14. AUGUSTA LONGBOTTOM

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Por fin puedo ver el lumos al final del nox

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Severus, tras observar lo Unidos que estaban Harry y el heredero Longbottom, tomó una decisión que sin quererlo les cambiaría la vida a muchos.

Envío una lechuza a Lady Longbottom solicitando una reunión con ella. La mujer tenía derecho a saber cómo trataba el director a sus armas de guerra.

Esa estúpida profecía había dejado dos posibles niños. Harry había sido elegido por Voldemort, pero una vez que desapareciera, Dumbledore pondría sus garras en Neville. Y su hijo nunca lo perdonaría si dejaba a su mejor amigo sin protección.

Dos días más tarde recibió una lechuza citándolo al día siguiente, el sábado, para tomar el té con ella. Severus tendría que hacer algunos ajustes, ya que había prometido pasar la tarde del sábado con Harry en sus laboratorios y no le gustaba decepcionarlo.

Al día siguiente, tras prometerle a su hijo que podría pasar la noche con él en las mazmorras para compensar su deserción en el laboratorio esa tarde, se dirigió por flu a la mansión Longbottom.

Lady Longbottom lo recibió en su salón de invitados, y con modales refinados lo invitó a sentarse, después ambos mantuvieron una conversación bastante casual mientras disfrutaban de su té.

Después de que un elfo retirase las tazas y la tetera, Augusta lo miró, y haciendo gala de su impetuosidad y su amor por ir al grano, le preguntó lo que llevaba queriendo saber desde que recibió su lechuza.

— ¿Vas a decirme ahora el motivo de tu visita?

— ¿Estaría dispuesta a hacer un voto? — le devolvió el pocionista. mirándola con seriedad.

— ¿Y qué incluiría ese voto? — preguntó, con sospecha, la bruja.

— No podrás contarle a nadie, sin mi permiso, la información que hoy te revelaré — respondió Severus, no pensaba dejar escapar información a ningún aliado de Dumbledore.

— ¿Y por qué debería hacer eso? — volvió a preguntar la mujer, sin borrar su mirada de sospecha.

— ¿Por qué no echa un vistazo a esto y después seguimos hablando? — le devolvió la pregunta, entregándole unos pergaminos.

Lo que el ojinegro le había entregado, eran los resultados médicos de Harry. Dumbledore ya los había visto, así que lo único que podía pensar es que Severus estaba buscando alguien que acogiera al niño.

Augusta comenzó a leer con desinterés. Pero pronto su gesto cambió, mientras ésta seguía leyendo con los ojos cada vez más horrorizados.

Cuando terminó, dejó los informes médicos sobre la mesa, y mirando al Slytherin levantó su varita.

— Yo, Augusta Florence Longbottom, juro por mi magia que no revelaré nada sobre lo que Severus Snape me diga, hasta que él me libere del secreto — juró la bruja, haciendo que su varita se iluminará con una luz blanca cuando terminó su voto.

— Bien, he traído algunos recuerdos que deberías ver para que puedas entender mi preocupación por Harry y tú nieto.

— ¿Neville? ¿Qué tiene que ver él en esto? — preguntó Lady Longbotom, mirándolo con sospecha otra vez.

— Ambos fueron profetizados antes de nacer, ¿lo recuerdas? — respondió el pocionista sin inmutarse.

— Sí, pero fue el pequeño Potter el que lo derrotó — protestó la mujer.

— ¿Por qué no miras los recuerdos? Será mucho más fácil entenderlo así — propuso el ojinegro, sabiendo que de otra manera no llegarían a ningún lado.

Augusta vio los recuerdos que Harry le había dado a Severus sobre sus días en Privet Drive. El pocionista también incluyó su conversación con Dumbledore sobre el chico cuando él y Poppy habían descubierto su deplorable estado de salud.

La bruja, lucía inmensamente pálida cuando salió del pensadero. Se sentía asqueada y horrorizada por lo que había visto y escuchado.

— ¿Puedo saber tus planes? — preguntó Augusta, todavía intentando asimilar todo la información recibida.

— Claro, todavía estás bajo el voto de secreto — asintió el ojinegro con una sonrisa torcida.

— Así es — estuvo de acuerdo la mujer, reprimiendo las ganas de darle un bolsazo a ese jovencito presumido.

— Harry desaparecerá en Pascua y se irá con su padrino hasta que yo terminé el curso en Hogwarts.

— ¿Su padrino? ¿Black? — chilló horrorizada la viuda, tapándose la boca con la mano para ocultar su gesto histérico.

— Ese bastardo perdió sus derechos hace diez años. Como ahora soy su padre, he elegido un padrino para él: Vincent Rookwood.

— ¿Estás seguro? No quiero decirte cómo dirigir tu vida, pero...

— Él no es quien crees que es. Vincent fue obligado por su padre a espiar en el ministerio. Él me salvó la vida varias veces. Sabía que yo era un espía, pero jamás dijo nada. Es más me pasó mucha de la información que yo, después, transmitía a la Orden. Esa información salvó muchas vidas. Por el contrario, la información que le pasó a Voldemort nunca quitó la vida a nadie — explicó Severus con voz suave. Vincent era un buen hombre, y ya era hora de que el mundo empezase a darse cuenta.

— Lo siento, debería haber aprendido hace mucho a no juzgar sin saber — se disculpó Lady Longbotom, el gesto de su rostro le indicó al ojinegro que la mujer no mentía, y estaba realmente arrepentida por su desconfianza.

— Está bien, lo entiendo. Solo quería que supieras que es un buen hombre, además del tío biológico de Harry — asintió compresivo Severus, antes de dejar caer la bomba.

— ¿Su tío? — la voz estrangulada de Augusta casi hizo reír al pocionista.

— Sí, resulta que Lily fue robada a la madre de Augustus cuando era un bebé y fue dejada en el mundo muggle, dónde fue adoptada por los Evans — explicó el profesor, no había descubierto todavía quien la había robado, esa fue la única información que logró descubrir.

— ¡Vaya! ¿Ella lo sabía?

— No lo sé — se encogió de hombros Severus, fingiendo una indiferencia que no sentía.

— ¿Y Harry cómo se lo ha tomado?

— Se podría decir que está muy feliz con su tío , lo cual no es extraño teniendo en cuenta que ya tiene a dicho tío envuelto alrededor de su dedo meñique — resopló el pocionista, no es que estuviese celoso, por supuesto que no, pero esos dos estaban enviándose lechuzas cada día, y eso era estar demasiado pegado para su gusto.

— Estoy segura que tú ocupas un lugar mucho más importante en su corazón — lo consoló la viuda, reprimiendo una sonrisa por los celos del nuevo padre, antes de emprender una conversación sobre cómo le iba a los chicos con sus estudios.

El pocionista les explicó cómo el curso siguiente él mismo, junto a Vincent, serían los encargados de la educación del niño.

Una hora después, Severus regresó a Hogwarts con la sensación que esa tarde de té le había hecho sumar una poderosa aliada a su causa.

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Augusta, después de pensarlo toda la noche, se dio cuenta que el plan de huida de Severus era realmente bueno. Ella no quería que una vez que "el niño que vivió" desapareciese, la atención recayese en su nieto. Por eso decidió mudarse cerca del lugar en el que Severus había decidido criar a su hijo, de esta manera Neville podría estar cerca de Harry. Su nieto la había sorprendido gratamente cuando volvió a casa por Navidades. No había dejado de hablar sobre su amigo, y todo lo que ambos había logrado juntos. Harry era bueno para sacar lo mejor de Neville. Y por lo que Severus había dicho, el ojiverde confiaba totalmente en su nieto. Y confiar no era nada fácil para un chico abusado por adultos y niños.

Le mandó una lechuza a Severus, pidiéndole que se pusiese en contacto con ella cuando tuviese tiempo. El exmortífago era un buen hombre, quizás había cometido errores, pero había vuelto justo antes de poder hacer algo que lo dejase sin camino de vuelta. Y lo que estaba haciendo por el hijo del hombre que había hecho un infierno su etapa escolar era realmente honorable. Ella sabía de eso, Frank le había contado sobre las peligrosas bromas de Potter y Black, y como Lupin, pese a ser un prefecto, no era capaz de contenerlos. Había hablado varias veces con Dumbledore sobre eso, pero el director lo había descartado, cada una de las veces, como un mal entendido.
Debería haberse dado en cuenta entonces de qué Albus nunca haría nada para castigar o educar a sus preciosos Gryffindor. Ella misma había sido una leona, pero tanto su generación como las anteriores y posteriores era un tipo de Gryffindor muy diferentes. No tenían nada que ver con los alborotadores y faltos de modales en la mesa o una conversación, de los que su nieto se había quejado.

La anciana no tuvo que esperar mucho para recibir una respuesta. Esa misma noche, Severus regresó a la mansión Longbottom, solo un día después de su primera visita, para escuchar una propuesta de la anfitriona.

Afortunadamente, los Longbottom tenían una casa a pocos kilómetros de la de los Prince, lo que facilitaría mucho la amistad de los chicos. Al igual que Augusta pensaba que Harry era bueno para Neville, Severus sabía lo mucho que aportaba el castaño a la alegría de su hijo. Y él haría cualquier cosa por verlo feliz.

El pocionista le ofreció a su nueva "aliada" que Neville asistiera a clases con Harry. Incluso ella misma se podía apuntar al cartel de docentes y enseñar a los chicos. El ojinegro sabía que la anciana era una formidable duelista y podría darles algunas clases de Defensa y Encantamientos a los chicos.

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Gracias por leer...

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