11. PLANES DE FUTURO

— o —

Seguir adelante cuando otros se van quedando en el camino es ley de vida, pero también es muy duro

— o —

Tras el ritual, los gobblins y el mago, ahora sangre pura, volvieron al despacho de Ironclaw. Tras sentarse, Fireclaw convocó un cofre, que abrió ante Severus, dejando ver el anillo Prince. El pocionista lo tomó y se lo puso en su dedo anular, el anillo rápidamente se adaptó a su dedo, calentándose por unos segundos para darle la bienvenida. El ojinegro sintió una corriente de magia que lo hizo sentir querido, amado, pero sobretodo se sintió en casa. Sin poder evitarlo, su mente se desplazó a esa mañana, cuando se despertó con Harry abrazado a él, de alguna manera también se había sentido en casa.

— ¿Sabes que puedes cambiar tu nombre? — preguntó Ironclaw, aunque el pocionista tuvo la impresión de que fue más una sugerencia que una pregunta.

— Ni siquiera lo había pensado, aunque por supuesto me encantaría poder deshacerme de su nombre y apellido. Aunque, por supuesto, me gustaría conservar el nombre que mi madre eligió para mí — confesó con sinceridad, se sentía bien renunciar a su sangre muggle sin que te acusasen de ser un mortífago.

— Concuerdo contigo, joven Lord. El nombre de un hombre con honor como tú, no debe ser ensuciado por alguien que nunca lo mereció — asintió en su dirección, Fireclaw.

— Habla como si lo hubiera conocido — dijo el ojinegro, mirándolo con ojos sospechosos.

— Su abuelo y yo éramos cercanos. Sufría mucho por tu madre y por ti, y esperó sin perder la esperanza, hasta la muerte de tu madre, de que ella volviese a casa contigo. Por aquel entonces él ya estaba enfermo, y la muerte de tu madre lo agravó. Quería acercarse a ti cuando terminases Hogwarts, pero ya estaba demasiado débil y no pudo aguantar hasta que tú te graduaste — confesó el gobblin mayor, suavizando sus siempre fuertes facciones.

— Ojalá me hubiera sacado de esa casa — deseó Severus, avergonzándose al instante de haberlo dicho en voz alta.

— Tú no pudiste ser salvado, pero ahora estás salvando a un niño como el que tú fuiste — le recordó Fireclaw a modo de consuelo.

El pocionista no tenía nada que decir a eso. En realidad, una parte de él sintió, que de alguna manera, salvando a Harry salvaba a dos Severus, el niño abusado y el adulto roto.

— Por ahora seguiré con mi nombre, pero espero poder cambiarlo en unos meses — les dijo el Slytherin, con su cabeza ya en planes de futuro.

— Así se hará — asintió Ironclaw, inclinando la cabeza en señal de respeto.

— Tengo una pregunta sobre el vínculo. ¿Podría interferir con una adopción? — preguntó Severus, eso era algo que lo había tenido muy preocupado desde que leyó los resultados de su prueba de herencia.

— ¿Está pensando en adoptar al heredero Potter? — le devolvió la pregunta Fireclaw, claramente complacido por la idea.

— Sí, ya lo he hablado con él y está de acuerdo — asintió el ojinegro sin dar más detalles.

— ¿Has pensado en una adopción de sangre? — fue el turno de Ironclaw para preguntar.

— No. Hasta ahora, con mi sangre, no había decidido condenar a nadie a tal deshonra.

— ¿Y ahora? La sangre Prince protegerá al niño, lo que le vendrá muy bien si vienen tiempos difíciles — informó el gobblin mayor, él claramente deseaba un heredero Prince.

— Harry y yo escaparemos de los "tiempos difíciles", ya hemos vivido los suficientes — refunfuñó Severus, frunciendo el ceño.

— Eso es muy cierto. Ahora, volviendo a la pregunta que hiciste; la respuesta es no. Ningún tipo de adopción influirá negativamente en el vínculo maestro-aprendiz — informó Fireclaw, aliviando el corazón del mago.

— Estoy seguro que habrá mucha información sobre eso en sus bóvedas de libros — aseguró Ironclaw, mirando a su padre.

— ¿Mis bóvedas de libros? — se atragantó el Slytherin, sintiendo como sus piernas temblaban.

— La familia Prince tiene una de las mayores bibliotecas en Gran Bretaña — asintió el gobblin mayor, dando la razón a su hijo.

— ¿Cuándo podré visitarlas? — preguntó un muy ansioso Severus, al que solo le faltaba empezar a morderse las uñas.

— Ahora mismo si quiere — ofreció Fireclaw, haciéndole un gesto hacia la puerta.

Ironclaw se quedó en su despacho mientras su padre acompañaba al joven Lord Prince a sus bóvedas, esperaba que su padre dejara al mago allí y regresara a su despacho para tramar un plan que ayudara a la familia Prince.

Por su parte, Fireclaw había dejado a Severus caminando extasiado entre las altas estanterías de la bóveda, que contenían una cantidad incalculable de libros. Se había disculpado con él por marcharse, alegando que quería darle tiempo para curiosear tranquilo. Le pidió que antes de irse pasara por la oficina de su hijo. Después de eso, regresó a la parte superior del banco, y se encaminó al despacho de su hijo, donde entró después de un breve toque en la puerta. Ambos se miraron expectantes durante unos segundos hasta que el mayor habló

— Ha llegado la hora de que la familia Prince vuelva a ser lo que era — dijo con gravedad Fireclaw, era tiempo de devolver ciertos favores a los Prince.

— Manos a la obra entonces — asintió Ironclaw, el fue el aprendiz de su padre, por lo que también había trabajado con los Prince, y años después aún les guardaba una gran lealtad.

Ambos gobblins, padre e hijo, discutieron la mejor manera de ayudar a otro padre e hijo. Les llevó mucho tiempo llegar a una idea, pero cuando se centraron en ella todo fue mucho más rápido.

Para cuando Severus regresó de la bóveda, en la que Fireclaw lo había dejado, los gobblins ya habían terminado de discutir todas las partes del plan.

— Mi hijo y yo hemos estado discutiendo algunas maneras de ayudarle. Y creemos que la forma más sencilla de proteger a tu chico es que os mudeis a alguna propiedad Prince en el extranjero. Si lo adoptas bajo el apellido Prince, nadie lo encontrará.

— La adopción de sangre incluso haría que los hechizos de rastreo fuesen inútiles. Para todo el mundo mágico, Harry Potter estaría muerto — añadió Ironclaw.

— Ambas son grandes ideas, pero me temo que hay algo que me impide irme.

— ¿Y eso es?

— Un voto mágico que hice a Dumbledore. La noche que Voldemort fue derrotado prometí que protegería a Harry. El viejo piensa que no se ha ido del todo — confesó el pocionista, dejando salir un gesto de derrota.

— Y no se equivoca en eso, pero hablaremos de eso en otro momento. Ahora, no entiendo por qué piensas que romperías tu voto. Llevándote al heredero Potter, lo estarías protegiendo, ¿no?

— No es mi voto lo que me preocupa, pero si me voy, el viejo sabrá que Harry está conmigo, y no parará hasta encontrarnos y separarnos.

— Eso no es un problema, simplemente no pueden desaparecer juntos. El niño tendrá que desaparecer antes, y ese será el motivo por el que tu renunciarás.

— Si Harry no está en Hogwarts... ¿Para qué iba yo a estar allí? — murmuró Severus con asombro, eso podría resultar.

— En efecto. Entonces, ¿contamos con su aprobación? — preguntó, con ironía, Ironclaw.

— Antes tengo que hablar con Harry, es su vida y no quiero quitarle el derecho a opinar. Bastante le han quitado ya.

— De acuerdo, habla con tu hijo y vuelve cuando hayas tomado una decisión — asintió Fireclaw, levantándose para estrecharle la mano.

El gobblin mayor se ofreció a acompañarlo hasta el vestíbulo. Cuando salieron del despacho, el gobblin le entrego una carta que su abuelo había dejado para él tan solo unos días antes de morir. Metiéndola en el bolsillo de su túnica, decidió abrirla más tarde, cuando tuviera un rato libre.

Antes de que el mago se dirigiera a las chimeneas, Fireclaw lo tomó por el brazo y le ofreció unas sabías palabras.

— Tomes la decisión que tomes, me gustaría darte un consejo. No te sientas como un padre sustituto. Harry no recuerda a su padre biológico, no tiene nada que comparar, para él eres y serás su único padre. Y eso lo digo sin importar si finalmente lo adoptas o no.

Tras decirle eso, Fireclaw volvió a perderse en un laberinto de pasillos. Mientras, Severus se había quedado parado con miles de pensamientos revoloteando en su mente. Aplicando sus escudos de oclumancia se calmó, pero dos de esos pensamientos fueron lo suficiente fuertes para burlar a sus complicados, y hasta ahora efectivos, escudos.

El primero era el consejo que le había dado el gobblin encargado de las bóvedas Prince desde la época de su abuelo. Fireclaw tenía razón, él sería el único referente paternal para Harry.
Con esto resuelto, pasó a su segundo pensamiento, aunque en este caso era una preocupación.

La fantasía de llevarse a Harry lejos había estado en su mente desde el primer domingo que pasó con el niño. Pero el chico amaba Hogwarts, no podía hacerle renunciar a sus amigos y al castillo que veía como un hogar. Hacerle algo así sería cruel, no podía desarraigarlo de esa manera.

Otro pensamiento llegó a su mente, y trajo con él una tímida, pero muy sincera, sonrisa. Le gustaba la idea de realizar una adopción de sangre con Harry, en realidad sería una mera formalidad porque él ya sentía al niño como suyo.

La decisión sería del ojiverde, pero antes tendría que explicarle con detalle en qué consistía y lo que este tipo de adopción significaba. Tal vez debería comprar algunos libros sobre el tema antes de regresar, Harry podría leer sobre las adopciones de sangre y resolver algunas dudas que no se atreviera a preguntar.

Salió por la puertas del banco, en lugar de dirigirse a las chimeneas, y se encaminó a F&B, la librería que tendría los libros que necesitaba. Tras sus compras, fue al Caldero Chorreante para usar el flu y regresar a sus habitaciones.

Cuando Severus salió de la chimenea, fue atrapado en abrazo de un niño que lo esperaba ansioso.

— ¿Alguien me echaba de menos? — se rió de buen humor, agachándose para abrazarlo él también.

— Sí, mucho — confesó el niño, abrazado a él, con la voz ahuecada por la tela de su túnica.

— Bueno, ahora ya estoy aquí — lo consoló el pocionista, dándole palmaditas en la espalda.

— ¿Ha ido todo bien? — preguntó el menor, con miedo, separándose un poco de él.

Severus aprovechó la maniobra y se inclinó para tomar al niño por debajo de sus brazos, y subirlo a su cadera. El ojiverde automáticamente rodeó su cuello y dejó caer la cabeza en su hombro.

El ojinegro caminó hasta el sofá y se sentó, acomodando al leoncito en su regazo, quién seguía aferrado a él como un koala. Con voz suave y tranquila comenzó a relatarle su mañana en el banco.

— ¿Qué es una adopción de sangre? — fue lo primero que Harry preguntó.

— Una adopción de sangre es algo más completa que una adopción normal. La sangre Prince se añadiría a tu propia sangre, y seguramente adquirirás algunos aspectos físicos como los míos— explicó como pudo el pocionista.

— ¡Eso significa que puedo quitarme la sangre Potter! — celebró el ojiverde, dejando en shock a Severus.

— No sería necesario — respondió el slytherin sin entender la alegría del niño.

— ¿Pero podría hacerse?

— ¿Por qué querrías hacerlo?

— ¿Y tú me lo preguntas? — le devolvió e la pregunta, el menor, arqueando una ceja. Ese chico empezaba a parecerse demasiado a él... ¡Y todavía no lo había adoptado!

— James Potter no fue el único Potter. Hubo muchos otros antes, que lograron grandes cosas, y tú deberías sentirte orgulloso de ellos — trató de convencerlo el Slytherin, no era justo que Harry perdiera sus derechos como Potter por un idiota.

— ¿Entonces por qué tú te quitaste su sangre? A lo mejor hubo otros Snape buenos — contratacó el leoncito, mirándolo con desafío.

— Lo mío era un requisito necesario, para poder ser aceptado como Lord Prince — le recordó el adulto, sin enfadarse.

— Está bien, me dejaré la sangre Potter— se rindió el menor con un suspiro, antes de tomar aire y decir unas últimas palabras — ¡Pero seré Harry Prince!

— Me gusta como suena — sonrió Severus, acariciando su mejilla.

— A mí también — confesó el ojiverde, mucho más calmado — Entonces, ¿cuando nos iremos?

— ¿Irnos? ¿Quieres irte? — se sorprendió el pocionista, mirándolo con los ojos muy abiertos.

— ¡Claro! ¿Tú no quieres irte? — fue el turno para sorprenderse de Harry.

— Lo hago, pero pensé que tú no querrías. ¿Estás seguro? ¿Y tus amigos? ¿Y Hogwarts? — preguntó el ojinegro, quería que su hijo supiera todo lo que dejaría atrás.

— Hogwarts me gustaba al principio porque me alejaba de los Dursley, y después me gustó porque estabas tú — respondió, con tranquilidad, el niño — Y Neville es mi único amigo, lo echaré de menos pero podemos escribirnos, ¿no?

— De acuerdo, si estás tan seguro, hablaré con los gobblins para avisarles. Y ahora, qué te parece si pasamos un poco de tiempo en nuestro laboratorio — preguntó Severus, guiñándole un ojo al niño.

La única respuesta de Harry fue saltar de su regazo, y correr hacia dicho laboratorio.

Por la noche, Severus sonreía a la nada. El chico quería ser adoptado por él, y no le importaba dejar todo lo que conocía para irse con él. La ayuda de los gobblins había sido una bendición. Su plan de desaparecerlos a los dos era magistral, solo veía un problema:
¿Cómo iba a dejar solo a Harry en una casa vacía por más de un mes?
Un mes era el mínimo de tiempo que debía haber entre sus desapariciones, ya que si no podría resultar sospechoso, y eso era lo último que necesitaban, gente haciendo preguntas..

— o —

Espero que hayáis disfrutado...

— o —