13. LA AYUDA DE UN VIEJO AMIGO
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En busca del equilibrio que permita continuar
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Severus, Fireclaw e Ironclaw miraban de Harry al pergamino sin poder creerse que se encontraban con el mago más poderoso de toda Gran Bretaña, tanto mágicamente como en política y asientos del Winzegamot.
Harry, por su parte estaba metido en sus propios pensamientos, no necesitaba preguntar por el vínculo de maestro-aprendiz, Severus se lo había explicado todo días atrás. Le había hecho muy feliz saber que la magia de su profesor lo había elegido.
Pero lo que no entendía era lo que ese pergamino decía de su mamá. ¿Significaba eso que era adoptada? ¿Y si era adoptada por qué él tuvo que vivir con Petunia, si ella no era su tía? ¡Un momento! ¡Los Dursley no eran su familia!
Harry comenzó a reír como un loco, preocupando mucho a los adultos. Severus se desvivía por su niño, y los gobblins se sentían enternecidos por el pequeño mago con esos ojos tan inocentes y puros.
— Harry, ¿estás bien? — preguntó el pocionista, dándose una patada mental por la estupidez de la pregunta. Su hijo, claramente, no estaba bien.
— ¡Los Dursley no son mi familia! No importa que no me quisieran, porque ellos no son mi familia — gritó con felicidad el ojiverde, ese pergamino le había quitado un gran peso de encima.
— Bueno, yo sí soy tu familia y te quiero — replicó el ojinegro con una tímida sonrisa, acariciando su cabello.
— Yo también te quiero, Sev — declaró solemnemente el niño, antes de pasar sus brazos alrededor del cuello del adulto.
— Así me llamaba tu madre — confesó en un susurro el ojinegro, inhalando el aroma del champú infantil de su hijo.
— ¡Mi madre! — volvió a gritar Harry, separándose de Severus para mirarlo — ¿Te das cuenta, verdad? Ella era adoptada.
— Recuerdo que escuché algo sobre el secuestro de una niña en la familia Rookwood hace algunos años — rememoró Fireclaw, rebuscando en su mente más detalles de la historia.
— Podemos contactar con Lord Rookwood, y solicitar una reunión contigo en algún momento — se ofreció Ironclaw, quería asegurarse primero de que Rookwood fuese de fiar.
— Está bien, lo conozco. Vincent Rookwood es lo mejor que ha salido de la familia Rookwood en siglos. Y él sería el hermano de tu madre — informó Severus mirando a Harry
— ¿Mi tío?— se atragantó el pequeño león, no sabía si quería otro tío.
— Así es. ¿No tienes más preguntas?
— ¿Qué son las artes mentales? — preguntó el ojiverde, arrugando su frente con confusión.
— Las artes mentales son una parte muy complicada de la magia que tiene que ver con la mente — explicó brevemente el pocionista, más tarde hablarían de ello con tranquilidad.
— ¿Y yo podré hacer eso? — preguntó, inseguro, el menor.
— Así es, con una guía adecuada podrás lograrlo — asintió el ojinegro, decidiendo ya que ese guía sería él.
— ¿Tú me ayudarás?
— ¿Acaso lo dudas? — respondió con otra pregunta el slytherin.
— Claro que no — negó con la cabeza el ojiverde, dedicándole una enorme sonrisa.
— ¿No quieres hacer más preguntas? ¿Sobre tus títulos? — quiso saber Severus, dándole una pequeña pista de lo que debía preguntar.
— Soy muy pequeño para saber de esas cosas, Sev. Cuando sea mayor te preguntaré, ¿vale?
Los gobblins, casi tuvieron que ahogarse para evitar estallar en carcajadas por el rostro serio del niño explicándole a su padre, con cariño, lo poco que le importaban sus títulos políticos.
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Severus escribió a Vincent Rookwood al día siguiente de su viaje con Harry a Gringgots. Su antiguo compañero de escuela también fue un mortífago. Había sido presionado por su padre y su hermano mayor, otros dos mortífagos, dos de lo peores, en realidad. Vincent trabajaba como inefable en el Ministerio, y para su gran suerte no fue marcado en su iniciación debido a su trabajo dentro del Ministerio. Mucho antes de que Voldemort fuese derrotado, él había descubierto que Severus era un espía, pero jamás lo había delatado.
Vincent no se hizo esperar, una lechuza parda trajo su respuesta la noche siguiente. El inefable estaba sorprendido por su carta, pero estaba dispuesto a verlo cuando quisiese. El ojinegro quería hablar con él cuanto antes, así que lo citó para la noche siguiente en una habitación privada en el Caldero Chorreante.
La noche del encuentro con Vincent, Severus llegó unos minutos antes de la hora, pero el inefable ya lo estaba esperando en la habitación. No había cambiado mucho desde la última vez que lo vio, seguía siendo un hombre alto, con un cabeza llena de rizos castaños y unos profundos ojos azules, aunque había perdido ese aire infantil que lo había acompañado en sus peores días como mortífago. Tras las preguntas de cortesía, el pocionista le pidió un voto mágico, explicándole que quería contarle algo importante, pero que necesitaba mantener protegida esa información. Vincent aceptó sin dudarlo, sin hacer ningún tipo de pregunta, lo que sorprendió al ojinegro.
— Podrá parecerte extraño, pero quizás seas la única persona en la que confío — le aclaró el inefable, encogiéndose de hombros.
Tras el voto mágico, Severus le enseñó la prueba de herencia. Vincent reaccionó con incredulidad primero y alegría después. Su hermanita perdida, a la que había jurado proteger cuando nació, había acudido a Hogwarts durante cuatro años con él. Ojalá lo hubiera sabido. Lo único que lo tranquilizaba era que jamás había tenido ningún altercado con un Gryffindor.
Y su sobrino era el niño que vivió, ese niño lo había salvado del infierno, derrotando a ese monstruo cuando apenas era un bebé.
Vincent le contó a su viejo amigo como su hermanita fue secuestrada cuando era un bebé de dos meses. Nunca se pudo imaginar que ese bebé fuera Lily Evans. Severus suspiró antes de su siguiente paso, dar a conocer el informe médico de Harry.
El inefable leyó el pergamino con rostro horrorizado, arrugando el papel en un puño causado por la rabia, cuando acabó de leer.
— Yo me haré cargo de mi sobrino. No permitiré que vuelva a pisar ese lugar — gruñó entre dientes, teniendo problemas para controlar su magia.
— De eso ya me he encargado yo — replicó el pocionista, nadie le quitaría a su niño.
— ¿Lo has adoptado? — preguntó, muy sorprendido, Vincent.
— Por ahora tengo su tutela, pero lo adoptaré en muy poco tiempo. Harry está de acuerdo — informó el ojinegro con rostro impasible.
— Está bien. Sé que contigo estará bien — asintió, retirando su magia, el inefable.
— No permitiré que nada ni nadie lo dañe — prometió Severus, relajando su postura al ver que no iba a haber problemas o una lucha por la custodia del menor.
Ambos magos hablaron durante más de una hora sobre el niño, además de los planes que habían hecho de desaparecer para proteger a Harry.
Antes de que abandonaran la habitación alquilada, Vincent le pidió, o más bien rogó, a Severus que le dejara formar parte de la vida de su sobrino.
— Podría apelar a lo sentimental y decirte que es lo último que me queda de mi hermana... Pero la verdad es que con todo lo que me has contado del chico, puedo decir que sinceramente me gusta — confesó el inefable, él realmente quería conocer a su sobrino, y también tener una relación cercana con él.
— La verdad... — replicó el ojinegro, sonriendo con orgullo — Es que es todo eso y mucho más.
— Eso me parecía — asintió Vincent, cada vez más ansioso por conocer a ese niño del que tanto presumía su viejo compañero.
— No quiero robarte a tu sobrino, pero como sabes abandonaremos Gran Bretaña — le recordó Severus, y era sincero, no impediría que Harry y Vincent fueran sobrino y tío, pero ellos ya no cambiarían su plan de huido.
— Lo sé, solo espero poder visitarlo de vez en cuando, y también mandarle lechuzas a menudo — lo tranquilizó el inefable, había visto los ojos de alarma en el pocionista.
— Me parece bien. Por ahora, nos veremos aquí el próximo sábado a la misma hora. Traeré a Harry — decidió el ojinegro, concertando una nueva cita para verse.
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Al sábado siguiente, Severus y Harry tomaron el flu desde el salón privado del pocionista, para acudir a una habitación, nuevamente alquilada, en el Caldero Chorreante. Harry iba con la capa de invisibilidad, y no se la quitaría hasta estar dentro de la habitación.
Para el resto del mundo, excepto unas pocas personas, Harry estaría en el invernadero tres, con Pomona y Neville. Ambos habían aceptado cubrirlo mientras el chico daba una clase de Pociones extra con Severus.
Por su parte, Poppy cubriría al ojinegro si alguien preguntaba por él, alegando que estaba en su laboratorio preparando pociones que ella misma le había solicitado.
Tras las presentaciones, Severus los dejó a solas para que se conociesen mejor. Por supuesto, no salió de la habitación, pero se sentó a una distancia lo suficiente larga para darles cierta privacidad.
Una hora más tarde, el pocionista se aclaró la garganta y le dijo a Harry que debía despedirse de su tío.
Tras despedirse, mientras el niño estaba observando maravillado unas viejas fotos, que él le había traído, de Lily cuando nació y antes de ser secuestrada, Vincent se acercó a Severus y le murmuró algo en voz baja.
— Puedo confirmarte que mi sobrino realmente me gusta. Es inteligente y astuto, además de adorable, claro — terminó con una pequeña sonrisa, y es que no había duda de que se había enamorado rápida y profundamente de su pequeño y adorable sobrino.
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Cuando regresaron al castillo, el ojinegro sentó al niño en el sofá y le preguntó cómo se había sentido con Vincent.
El ojiverde lo resumió con un: "Este tío realmente me gusta, Sev". Lo que lo dejó muy claro para el pocionista.
Esa misma noche, Severus se sentó en su butaca favorita para, por fin, leer la carta que le le había dejado su abuelo.
Querido Severus:
Ojalá pudiera haberte dicho todo esto mucho antes. Ojalá hubieras crecido en la Mansión Prince rodeado de tu familia, me habría gustado tanto verte crecer y enseñarte magia familiar. Pero eso ya no puede ser.
No estoy muy seguro de cómo es la historia que te han contado sobre mí, pero mucho me temo que seguramente no me deja en buen lugar. He cometido errores, como todos, pero siempre he intentado hacer todo lo mejor para mí familia. Tu madre siempre fue la niña de mis ojos. Ella era tan despierta e inteligente que enseguida la comencé a instruir como heredera. No me importaba que no fuera un varón como mandaba la tradición de los Prince, ella sería la que continuaría con mi legado.
Pero conoció a tu padre, y no te voy a mentir, tú fuiste lo único bueno de eso. Me sentí tan orgulloso cuando fuiste sorteado en Slytherin. Me enteré de esos matones de Gryffindor molestándote, y hablé con eso viejo que se cree Merlín, pero para él todo son malentendidos. Me siento triste por la noticia de que te has unido a los mortífagos, no me importa el bando que hayas elegido, si no al monstruo que has decidido servir. Antes me preocupa verte cerca de Dumbledore, y que te unieras a su banda de fanáticos. Ese hombre no me gusta, hay algo en él que... Bueno, no te diré más ya que sé que eres un muchacho muy inteligente y verás lo que tienes que ver.
Quiero que sepas que desde que supe que existías fuiste para mí el sucesor de la línea Prince, ahora sé que serás el más digno e inteligente de los Lores que han asumido el reto en nuestra línea. Hace mucho tiempo que los Prince no contaban con un Maestro de Pociones, y si lo que Horace me ha contado es cierto, tú lograrás ser uno.
Me entristece irme sin poder tener una conversación cara a cara contigo, pero ayer tuve un sueño que me dio esperanzas. Te vi a ti, comenzando una nueva vida como Lord Prince, y había un hermoso niño, él portaba el anillo de heredero. Esa imagen en mi cabeza le da paz a mi cuerpo y a mi alma, me hace sentir que no me iré solo de este mundo.
Sé feliz, mi amado nieto. Solo te pido eso.
Con amor:
Julius Tiberius Prince
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Una semana después de leer la carta, Severus, Vincent y Harry, se reunieron en Gringgots con Fireclaw e Ironclaw para realizar la adopción de sangre del ojiverde.
Tras una ceremonia de adopción en familia, Severus dio de beber la poción a su futuro hijo y después lo nombró.
Harrison Julius Prince.
También aprovechó la ocasión para dar a conocer su nuevo nombre.
Severus Julius Prince.
Tanto Harry, como él, habían decidido conservar el nombre que eligieron sus madres, y también honrar a su abuelo con su segundo nombre. Después de todo, como había dicho su hijo, cuando le mostró la carta, "el abuelo era bastante genial".
Tras las presentaciones de sus nuevas identidades, Severus eligió como padrino a Vincent, que por supuesto aceptó encantado.
Antes de irse, Harry dio marcha a un plan en el que llevaba trabajando toda la semana.
— ¿Vendrás con nosotros? — preguntó el niño, agarrando la mano de su padrino, y mirándolo con sus mejores ojos de cachorro.
— Pequeño, yo no... — se atragantó el inefable, sin poder resistirse a esos ojos.
— Por favor, no quiero perderte de nuevo — gimió el ojiverde, dejando salir más brillo a sus ojos.
Vincent miró a Severus con súplica, pero éste negó con la cabeza y se encogió de hombros.
— Eres más que bienvenido a huir con nosotros. Los tres nos merecemos empezar de nuevo — ofreció el pocionista con un media sonrisa, el ya había sido el destinatario de esa mirada anteriormente, y sabía que no había escapatoria.
— Entonces... ¿Cuando nos vamos? — suspiró el inefable, rindiéndose a lo inevitable.
— Harry debe desaparecer primero, después yo renunciaré a final de año — informó el ojinegro, sin perder un solo segundo para empezar a planificar.
— ¿Qué tal si Harry recibe una carta de los infernales muggles para regresar en Pascua? — propuso Vincent, sin ver el gesto horrorizado de su sobrino.
— ¿Tengo volver allí? — preguntó el niño con voz temblorosa.
— No, te lo prometí, ¿recuerdas? — negó Severus, agachándose para abrazar a su hijo.
— Lo siento, no pretendía insinuar que volverías con esos animales — se disculpó el inefable, sonriendo con timidez al ojiverde — Yo te recogeré en King Cross con multijugos y Harry Potter desaparecerá para siempre.
— Antes habrá que buscar un techo para dónde sea que desaparezca, ¿no? — preguntó el pocionista, revoleando los ojos, y dando comienzo a una reunión de emergencia para discutir un plan.
Al final de la reunión, los gobblins y los magos adultos tenían un plan. Primero Harry abandonaría Hogwarts en Pascua para acudir a Privet Drive, pero en realidad sería secuestrado por Vincent, quien tomaría poción multijugos sabor: Vernon Dursley. Ambos tomarían un traslador a la mansión Prince, dónde esperarían, hasta junio, a Severus. Por su parte, el pocionista debía dimitir cuando se supiese que Harry Potter estaba muerto. Acusaría a Dumbledore ante los profesores del abuso de Harry y dimitiría, dejando muy claro al director que había sido el único culpable de hacerle romper su voto.
Los tres sabados siguientes se reunieron en Gringgots, dónde revisaron todas sus propiedades. Finalmente, el último de los tres sábados, Harry le mostró una foto de una mansión de estilo colonial. Los dos magos adultos y los gobblins revisaron minuciosamente las características y estado de la mansión hasta estar convencidos de era un hogar seguro para el niño.
Ninguno de los cuatro adultos, cada vez más sobreprotectores con el pequeño e inocente león, le encontró pegas a la casa nombrada como la mansión Prince en América. La mansión estaba situada al norte de Louisiana y contaba con un extenso terreno privado a sus alrededores. Decidieron visitarla al sábado siguiente, ya que pronto Vincent y Harry tendrían que instalarse.
Los gobblins le dieron un colgante con una piedra al ojiverde, éste contenía el glamour con el que se veía ahora, ya que seguramente algunos de sus rasgos cambiarían esa noche debido a la adopción de sangre.
Por eso motivo, Severus decidió que Harry debía dormir esa noche en las mazmorras. Quería ser el primero en ver los cambios.
Harry estaba entusiasmado con su próxima aventura, y esa noche durmió feliz y sin pesadillas.
A la mañana siguiente, el niño se despertó con unas suaves caricias en su pelo. Abrió los ojos y vio a su padre mirándolo extasiado.
— ¿Estoy muy diferente?
— ¿Por qué no lo compruebas tú mismo? — preguntó Severus, pasándole un espejo.
— Mi pelo es más suave y no está tan despeinado — murmuró el niño, estudiándose en el espejo.
— Creo que a partir de ahora podrás peinarte, eso es una buena noticia — se burló el ojinegro.
— Mis ojos son iguales... ¡Un momento!¡Puedo ver, y no llevo gafas! — gritó Harry, mirándolo con los ojos muy abiertos por el asombro.
— Esa es una mejor noticia todavía, pero la mejor de todas es que no has heredado mi nariz — celebró el pocionista, logrando una breve carcajada del menor.
— ¿Pero aún me parezco a ti, verdad? — preguntó, con gesto preocupado, el ojiverde.
— En todo lo importante — respondió Severus, revolviendo su cabello.
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Gracias por leer...
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