Harry se frotó los ojos con sueño, y lo miró, y una enorme sonrisa apareció al instante en su cara al ver a su profesor.
Desayunaron juntos en silencio, ambos absortos en sus propios pensamientos, pero haciéndose compañía mutuamente. El pocionista, viendo el nerviosismo de su pupilo, decidió darle una taza de chocolate mezclado con una poción relajante para dormir. En cuanto, Harry comenzó a ponerse soñoliento, lo envió de nuevo a la cama. El niño estuvo a punto de protestar, pero su entrenamiento vital había sido la obediencia, por lo que con un adorable puchero en su rostro, se encaminó a la puerta para irse a la torre.
Con una media sonrisa, Severus lo agarró por el brazo antes de que el menor abriera la puerta y, poniendo un brazo sobre sus hombros, lo llevó a su cuarto y lo ayudó a meterse en la cama.
Acarició suavemente la espalda del niño, mientras le susurraba que podía esperar en su cuarto hasta que él regresase. Le explica con suavidad, que no sabía cuándo volvería, todo dependía del tiempo que le llevara convencer a los gobblins. Poco después, Harry se durmió, y Severus, tras besar la frente del menor y acariciar su despeinado cabello, caminó hasta el salón y se fue a Gringgots por flu.
Severus salió de la chimenea del banco, y se dirigió con su habitual paso rápido a uno de los cajeros, por suerte no había mucha gente en el banco, y uno de ellos estaba libre, al que lógicamente se dirigía el ojinegro.
Mostrando respeto, y usando las expresiones establecidas para dirigirse a un gobblin, consiguió impresionar al cajero, ya cambio éste le proporcionó una reunión privada para discutir sus asuntos con unos de los gobblins más poderoso y respetado en Gringgots.
El gobblin, que se presentó como Ironclaw, le ofreció asiento. Severus fue al grano, como era su costumbre, y le dijo lo que necesitan. Tras la explicación, le mostró los resultados médicos de Harry y le contó cómo era su vida en esa casa en la que Dumbledore lo había dejado. También le habló de la poca disposición del director a sacar al niño de ese infierno.
Ironclaw había estado apretando sus puños bajo la mesa, sintiéndose casi ahogado por la rabia. ¿Quién podía ser tan cruel como para lastimar a un ser puro e indefenso?
Severus, ajeno a los sentimientos de ira del gobblin, continue hablando.
- Le ofrezco hasta el último knutt de mi bóveda si puede ayudarme a "perder" esos papeles - ofreció el pelinegro, sin saber ya más que decir.
- La nación Gobblin le agradece su generosa oferta de pago, pero lamentablemente debemos rechazarla.
- Sé que no es mucho, pero puedo vender pociones por encargo y ...
- No, joven mago - lo detuvo el gobblin con un gesto de su mano - Lamento la confusión, lo que quería decir es que lo haremos gratis
- ¿Gratis? ¿Por qué? - preguntó el ojinegro, sus ojos brillaban con asombro y sospecha.
- La nación Gobblin venera a todas y cada una de las formas de magia pura, y los niños mágicos lo son. Por eso, usted, joven mago, se ha ganado nuestro respeto, por haber tomado la noble decisión de dar todo su oro, ganado con su esfuerzo, a cambio de salvar a uno de esos seres puros - descrip Ironclaw, haciéndole una breve reverencia con su cabeza.
- Harry es el ser más puro de todos, se lo puedo asegurar. Solo algo tan puro e inocente puede curar un alma - suspiró Severus con una tímida sonrisa, su leoncito era un pequeño milagro.
- ¿Habla de su propia alma, señor Snape? - preguntó el gobblin con interés.
- Así es. Es curioso, ¿no? Desde hace meses estoy pensando en como salvarlo a él, y es él el que me salva a mí, y sin ni siquiera darse cuenta - respondió con una carcajada el ojinegro, negando la cabeza con incredulidad.
- No se preocupe, usted también logrará salvarlo - prometió Ironclaw, sonriendo por primera vez a un mago. Solo había sonreído a una bruja antes, curiosamente fue a una pequeña brujita llamada Eileen Prince, que durante sus primeros años había acudido a menudo al banco con su padre. Algo tenían los Prince que harían sentir cariño y respeto por ellos.
- Ni siquiera puedo pensar en no lograrlo - suspiró Severus, mirando al techo.
- Quiero pedirle algo a cambio de retener legalmente el tiempo que necesite esos documentos - cambió de tema el gobblin, despertando el interés del mago.
- Y eso sería - preguntó el pocionista, entrecerrando los ojos con sospecha.
- Que traiga al señor Potter. Me gustaría que se someiera a un ritual gobblin de sanación - respondió Ironclaw, no podía permitir que es niño permaneciera más tiempo viviendo con una salud tan precaria.
- Eso sería más que aceptable - aceptó de inmediato el ojinegro, no era tonto, sabía que la magia gobblin era mucho más efectiva de lo que ningún mago pudiese soñar.
- Bien, pasemos a otra cosa - asintió el gobblin, antes de saltar a un nuevo tema - ¿Por qué no se hace una prueba de herencia?
- ¿Para qué? Mi madre fue desheredada y mi padre era muggle - masculló Severus, sin querer perder el tiempo en algo tan inútil.
- Recuerdo a su madre, Eileen Prince. Era una pequeña bruja encantadora. ¿Sabe? El último Prince, su abuelo, murió hace diez años. Desde entonces las bóvedas Prince han permanecido selladas, y así seguirán hasta que aparecen el heredero y tome su papel como Lord.
- ¿Piensa que yo puedo ser el heredero? ¿Un mestizo? - escupió con desprecio el pocionista.
- Nuestra especie no hace distinciones de sangre, eso solo lo hacen los magos - replicó Ironclaw, sin inmutarse por el ataque del mago.
- Pido disculpas, no quer ... - se disculpó de inmediato, el ojinegro, arrepentido por haber arremetido así contra el gobblin que lo único quería era ayudarlo.
- Sobran las disculpas. Ahora, ¿se atreve a hacerse la prueba de herencia? - lo interrumpió el gobblin, entrecerrando los ojos con desafío, mientras sacaba de un cajón una daga y un pergamino y los ponía sobre su escritorio.
- No soy ningún cobarde - siseó Severus tomando la daga, tras cortarse la palma de la mano, apretó el puño y dejó caer siete gotas de su sangre en el pergamino.
El gobblin le entregó el pergamino al pocionista, tras leerlo él mismo.
Severus Tobías Snape
Nivel mágico : 82%
Dones mágicos:
* Pociones
* Defensa / Duelo
* Artes mentales
* Curación
Madre: Eileen Snape nn Prince
Padre: Tobías Snape
Aprendiz: Harry James Potter
∞TÍTULOS∞
* Lord Prince (Bajo condición)
* Lord Potter (Firma apoderado)
* Lord Black (Firma apoderado)
- Vaya, esto podría ayudar mucho ... - murmuró pensativo el gobblin, frotándose la barbilla.
- ¿Oh yes? ¿Y Como? - preguntó Severus, sin entender cómo esto podría ayudar con Harry.
- Eso no importa ahora. - desestimó Ironclaw, haciendo un gesto de descarte con su mano, antes de volver a lo importante - ¿Qué le parece si averiguamos cuál es la condición para ser Lord Prince?
- Antes quiero saber por qué Harry aparece como mi aprendiz - retrasó el momento el ojinegro, aunque su preocupación y sorpresa por esa revelación en su prueba de herencia eran sinceras.
- Por lo que me ha dicho hasta ahora puedo suponer que el niño y tú habéis pasado bastante tiempo juntos en los últimos meses. ¿Me equivoco? - preguntó el gobblin, mirándolo para ver su respuesta.
- No lo haces.
- Y ¿debo adivinar que parte de ese tiempo juntos ha sido empleado en preparar pociones? - volvió a preguntar Ironclaw, sabiendo que no se equivocaba.
- Parece que se le da bien adivinar. Tal vez deba solicitar el puesto de profesor de Adivinación en Hogwarts - ofreció, con una sonrisa burlona, el pocionista.
- Lo pensaré. Pero antes, por si le interesa lo que ha pasado - replicó, con una mueca burlona, el gobblin - Parece que las magias de ambos han formado un vínculo de maestro y aprendiz. Seguramente haya ocurrido antes de que obtuvieses la tutela del niño, sus magias querían permanecer juntas y encontró esa manera de unirlos.
Severus se quedó ensimismado en un solo pensamiento: la magia de Harry lo quería cerca.
- ¿Podemos ahora revisar esa condición? - preguntó Ironclaw, sacándolo de su pensamiento favorito del año.
- Claro, lo que quiera - respondió Severus cono tono ausente, todavía permanecía distraído por esa revelación tan importante para él.
Resulta que la única condición que su abuelo había puesto era que renunciara a su sangre muggle. Una sangre que Severus había maldecido la mitad de su vida, no porque significara que era un mestizo, si no porque era la sangre de su padre.
- Lo haré - decidió con tono firme.
- Seguramente necesitará un momento a solas para prepararse - ofreció el gobblin, levantándose y dirigiéndose a la puerta - Iré por el gobblins encargado de las cuentas Prince, se alegrará de conocer al próximo Lord.
Unos minutos después, Ironclaw regresó acompañado de otro gobblin más viejo al que presentó como Fireclaw.
- Me alegro de conocerlo por fin, heredero Prince - lo saludó el gobblin más mayor con algo parecido a una sonrisa.
- Un placer - devolvió Severus, estrechándole la mano, tras hacer un saludo gobblin.
- Deberás cambiar tu saludo en unos pocos minutos - se burló Ironclaw del otro gobblin, sorprendiendo al mago por la familiaridad.
- Así es, pero hoy, cuando llegue a casa podré decirle a mi mujer que he conocido al heredero y al Lord Prince el mismo día - replicó el gobblin mayor con una sonrisa divertida.
- Sí, mamá estará contenta - asintió Ironclaw, dándole la razón.
- ¿Mamá? - se atragantó el pocionista.
- Sí, él es mi hijo, y mi mujer su madre - asintió Fireclaw con tranquilidad, como si fuera lo más normal del mundo.
- Bieenn ... ¿Empezamos con el ritual? - preguntó Severus, más tarde pensaría en ello, porque definitivamente era algo en lo que pensar.
- Por supuesto, el tiempo es oro - asintió Ironclaw, llevándolo a una sala ritual, donde dos gobblins sanadores ya estaban preparando todo.
Severus entró en una enorme sala con suelo y paredes de piedra. En el centro estaba situado un estanque de aguas cristalinas, donde el pocionista supuso debía meterse. Los gobblins le entregaron una túnica ceremonial, y le indicaron que se cambiase tras un biombo.
Mientras el pelinegro entraba en el estanque, los gobblins empezaron a ponerse en sus posiciones. Una vez dentro, los canticos comenzaron y Severus sentó como una magia poderosa y envolvente recorría su cuerpo.
Tan solo una hora después, el pocionista se retiró de Gringgots sintiéndose un hombre nuevo.
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Y eso es todo por hoy ...
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